Pasaron los días y Emilia asistía con normalidad a las citas con la psicóloga, se siente más calmada con toda la situación, aunque su padre y ella ya no hablan desde la inauguración y debido a su horario tan complejo, Emilia básicamente casi ni lo ve durante el día.
Mientras que el príncipe Henry pasa el día en su habitación, con un par de mujeres que danzan desnudas con un par de botellas de vino, ebrias y felices cuando el detective Stan aparece en su habitación abriendo la puerta de par en par. Henry se levanta rápidamente y manda a las mujeres a que se marchen del castillo. Stan le da un sobre amarillo a Henry con información dentro. — ¿La encontraste? — cuestiona con una mirada de emoción y nervios. —Si. Se llama Emilia Terrence, tiene diecinueve años.— Emilia— murmura su nombre con fascinación— ¿Por qué no está aquí? —con mirada fulminante.
—Fue fácil localizarla, pero será difícil traerla sin represarías, es la hija de un millonario empresario del país.
— ¿Millonario empresario? —confundido. —Así es, ese millonario empresario tenía contactos con tu padre. Por eso fue fácil encontrar su identidad e incluso ubicación. — ¿Qué hacia ese hombre con mi padre? —Al parecer le financio uno de sus negocios a cambio de acciones, y para tu interés… esas acciones nunca se pagaron ya que tu padre falleció. El príncipe levanto una ceja y puso en su rostro una sonrisa de lado, dando a entender que había colocado la última pieza en su rompecabezas malvado. Su plan de obtener a esa chica ya estaba en acción. — ¿Qué planeas hacer con esa joven? —Eso Stan no es de tu incumbencia. — toma su teléfono y realiza las transferencias del dinero acordado por la información. — Ya te trasferí, ahora largo. — ordeno Henry, observando con detalle la foto de Emilia Terrence. Stan se marcha algo preocupado, sabe perfectamente que esa pobre joven Emilia será su próxima víctima, sin embargo, él no es quien para detener a ese demonio con corona, ya la suerte de Emilia estaba echada y solo para peor. Emilia despertó con un sentimiento de preocupación, como si algo horrible estuviera por pasar, sin embargo solo se lo adjudicó a la ansiedad, contacto a su psicóloga, hizo algunos ejercicios de respiración y continuo su día. El príncipe Henry se marchó hasta la oficina del señor Andrés Terrence junto con algunos documentos que necesitaría para dicha charla, obviamente no se fue solo, un par de sus guardias lo acompañaban para asegurarse que todo salga como él quiere. Abrieron la puerta de su oficina sin tocar y el señor Andrés, antes de reclamar, observa que es el mismísimo príncipe quien le hace la visita, haciendo una reverencia le pregunta por su presencia en su empresa. — ¿Te sorprende verme aquí? — le cuestiona el príncipe. —Un poco, sí, su majestad. — se acomoda la corbata y aclara su garganta. —Pues a mi padre no le sorprendería, más bien a mí me sorprende saber lo poco profesional que puede llegar a ser un hombre tan ‘’exitoso’’ como usted, señor Terrence. — afirma el príncipe dejando una carpeta en su escritorio. Andrés algo nervioso la toma, sabiendo ya que el contenido de dicha carpeta no es algo bueno, sabía que era de la financiación que le dio el rey, y sabia también que no había pagado su parte del contrato. Respiro profundo y con una sonrisa llena de nervios extendió sus brazos. —Sé que esto pude verse muy mal, pero no es así… —No comiences a jurar en vano, se lo que viene después de esa palabrería inútil. —Su majestad yo… —Ya te lo advertí— un guardia se le acerca para amenazarle con un cuchillo. Andrés comienza a rogar por su vida, temblando un poco. —Hoy vengo en paz, Terrence, hoy vengo bondadoso— dice el príncipe acercándose a Andrés— tengo una oferta para ti. — ¿C-Cual oferta? —Una que no podrás rechazar…— se coloca en frente de Andrés y lo mira fijamente— olvidare todo este terrible caso de robo a la corona si tú me entregas a tu hija como mi esposa. Andrés dejó salir un quejido ahogado desde su garganta, no comprendía la razón de querer a su hija, pensó que quizá escucho mal. — ¿Mi hija? ¿Emilia? —Así es, ¿Tienes otra hija acaso? — con tono burlón. Andrés mira a todos lados buscando alguna respuesta lógica ante tal proposición. —Mira Terrence, no estás en posición de negarte. —Es mi hija… — con voz baja. Henry hizo una seña a uno de sus guardias y este tomo por el cuello a Andrés, haciendo que el cuchillo filoso casi corte una vena importante. —Nadie nunca me dice que no, y tú no serás la excepción, ¿entendió? No le estoy preguntando, no le estoy