El príncipe Henry y Emilia llegan al salón principal donde la reina espera la presentación oficial de la mujer que el príncipe consideraba como su prometida. Las puertas del salón se abrieron de par en par gracias a los sirvientes que los esperaban, el príncipe llegó con Emilia, ambos tomados de la mano. —Madre— saludo, dándose un beso en cada mejilla. —Hijo querido, ¿ella la afortunada?— le pregunto admirando a la mujer detrás de él.« ¿Afortunada dice? Si esta es la lotería, debería ser la lotería del diablo» —Te presento a Emilia Terrence, mi prometida.La acerca más a su lado. Emilia mirando al suelo se acerca y le hace una reverencia a la reina. No puede arriesgarse a hacer enojar al príncipe, quien la amenazó minutos antes con matarla a ella y a su padre, no quería eso, ¿tenía que fingir estar bien con esto? Sí, le tocaba aparentar estar bien si eso la mantendría con vida. —Un placer su majestad. La reina sonríe halagada y la mira de arriba abajo. Notando que tiene algunas
Habían pasado los días, el príncipe mantenía a Emilia encerrada en la habitación como castigo por su intento fallido de escapar, no quería golpearla porque en la boda tendría muchos ojos encima de ella y un reportaje sobre violencia domestica seria su fin como rey. Le enviaban comida y se bañaba bajo supervisión de un guardia y la mucama, Emilia soportó todo callada, no quería otra golpiza ni mucho menos provocar la furia del príncipe, puede decir que ya aprendió la lección. Un día antes de la boda la mucama entró a la habitación, se sentó al lado de Emilia y le contó la historia de como ella cayó en ese castillo. Le contó que el príncipe Henry hizo negocios con su familia, le ofreció dinero a cambio de sus hijas pequeñas, necesitaba mucamas y sirvientas obedientes y sumisas, mujeres que no protestarán ante ninguna orden. Que mejor que criar a tus futuras empleadas bajo el régimen de tortura y manipulación desde pequeñas. La familia de la mucama acepto el dinero, eran gente de poco
Emilia dejo caer sus lágrimas en la ducha para que se mezclaran con el agua, no podía tardar mucho tiempo, el príncipe podía entrar en cualquier momento y lo que menos quería era que la viera desnuda.Henry la había tomado por completo, sin dejar ningún rastro de su inocencia, de su esencia, se había apoderado de ella en su totalidad. —Apresúrate, hoy dormirás con un verdadero hombre. Emilia sintió asco por sus palabras, sintió asco por mirarlo y asco por la idea de dormir con él. Emilia pasó las primeras noches enteras llorando en silencio para no despertar a Henry hasta quedarse dormida, sintiendo asco por su cuerpo, por la forma en la que el príncipe la tocó y besó sin su consentimiento. Dormir al lado de su perpetrador le parecía un acto de tortura peor que la misma muerte. Se sentía poca cosa, como un objeto que cualquiera podría comprar, usar y luego desechar. Cada noche sentía que perdía la cordura, la fuerza, las ganas de continuar.Los próximos días todo parecía monótono,
Perspectiva de Emilia. He perdido el control de todo, incluso he perdido el control del tiempo, ¿qué día es hoy? No lo sé, para mí todos los días son iguales, todos los días parecen el mismo. Me siento en modo automático; solo respiro cuando Henry me lo pide, hablo cuando Henry me lo pide, incluso duermo cuando Henry me lo pide.Llegar a dormir en la misma cama que Henry al principio era doloroso, pero ahora es indiferente. He llegado a un punto de sumisión que no pensé que fuese posible. Me he doblegado a mi misma a tal punto de incluso no sentir, ni gestionar algún tipo de emoción, ya mi cuerpo y mi mente se acostumbraron a ser besada, tocada e incluso penetrada por Henry. Mi cuerpo no me pertenece. Mi voz ya no es escuchada, mi presencia no es importante, incluso la habitación que comparto con Henry es parte de mí, me la paso tanto tiempo aquí esperando a que el principe regrese que ya parece mi nueva celda. Creo que llevo dos meses aquí, sufriendo en completo silencio, llorand
