Alicia no sabía cómo reaccionar ante aquellas palabras. Sin lugar a dudas, la había sorprendido. Ella volteó hacia su amiga que también estaba conmocionada, pero al mismo tiempo, le sonreía con alegría. Se giró para ver a Lucas como pidiendo auxilio por no saber qué hacer, este lucía bastante incómodo con la situación, pero se animó a hablar.
– Señor Greenswood, Alicia está casada –le explicó, pero Alicia lo interrumpió de inmediato.
– No –dijo de forma tímida negando con la cabeza, luego suspiró– ya no. No más –susurró tragando duro sin saber qué más decir.
– ¿Qué ocurrió? –preguntó Lucas alarmado.
Alicia no sabía cómo explicar todo aquello, en especial porque tenía en frente a ese hombre que acababa de conocer y no dejaba de observarla. Había pasado de estar sonrojada y tímida a sentirse terriblemente incómoda. Su sonrisa había desaparecido por completo y la tristeza se comenzaba a hacer presente. Camila al verla, no dudó en salir a su rescate.
– Mark y ella han decidido tomar caminos separados –respondió.
– Disculpa que me entrometa, pero tiene que ver con lo del…
– No –le interrumpió Camila. Alicia permanecía en silencio mientras continuaba siendo observada por Anderson– simplemente dejémoslo en que ella ya no será más una Vitolli –sentenció haciendo claro que la conversación no debía continuar. Lucas entendió e hizo silencio.
– No te preocupes cariño, pronto serás una Greenswood –le aseguró Anderson con una sonrisa mientras aun sostenía su mano.
– Disculpe, ¿pero quién es usted? –preguntó Alicia completamente confundida por la situación. Él le sonrió.
– El señor Greenswood es el dueño y fundador de este lugar –explicó Lucas.
Ambas chicas se sorprendieron ante aquella noticia. Era algo que no se esperaban. El cerebro de Alicia trabajaba de prisa intentando decir algo o siquiera reaccionar, pero estaba completamente en blanco. Sin embargo, no necesitó esforzarse por mucho tiempo, pues una enfermera apareció para llamar al señor Greenswood, quién tuvo que retirarse.
– Fue un placer conocerlas chicas –les dijo despidiéndose– te veré muy pronto –aseguró a Alicia mientras le regalaba otro beso en el dorso de la mano, luego se volteó para ver al médico y dirigirse a él– Lucas, atiéndela bien. No quiero que le falte nada. Recuerda… es mi futura esposa –afirmó con una sonrisa mientras se alejaba y salía del salón.
Después de eso, el resto del día fue bastante calmado. Lucas las acompañó de regreso a la habitación de Alicia y se despidió para dejarlas conversar tranquilas. Le recordó a Camila que ellos tenían horarios y días de visita específicos, así que debía consultar con la enfermera para evitar inconvenientes, la chica aceptó y luego que el médico se fue, se dirigió a su amiga.
– No te puedes quejar, apenas llegando y ya conquistaste al dueño.
Ambas rieron por el comentario. La verdad es que Alicia se había sentido cautivada de alguna manera por el hombre, era una locura pensar que sería su esposa, pues lo menos que ahora quería era saber sobre matrimonio, pero no podía negar que le había sacado una sonrisa el saber que alguien se había sentido atraído por ella. Hacía tanto tiempo que no recibía un halago, ni siquiera por parte de Mark. Ella comenzaba a ver su fallido matrimonio de otra manera.
– Las cosas no eran tan perfectas como yo pensaba –le dijo a Camila en medio de su conversación.
Las mujeres estuvieron un par de horas hablando de distintas cosas y tal cual como siempre ocurría, se habían olvidado por completo del tiempo hasta que una enfermera entró para pedir a Camila que se retirara, pues el horario de visita había concluido.
– Todo saldrá bien al final. Ya verás, yo estoy segura de eso –prometió su amiga dándole un beso en la frente para luego despedirse de ella.
