Después de tanta insistencia y un intenso concurso en "El cuchitril de Andrea 2.0" (un c h a t donde participan varias de ustedes) lograron convencerme de darles doblete hoy. Aprovechen, que no se repetirá muy seguido. Advertencia: de ahora en adelante, no me hago responsable de manicuras, hígados, ni caída de pelo. He dicho :P Nos leemos mañana. No olviden comentar mucho.
˗ˏˋ Owen ˎˊ˗ Norwich, N.Y, Estados Unidos. El sol de mediodía se filtra a través de las ligeras nubes de noviembre que lentamente han comenzado a cubrir el cielo. Tomo una bocanada de aire, mientras observo a lo lejos la carpa donde se realiza la recepción. El lugar está adornado con pequeñas luces, flores lilas y blancas que ondean con la brisa fresca del otoño. Es un escenario idílico para una celebración, pero mis pensamientos están lejos de la belleza del entorno. Me mantengo lo más alejado posible de Flavia, agradecido por estar sentado al otro extremo de la mesa durante el almuerzo. A mi lado, los padres de Joshua y mi madre, no han dejado de conversar animadamente. Mientras una mezcla de resentimiento y desdén que apenas logro disimular, me atraviesa cada vez que nuestras miradas se cruzan. Me pregunto cómo pudo manipularme de esa manera, ocultando un embarazo que claramente avanzaba mientras nos entregábamos a una pasión efímera y peligrosa. La celebración avanza con su pro
˗ˏˋ Owen ˎˊ˗Norwich, N.Y, Estados Unidos.El aire frío de la noche me envuelve mientras la arrastro lejos de la carpa. Mi mente es un torbellino de emociones; no puedo seguir reprimiendo este volcán de sentimientos que amenaza con estallar. Flavia refunfuña palabras en italiano, tironeando su brazo para que no la lleve más lejos, pero mi determinación es inquebrantable. Necesito respuestas y las necesito ahora.Llegamos a un rincón más tranquilo. Flavia se abraza a sí misma, sus ojos reflejan miedo y confusión. Tomo una bocanada de aire, intentando controlar la rabia que bulle dentro de mí.—Jamás imaginé que fueras ese tipo de mujer, Flavia. —Mis palabras son duras y directas—. ¿¡Cómo pudiste meterte conmigo mientras estabas embarazada de otro hombre!? ¿¡Cómo te atreviste a jugar conmigo de esa manera!?Flavia comienza a llorar desconsoladamente, sus lágrimas caen sin cesar. Entre hipidos, intenta decir algo, pero sus palabras son incoherentes. Niega con la cabeza repetidamente, trat
˗ˏˋ Owen ˎˊ˗Norwich, N.Y, Estados Unidos.Tyler, Hanna y Cory entran corriendo por el pasillo, notablemente preocupados. Me detengo un momento para mirarlos, pero luego sigo caminando de un lado a otro, incapaz de quedarme quieto.—¿Cómo está? —pregunta Tyler, mirando hacia el pasillo por donde se llevaron a Flavia.—No lo sé... —respondo, apretando la mandíbula—. Se la llevaron hace unos minutos.—Owen, necesitas calmarte —dice Hanna con suavidad, apretándome el hombro—. Ella va a estar bien. Los médicos sabrán qué hacer.—¿Tú lo sabías, verdad? —le pregunto a Cory, que está tan afectado como yo. Mi amigo me sostiene la mirada unos segundos y asiente con cansancio.—Y antes de que me digas nada, no era mi responsabilidad darte la noticia —responde más serio que nunca—. Prácticamente la tuve que obligar a venir a la boda de su mejor amiga, temerosa por cómo ibas a reaccionar ante su embarazo. —La información me pega con fuerza por unos momentos, pero asiento en su dirección, incapaz d
˗ˏˋ Owen ˎˊ˗Norwich, N.Y, Estados Unidos.La enfermera sale de la habitación de Flavia, frunce el ceño apenas me ve frente a la puerta y bufa mientras niega.—Señor, no puede quedarse en el pasillo. Por favor, retírese a la sala de espera —señala con firmeza, su tono es amable pero autoritario.Asiento, sintiendo el peso de la frustración en mis hombros. «No he conseguido nada con Flavia y eso que apenas hemos cruzado palabras», pienso mientras camino hacia donde están mis amigos. Apenas me ven salir, los tres corren hacia mí, llenándome de preguntas.—¿Cómo está Flavia? ¿Y los bebés? —pregunta Hanna, con los ojos llenos de preocupación.—Están bien —respondo, intentando sonar más seguro de lo que me siento—. A Flavia la están monitoreando y… por primera vez pude ver y escuchar a mis hijos —comento, esbozando una sonrisa—. Son mellizos —añado, con un toque de orgullo—, aunque todavía no se puede saber su sexo. —Se relajan visiblemente, aliviados por la noticia.—Eso es increíble, Owen
