– Estuve hablando con tu médico –le había dicho Camila al entrar.
Alicia se sorprendió. Ella le explicó que había ido a verlo porque estaba muy preocupada y quería encontrar una manera de ayudarla. Lucas le había hablado sobre la enfermedad de Alicia y ambos habían discutido las distintas opciones. Camila apoyaba a su amiga con el tema del embarazo, ella también creía que debía tener a su bebé, lo entendía, pero sentía que debía haber algo más para hacer con respecto a su enfermedad, incluso cuando no pudiese tratarse con las medicinas convencionales, debería haber algo que la ayudara al menos a llegar hasta el final de su embarazo.
– Él me habló de un tratamiento experimental –explicó Camila.
– ¿Experimental? –aquella palabra la asustaba un poco.
– Sí –Camila le entregó un folleto. Alicia lo tomó y lo observó con cuidado– En una de las clínicas donde él trabaja, tienen algunos grupos con tratamientos que están probando y ya que tú has decidido no recibir el convencional, quizás esto te pueda ayudar.
– ¿Pero no le hará daño al bebé? –preguntó preocupada.
– En teoría no –hizo una pausa un poco pensativa– Se supone que es un medicamento más suave que está diseñado para personas con condiciones especiales y que por dichas condiciones no pueden tratarse con la quimioterapia tradicional. Por supuesto que hay sus riesgos y más en tu caso, pero como serías un caso muy especial, ellos te estarán vigilando todo el tiempo, estarán pendiente de que todo vaya bien.
– ¿Cómo harán eso? Me refiero a que… ¿debo quedarme ahí?
– Sí –susurró Camila– deberás estar internada allá para que ellos puedan estar atentos las 24 horas, pero tendrás todo –le explicó ilusionada– te darán todas las medicinas para tu embarazo, estarán pendiente de todos los exámenes, allá comerás un dieta ideal para ti y tendrás todo lo que necesites por los próximos meses –Alicia la observó no muy convencida– también tienen grupos de apoyo con profesionales con los que puedes hablar y nosotras siempre estaremos ahí para ti. Iremos a visitarte todos los días, nunca te dejaremos, te lo aseguro.
– ¿Cuánto cuesta esto?
El dinero era una preocupación en ese momento para Alicia quién no provenía de una familia rica. En los últimos años se había olvidado de los temas económicos gracias a que Mark se hacía cargo de todo, pero ahora que se estaban separando, ella no tenía acceso a ninguna de las cuentas que solían usar, pues había firmado un acuerdo pre-nupcial que evitaba que ella pudiese recibir dinero de la herencia Vitolli si no formaba parte de la familia y ahora, ya no lo era más.
– No te preocupes por eso –le aseguró Camila.
– ¿Cómo no me voy a preocupar? Si tendré todas esas cosas, no será de gratis y estoy segura que tampoco barato –exclamó inquieta. Camila la miró con cariño.
– Las chicas y yo nos haremos cargo. Todo va a correr por nuestra cuenta –le dijo– queremos que estés bien. Por favor di que sí –le rogó.
Alicia observó a su amiga. En sus ojos reflejaba ilusión y esperanza, algo que parecía que ella misma había perdido en las últimas semanas. No tenía muchas ganas de ir, se sentía deprimida, pero en ese momento pensó en su bebé. Ella se había prometido a sí misma que haría todo lo que pudiese para cuidarlo y protegerlo. Se dijo que no importaba lo difícil que fuese, lucharía contra esa terrible enfermedad para salir adelante y poder ver nacer a su pequeño. Alicia respiró profundo y asintió.
– Está bien –le dijo segura– iré contigo.
Camila la ayudó a preparar una maleta con ropa y algunas cosas básicas para luego emprender juntas el camino hacia la clínica privada en donde pasaría los siguientes meses. Alicia respiró profundo al entrar en aquel edificio. Era todo blanco y olía a desinfectante.
– No me gusta el olor de los hospitales –dijo en broma a su amiga.