Los siguientes días fueron bastantes tranquilos. La verdad es que Alicia se sentía bien de haber tomado aquella decisión. Aunque el tratamiento por el que estaba ahí aún no había iniciado, pues por los momentos estaban haciéndole diversos exámenes y chequeos previos para preparar todo para ella, todo parecía ir bien. Solo tenía un pequeño susto por no saber cómo resultaría todo, pero trataba de mantenerse calmada, pues el personal había sido muy atento con ella y las cosas marchaban de la mejor manera. Por supuesto que sus malestares no habían desaparecido, pero estaba recibiendo algunos medicamentos básicos para ayudarla a no sentirse mal, además de que la tranquilizaba el saber que siempre había alguien cerca que la cuidaba y le daba ánimos. Lucas iba por lo menos una vez al día a ver cómo estaba y las enfermeras siempre se encontraban pendientes de todo lo que necesitaba, incluso si eso significaba tan solo conversar un poco sobre cosas triviales.
Alicia se había hecho amiga de un par de ellas, eran realmente amables, parlanchinas y muy divertidas. Solían hacerla reír mucho y eso le levantaba el ánimo. Al mismo tiempo, su historia había conmovido a toda la clínica. Sin saberlo, poco a poco todo el personal había escuchado lo que ella estaba viviendo. La historia de que había logrado embarazarse luego de 5 años de intentarlo y ocurría al mismo tiempo que había llegado su diagnóstico de leucemia y que descubría la infidelidad de su marido era casi como una película y tenía a todos asombrados. Además, aunque nadie conociera a Mark, ya todos lo odiaban en ese lugar.
Por otra parte, no había visto más al señor Anderson Greenswood, aquel hombre que la había cautivado en su primer día en la clínica, se había desaparecido, pero eso no quería decir que no hubiese sabido nada más de él, pues a su habitación llegaba cada día un tulipán morado de su parte. La tarjeta que acompañó la primera flor tenía escrita la frase “Una flor por cada día que has estado en mi vida” y así mismo ocurrió, cada día, sin falta, alguna de las enfermeras llegaba con un tulipán morado de parte del querido señor Greenswood. Alicia no tenía idea de cómo ese hombre había descubierto que esa era su flor favorita, pero se sentía completamente encantada con el detalle. Hacía años que nadie le regalaba una flor y le gustaba recibir una todos los días, ya se estaba acostumbrando a eso, al igual que a toda la atención y cariño que estaba recibiendo, pues de alguna manera sentía, que eso era lo que le había estado haciendo falta.
Todas sus amigas iban a visitarla a la clínica. Solían turnarse según los compromisos que tenían, pero cada día llegaba al menos una de ellas a la hora de visita y todas estaban realmente felices al ver el cambio en Alicia, se notaba la alegría en su rostro. De igual manera, cada una de ellas se había sorprendido gratamente por las flores y los halagos de parte del señor Greenswood.
– ¿Cuándo lo conoceremos?
Era la pregunta que todas le hacían a excepción de Camila que ya lo había visto, pero en su caso solía preguntar cuándo aceptaría su propuesta de matrimonio. Alicia no podía evitar reír ante aquellas preguntas y por un corto periodo de tiempo, había disfrutado de estar alejada de todo, pero sobre todo de Mark. No había pensado más en él y se sentía tranquila hasta una visita de Isabel.
– Te anda buscando. Quiere saber de ti –le había dicho su amiga.
– ¿Por qué? ¡Pensé que era feliz con su secretaria! –exclamó Alicia de mala gana. Isabel sonrió.
– Hay problemas en el paraíso –soltó con una sonrisa aún mayor.
– ¿Qué pasó? –quiso saber de inmediato.
– Bueno, creo que Mark comienza a arrepentirse de lo que te hizo, pues las cosas no resultaron ser tan buenas con doña garras –ese era el sobrenombre que Isabel le había puesto a la amante de Mark, pues la mujer solía usar unas uñas postizas exageradamente largas.
– No le digas donde estoy, no quiero saber de él –le pidió Alicia un poco preocupada.
– No te preocupes, no le pienso decir. He tratado en lo posible de desviar el tema. A mí también me molesta que ahora quiera buscarte, es un idiota… pero me alegra que se esté dando cuenta que es un idiota –dijo sonriendo. Alicia no pudo evitar dejar escapar una sonrisa– ¿Quieres saber qué pasó? –preguntó con ojos de niña traviesa. Alicia la miró pensativa y volvió a sonreír.
