La pierna de Mark Vitolli se movía agitadamente, la ansiedad lo estaba matando. Llevaba más de una hora esperando por la mujer que le habían prometido, sería su salvadora. Toda la junta directiva se encontraba estresada por la situación de la empresa, pues no les quedaban muchas opciones.
– ¿A qué hora piensa llegar esta mujer? ¡Es una irresponsable! –exclamó con furia.
– No te quejes tanto, es tu culpa que estemos en esta situación –le aclaró su socia– ahora nos toca aguantar lo que sea que esta mujer quiera hacer o perderemos la compañía –replicó con furia.
– Yo no sabía que el desfile sería un fracaso.
– No tenías por qué hacer una inversión tan grande. Sabías muy bien que era un riesgo que estábamos corriendo y aun así, decidiste meter más dinero en juego.
– Se debe invertir en grande para ganar en grande.
– Estamos con la soga al cuello Mark. Dale gracias a dios que esta mujer aceptó ayudarnos y más te vale que no la riegues otra vez, porque no tenemos más opciones.
Mark se disponía a responder aquel comentario. No le gustaba quedarse callado y menos en una discusión. No le importaba ni siquiera que estuviese en una sala acompañado por toda la junta directiva. No era de los que aceptara perder, pero antes de que pudiese decir una palabra más, las puertas de aquella enorme oficina se abrieron de golpe. Una de las asistentes anunció la llegada de Alicia Greenswood.
Todos los ojos se posaron sobre aquella dama que entraba a la sala. Su porte y elegancia hizo suspirar a más de uno. Isabel, a diferencia de su socio, mostraba una sonrisa amigable hacia la invitada. Por su parte, los demás miembros de la junta directiva murmuraban entre ellos acerca de aquella mujer que veían llegar.
– ¡Qué hermosa es! –se escuchó decir a uno de los hombres presentes.
– Lo sé –respondió otro– me dijeron que está divorciada.
– ¿En serio?
– Sí –susurró– no sé cómo el estúpido con el que estuvo casada pudo dejarla ¡Solo mírala! Es perfecta.
– ¿La dejó?
– Sí y el muy idiota se fue con otra.
– ¿Cómo? ¡No te lo creo! No puede haber una mujer más hermosa.
– No la hay, te lo aseguro –ambos sonrieron a la invitada cuando esta pasó junto a ellos.
Mark apretaba los dientes con molestia escuchando aquellos comentarios. Todos parecían haberse enamorado a primera vista de la invitada y por las conversaciones que se oían, Mark supo que los presentes estaban de acuerdo en que Alicia Greenswood era la mujer más hermosa que habían visto. Lo que más le sorprendió era que incluso las féminas de la junta directiva estaban impresionadas con Alicia, pues no solo se trataba de su belleza física, sino que había algo más que la hacía destacar y es que el aura de seguridad y poder que la rodeaba, hacía que no pudiese pasar desapercibida.
Todos los presentes observaban de forma atenta a aquella mujer, en especial Mark, quien siguió con su mirada cada uno de los pasos que daba, detallando cada aspecto de su presencia. Una cintura pequeña, de alta estatura y cutis perfecto. Su cabellera lacia y oscura caía suelta por su espalda cubriendo un poco el escote que tenía el vestido que llevaba. Alicia miró por un momento a Mark antes de voltear nuevamente hacia el frente y en ese instante, él pudo notar la pequeña marca que resaltaba en esos ojos claros. Él permanecía tan estático observándola que cualquiera diría que aquella mujer le había cautivado por completo con su belleza e incluso, que le había robado el corazón. Parecía estar contemplándola casi como hipnotizado o al menos, eso era lo que todos creían, pues la realidad era otra.
Mark frunció el ceño cuando la mujer estuvo lo suficientemente cerca para saludar a Isabel, ambas se abrazaron y se dieron un beso en la mejilla con cariño. Él se sintió traicionado al ver esa escena.
– Alicia ¡Qué alegría que hayas llegado! Hemos estado esperando por ti –exclamó Isabel con una sonrisa.
– Lamento el retraso, pero debía resolver algunos asuntos antes de venir para acá –explicó de forma tranquila mientras volteaba a ver a Mark con el rabillo del ojo. Este permanecía sin inmutarse y sin quitar los ojos de ella.
– No te preocupes. No nos importa –respondió Isabel con una sonrisa– toma asiento para que podamos comenzar.
Alicia Greenswood se acomodó en la silla junto a Isabel, quién se apresuró a acomodar las carpetas y documentos que tenía sobre la mesa para iniciar la reunión, pero antes de poder completar su tarea, Mark la tomó del brazo y tiró de ella para hablarle de forma privada.
