Andrés se dejó caer al suelo justo en frente de su hija, mientras lloraba acariciaba el cabello con manchas de rojo sangre y quitando los trozos grandes de vidrio.
—Lo siento mucho Emilia, lo siento tanto— sollozaba con cada vidrio que le quitaba, admirando su rostro palidecido y recordando como era de niña, como su esposa y él lo tenían todo. Aunque se sentía mal por su decisión, no se detuvo un momento a pensarlo, estaba más que seguro de que lo que quería hacer está bien, está correcto.Al menos eso intentaba decirse a sí mismo para no sentirse culpable. Elegir la estabilidad económica por encima de todo, esa fue su mejor decisión hasta ahora según él.
Monto como pudo a Emilia en la cajuela, atada de manos y pies, y encendió su auto, conduciendo hasta el castillo. Los guardias ya esperaban su llegada, haciendo que pase directamente hasta el jardín de la parte de atrás del castillo. La reina no podía saber nada de lo que Henry planeaba, así que debían actuar rápido bajo la luz de la luna. Henry está ansioso caminando de un lado a otro en su habitación, emocionado imaginando todo lo que le quiere hacer a Emilia, cuando su guardia le llega con la noticia de que los Terrence están aquí. Henry sale eufórico hasta el jardín y aplaude a Andrés. —Excelente decisión, mi estimado Andrés. — abre la cajuela y observa a Emilia todavía inconsciente. — ¿Qué le hiciste? Tiene sangre en la cabeza. — algo preocupado. —Tuve que…— se le quebró la voz— tuve que golpearle con una botella de vino. — ¿Estás ebrio? — con una risa burlona.Henry estaba deleitándose con todo esto, ver como los límites morales de Andrés se quebraban solo por un par de billetes no tenía precio.
Andrés cerró sus ojos con decepción, recordando como tuvo que golpear a su hija, sintiendo ese nudo en el pecho que le produce una sensación de asco por sus acciones. —Todo tiene un precio, ¿No? — dijo Andrés, manteniendo la mirada fija en el príncipe. Ocultando sus sentimientos. —Así es, todos ustedes tienen precios, no importa que tan millonario seas, al final siempre el diablo retira sus cuentas— le da un par de palmadas en el hombro y le ordena a sus guardias a que retiren a Emilia de la cajuela y la lleven a una habitación destinada a ella. Andrés se acerca al príncipe antes de que este se marchara. —¿Con esto todo está en orden? El príncipe lo mira con desdén. —Si… por ahora. — y continua su camino. Andrés se monta en el auto y por el espejo del retrovisor observa como su hija Emilia es tomada en brazos por unos guardias y llevada dentro del castillo, sin saber que más le sucederá, o que pasara con ella. El príncipe observa fascinado como Emilia, aun inconsciente, luce tan hermosa, destella luz y tranquilidad. —Es como una mariposa que revolotea tranquila por el bosque, inocente de su infierno… me encanta— acaricia su cabello y manda a una enfermera a que le revise la herida de la cabeza, la bañe y la vista con una pijama cómoda. Quiere preparar a Emilia para cuando despierte darle una bienvenida oficial, aunque falta lo más importante, su madre. La reina yacía dormida, últimamente ha estado enferma y con el tiempo que pasa en cama es de esperarse que Henry actuase como quiere en el castillo. Entro a su habitación y se acercó a su madre. —Ya tengo la solución a todo. — como un niño pequeño. — ¿De qué hablas hijo? —De mi futuro reinado, seré rey de este país. — ¿Qué? — confundida. —Tengo una mujer perfecta para ser mi esposa, cuando esté todo listo te la presentaré. La reina quedo confundida, pero sin obtener más respuestas ya que el príncipe salió de su habitación con una sonrisa que daba el inicio de un infierno. El príncipe se siente victorioso; la mujer que quiere secuestrada en su habitación, la reina complacida con la noticia, una boda cercana, una corona lista para ser puesta en su cabeza, y todo el pueblo lo amará como era de esperarse. Todo calculado a la perfección como deseaba, no podía estar más feliz.Solo quedaba esperar a que Emilia despertara de su sueño para saber cuál sería el próximo paso.
