El príncipe había decidido escabullirse de su obstinada madre, escapándose a una fiesta de la alta sociedad como era de acostumbrarse, una supuesta inauguración donde él decidió que la pasaría mucho mejor que todos al revolcarse con cuantas mujeres pueda y quiera.
Llego en su limosina y evitando a la multitud se fue directo al salón de la mansión donde tomo dos copas de vino para estar al mismo nivel de ebriedad que las chicas que ya se encontraban ahí. Observa de reojo las futuras víctimas y se dirige a una de ellas; mujer de cabello castaño claro, ojos verdes y vestido muy corto que no deja nada a la imaginación. Le invito un trago, esta de forma inmediata lo reconoció. —Su alteza— le hizo una pequeña reverencia, pero el príncipe la interrumpe y la mira con desagrado. —No hagas eso— presiono su mandíbula de la rabia— estoy aquí escondido, ¿puedes no ser tan obvia? —Oh— sonríe y se coloca el dedo índice en sus labios de forma picara para guardar el secreto— seré una tumba. —Así me gustan— sonríe de forma malévola, mirándola con lascivia. Paso unas dos horas bebiendo con la chica, pero él no bebía tanto, aprendió a fingir beber mientras que la chica acababa con la botella entera. Cuando esta ya daba traspiés por el salón, el príncipe ya sabía que estaba lista para subir a la habitación y hacer con ella lo que mejor le parezca. La ayudo con un brazo a subir por las escaleras y entró a una habitación que encontró sin seguro, cerró la puerta con la misma fuerza y continuo besándola e introduciendo sus manos por debajo del vestido, al acostarse en la cama lleva su mirada al balcón y observa como una mujer sale del mismo.—Lo… lo siento, no sabía que aquí vendrían personas— se disculpó Emilia, cubriéndose los ojos.
— ¿Qué carajos? — se levanta el príncipe de la cama y abotona su camisa, listo para dejar salir su rabia a la imprudente persona que se encuentra ahí parada, pero se contiene de forma inmediata cuando observa a la chica tímida del balcón. Nunca había visto a una chica de ese aspecto físico y eso que se ha acostado con media ciudad. Ojos azules, cabello rubio largo, una figura perfecta y una voz tan dulce como el chocolate. Da la impresión de ser tan inocente. —¿Entonces? — refuta la mujer ebria que estaba con sus senos afuera. —Vístete y lárgate— le ordena el príncipe a la mujer que notablemente esta algo entusiasmada con la idea de continuar. La mujer ebria, se acomoda el vestido y le lanza una mirada furiosa a Emilia, quien no entiende que está sucediendo. —Lo siento, yo soy quien debería irme, esta no es mi habitación. — confiesa Emilia. —Tampoco mía— dice el príncipe, mirándola de arriba abajo, deleitándose con el rostro y cuerpo de Emilia. Ella le da una sonrisa nerviosa y camina hasta la entrada. — ¿No sabes quién soy? — le pregunta el príncipe. Emilia se detiene y gira en su dirección para verlo un poco más antes de responder. —No quiero ser irrespetuosa, pero no se quien sea usted. —Oh no, cariño, no me trates de ‘’usted’’ — se acerca a Emilia, — puedes ser más informal conmigo, aunque soy el príncipe Henry. — ¿Príncipe Henry? — le cuestiono Emilia. —Me gustaría conocerte más a profundidad— le toma la mano a Emilia y le da un pequeño beso. Emilia no se siente nada cómoda con esta muestra de afecto, de hecho no se siente nada cómoda con este hombre desconocido que dice ser ‘’el príncipe’’, ¿Qué haría un príncipe en un club de empresarios a esta hora de la noche? No tiene sentido para ella. —¿Conocerme? —Eres una hermosa jovencita que se nota que esta abrumada con tanta música y personas, conozco un lugar más privado. —No quiero ser descortés, pero debo irme. —¿Disculpa? —Lo siento, ya es muy tarde. Emilia se marchó dejando al príncipe Henry con la palabra en la boca y una terrible sensación de furia por dejarlo solo. Camino con paso apresurado luego de ese extraño encuentro con ese hombre. No se despidió de nadie y solo tomo un taxi hasta su casa para encerrarse y tratar de dormir.‘’Fue una terrible idea, la peor idea del mundo ir a esa inauguración. Discutí con mi padre, y sentí el acoso directo de un supuesto tipo que se cree el príncipe’’, le envió el mensaje a Camila, haciendo que esta solo le responda con emojis de risa.‘’No es gracioso, tendré que hacer como tú a partir de hoy, alejamiento social desde ya’’‘’Oh si claro, eso mejorara todo, suerte con eso. ’’ Mientras Emilia dormía plácidamente, el príncipe Henry llegó a su casa dispuesto a encontrar a esa joven de cabello dorado y ojos de ensueño. Contacto a su persona de confianza; un detective privado llamado Stan, el mejor en su trabajo de localizar personas. — ¿Por qué me llamas a esta hora? — le cuestiona Stan quien se encontraba al otro lado del teléfono. —Porque mis pagos son de los mejores, lo que me da el beneficio de tener contacto veinticuatro horas. —Bien dicho, ¿Qué necesitas? —Una mujer, blanca, ojos verdes, cabello dorado. —Necesito más que solo eso, ¿Sabes cuantas mujeres hay así en este país? —Ella es diferente, lo sabrás cuando la veas. —Necesito alguna foto, Henry, sabes cómo funciona esto. —Puedes mandar a registrar las cámaras del club de la zona, ahí fue donde la encontré. Llevaba un vestido azul claro que la hacía lucir como una princesa. — Dice mientras que la recuerda— tiene un rostro tan inocente, que se nota que no a follado con nadie nunca. —Veré que puedo hacer. —Encuéntrala. Stan colgó, poniéndose manos a la obra, sin importar que sean las cuatro de la mañana, cuando Henry quería algo, todos debían correr para dárselo.Stan puso a su equipo a encontrar los registros de las cámaras de seguridad, tenían que encontrar a esa chica de ‘’mirada inocente y vestido azul claro’’, no eran especificaciones claras, sin embargo, Stan es un increíble detective para estos trabajos.