Pasó un mes, las cosas estaban más calmadas, el príncipe se la pasaba más tiempo fuera del castillo que antes; en reuniones, celebraciones y demás. Emilia solo lo veía en la televisión donde transmitían las entrevistas que él daba, dónde se excusaba de que su esposa estaba "enferma" y por ello no podía acompañarlo. «Que descarado, ¿por qué no le dices la verdad al mundo? Que tienes secuestrada a tu "esposa", que la abusas cada que puedes, que la golpeas si no te hace caso, que no la dejas ni salir de la segunda torre sin tu permiso, todos piensan que soy una vaga y enferma, pero la verdad es que estoy atada al príncipe CRUEL.» pensó Emilia mientras veía el rostro sonriente de Henry en la televisión. Luego de un rato Emilia corrió directo al baño que había en la habitación, tenía vómitos matutinos desde hace dos días y muchísimo cansancio. La reina se asomó a su habitación para espiarla como de costumbre y la escuchó vomitar, se acercó a ella y al verle el rostro le exclamó con alegr
Susan sostenía el jugo de naranja de Emilia mientras que ella caminaba descalza por el jardín, admirando las flores y las mariposas que revoloteaban todo el lugar. No podía despegarse de su lado, eran órdenes del príncipe, el cual se mantenía de fiesta en fiesta, y de reuniones en reuniones, sin importarle Emilia y su condición. La reina tampoco hacia de mucho, solo la miraba de lejos, la espiaba con la mirada. Emilia se detuvo de su caminata matutina y admirando el sol en las montañas, dejo salir una lágrima. Lloraba muchísimo, incluso sin poder controlarlo, desde que supo que está embarazada no podía evitar llorar en todo momento, era como si en su corazón solo albergará la tristeza, como si cada vaso de agua que bebiera se convirtiera en lágrimas de forma automática. — ¿Sucede algo malo? Emilia.— le pregunta Susan, acercándose a ella. Emilia luego de un par de minutos en silencio, mira a Susan. —No quiero este bebé...— su voz baja se quebró, y dejo salir más lágrimas. Susan s
Emilia fue dada en alta luego de varios exámenes para confirmar que todo esté bien. Teresa se mantuvo en el hospital para acompañarla. Ambas se mantuvieron en completo silencio durante el camino al castillo. Teresa observaba de reojo como Emilia se limpiaba las lágrimas disimuladamente. Aunque su rostro no emitía ninguna emoción, ninguna expresión. Se veía neutra y seria. Al llegar encuentran el salón donde estaba el banquete destrozado, Teresa sabía que eso era obra de Henry, salió muy molesto del hospital. Emilia fue acompañada por Susan hasta su habitación en la tercera torre y Teresa observo esto. —¿A dónde se supone que van? —La llevo a su habitación, su majestad. —¿Emilia duerme en la tercera torre? —Siempre ha dormido ahí. Teresa quedó perpleja, pensó que ella dormía junto a su esposo, como debería ser, un matrimonio compartiendo un cuarto. Pero resulta que ahora ambos están distanciados por algo más que una cama. Susan llevó a Emilia a su habitación y al llegar se di
Perspectiva de Dante.Mientras que mi padre preparaba todo para pintar al rey Henry yo aproveche para detallar el castillo, solo estuve una vez cuando era niño y mis recuerdos sobre este lugar son muy borrosos, como todo niño de diez años se aburre fácil de las cosas.Todos tenían puesta la atención en el nuevo rey, así que me siento bastante libre de recorrer todo, camine por los pasillos hasta toparme con un corredor que me llevaba al jardín trasero del castillo, al adentrarme me sorprendió un hermoso laberinto de arbustos.Me adentre al laberinto como un niño pequeño, intentando descifrar si es fácil o no salir de ahí, pero como era de suponerse me perdí entre tantos cruces y hojas verdes.Miré arriba en señal de rendición, cuando el reflejo de una ventana me cegó de pronto, coloque mi mano en forma diagonal en mi frente para taparme del sol y observar que hay dentro de esa ventana, es una mujer.Una diosa hecha mujer, cabello rubio, piel blanca y me está haciendo señas de cómo sal