Bueno, bueno... Yo dejaré esto aquí y me retiraré lentamente.... (Ya estoy sufriendo por cómo van a despellejar a Owen...) Las leo en los comentarios y nos vemos el lunes, a la misma hora y por el mismo canal :P Un abrazo y que tengan buen fin de semana <3
˗ˏˋ Flavia ˎˊ˗Nueva York, Estados Unidos.Cuando Cory y Owen salen del apartamento, me quedo en silencio. La presencia de Owen me ha dejado más revuelta de lo que me gustaría admitir. Estrella, siempre atenta, se acerca con su habitual calidez y con la preocupación reflejada en sus ojos.—¿Quieres un té, mi niña? —me ofrece amablemente.—Sí, gracias, Estrella. —Asiento, intentando sonreír.—Creo que te vendría bien recostarte un rato y descansar. Yo te llevo el té en un momento —dice con una sonrisa tranquilizadora.Camino hacia la habitación, tratando de sacudir las palabras de Owen, pero siguen repitiéndose una y otra vez en mi mente. Siento miedo de que intente cumplir con su amenaza y quitarme a mis hijos; pero al mismo tiempo, hay algo en su voz y en su mirada, que me dice que hablaba en serio cuando dijo que quiere estar presente y ser parte de sus vidas. Las lágrimas empiezan a correr por mi rostro sin que pueda detenerlas.Me dejo caer en la cama, cubriéndome el rostro con las
˗ˏˋ Flavia ˎˊ˗Nueva York, Estados Unidos.Estrella se retira discretamente, dándonos espacio para hablar, mientras mi corazón late desbocado en mi pecho cuando Owen se sienta en la mesita de centro frente a mí, dejando la canasta a un lado. Sus palabras dan vueltas en mi cabeza, sobre todo cuando dijo: "No solo por nuestros hijos, sino también por ti". No quiero ilusionarme y la idea de que quiera enmendar sus errores es muy reconfortante, pero a la vez, sigo sintiéndome herida por todo lo que ha dicho.Su penetrante mirada busca la mía, me siento vulnerable y a la defensiva al mismo tiempo. Owen suspira con cansancio y asiente.—Sí, por ti —responde con firmeza, sin apartar su mirada de la mía—. Sé que no fui justo contigo y que cometí errores. Y lo más seguro es que seguiré cometiéndolos. —Vuelve a suspirar, pero su tono se suaviza—. Me sentí traicionado, Flavia. —Frunzo el ceño y abro la boca en señal de protesta, pero continúa—. Sé que eso no justifica mis palabras ni mis acciones
˗ˏˋ Owen ˎˊ˗Nueva York, Estados Unidos.Salgo del apartamento de Josh y Maya con una mezcla de alivio y tensión en el pecho. Finalmente logré hablar con Flavia sin que acabáramos en una discusión acalorada. "Quiero creer que estás siendo sincero, pero necesitaré tiempo", me dijo con cansancio y algo de reserva. Sé que no será sencillo, pero al menos he dado el primer paso.El ascensor se cierra lentamente y siento que, por primera vez desde que supe que sería padre, hay una pequeña esperanza de que podamos arreglar las cosas. Aunque su mirada de dolor y desconfianza aún me duele, comprendo que he herido a Flavia más de lo que quisiera admitir.El sonido de mi teléfono me saca de mis pensamientos. Miro la pantalla y veo nuevamente el número de Miranda. Bufo, sintiendo una punzada de molestia. «¿Por qué tuvo que llamar justo en ese momento?». Vuelvo a ignorar la llamada, ya que no quiero que nada arruine este pequeño avance con Flavia.Al salir del elevador, mi teléfono suena de nuevo,
˗ˏˋ Flavia ˎˊ˗Nueva York, Estados Unidos.El sonido del despertador me saca del letargo, ya que me había vuelto a dormir tras levantarme en la madrugada con las ya habituales náuseas matutinas. Respiro hondo y me esfuerzo por levantarme, ya que hoy es diferente, un día que he estado esperando con una mezcla de nerviosismo y entusiasmo.Lo primero que hago es llevar una mano a mi pancita, algo que se me está haciendo costumbre como una forma de saludar a mis bebés.—Buenos días, mis pequeños cachorritos. Hoy su mamá volverá a ser el foco de atención y todo gracias a ustedes —digo, con voz suave, recordando la conversación que sostuve ayer con Cassian Quinn, cuando lo llamé para aceptar su propuesta de volver a posar frente a las cámaras. Después de mucha reflexión, decidí aceptar su oferta de trabajo. Es una oportunidad que no puedo dejar pasar. Necesito el dinero y salir de la burbuja en la que se ha convertido el apartamento de Maya. Me siento revitalizada por esta decisión, una ch
