Capítulo 3. El encuentro.

El príncipe había decidido escabullirse de su obstinada madre, escapándose a una fiesta de la alta sociedad como era de acostumbrarse, una supuesta inauguración donde él decidió que la pasaría mucho mejor que todos al revolcarse con cuantas mujeres pueda y quiera.

Llego en su limosina y evitando a la multitud se fue directo al salón de la mansión donde tomo dos copas de vino para estar al mismo nivel de ebriedad que las chicas que ya se encontraban ahí.

Observa de reojo las futuras víctimas y se dirige a una de ellas; mujer de cabello castaño claro, ojos verdes y vestido muy corto que no deja nada a la imaginación. Le invito un trago, esta de forma inmediata lo reconoció.

—Su alteza— le hizo una pequeña reverencia, pero el príncipe la interrumpe y la mira con desagrado.

—No hagas eso— presiono su mandíbula de la rabia— estoy aquí escondido, ¿puedes no ser tan obvia?

—Oh— sonríe y se coloca el dedo índice en sus labios de forma picara para guardar el secreto— seré una tumba.

—Así me gustan— sonríe de forma malévola, mirándola con lascivia.

Paso unas dos horas bebiendo con la chica, pero él no bebía tanto, aprendió a fingir beber mientras que la chica acababa con la botella entera. Cuando esta ya daba traspiés por el salón, el príncipe ya sabía que estaba lista para subir a la habitación y hacer con ella lo que mejor le parezca.

La ayudo con un brazo a subir por las escaleras y entró a una habitación que encontró sin seguro, cerró la puerta con la misma fuerza y continuo besándola e introduciendo sus manos por debajo del vestido, al acostarse en la cama lleva su mirada al balcón y observa como una mujer sale del mismo.

—Lo… lo siento, no sabía que aquí vendrían personas— se disculpó Emilia, cubriéndose los ojos.

— ¿Qué carajos? — se levanta el príncipe de la cama y abotona su camisa, listo para dejar salir su rabia a la imprudente persona que se encuentra ahí parada, pero se contiene de forma inmediata cuando observa a la chica tímida del balcón. Nunca había visto a una chica de ese aspecto físico y eso que se ha acostado con media ciudad.

Ojos azules, cabello rubio largo, una figura perfecta y una voz tan dulce como el chocolate. Da la impresión de ser tan inocente.

—¿Entonces? — refuta la mujer ebria que estaba con sus senos afuera.

—Vístete y lárgate— le ordena el príncipe a la mujer que notablemente esta algo entusiasmada con la idea de continuar.

La mujer ebria, se acomoda el vestido y le lanza una mirada furiosa a Emilia, quien no entiende que está sucediendo.

—Lo siento, yo soy quien debería irme, esta no es mi habitación. — confiesa Emilia.

—Tampoco mía— dice el príncipe, mirándola de arriba abajo, deleitándose con el rostro y cuerpo de Emilia.

Ella le da una sonrisa nerviosa y camina hasta la entrada.

— ¿No sabes quién soy? — le pregunta el príncipe.

Emilia se detiene y gira en su dirección para verlo un poco más antes de responder.

—No quiero ser irrespetuosa, pero no se quien sea usted.

—Oh no, cariño, no me trates de ‘’usted’’ — se acerca a Emilia, — puedes ser más informal conmigo, aunque soy el príncipe Henry.

— ¿Príncipe Henry? — le cuestiono Emilia.

—Me gustaría conocerte más a profundidad— le toma la mano a Emilia y le da un pequeño beso.

Emilia no se siente nada cómoda con esta muestra de afecto, de hecho no se siente nada cómoda con este hombre desconocido que dice ser ‘’el príncipe’’, ¿Qué haría un príncipe en un club de empresarios a esta hora de la noche? No tiene sentido para ella.

—¿Conocerme?

—Eres una hermosa jovencita que se nota que esta abrumada con tanta música y personas, conozco un lugar más privado.

—No quiero ser descortés, pero debo irme.

—¿Disculpa?

—Lo siento, ya es muy tarde.

Emilia se marchó dejando al príncipe Henry con la palabra en la boca y una terrible sensación de furia por dejarlo solo. Camino con paso apresurado luego de ese extraño encuentro con ese hombre. No se despidió de nadie y solo tomo un taxi hasta su casa para encerrarse y tratar de dormir.

‘’Fue una terrible idea, la peor idea del mundo ir a esa inauguración. Discutí con mi padre, y sentí el acoso directo de un supuesto tipo que se cree el príncipe’’, le envió el mensaje a Camila, haciendo que esta solo le responda con emojis de risa.

‘’No es gracioso, tendré que hacer como tú a partir de hoy, alejamiento social desde ya’’

‘’Oh si claro, eso mejorara todo, suerte con eso. ’’

Mientras Emilia dormía plácidamente, el príncipe Henry llegó a su casa dispuesto a encontrar a esa joven de cabello dorado y ojos de ensueño.

Contacto a su persona de confianza; un detective privado llamado Stan, el mejor en su trabajo de localizar personas.

— ¿Por qué me llamas a esta hora? — le cuestiona Stan quien se encontraba al otro lado del teléfono.

—Porque mis pagos son de los mejores, lo que me da el beneficio de tener contacto veinticuatro horas.

—Bien dicho, ¿Qué necesitas?

—Una mujer, blanca, ojos verdes, cabello dorado.

—Necesito más que solo eso, ¿Sabes cuantas mujeres hay así en este país?

—Ella es diferente, lo sabrás cuando la veas.

—Necesito alguna foto, Henry, sabes cómo funciona esto.

—Puedes mandar a registrar las cámaras del club de la zona, ahí fue donde la encontré. Llevaba un vestido azul claro que la hacía lucir como una princesa. — Dice mientras que la recuerda— tiene un rostro tan inocente, que se nota que no a follado con nadie nunca.

—Veré que puedo hacer.

—Encuéntrala.

Stan colgó, poniéndose manos a la obra, sin importar que sean las cuatro de la mañana, cuando Henry quería algo, todos debían correr para dárselo.

Stan puso a su equipo a encontrar los registros de las cámaras de seguridad, tenían que encontrar a esa chica de ‘’mirada inocente y vestido azul claro’’, no eran especificaciones claras, sin embargo, Stan es un increíble detective para estos trabajos.

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