pidiendo permiso, quiero a Emilia Terrence para más tardar hoy en la noche en mi puto castillo y la quiero sin chistar ¿Ok? Andrés asintió sintiendo el filo frio del cuchillo rosando su garganta, el guardia lo soltó y el príncipe se marchó de la oficina con una sensación de satisfacción y de grandeza, mientras que Andrés se quedó en el suelo, dejando salir sus lágrimas de miedo y angustia, sabiendo lo que le esperaría a su propia hija. Andrés solicito de inmediato a su secretaria que cancele todas sus citas y reuniones del día, se marchó casi que disparado como un cohete a su auto y condujo a toda velocidad a su casa. Sus manos no dejaban de temblar, su corazón esta acelerado y por supuesto está más que preocupado por Emilia. Llego a casa y no la encontró, aprovecho este tiempo para pensar su próximo movimiento; no podía irse lejos con Emilia, todos sus negocios están siendo prósperos y sus cuentas de banco son cada vez más numerosos, es una terrible decisión. Se dirigió a la barra de la cocina y tomo un par de botellas. Botellas que bebió hasta el fondo una a una, pensando las razones que tenía para quedarse con Emilia y arriesgar todo su imperio, para su sorpresa cuando Emilia llego y la vio cara a cara descubrió que quizá no está mal que acepte el trato.¿Qué tan mal se puede vivir en un castillo? ¿Por qué estaría dudando de entregarla si será reina? No hay nada que pensar.
Emilia observa a su padre borracho y mirándola extraño. — ¿Está todo bien? — le pregunta, mientras se acerca a él. —Todo está bien, más que bien de hecho, aunque no tuve tiempo para planear la forma de ponerte inconsciente y llevarte al castillo— murmuro mientras observaba a su alrededor, dejando a Emilia confundida. — ¿Inconsciente? Padre, estas muy ebrio, vamos a llevarte a tu cuarto, mañana estarás mejor— lo toma por el brazo, pero Andrés la empuja, haciendo que Emilia se confunda mucho más por su actitud agresiva. — ¡No me toques! — le dice, mientras deja salir unas lagrimas— no te atrevas a llamarme padre, a partir de hoy ya no eres mi hija. —Papá, no sé de qué hablas, pero estás muy alterado y comienzas a darme miedo, pediré ayuda. Emilia se dio la vuelta para tomar su teléfono y llamar a la policía, quizá ellos podrían ayudarla a calmar a su padre ebrio y agresivo, pero en lo que encendió la pantalla sintió como miles de trozos de vidrio caen como nieve sobre ella, un dolor punzante llego de golpe a su cabeza y la sangre caliente rodaba por su cuello.Coloco su mano en la cabeza para darse cuenta que en efecto goteaba sangre.
Vio todo en cámara lenta, como su cuerpo se hacía cada vez más pesado y mantenerse de pie era difícil, hasta que cerró sus ojos cayendo al suelo.
Su padre Andrés la había golpeado con una botella en la cabeza, haciendo que ella quedara inconsciente en el suelo.Andrés se dejó caer al suelo justo en frente de su hija, mientras lloraba acariciaba el cabello con manchas de rojo sangre y quitando los trozos grandes de vidrio. —Lo siento mucho Emilia, lo siento tanto— sollozaba con cada vidrio que le quitaba, admirando su rostro palidecido y recordando como era de niña, como su esposa y él lo tenían todo. Aunque se sentía mal por su decisión, no se detuvo un momento a pensarlo, estaba más que seguro de que lo que quería hacer está bien, está correcto.Al menos eso intentaba decirse a sí mismo para no sentirse culpable. Elegir la estabilidad económica por encima de todo, esa fue su mejor decisión hasta ahora según él. Monto como pudo a Emilia en la cajuela, atada de manos y pies, y encendió su auto, conduciendo hasta el castillo. Los guardias ya esperaban su llegada, haciendo que pase directamente hasta el jardín de la parte de atrás del castillo. La reina no podía saber nada de lo que Henry planeaba, así que debían actuar rápido bajo la luz de
Emilia despertó con dificultad, sentía adormecida la mitad de su rostro, sus manos temblaban un poco y también tenía frío. Al abrir sus ojos se encontró en una habitación desconocida, acostada en una cama y usando una bata de seda color rosa. « ¿Qué está pasando?» pensó, mientras miraba a su alrededor con bastante miedo.Su cabeza no paraba de doler, cuando acaricio un poco con su mano pudo sentir una pequeña banda cubriéndole parte de la cabeza. En eso entro en la habitación una mujer con uniforme de mucama, una de las empleadas del castillo con una bandeja de desayuno. —Buenos días— saludo, sin hacer contacto visual con Emilia. — le recomiendo no tocarse la herida de su cabeza. — ¿Dónde estoy? ¿Quién es usted?— la mujer simplemente la ignoró. Emilia comenzó a desesperarse un poco, se levantó de prisa de la cama, pero se encontró con unas cadenas en sus tobillos que la mantenían atada la cama, la cadena era de algunos centímetros de largo, lo cual le permitía desplazarse, pero no