˗ˏˋ Owen ˎˊ˗ Nueva York, Estados Unidos. La mirada del joven que nos recibe en el estudio me hace hervir la sangre. Está claro lo que piensa al ver a Flavia y eso me molesta más de lo que quisiera admitir. Mantengo mi compostura, pero por dentro, cada fibra de mi ser quiere apartar a ese chico de su lado. Me esfuerzo por controlar mi expresión, pero otro hombre se acerca hacia nosotros y mis celos solo empeoran. Cuando llega a nuestro lado, tiene una mirada que brilla al ver a Flavia, pero cuando sus ojos se posan en mí, su expresión se endurece. —Bienvenida, preciosa. ¡Qué gusto tenerte acá! —dice, acercándose a Flavia y dejándole un beso en cada mejilla, lo que me hace tensar la mandíbula. Cuando se aleja de ella, su mirada se posa brevemente en mí—. ¿Y este es…? —Gracias, Cassian. Él es... —comienza Flavia, pero la interrumpo. —Owen Butler —respondo, estrechando su mano con firmeza—. Estoy aquí para asegurarme de que Flavia esté bien durante la sesión. —Por supuesto. —Cassian
˗ˏˋ Owen ˎˊ˗Nueva York, Estados Unidos.Las luces del estudio comienzan a apagarse lentamente mientras el bullicio de las conversaciones se desvanece. Flavia ya se ha cambiado y está conversando animadamente con Cassian y Mason, mientras intento disimular el malestar que me provoca verla tan cómoda entre ellos. Observo desde la distancia, sintiendo cómo la tensión en mis hombros se afloja solo un poco ahora que la sesión ha terminado y ella está completamente vestida.No puedo evitar notar cómo Cassian mira a Flavia, con ese interés apenas disimulado que me hace tensar la mandíbula y Mason, por otro lado, parece disfrutar provocándome, con esa sonrisa burlona que aviva la maraña de sentimientos que toda esta situación me genera.Cuando finalmente se despiden, Flavia se acerca a mí con una gran sonrisa, examinando una polaroid que le han regalado como recuerdo de la sesión, sin prestarme atención. Me siento incómodo, como un intruso en su mundo de admiradores, pero me obligo a guardar
˗ˏˋ Owen ˎˊ˗Nueva York, Estados Unidos.Ella no responde, concentrándose en su malestar. Sigo acariciándole la espalda, intentando transmitirle calma y apoyo. Pasan varios minutos antes de que finalmente se enderece, respirando con dificultad. Le ofrezco un vaso de agua y la ayudo a enjuagarse la boca.—Gracias… —murmura, evitando mirarme a los ojos.—¿Siempre es así? —cuestiono con preocupación al verla tan agotada y pálida. Me da una mirada interrogativa—. Las náuseas… —aclaro, sintiendo la necesidad de cuidarla y protegerla.—Sí y por lo que dijo el doctor, podría empeorar —responde y mis ojos se abren ante su respuesta, preocupándome aún más—. Pero tranquilo, Owen, que esto es normal y ya estoy acostumbrada. Aunque sí, es muy incómodo y agotador —explica, dando un suspiro cansado.El nudo en mi estómago se aprieta más. Flavia no debería tener que pasar por todo esto sola. Sé que ha sido fuerte, enfrentando todo esto con una valentía que admiro, pero en este momento, me siento impo
˗ˏˋ Owen ˎˊ˗Aparto la mirada, sintiendo el peso de sus palabras en el aire. Flavia ha dejado claro que no es fácil para ella dejar su vida en Italia y su voz, llena de incertidumbre, me hace cuestionar cada decisión que he tomado desde que reapareció en mi vida.Mil posibilidades cruzan por mi cabeza y la idea de que podría irse a Italia, dejando todo atrás, me provoca un nudo en el estómago. Quiero decirle que entiendo que su vida está allá, pero también necesito que me comprenda. Respiro hondo y me esfuerzo por encontrar las palabras adecuadas. Sé que necesito ser claro, pero no quiero asustarla y, mucho menos, presionarla. Ha sido un camino largo llegar a este punto de diálogo y no puedo arriesgarme a alejarla nuevamente.—Sé que no es fácil… —digo, pero me interrumpo, buscando las palabras con cuidado—. No quiero que sientas que estoy intentando quitarte tu vida en Italia, Flavia, pero podemos encontrar una manera de hacerlo funcionar —asevero, sintiendo cómo la urgencia crece en