Caminaron hasta la recepción y preguntaron a la enfermera de turno por el doctor Lucas Grill, ella les indicó la dirección hacia dónde debían ir. Cuando llegaron a su consultorio, el hombre estaba ocupado con unos historiales médicos, pero los dejó a un lado apenas las vio.
– Gracias por venir –le dijo a Alicia tomándola de las manos. Ella aún tenía dudas acerca de esa decisión y él pudo notarlo en sus ojos– sé que estás nerviosa, pero yo estaré aquí para cuidarte. Te prometo que haré todo lo que esté en mis manos para que las cosas salgan bien.
Alicia solo asintió ante las palabras de su médico. El corazón lo tenía acelerado y no podía hablar en ese momento. El miedo y la ansiedad se estaban apoderando de ella, pero tras algunas explicaciones por parte de Lucas sobre cómo funcionaría todo, Alicia comenzó a sentirse un poco mejor. Sabía que aquel tratamiento no era seguro, pero posiblemente fuese la mejor opción que tenía para que tanto ella como su bebé lograran sobrevivir. Se prometió una vez más que haría todo lo que estuviese en sus manos para salir victoriosa de esa lucha, en especial si eso la ayudaba a vivir lo suficiente como para ver crecer a su hijo.
– Les daré un recorrido por la clínica –les propuso Lucas sonriente. Ambas aceptaron.
La clínica era enorme y tenía a ambas chicas impresionadas. Lucas les explicó que aquel sitio había sido construido por una persona bastante especial. Él había sufrido en carne propia las complicaciones del cáncer y lo difícil que era luchar contra eso, incluso teniendo todos los recursos del mundo. Por eso, en cuanto salió victorioso de aquella batalla, decidió usar parte de su fortuna para construir ese sitio y brindar más opciones a personas que cómo él, parecían no tener escapatoria de la muerte.
– Pero hay que tener mucho dinero para venir aquí –aseguró Alicia. Lucas rió.
– Es verdad que se le cobra un monto a la mayoría de los pacientes, después de todo, es una clínica y aunque el dueño gaste varios millones de su fortuna cada mes, no puede cubrir con todos los costos de este lugar, pero eso no quiere decir que no tengamos algunas consideraciones con ciertos pacientes que lo necesiten.
– ¿Cómo es eso? ¿Hay personas que no tienen que pagar el tratamiento?
– Bueno, tenemos varios programas –explicó Lucas– cuando el historial de un paciente de bajos recursos entra en nuestro sistema, lo evaluamos para poder determinar si según las condiciones del caso y lo que necesita para tratarse, podemos ofrecerle alguna de las opciones de las que disponemos. Es complicado porque son muchas las personas que llegan aquí cada día y no podemos ayudarlas a todas –confesó con tristeza.
Los tres permanecieron en silencio durante los siguientes minutos hasta la primera parada del recorrido. Cada uno iba pensando sobre aquella situación, no era fácil para nadie.
Unos minutos después, llegaron al área de las habitaciones. Lucas las llevó hasta el cuarto donde Alicia se quedaría por los próximos meses. Era una habitación sencilla con las cosas básicas que podría necesitar.
– Hay dos camas –exclamó confundida Alicia.
– Sí, bueno, no tenemos habitaciones privadas, todas son compartidas, pues tratamos de aprovechar los recursos lo mejor posible.
– ¿Quién se quedará con ella? –preguntó Camila.
– Por los momentos, nadie –dijo riendo– aún no se han terminado de asignar las camas que han quedado libre este mes así que por ahora, estarás sola, pero pronto tendrás una compañera.
– Está bien.
Después que Alicia dejara sus cosas en la habitación, continuaron con el tour. Pasaron por el área de tratamientos que era la más grande de toda la clínica y estaba dividida en distintas zonas. En cada una de ellas se aplicaban diferentes medicamentos y terapias.
– Poco a poco te iré explicando a cuales deberás asistir –le informó Lucas. Alicia asintió.
– ¿Qué es eso por allá? –preguntó Camila señalando las piscinas que se veían a lo lejos.