– Sí. Cuéntame.
El amorío de Mark había comenzado 6 meses antes de que Alicia descubriera todo. Sin embargo, esa no había sido la primera vez que él la engañaba. La verdad es que nunca había sido del todo fiel. Cuando eran novios, él usaba la excusa de que necesitaba desahogarse porque ellos no tenían relaciones. Ella era virgen y quería permanecer así hasta su matrimonio, por lo que él “liberaba su tensión” con otras mujeres asegurando a sus amigos que todo cambiaría luego de casarse, pero para sorpresa de nadie, eso no pasó. Mark continuó engañando a Alicia y todos lo sabían menos ella o mejor dicho, ella era la única que no aceptaba la verdad. Había escuchado los rumores e incluso la misma Isabel le había comentado en varias ocasiones sobre sus sospechas, pero Alicia se negaba una y otra vez a abrir los ojos, así que con el tiempo, las personas a su alrededor habían dejado de intentar que ella descubriera la verdad.– Hay personas que simplemente, sienten que son más felices dentro de
Mark no sabía que era lo que más le molestaba de su nueva esposa, pero lo estaba volviendo loco. Desde que se casó, las cosas habían cambiado drásticamente, pues al convivir con ella había comenzado a notar todo aquello que había dejado pasar en los últimos meses.– ¿Por qué no me di cuenta antes? –se repetía un día frustrado tras pelear con su nueva esposa. Todo comenzó a ir mal desde el primer día de matrimonio. Tras una celebración en donde Mark gastó una fortuna para cumplir con los caprichos de su futura esposa, se topó de golpe con la realidad. Había despertado con dolor de cabeza por la borrachera para darse cuenta que su amada mujer no pretendía mover un pie fuera de la cama en todo el día. Así que de mala gana, bajó las escaleras de la mansión para prepararse algo de comer y tomar lo que sea que encontrara que sirviera para su malestar. En ese momento pensó en que Alicia siempre despertaba antes que él y le tenía el desayuno listo cuando el bajaba a la
La vida de Alicia había mejorado mucho en los últimos meses. Había llegado a la clínica cuando apenas iba a cumplir su segundo mes de embarazo y aquel día estaba cumpliendo el sexto. Se miraba al espejo su hermosa barriga que había crecido mucho más grande de lo que habría imaginado. Lucía radiante y feliz. – Es día de natación –exclamó una enfermera entrando en la habitación. Ella se giró para verla con una sonrisa.– Creo que hoy necesitaré más ayuda, estoy más grande –comentó riendo. El tratamiento que le estaban aplicando a Alicia había estado arrojando muy buenos resultados. A pesar de que todo avanzaba a paso lento, ella se había estado recuperando. Sus valores poco a poco se iban estabilizando y su embarazo estaba transcurriendo normal. Ella se sentía feliz y animada, al punto que había comenzado a asistir a distintas clases como yoga o natación, que le había dicho que no solo era bueno para su salud, sino para la de su bebé. La enfermera qu
Alicia estaba emocionada por la visita de sus amigas, quería contarle las buenas nuevas. Hacía un par de días que no las veía y sentía que tenían mucho de qué hablar. Isabel, Camila y Lisbeth llegaron en el horario de visita de esa misma tarde. Apenas la vieron, corrieron a abrazarla. – ¡Qué hermosa estás! –exclamó Lisbeth al verla. Hacía tiempo que no se veían, ya que ella no había podido ir visitarla. – Y grande también –dijo Alicia acariciando su vientre. Todas rieron. – ¿Ya sabes qué es? –preguntó Camila emocionada. Alicia asintió con una sonrisa. – Es niño –les dijo y todas gritaron de emoción. – Las enfermeras nos van a regañar –les recordó Isabel. Intentaron calmarse, pero estaban muy emocionadas. – Será nuestro primer sobrino –exclamó Camila con emoción. – ¿Cómo lo llamarás? –quiso saber Lisbeth mientras se acercaba para acariciarle el vientre. – Jonas –respondió sonriente. Isabel la observó seria, pero no dijo nada. – Es un bonito nombre –aseguró Lisbeth. Camila estuv