˗ˏˋ Flavia ˎˊ˗Norwich, N.Y, Estados Unidos.Me incorporo lentamente, sosteniéndome en el lavabo, tras vaciar mi estómago como cada mañana. Al mirarme en el espejo, veo cómo mi cara refleja perfectamente lo agotada y abrumada que me siento; mi rostro pálido y unas oscuras ojeras delatándome.La noche anterior fue un torbellino de emociones y recuerdos. La boda, Owen, Cory, el hospital... Todo volvió a mí en un torrente incesante de pensamientos, que sólo abrazando la chaqueta de Owen y aspirando su aroma, lograron apaciguar mi cabeza y que, para mi mayor sorpresa, me ayudó a conciliar el sueño rápidamente. Sí, puede que sea una sentimental por sentirme de esta manera, especialmente después de cómo me humilló ayer por la tarde, exigiéndome respuestas. Sin embargo, siento alivio al saber que ya conoce la verdad sobre nuestros hijos. Ya no tengo que esconderme ni sentirme asustada todo el tiempo. Además, pronto volveré a Italia con mi abuela; solo debo soportar su presencia unas horas más
˗ˏˋ Flavia ˎˊ˗Nueva York, Estados Unidos.Despierto sin saber en qué momento me quedé dormida, ya que me encuentro recostada a lo largo de los asientos traseros, tapada con una manta. Mis párpados aún están pesados y mi mente algo confusa. Me incorporo lentamente y miro a mi alrededor. Veo que estamos llegando a la ciudad de Nueva York. Las luces y el tráfico me dan una sensación de irrealidad.Escucho a Cory quejarse con un “Auch” y lo veo voltearse a mirarme para preguntarme con su tono habitual de preocupación:—¿Cómo estás? ¿Descansaste bien?—Estoy bien, pero necesito el baño con urgencia —respondo, intentando sonar más despierta de lo que realmente estoy.Mi amigo asiente y a los pocos minutos, Owen detiene la camioneta en una estación de servicio sin decir una palabra. Bajo rápidamente y me dirijo al baño, tratando de sacudir la somnolencia y hacer mis necesidades. Al regresar, Owen está apoyado en la camioneta esperándome con una botella de agua y un snack, y esa mirada indesc
˗ˏˋ Owen ˎˊ˗Nueva York, Estados Unidos.Tras decir eso, Flavia se queda en silencio, su expresión es una mezcla de dolor y agotamiento. Siento el peso de mis palabras en el aire y una punzada de culpa me atraviesa, pero no puedo darme el lujo de retroceder ahora. No cuando se trata de mis hijos.Quiero gritar, quiero suplicarle que me entienda, pero me contengo. Mi instinto es proteger, estar presente, ser el padre que yo nunca tuve. No puedo permitir que se los lleve a Italia y me aparte de ellos. La sola idea me hace explotar la cabeza.—Flavia, entiendo que esto ha sido difícil para ti —digo, tratando de moderar mi tono—. Pero no puedo quedarme de brazos cruzados mientras te alejas con nuestros hijos. Necesito estar para ellos.Ella me mira con sus ojos llenos de lágrimas contenidas. Cory, a su lado, me lanza una mirada de advertencia, como si me estuviera pidiendo que suavice mi enfoque. Respiro hondo, intentando calmarme.—Mira, no estoy diciendo que tengamos todas las respuestas
˗ˏˋ Owen ˎˊ˗Nueva York, Estados Unidos.Llegamos al apartamento y dejo caer mi equipaje junto a la puerta. El viaje de regreso ha sido silencioso, lleno de pensamientos que revolotean sin cesar en mi mente. Cory me lanza una mirada comprensiva, se dirige directamente a la cocina y saca dos cervezas del refrigerador. Me ofrece una sin decir una palabra, pero su expresión dice mucho más. Asiento levemente, agradeciendo el gesto.Nos sentamos en el sofá, cada uno con su botella en la mano. Destapo la cerveza y tomo un sorbo, esperando que el alcohol me ayude a calmar los nervios. Cory me observa, claramente deseando decirme algo, pero estoy perdido en un mar de pensamientos, recordando la mirada de Flavia, su expresión cansada y la súplica en sus ojos.De reojo, noto que Cory sigue mirándome, esperando. No puedo ignorarlo más.—Dilo, escupe lo que quieras saber para que dejes de observarme así —le digo, soltando un suspiro. Duda un momento, mirando su cerveza antes de volver a mí.—Sigo