– Bueno, eso es para los tratamientos que deben hacerse con agua, incluyendo ejercicios y terapias de rehabilitación. Aunque también contamos con una piscina solo para diversión. Está en el área recreacional. Puedes usarla cuando quieras –dijo con una sonrisa mientras miraba a Alicia. Esta volvió a asentir.
– ¿Área recreacional? –exclamó confundida Camila.
– Sí –dijo Lucas soltando una pequeña risa– verás, los pacientes también necesitan momentos para relajarse y olvidarse un poco que están en un hospital, así que tenemos algunas cosas que les ayuda, piscinas, jardines, sala de yoga, gimnasio, etc.
– ¡OH! –exclamaron las dos chicas impresionadas.
– La salud mental es importante –aseguró– por eso también tenemos profesionales en el área psiquiátrica y psicológica para atender a los pacientes e incluso, varios grupos de apoyo. Les mostraré.
Lucas le indicó el camino hacia las demás zonas que les faltaba recorrer, pasaron por el área recreacional, la cafetería, salón de conferencias y pronto se encontraron en donde se reunían los grupos de apoyo. Ingresaron en silencio al notar que estaban algunas personas en medio de una sesión. Alicia observó a la persona que la dirigía. Era una hombre calvo de unos 40 y tantos años, aunque lucía muy bien para su edad. De hecho, a ambas les había parecido bastante atractivo y Camila no se había podido resistir de hacer un comentario, le susurró a Alicia “yo quiero a ese silver fox” en el oído y ambas rieron ante aquella ocurrencia, pero se callaron en cuanto Lucas las miró confundido. Alicia le hizo una seña de que no pasaba nada y continuaron escuchando discretamente la charla que aquel hombre daba.
Era un grupo de apoyo para los pacientes que estaban batallando con el cáncer como ella. Habían llegado un poco tarde por lo que la reunión estaba por acabar y solo alcanzaron a escuchar las palabras de cierre que aquel hombre daba. Todos parecían admirar a ese sujeto y Alicia no tenía dudas del por qué, el aura que emanaba de él era poderosa, eso le llamó mucho la atención, por lo que estuvo todo el tiempo observándolo, en realidad, parecía que no podía dejar de mirarlo. Él había mencionado durante la charla que era un sobreviviente de la enfermedad y en ese momento buscaba motivar a los presentes a seguir adelante con su lucha. Mientras hablaba, sus ojos se dirigieron al final de la sala donde estaba Alicia y se fijaron en ella. Sin dejar su discurso, le regaló una sonrisa. Ella le sonrió de vuelta. Alicia no sabía que tenía aquel hombre, pero la había cautivado al instante.
Unos minutos después, la charla terminó y los presentes se retiraron. Camila no pudo evitar preguntarle a Lucas quien era ese hombre y él les dijo que pronto lo conocerían, pues las había llevado ahí para presentarlos. Las mujeres lo miraron confundidas, pero tenían curiosidad así que lo siguieron cuando él les indicó y se acercaron a ese hombre que los esperaba del otro lado de la sala con una gran sonrisa. Los ojos de él parecieron no alejarse jamás de Alicia, quién no pudo evitar sonrojarse por la atención que estaba recibiendo.
– Lucas –saludó el hombre con emoción para luego darle un fuerte abrazo– ¿Quiénes son estas dos hermosas damas que me traes hoy? –preguntó con una sonrisa observando a las mujeres. Ambas rieron de forma tímida. Ese hombre tenía un encanto especial difícil de resistir.
– Ellas son Alicia y Camila. Alicia es nuestra nueva paciente –aclaró– está llegando hoy para uno de nuestros tratamientos –explicó observando al hombre y luego se volteó hacia las mujeres para continuar– Camila, Alicia, él es… –el hombre lo interrumpió acercándose a Alicia y tomando su mano para luego besar el dorso de esta. Ella se sonrojó ante la acción, pero se quedó de piedra cuando él la miro a los ojos y con una sonrisa le dijo.
– Soy Anderson Greenswood, tu futuro esposo.