Anderson se había emocionado tanto por aquella respuesta afirmativa, que quería salir corriendo al hospital para abrazarla y besarla, pero ella le insistió que no lo hiciera, que lo esperaría al día siguiente para que pudiesen compartir y celebrar su compromiso de forma tranquila. Él aceptó y a la mañana siguiente, Alicia se estaba preparando para encontrarse con Anderson. Él le había prometido llegar al mediodía, pero aún faltaba una hora para eso, por lo que se estaba tomando su tiempo para prepararse. Su enorme barriga le impedía caminar o hacer cualquier tarea rápido, sin embargo, en medio de aquel proceso, algo captó su atención. Alicia creyó ver que la joven en la cama junto a la de ella se había movido. Aquella mujer llevaba varios meses en estado de coma, por lo que había sido una silenciosa compañera de habitación durante todo ese tiempo. Se quedó observándola durante unos segundos intentando asegurarse si el movimiento que había visto hacer a su mano había sido
Alicia miraba atenta a la mujer frente a ella. No lograba salir de su shock. Lisa la observaba en silencio recostada desde su cama a la espera de una respuesta. Solo le sonreía con los labios cerrados mientras la miraba con curiosidad. – Hola –dijo finalmente Alicia. – Hola –repitió Lisa. – ¡Estás despierta! –exclamó con mucha sorpresa. La mujer no pudo evitar soltar una pequeña risa. – Sí –susurró. – No sé ni por donde comenzar. Alicia se acercó para sentarse sobre la cama junto a la mujer y tras respirar profundo intentando terminar de salir de su conmoción, preguntó lo primero que se le ocurrió. – ¿Cómo llegaste aquí? – No lo sé –confesó. – Pero ¿tuviste un accidente o qué te pasó? – No sé. – ¿Y tu familia? – No recuerdo. La verdad es que no recuerdo casi nada –exclamó con tristeza. – Ok… pues… Supongo que es normal –respondió algo dudosa–, quiero decir… has estado muchos meses en coma, tal vez tome tiempo que recuerdes las cosas. – Sí, eso dijeron los médi
A diferencia de lo que Alicia creía, ella y Anderson no lo hicieron ese mismo día que hablaron. Él le dijo que no quería que su primera vez juntos fuese en aquel hospital, quería que fuese especial. Ella estuvo de acuerdo. Él prometió preparar todo y recogerla al siguiente día, por lo que cuando la hora llegó, Alicia se encontraba sumamente nerviosa. – ¿Estás lista? –preguntó Anderson al verla. – Sí –respondió nerviosa y tomándolo del brazo salieron de la habitación. – Divierte mucho –le gritó alegremente Lisa mientras los veía partir. Alicia no pudo evitar reír y sonrojarse. Le había contado a su compañera lo que sucedería ese día y le daba algo de vergüenza pensar en eso. – ¿A dónde vamos? –quiso saber cuándo Anderson la ayudaba a subir a su auto. – Es una sorpresa –sonrió. Unos minutos después se encontraban en la mansión de Anderson. Alicia detallaba con la mirada cada parte de aquel lugar, era increíblemente grande. Ella siempre pensó que la casa en donde vivía c
La fecha de parto de Yetzy se acercaba y a pesar de todos los problemas que Mark tenía con ella, incluyendo las quejas que mantenía sobre el nombre del bebé, él seguía emocionado e ilusionado con la idea de ser padre. Cada vez faltaba menos para tener a su hijo en brazos, así que se mantenía repasando la lista de cosas pendientes por hacer, necesitaba asegurarse que todo estuviese listo para cuando su hijo llegara. Mark arregló una habitación en la mansión con todo lo que pensó que su bebé necesitaría. La había pintado y decorado él mismo a pesar de las críticas de su esposa, pero habían logrado llegar a un acuerdo con ella, si ella dejaba que él decorara como él quisiera la habitación, entonces ella podría comprar para el bebé, todos los juguetes y ropa que deseara. El último trimestre pasó rápido y aunque su matrimonio no estaba en las mejores condiciones, durante ese periodo de tiempo las cosas habían comenzado a mejorar. Yetzy y él estaban empezando a hace