– ¿Qué hace ella aquí? –preguntó con furia en voz baja. Isabel lo miró con malhumor.
– Ya te lo dije, ella ha venido a ayudarnos –respondió de mala gana.
– Sí, pero de todas las personas que existen en este planeta ¿por qué tenía que ser ella? –exclamó molesto, pero sin elevar la voz, por primera vez no quería que los demás presenten escucharan la discusión.
– No hay nadie más. Te lo aseguro.
Isabel lo miró por un momento. Ambos sentían rabia, Mark por la sorpresa de encontrarse con aquella invitada no deseada e Isabel por tener que aguantar la actitud de su socio. Ella lo miró de arriba a abajo con disgusto y se volteó para continuar con lo que estaba haciendo.
– ¿Ocurre algo? –preguntó uno de los miembros de la junta directiva que se encontraba cerca de ellos.
Al parecer su pequeña discusión no había pasado del todo desapercibida y Los presentes permanecían observándolos en busca de una respuesta. Isabel miró a Mark quién continuaba de pie junto a ella con su peor cara, luego volteó hacia el resto de la junta y con una gran sonrisa, respondió.
– Mark solo está molesto porque la persona que he decidido contratar para que nos ayude a arreglar el desastre que hizo… –volteó de nuevo a verlo con una sonrisa burlona– es su ex esposa.
Alicia estaba nerviosa. Se encontraba en la sala de espera de su médico. Él la había llamado unas horas antes pidiéndole que fuera a su consultorio porque tenían que hablar. Ella no sabía que le diría exactamente, pero temía lo peor. Desde hacía varias semanas se había estado sintiendo mal y su médico de confianza le había mandado a realizar varios exámenes. Ahora se encontraba esperando para hablar con él sobre los resultados, pero por el tono que había usado durante su llamada, Alicia intuía que las cosas no estaban bien.– No son buenas noticias –había comentado el hombre en cuanto comenzó su reunión. Ella ya lo sabía, pero no podía evitar sentirse destrozada. Observó las hojas que su médico le entregaba con los resultados de sus exámenes, mientras este intentaba explicarle lo que ocurría.– No es un escenario alentador –confesó el doctor– pero aún hay cosas que podemos intentar. Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos mientras escuchaba aqu
Aquel día el médico había comenzado su charla dándole la noticia de su leucemia y lo mucho que le preocupaba, pues parecía avanzar muy rápido. Por varios minutos, Alicia se sentó a escuchar sobre un panorama terrible y casi imposible de superar, pero ella estaba decidida a seguir adelante. Aunque las probabilidades estuviesen en su contra, no se iba a dejar vencer, confiaba en que Mark la apoyaría y que incluso si las cosas terminaban mal, él estaría con ella hasta el final.– Hay una situación que complica todo –le aseguró el médico. Alicia lo miró confundida.– ¿Qué sucede? –el doctor suspiró intentando agarrar fuerzas para darle aquella noticia. Había tratado a Alicia por años y conocía bien su historial, sabía que lo que le diría le afectaría más que todo lo demás que ya le había dicho.– Estás embarazada –soltó finalmente. La respiración de Alicia se cortó en ese momento. No podía creerlo. Durante los 5 años que llevaba casada, había intentado de todo para
– Estuve hablando con tu médico –le había dicho Camila al entrar. Alicia se sorprendió. Ella le explicó que había ido a verlo porque estaba muy preocupada y quería encontrar una manera de ayudarla. Lucas le había hablado sobre la enfermedad de Alicia y ambos habían discutido las distintas opciones. Camila apoyaba a su amiga con el tema del embarazo, ella también creía que debía tener a su bebé, lo entendía, pero sentía que debía haber algo más para hacer con respecto a su enfermedad, incluso cuando no pudiese tratarse con las medicinas convencionales, debería haber algo que la ayudara al menos a llegar hasta el final de su embarazo.– Él me habló de un tratamiento experimental –explicó Camila.– ¿Experimental? –aquella palabra la asustaba un poco.– Sí –Camila le entregó un folleto. Alicia lo tomó y lo observó con cuidado– En una de las clínicas donde él trabaja, tienen algunos grupos con tratamientos que están probando y ya que tú has decidido no recibir el convencional,