Alicia no sabía cómo reaccionar ante aquellas palabras. Sin lugar a dudas, la había sorprendido. Ella volteó hacia su amiga que también estaba conmocionada, pero al mismo tiempo, le sonreía con alegría. Se giró para ver a Lucas como pidiendo auxilio por no saber qué hacer, este lucía bastante incómodo con la situación, pero se animó a hablar.– Señor Greenswood, Alicia está casada –le explicó, pero Alicia lo interrumpió de inmediato.– No –dijo de forma tímida negando con la cabeza, luego suspiró– ya no. No más –susurró tragando duro sin saber qué más decir.– ¿Qué ocurrió? –preguntó Lucas alarmado. Alicia no sabía cómo explicar todo aquello, en especial porque tenía en frente a ese hombre que acababa de conocer y no dejaba de observarla. Había pasado de estar sonrojada y tímida a sentirse terriblemente incómoda. Su sonrisa había desaparecido por completo y la tristeza se comenzaba a hacer presente. Camila al verla, no dudó en salir a su rescate.– Mark y ella
El amorío de Mark había comenzado 6 meses antes de que Alicia descubriera todo. Sin embargo, esa no había sido la primera vez que él la engañaba. La verdad es que nunca había sido del todo fiel. Cuando eran novios, él usaba la excusa de que necesitaba desahogarse porque ellos no tenían relaciones. Ella era virgen y quería permanecer así hasta su matrimonio, por lo que él “liberaba su tensión” con otras mujeres asegurando a sus amigos que todo cambiaría luego de casarse, pero para sorpresa de nadie, eso no pasó. Mark continuó engañando a Alicia y todos lo sabían menos ella o mejor dicho, ella era la única que no aceptaba la verdad. Había escuchado los rumores e incluso la misma Isabel le había comentado en varias ocasiones sobre sus sospechas, pero Alicia se negaba una y otra vez a abrir los ojos, así que con el tiempo, las personas a su alrededor habían dejado de intentar que ella descubriera la verdad.– Hay personas que simplemente, sienten que son más felices dentro de
Mark no sabía que era lo que más le molestaba de su nueva esposa, pero lo estaba volviendo loco. Desde que se casó, las cosas habían cambiado drásticamente, pues al convivir con ella había comenzado a notar todo aquello que había dejado pasar en los últimos meses.– ¿Por qué no me di cuenta antes? –se repetía un día frustrado tras pelear con su nueva esposa. Todo comenzó a ir mal desde el primer día de matrimonio. Tras una celebración en donde Mark gastó una fortuna para cumplir con los caprichos de su futura esposa, se topó de golpe con la realidad. Había despertado con dolor de cabeza por la borrachera para darse cuenta que su amada mujer no pretendía mover un pie fuera de la cama en todo el día. Así que de mala gana, bajó las escaleras de la mansión para prepararse algo de comer y tomar lo que sea que encontrara que sirviera para su malestar. En ese momento pensó en que Alicia siempre despertaba antes que él y le tenía el desayuno listo cuando el bajaba a la
La vida de Alicia había mejorado mucho en los últimos meses. Había llegado a la clínica cuando apenas iba a cumplir su segundo mes de embarazo y aquel día estaba cumpliendo el sexto. Se miraba al espejo su hermosa barriga que había crecido mucho más grande de lo que habría imaginado. Lucía radiante y feliz. – Es día de natación –exclamó una enfermera entrando en la habitación. Ella se giró para verla con una sonrisa.– Creo que hoy necesitaré más ayuda, estoy más grande –comentó riendo. El tratamiento que le estaban aplicando a Alicia había estado arrojando muy buenos resultados. A pesar de que todo avanzaba a paso lento, ella se había estado recuperando. Sus valores poco a poco se iban estabilizando y su embarazo estaba transcurriendo normal. Ella se sentía feliz y animada, al punto que había comenzado a asistir a distintas clases como yoga o natación, que le había dicho que no solo era bueno para su salud, sino para la de su bebé. La enfermera qu