Emilia despertó con dificultad, sentía adormecida la mitad de su rostro, sus manos temblaban un poco y también tenía frío. Al abrir sus ojos se encontró en una habitación desconocida, acostada en una cama y usando una bata de seda color rosa. « ¿Qué está pasando?» pensó, mientras miraba a su alrededor con bastante miedo.Su cabeza no paraba de doler, cuando acaricio un poco con su mano pudo sentir una pequeña banda cubriéndole parte de la cabeza. En eso entro en la habitación una mujer con uniforme de mucama, una de las empleadas del castillo con una bandeja de desayuno. —Buenos días— saludo, sin hacer contacto visual con Emilia. — le recomiendo no tocarse la herida de su cabeza. — ¿Dónde estoy? ¿Quién es usted?— la mujer simplemente la ignoró. Emilia comenzó a desesperarse un poco, se levantó de prisa de la cama, pero se encontró con unas cadenas en sus tobillos que la mantenían atada la cama, la cadena era de algunos centímetros de largo, lo cual le permitía desplazarse, pero no
La reina estaba algo nerviosa por conocer a la que sería la nueva esposa de su hijo, sin embargo, como era de esperarse, el príncipe Henry estaba en su habitación repleta de botellas de alcohol y un par de mujeres desnudas acostadas en la cama junto con él. La reina entró furiosa, ordenando a sus mucamas a qué levantaran todo el desastre. —Henry, ¡Levántate! —¿Que te sucede, madre? Esas no son formas de despertar al futuro rey. —¿Futuro rey? Estás cochinadas no las hace un futuro rey y menos alguien que me contó que ya tiene a una mujer para casarse... ¿Me estás tomando el pelo? —Madre, ¿Que no puedo tener una despedida de soltero como todos los hombres antes de casarse?— le reclamó con sarcasmo, dejando salir una sonrisa burlona en su rostro. La reina con su bastón golpeó la cama varias veces para que las mujeres se despertasen y se fueran, ambas corrieron por sus ropas que estaban tendidas en el suelo y salieron haciendo reverencias a la reina, bastantes apenadas por la terribl
Emilia está preparada, vestida, maquillada y con el corazón latiendo tan fuerte como nunca. Nerviosa por no saber lo que le depara la vida. Al terminar ella se detiene frente a un espejo que le trajo la misma mucama para mirarse, no le gusta lo que vé. —Estás hermosa. El príncipe Henry no tiene malos gustos. —Si eres su sirvienta ¿Por qué me das consejos? — se giro para ver el rostro de aquella mujer cuyo nombre no sabe aún. —Porque alguna vez fui como tú— sus ojos se volvieron brillosos, como si quisiera llorar—. Ahora vamos, no hay tiempo que perder. Ambas se dirigen hasta la oficina del príncipe, (escoltadas por un par de guardias reales) el cual esperaba sentado en su escritorio pacientemente, fumándose una pequeña pipa con especias de sabor a canela. La mucama toca la puerta y le dice que pase. Emilia se adentra con miedo a la oficina y la mucama se marcha, dejándole una última mirada de tristeza y nostalgia. La puerta se cierra, Emilia se queda paralizada en medio de la of
El príncipe Henry y Emilia llegan al salón principal donde la reina espera la presentación oficial de la mujer que el príncipe consideraba como su prometida. Las puertas del salón se abrieron de par en par gracias a los sirvientes que los esperaban, el príncipe llegó con Emilia, ambos tomados de la mano. —Madre— saludo, dándose un beso en cada mejilla. —Hijo querido, ¿ella la afortunada?— le pregunto admirando a la mujer detrás de él.« ¿Afortunada dice? Si esta es la lotería, debería ser la lotería del diablo» —Te presento a Emilia Terrence, mi prometida.La acerca más a su lado. Emilia mirando al suelo se acerca y le hace una reverencia a la reina. No puede arriesgarse a hacer enojar al príncipe, quien la amenazó minutos antes con matarla a ella y a su padre, no quería eso, ¿tenía que fingir estar bien con esto? Sí, le tocaba aparentar estar bien si eso la mantendría con vida. —Un placer su majestad. La reina sonríe halagada y la mira de arriba abajo. Notando que tiene algunas