Alicia no sabía cómo reaccionar ante aquellas palabras. Sin lugar a dudas, la había sorprendido. Ella volteó hacia su amiga que también estaba conmocionada, pero al mismo tiempo, le sonreía con alegría. Se giró para ver a Lucas como pidiendo auxilio por no saber qué hacer, este lucía bastante incómodo con la situación, pero se animó a hablar.– Señor Greenswood, Alicia está casada –le explicó, pero Alicia lo interrumpió de inmediato.– No –dijo de forma tímida negando con la cabeza, luego suspiró– ya no. No más –susurró tragando duro sin saber qué más decir.– ¿Qué ocurrió? –preguntó Lucas alarmado. Alicia no sabía cómo explicar todo aquello, en especial porque tenía en frente a ese hombre que acababa de conocer y no dejaba de observarla. Había pasado de estar sonrojada y tímida a sentirse terriblemente incómoda. Su sonrisa había desaparecido por completo y la tristeza se comenzaba a hacer presente. Camila al verla, no dudó en salir a su rescate.– Mark y ella
El amorío de Mark había comenzado 6 meses antes de que Alicia descubriera todo. Sin embargo, esa no había sido la primera vez que él la engañaba. La verdad es que nunca había sido del todo fiel. Cuando eran novios, él usaba la excusa de que necesitaba desahogarse porque ellos no tenían relaciones. Ella era virgen y quería permanecer así hasta su matrimonio, por lo que él “liberaba su tensión” con otras mujeres asegurando a sus amigos que todo cambiaría luego de casarse, pero para sorpresa de nadie, eso no pasó. Mark continuó engañando a Alicia y todos lo sabían menos ella o mejor dicho, ella era la única que no aceptaba la verdad. Había escuchado los rumores e incluso la misma Isabel le había comentado en varias ocasiones sobre sus sospechas, pero Alicia se negaba una y otra vez a abrir los ojos, así que con el tiempo, las personas a su alrededor habían dejado de intentar que ella descubriera la verdad.– Hay personas que simplemente, sienten que son más felices dentro de
Mark no sabía que era lo que más le molestaba de su nueva esposa, pero lo estaba volviendo loco. Desde que se casó, las cosas habían cambiado drásticamente, pues al convivir con ella había comenzado a notar todo aquello que había dejado pasar en los últimos meses.– ¿Por qué no me di cuenta antes? –se repetía un día frustrado tras pelear con su nueva esposa. Todo comenzó a ir mal desde el primer día de matrimonio. Tras una celebración en donde Mark gastó una fortuna para cumplir con los caprichos de su futura esposa, se topó de golpe con la realidad. Había despertado con dolor de cabeza por la borrachera para darse cuenta que su amada mujer no pretendía mover un pie fuera de la cama en todo el día. Así que de mala gana, bajó las escaleras de la mansión para prepararse algo de comer y tomar lo que sea que encontrara que sirviera para su malestar. En ese momento pensó en que Alicia siempre despertaba antes que él y le tenía el desayuno listo cuando el bajaba a la
La vida de Alicia había mejorado mucho en los últimos meses. Había llegado a la clínica cuando apenas iba a cumplir su segundo mes de embarazo y aquel día estaba cumpliendo el sexto. Se miraba al espejo su hermosa barriga que había crecido mucho más grande de lo que habría imaginado. Lucía radiante y feliz. – Es día de natación –exclamó una enfermera entrando en la habitación. Ella se giró para verla con una sonrisa.– Creo que hoy necesitaré más ayuda, estoy más grande –comentó riendo. El tratamiento que le estaban aplicando a Alicia había estado arrojando muy buenos resultados. A pesar de que todo avanzaba a paso lento, ella se había estado recuperando. Sus valores poco a poco se iban estabilizando y su embarazo estaba transcurriendo normal. Ella se sentía feliz y animada, al punto que había comenzado a asistir a distintas clases como yoga o natación, que le había dicho que no solo era bueno para su salud, sino para la de su bebé. La enfermera qu
Alicia estaba emocionada por la visita de sus amigas, quería contarle las buenas nuevas. Hacía un par de días que no las veía y sentía que tenían mucho de qué hablar. Isabel, Camila y Lisbeth llegaron en el horario de visita de esa misma tarde. Apenas la vieron, corrieron a abrazarla. – ¡Qué hermosa estás! –exclamó Lisbeth al verla. Hacía tiempo que no se veían, ya que ella no había podido ir visitarla. – Y grande también –dijo Alicia acariciando su vientre. Todas rieron. – ¿Ya sabes qué es? –preguntó Camila emocionada. Alicia asintió con una sonrisa. – Es niño –les dijo y todas gritaron de emoción. – Las enfermeras nos van a regañar –les recordó Isabel. Intentaron calmarse, pero estaban muy emocionadas. – Será nuestro primer sobrino –exclamó Camila con emoción. – ¿Cómo lo llamarás? –quiso saber Lisbeth mientras se acercaba para acariciarle el vientre. – Jonas –respondió sonriente. Isabel la observó seria, pero no dijo nada. – Es un bonito nombre –aseguró Lisbeth. Camila estuv