Perspectiva de EmiliaCorro con todas mis fuerzas, mi pecho esta acelerado, siento que algo zumba en mis oídos y estoy por desmayarme, pero no debo flaquear, no ahora, no después de todo lo que hicimos. Este es un punto sin retorno.Si no logro escapar de aquí Henry va a matarme.Todos estos meses, que parecen años, de abusos, torturas y golpes habrán sido en vano si no logro escapar.Cuando estoy por salir del corredor me tropiezo con una persona, ambas caímos al suelo, pero me levanto con rapidez; la adrenalina esta al tope. Me sorprendo cuando veo que es la reina.— ¿Usted? — le cuestiono, manteniendo la distancia.— ¿Emilia? — Me pregunta, algo confundida— ¿Sigues viva?¿Viva? Esta señora siempre supo la clase de hijo que tiene, no puedo creer que me imagino todo este tiempo muerta…— ¿Lo sabias? — le pregunté, dejando a un lado el miedo y acercándome con odio.—Soy su madre, por supuesto que lo sé…— dice con desanimo.—Y aun así no hizo nada para evitarlo— refute, por supuesto qu
Susan se encontraba en la habitación con Henry, cuando se acercó lo suficiente para tomar la pistola que este traía en su cintura, este se giró de forma rápida y le tomo el pie para que cayera al suelo.— ¡Eres una maldita escoria! —exclamo Henry mientras se colocaba encima de ella.— ¡Suéltame! ¡Enfermo!— ¿Cómo te atreves a ponerte en mi contra si gracias a mi tu familia tiene que comer? Eres una malagradecida— la tomó por el cuello y le hizo presión— ¿y sabes lo que le pasa a las malagradecidas?Susan lucho con todas sus fuerzas para quitárselo de encima, pero el peso de Henry contrarrestaba todo esfuerzo que aplica Susan para deshacerse de él.Henry apretaba con tal fuerza su garganta, que podía sentir como la sangre hervía en sus venas, Susan miraba despavorida el rostro vengativo y diabólico de Henry, que se relamía los labios al ver como agonizaba.Susan tenía esperanzas de que Emilia cumpliera su promesa de regresar a salvarla, pero también deseaba que Emilia se hubiese escapa
Perspectiva de Emilia.Estoy corriendo, o mejor dicho, dando tras pies para poder lograrlo, con el corazón destrozado, sintiendo esa punzada en la garganta que te obliga de forma inconsciente a doblarte un poco para respirar bien.Dar cada paso se hacía difícil, pero ahí estaba dante, dándome la mano con fuerza, haciéndome saber que está ahí, que él no se iría.Ambos logramos correr hasta fuera del castillo, rodeando el laberinto y a punto de irnos por el mismo lugar estrecho que había cavado días antes Dante.No podamos escapar por la entrada principal del castillo, muchos guardias ya estaban ahí, Henry les ordenó detenernos.Cuando Dante me pidió entrar primero por el hueco en el muro, escuchamos como un grito estruendoso que me hizo erizar la piel gritaba mi nombre.— ¡EMILIA! — grito Henry, caminando como una bestia salvaje, su mirada fija en mí, ya no me daba miedo, ahora le tengo un sentimiento más fuerte; odio. — ¿A dónde creen que van?—No des un paso más— amenazo Dante.Henry
Durante muchos siglos, todo el continente Americano estaba lleno de guerras, conflictos e incertudumbre, los primeros reyes que tocaron el trono solo se encargaban de dividir las naciones sin importar el numero de vidas perdidas entre sus soldados, era una masacre; sin embargo todo cambio cuando un nuevo rey llego al trono.Era reinado congracia y disciplina, ambas virtudes del magnifico rey Castian; un hombre tan amable como intrepido que desde sus inicios mantuvo varios paises en sana paz, ayudo a mejorar el comercio, turismo y entre otras cosas que forjaban una nacion primermundista.Henry Castian era un rey amado, el primero en años que por fin habia creado una union entre paises y ciudadanos. Hasta que la muerte le llegó, dejando así un numero de descendientes que replicaron de forma eficaz su forma de reinar.La familia real tuvo su Nuevo heredero y para honrar al primer rey que lo cambio todo, el rey decidio llamar a su primogenitor ‘’Herny Castian Tercero’’.El principe Castia