Habían pasado los días, el príncipe mantenía a Emilia encerrada en la habitación como castigo por su intento fallido de escapar, no quería golpearla porque en la boda tendría muchos ojos encima de ella y un reportaje sobre violencia domestica seria su fin como rey. Le enviaban comida y se bañaba bajo supervisión de un guardia y la mucama, Emilia soportó todo callada, no quería otra golpiza ni mucho menos provocar la furia del príncipe, puede decir que ya aprendió la lección. Un día antes de la boda la mucama entró a la habitación, se sentó al lado de Emilia y le contó la historia de como ella cayó en ese castillo. Le contó que el príncipe Henry hizo negocios con su familia, le ofreció dinero a cambio de sus hijas pequeñas, necesitaba mucamas y sirvientas obedientes y sumisas, mujeres que no protestarán ante ninguna orden. Que mejor que criar a tus futuras empleadas bajo el régimen de tortura y manipulación desde pequeñas. La familia de la mucama acepto el dinero, eran gente de poco
Emilia dejo caer sus lágrimas en la ducha para que se mezclaran con el agua, no podía tardar mucho tiempo, el príncipe podía entrar en cualquier momento y lo que menos quería era que la viera desnuda.Henry la había tomado por completo, sin dejar ningún rastro de su inocencia, de su esencia, se había apoderado de ella en su totalidad. —Apresúrate, hoy dormirás con un verdadero hombre. Emilia sintió asco por sus palabras, sintió asco por mirarlo y asco por la idea de dormir con él. Emilia pasó las primeras noches enteras llorando en silencio para no despertar a Henry hasta quedarse dormida, sintiendo asco por su cuerpo, por la forma en la que el príncipe la tocó y besó sin su consentimiento. Dormir al lado de su perpetrador le parecía un acto de tortura peor que la misma muerte. Se sentía poca cosa, como un objeto que cualquiera podría comprar, usar y luego desechar. Cada noche sentía que perdía la cordura, la fuerza, las ganas de continuar.Los próximos días todo parecía monótono,
Perspectiva de Emilia. He perdido el control de todo, incluso he perdido el control del tiempo, ¿qué día es hoy? No lo sé, para mí todos los días son iguales, todos los días parecen el mismo. Me siento en modo automático; solo respiro cuando Henry me lo pide, hablo cuando Henry me lo pide, incluso duermo cuando Henry me lo pide.Llegar a dormir en la misma cama que Henry al principio era doloroso, pero ahora es indiferente. He llegado a un punto de sumisión que no pensé que fuese posible. Me he doblegado a mi misma a tal punto de incluso no sentir, ni gestionar algún tipo de emoción, ya mi cuerpo y mi mente se acostumbraron a ser besada, tocada e incluso penetrada por Henry. Mi cuerpo no me pertenece. Mi voz ya no es escuchada, mi presencia no es importante, incluso la habitación que comparto con Henry es parte de mí, me la paso tanto tiempo aquí esperando a que el principe regrese que ya parece mi nueva celda. Creo que llevo dos meses aquí, sufriendo en completo silencio, llorand
Pasó un mes, las cosas estaban más calmadas, el príncipe se la pasaba más tiempo fuera del castillo que antes; en reuniones, celebraciones y demás. Emilia solo lo veía en la televisión donde transmitían las entrevistas que él daba, dónde se excusaba de que su esposa estaba "enferma" y por ello no podía acompañarlo. «Que descarado, ¿por qué no le dices la verdad al mundo? Que tienes secuestrada a tu "esposa", que la abusas cada que puedes, que la golpeas si no te hace caso, que no la dejas ni salir de la segunda torre sin tu permiso, todos piensan que soy una vaga y enferma, pero la verdad es que estoy atada al príncipe CRUEL.» pensó Emilia mientras veía el rostro sonriente de Henry en la televisión. Luego de un rato Emilia corrió directo al baño que había en la habitación, tenía vómitos matutinos desde hace dos días y muchísimo cansancio. La reina se asomó a su habitación para espiarla como de costumbre y la escuchó vomitar, se acercó a ella y al verle el rostro le exclamó con alegr