Capítulo 8. ¡Yo soy tu dueño, tu eres mía!
Emilia está preparada, vestida, maquillada y con el corazón latiendo tan fuerte como nunca. Nerviosa por no saber lo que le depara la vida.

Al terminar ella se detiene frente a un espejo que le trajo la misma mucama para mirarse, no le gusta lo que vé.

—Estás hermosa. El príncipe Henry no tiene malos gustos.

—Si eres su sirvienta ¿Por qué me das consejos? — se giro para ver el rostro de aquella mujer cuyo nombre no sabe aún.

—Porque alguna vez fui como tú— sus ojos se volvieron brillosos, como si quisiera llorar—. Ahora vamos, no hay tiempo que perder.

Ambas se dirigen hasta la oficina del príncipe, (escoltadas por un par de guardias reales) el cual esperaba sentado en su escritorio pacientemente, fumándose una pequeña pipa con especias de sabor a canela.

La mucama toca la puerta y le dice que pase. Emilia se adentra con miedo a la oficina y la mucama se marcha, dejándole una última mirada de tristeza y nostalgia.

La puerta se cierra, Emilia se queda paralizada en medio de la of
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