Alicia estaba emocionada por la visita de sus amigas, quería contarle las buenas nuevas. Hacía un par de días que no las veía y sentía que tenían mucho de qué hablar. Isabel, Camila y Lisbeth llegaron en el horario de visita de esa misma tarde. Apenas la vieron, corrieron a abrazarla. – ¡Qué hermosa estás! –exclamó Lisbeth al verla. Hacía tiempo que no se veían, ya que ella no había podido ir visitarla. – Y grande también –dijo Alicia acariciando su vientre. Todas rieron. – ¿Ya sabes qué es? –preguntó Camila emocionada. Alicia asintió con una sonrisa. – Es niño –les dijo y todas gritaron de emoción. – Las enfermeras nos van a regañar –les recordó Isabel. Intentaron calmarse, pero estaban muy emocionadas. – Será nuestro primer sobrino –exclamó Camila con emoción. – ¿Cómo lo llamarás? –quiso saber Lisbeth mientras se acercaba para acariciarle el vientre. – Jonas –respondió sonriente. Isabel la observó seria, pero no dijo nada. – Es un bonito nombre –aseguró Lisbeth. Camila estuv
Anderson se había emocionado tanto por aquella respuesta afirmativa, que quería salir corriendo al hospital para abrazarla y besarla, pero ella le insistió que no lo hiciera, que lo esperaría al día siguiente para que pudiesen compartir y celebrar su compromiso de forma tranquila. Él aceptó y a la mañana siguiente, Alicia se estaba preparando para encontrarse con Anderson. Él le había prometido llegar al mediodía, pero aún faltaba una hora para eso, por lo que se estaba tomando su tiempo para prepararse. Su enorme barriga le impedía caminar o hacer cualquier tarea rápido, sin embargo, en medio de aquel proceso, algo captó su atención. Alicia creyó ver que la joven en la cama junto a la de ella se había movido. Aquella mujer llevaba varios meses en estado de coma, por lo que había sido una silenciosa compañera de habitación durante todo ese tiempo. Se quedó observándola durante unos segundos intentando asegurarse si el movimiento que había visto hacer a su mano había sido
Alicia miraba atenta a la mujer frente a ella. No lograba salir de su shock. Lisa la observaba en silencio recostada desde su cama a la espera de una respuesta. Solo le sonreía con los labios cerrados mientras la miraba con curiosidad. – Hola –dijo finalmente Alicia. – Hola –repitió Lisa. – ¡Estás despierta! –exclamó con mucha sorpresa. La mujer no pudo evitar soltar una pequeña risa. – Sí –susurró. – No sé ni por donde comenzar. Alicia se acercó para sentarse sobre la cama junto a la mujer y tras respirar profundo intentando terminar de salir de su conmoción, preguntó lo primero que se le ocurrió. – ¿Cómo llegaste aquí? – No lo sé –confesó. – Pero ¿tuviste un accidente o qué te pasó? – No sé. – ¿Y tu familia? – No recuerdo. La verdad es que no recuerdo casi nada –exclamó con tristeza. – Ok… pues… Supongo que es normal –respondió algo dudosa–, quiero decir… has estado muchos meses en coma, tal vez tome tiempo que recuerdes las cosas. – Sí, eso dijeron los médi
A diferencia de lo que Alicia creía, ella y Anderson no lo hicieron ese mismo día que hablaron. Él le dijo que no quería que su primera vez juntos fuese en aquel hospital, quería que fuese especial. Ella estuvo de acuerdo. Él prometió preparar todo y recogerla al siguiente día, por lo que cuando la hora llegó, Alicia se encontraba sumamente nerviosa. – ¿Estás lista? –preguntó Anderson al verla. – Sí –respondió nerviosa y tomándolo del brazo salieron de la habitación. – Divierte mucho –le gritó alegremente Lisa mientras los veía partir. Alicia no pudo evitar reír y sonrojarse. Le había contado a su compañera lo que sucedería ese día y le daba algo de vergüenza pensar en eso. – ¿A dónde vamos? –quiso saber cuándo Anderson la ayudaba a subir a su auto. – Es una sorpresa –sonrió. Unos minutos después se encontraban en la mansión de Anderson. Alicia detallaba con la mirada cada parte de aquel lugar, era increíblemente grande. Ella siempre pensó que la casa en donde vivía c