Pasaron los días y Emilia asistía con normalidad a las citas con la psicóloga, se siente más calmada con toda la situación, aunque su padre y ella ya no hablan desde la inauguración y debido a su horario tan complejo, Emilia básicamente casi ni lo ve durante el día. Mientras que el príncipe Henry pasa el día en su habitación, con un par de mujeres que danzan desnudas con un par de botellas de vino, ebrias y felices cuando el detective Stan aparece en su habitación abriendo la puerta de par en par. Henry se levanta rápidamente y manda a las mujeres a que se marchen del castillo. Stan le da un sobre amarillo a Henry con información dentro. — ¿La encontraste? — cuestiona con una mirada de emoción y nervios. —Si. Se llama Emilia Terrence, tiene diecinueve años.— Emilia— murmura su nombre con fascinación— ¿Por qué no está aquí? —con mirada fulminante.—Fue fácil localizarla, pero será difícil traerla sin represarías, es la hija de un millonario empresario del país. — ¿Millonario empr
Andrés se dejó caer al suelo justo en frente de su hija, mientras lloraba acariciaba el cabello con manchas de rojo sangre y quitando los trozos grandes de vidrio. —Lo siento mucho Emilia, lo siento tanto— sollozaba con cada vidrio que le quitaba, admirando su rostro palidecido y recordando como era de niña, como su esposa y él lo tenían todo. Aunque se sentía mal por su decisión, no se detuvo un momento a pensarlo, estaba más que seguro de que lo que quería hacer está bien, está correcto.Al menos eso intentaba decirse a sí mismo para no sentirse culpable. Elegir la estabilidad económica por encima de todo, esa fue su mejor decisión hasta ahora según él. Monto como pudo a Emilia en la cajuela, atada de manos y pies, y encendió su auto, conduciendo hasta el castillo. Los guardias ya esperaban su llegada, haciendo que pase directamente hasta el jardín de la parte de atrás del castillo. La reina no podía saber nada de lo que Henry planeaba, así que debían actuar rápido bajo la luz de
Emilia despertó con dificultad, sentía adormecida la mitad de su rostro, sus manos temblaban un poco y también tenía frío. Al abrir sus ojos se encontró en una habitación desconocida, acostada en una cama y usando una bata de seda color rosa. « ¿Qué está pasando?» pensó, mientras miraba a su alrededor con bastante miedo.Su cabeza no paraba de doler, cuando acaricio un poco con su mano pudo sentir una pequeña banda cubriéndole parte de la cabeza. En eso entro en la habitación una mujer con uniforme de mucama, una de las empleadas del castillo con una bandeja de desayuno. —Buenos días— saludo, sin hacer contacto visual con Emilia. — le recomiendo no tocarse la herida de su cabeza. — ¿Dónde estoy? ¿Quién es usted?— la mujer simplemente la ignoró. Emilia comenzó a desesperarse un poco, se levantó de prisa de la cama, pero se encontró con unas cadenas en sus tobillos que la mantenían atada la cama, la cadena era de algunos centímetros de largo, lo cual le permitía desplazarse, pero no
La reina estaba algo nerviosa por conocer a la que sería la nueva esposa de su hijo, sin embargo, como era de esperarse, el príncipe Henry estaba en su habitación repleta de botellas de alcohol y un par de mujeres desnudas acostadas en la cama junto con él. La reina entró furiosa, ordenando a sus mucamas a qué levantaran todo el desastre. —Henry, ¡Levántate! —¿Que te sucede, madre? Esas no son formas de despertar al futuro rey. —¿Futuro rey? Estás cochinadas no las hace un futuro rey y menos alguien que me contó que ya tiene a una mujer para casarse... ¿Me estás tomando el pelo? —Madre, ¿Que no puedo tener una despedida de soltero como todos los hombres antes de casarse?— le reclamó con sarcasmo, dejando salir una sonrisa burlona en su rostro. La reina con su bastón golpeó la cama varias veces para que las mujeres se despertasen y se fueran, ambas corrieron por sus ropas que estaban tendidas en el suelo y salieron haciendo reverencias a la reina, bastantes apenadas por la terribl
