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Un rato después de haber cedido a sus deseos sexuales y carnales, ambos se levantaron del suelo y se vistieron, él tomó a su hijo en brazos y los tres salieron de la habitación con la esperanza de que sus amigos no se dieran cuenta de lo que acaban de estar haciendo en casa de ellos.

Para José Luis no es ningún impedimento que alguien se entere de lo que estaba pasando en el interior de esa habitación, porque eso le eleva el orgullo de macho empoderado, pero lo hace de tener precaución porque sabe que a su esposa sí le dará pena porque todavía no tiene mucha confianza con Alberto.

Cuando llegaron a la sala no estaban sus amigos, luego se percataron de que en la puerta hay un papel pegado en el cual los chicos les comunican que ellos han salido al supermercado y que si se van antes de que ellos lleguen, que procuren dejar la puerta bien cerrada porque al parecer está con una falla y hay que fijarse bien.

— Si hubiese sabido de qué ellos no estaban, te juro que te hubiese dejado que gri
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