Capítulo 11. Me rindo.
Emilia dejo caer sus lágrimas en la ducha para que se mezclaran con el agua, no podía tardar mucho tiempo, el príncipe podía entrar en cualquier momento y lo que menos quería era que la viera desnuda.

Henry la había tomado por completo, sin dejar ningún rastro de su inocencia, de su esencia, se había apoderado de ella en su totalidad.

—Apresúrate, hoy dormirás con un verdadero hombre.

Emilia sintió asco por sus palabras, sintió asco por mirarlo y asco por la idea de dormir con él.

Emilia pasó las primeras noches enteras llorando en silencio para no despertar a Henry hasta quedarse dormida, sintiendo asco por su cuerpo, por la forma en la que el príncipe la tocó y besó sin su consentimiento. Dormir al lado de su perpetrador le parecía un acto de tortura peor que la misma muerte.

Se sentía poca cosa, como un objeto que cualquiera podría comprar, usar y luego desechar.

Cada noche sentía que perdía la cordura, la fuerza, las ganas de continuar.

Los próximos días todo parecía monótono,
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