Emilia está preparada, vestida, maquillada y con el corazón latiendo tan fuerte como nunca. Nerviosa por no saber lo que le depara la vida. Al terminar ella se detiene frente a un espejo que le trajo la misma mucama para mirarse, no le gusta lo que vé. —Estás hermosa. El príncipe Henry no tiene malos gustos. —Si eres su sirvienta ¿Por qué me das consejos? — se giro para ver el rostro de aquella mujer cuyo nombre no sabe aún. —Porque alguna vez fui como tú— sus ojos se volvieron brillosos, como si quisiera llorar—. Ahora vamos, no hay tiempo que perder. Ambas se dirigen hasta la oficina del príncipe, (escoltadas por un par de guardias reales) el cual esperaba sentado en su escritorio pacientemente, fumándose una pequeña pipa con especias de sabor a canela. La mucama toca la puerta y le dice que pase. Emilia se adentra con miedo a la oficina y la mucama se marcha, dejándole una última mirada de tristeza y nostalgia. La puerta se cierra, Emilia se queda paralizada en medio de la of
El príncipe Henry y Emilia llegan al salón principal donde la reina espera la presentación oficial de la mujer que el príncipe consideraba como su prometida. Las puertas del salón se abrieron de par en par gracias a los sirvientes que los esperaban, el príncipe llegó con Emilia, ambos tomados de la mano. —Madre— saludo, dándose un beso en cada mejilla. —Hijo querido, ¿ella la afortunada?— le pregunto admirando a la mujer detrás de él.« ¿Afortunada dice? Si esta es la lotería, debería ser la lotería del diablo» —Te presento a Emilia Terrence, mi prometida.La acerca más a su lado. Emilia mirando al suelo se acerca y le hace una reverencia a la reina. No puede arriesgarse a hacer enojar al príncipe, quien la amenazó minutos antes con matarla a ella y a su padre, no quería eso, ¿tenía que fingir estar bien con esto? Sí, le tocaba aparentar estar bien si eso la mantendría con vida. —Un placer su majestad. La reina sonríe halagada y la mira de arriba abajo. Notando que tiene algunas
Habían pasado los días, el príncipe mantenía a Emilia encerrada en la habitación como castigo por su intento fallido de escapar, no quería golpearla porque en la boda tendría muchos ojos encima de ella y un reportaje sobre violencia domestica seria su fin como rey. Le enviaban comida y se bañaba bajo supervisión de un guardia y la mucama, Emilia soportó todo callada, no quería otra golpiza ni mucho menos provocar la furia del príncipe, puede decir que ya aprendió la lección. Un día antes de la boda la mucama entró a la habitación, se sentó al lado de Emilia y le contó la historia de como ella cayó en ese castillo. Le contó que el príncipe Henry hizo negocios con su familia, le ofreció dinero a cambio de sus hijas pequeñas, necesitaba mucamas y sirvientas obedientes y sumisas, mujeres que no protestarán ante ninguna orden. Que mejor que criar a tus futuras empleadas bajo el régimen de tortura y manipulación desde pequeñas. La familia de la mucama acepto el dinero, eran gente de poco
Emilia dejo caer sus lágrimas en la ducha para que se mezclaran con el agua, no podía tardar mucho tiempo, el príncipe podía entrar en cualquier momento y lo que menos quería era que la viera desnuda.Henry la había tomado por completo, sin dejar ningún rastro de su inocencia, de su esencia, se había apoderado de ella en su totalidad. —Apresúrate, hoy dormirás con un verdadero hombre. Emilia sintió asco por sus palabras, sintió asco por mirarlo y asco por la idea de dormir con él. Emilia pasó las primeras noches enteras llorando en silencio para no despertar a Henry hasta quedarse dormida, sintiendo asco por su cuerpo, por la forma en la que el príncipe la tocó y besó sin su consentimiento. Dormir al lado de su perpetrador le parecía un acto de tortura peor que la misma muerte. Se sentía poca cosa, como un objeto que cualquiera podría comprar, usar y luego desechar. Cada noche sentía que perdía la cordura, la fuerza, las ganas de continuar.Los próximos días todo parecía monótono,