Uno de los empresarios más grandes del país está por celebrar la inauguración de su nuevo proyecto; un hotel. Andrés Terrence es un hombre tan sumergido en sus negocios que pasa poco tiempo en casa, dejando al olvido a su única hija; Emilia Terrence. Rodeado de conferencias, ruedas de prensa y largos viajes de trabajos, se prepara hoy en su mansión para dar una gran fiesta en un gran club ubicado en una zona muy popular. —Emilia, ¿Vas a asistir a la celebración? — pregunta el padre, mientras se acomoda la corbata frente al espejo de la sala. Emilia asiente con su cabeza, mientras lo observa con algo de nostalgia. Se acerca a él al percatarse que la corbata está quedando algo chueca y le ayuda a fijarla bien. Andrés la mira con tristeza, le llega un flashback de cuando su esposa le hacía justo lo mismo antes de irse a trabajar. Le regalaba una sonrisa amable y luego un beso de despedida el cual lo hacía sentir como el hombre más afortunado del mundo, pero al parpadear se dio cuenta q
El príncipe había decidido escabullirse de su obstinada madre, escapándose a una fiesta de la alta sociedad como era de acostumbrarse, una supuesta inauguración donde él decidió que la pasaría mucho mejor que todos al revolcarse con cuantas mujeres pueda y quiera. Llego en su limosina y evitando a la multitud se fue directo al salón de la mansión donde tomo dos copas de vino para estar al mismo nivel de ebriedad que las chicas que ya se encontraban ahí. Observa de reojo las futuras víctimas y se dirige a una de ellas; mujer de cabello castaño claro, ojos verdes y vestido muy corto que no deja nada a la imaginación. Le invito un trago, esta de forma inmediata lo reconoció. —Su alteza— le hizo una pequeña reverencia, pero el príncipe la interrumpe y la mira con desagrado. —No hagas eso— presiono su mandíbula de la rabia— estoy aquí escondido, ¿puedes no ser tan obvia? —Oh— sonríe y se coloca el dedo índice en sus labios de forma picara para guardar el secreto— seré una tumba. —Así
Pasaron los días y Emilia asistía con normalidad a las citas con la psicóloga, se siente más calmada con toda la situación, aunque su padre y ella ya no hablan desde la inauguración y debido a su horario tan complejo, Emilia básicamente casi ni lo ve durante el día. Mientras que el príncipe Henry pasa el día en su habitación, con un par de mujeres que danzan desnudas con un par de botellas de vino, ebrias y felices cuando el detective Stan aparece en su habitación abriendo la puerta de par en par. Henry se levanta rápidamente y manda a las mujeres a que se marchen del castillo. Stan le da un sobre amarillo a Henry con información dentro. — ¿La encontraste? — cuestiona con una mirada de emoción y nervios. —Si. Se llama Emilia Terrence, tiene diecinueve años.— Emilia— murmura su nombre con fascinación— ¿Por qué no está aquí? —con mirada fulminante.—Fue fácil localizarla, pero será difícil traerla sin represarías, es la hija de un millonario empresario del país. — ¿Millonario empr
Andrés se dejó caer al suelo justo en frente de su hija, mientras lloraba acariciaba el cabello con manchas de rojo sangre y quitando los trozos grandes de vidrio. —Lo siento mucho Emilia, lo siento tanto— sollozaba con cada vidrio que le quitaba, admirando su rostro palidecido y recordando como era de niña, como su esposa y él lo tenían todo. Aunque se sentía mal por su decisión, no se detuvo un momento a pensarlo, estaba más que seguro de que lo que quería hacer está bien, está correcto.Al menos eso intentaba decirse a sí mismo para no sentirse culpable. Elegir la estabilidad económica por encima de todo, esa fue su mejor decisión hasta ahora según él. Monto como pudo a Emilia en la cajuela, atada de manos y pies, y encendió su auto, conduciendo hasta el castillo. Los guardias ya esperaban su llegada, haciendo que pase directamente hasta el jardín de la parte de atrás del castillo. La reina no podía saber nada de lo que Henry planeaba, así que debían actuar rápido bajo la luz de