La reina estaba algo nerviosa por conocer a la que sería la nueva esposa de su hijo, sin embargo, como era de esperarse, el príncipe Henry estaba en su habitación repleta de botellas de alcohol y un par de mujeres desnudas acostadas en la cama junto con él. La reina entró furiosa, ordenando a sus mucamas a qué levantaran todo el desastre. —Henry, ¡Levántate! —¿Que te sucede, madre? Esas no son formas de despertar al futuro rey. —¿Futuro rey? Estás cochinadas no las hace un futuro rey y menos alguien que me contó que ya tiene a una mujer para casarse... ¿Me estás tomando el pelo? —Madre, ¿Que no puedo tener una despedida de soltero como todos los hombres antes de casarse?— le reclamó con sarcasmo, dejando salir una sonrisa burlona en su rostro. La reina con su bastón golpeó la cama varias veces para que las mujeres se despertasen y se fueran, ambas corrieron por sus ropas que estaban tendidas en el suelo y salieron haciendo reverencias a la reina, bastantes apenadas por la terribl
Emilia está preparada, vestida, maquillada y con el corazón latiendo tan fuerte como nunca. Nerviosa por no saber lo que le depara la vida. Al terminar ella se detiene frente a un espejo que le trajo la misma mucama para mirarse, no le gusta lo que vé. —Estás hermosa. El príncipe Henry no tiene malos gustos. —Si eres su sirvienta ¿Por qué me das consejos? — se giro para ver el rostro de aquella mujer cuyo nombre no sabe aún. —Porque alguna vez fui como tú— sus ojos se volvieron brillosos, como si quisiera llorar—. Ahora vamos, no hay tiempo que perder. Ambas se dirigen hasta la oficina del príncipe, (escoltadas por un par de guardias reales) el cual esperaba sentado en su escritorio pacientemente, fumándose una pequeña pipa con especias de sabor a canela. La mucama toca la puerta y le dice que pase. Emilia se adentra con miedo a la oficina y la mucama se marcha, dejándole una última mirada de tristeza y nostalgia. La puerta se cierra, Emilia se queda paralizada en medio de la of
El príncipe Henry y Emilia llegan al salón principal donde la reina espera la presentación oficial de la mujer que el príncipe consideraba como su prometida. Las puertas del salón se abrieron de par en par gracias a los sirvientes que los esperaban, el príncipe llegó con Emilia, ambos tomados de la mano. —Madre— saludo, dándose un beso en cada mejilla. —Hijo querido, ¿ella la afortunada?— le pregunto admirando a la mujer detrás de él.« ¿Afortunada dice? Si esta es la lotería, debería ser la lotería del diablo» —Te presento a Emilia Terrence, mi prometida.La acerca más a su lado. Emilia mirando al suelo se acerca y le hace una reverencia a la reina. No puede arriesgarse a hacer enojar al príncipe, quien la amenazó minutos antes con matarla a ella y a su padre, no quería eso, ¿tenía que fingir estar bien con esto? Sí, le tocaba aparentar estar bien si eso la mantendría con vida. —Un placer su majestad. La reina sonríe halagada y la mira de arriba abajo. Notando que tiene algunas
Habían pasado los días, el príncipe mantenía a Emilia encerrada en la habitación como castigo por su intento fallido de escapar, no quería golpearla porque en la boda tendría muchos ojos encima de ella y un reportaje sobre violencia domestica seria su fin como rey. Le enviaban comida y se bañaba bajo supervisión de un guardia y la mucama, Emilia soportó todo callada, no quería otra golpiza ni mucho menos provocar la furia del príncipe, puede decir que ya aprendió la lección. Un día antes de la boda la mucama entró a la habitación, se sentó al lado de Emilia y le contó la historia de como ella cayó en ese castillo. Le contó que el príncipe Henry hizo negocios con su familia, le ofreció dinero a cambio de sus hijas pequeñas, necesitaba mucamas y sirvientas obedientes y sumisas, mujeres que no protestarán ante ninguna orden. Que mejor que criar a tus futuras empleadas bajo el régimen de tortura y manipulación desde pequeñas. La familia de la mucama acepto el dinero, eran gente de poco
Emilia dejo caer sus lágrimas en la ducha para que se mezclaran con el agua, no podía tardar mucho tiempo, el príncipe podía entrar en cualquier momento y lo que menos quería era que la viera desnuda.Henry la había tomado por completo, sin dejar ningún rastro de su inocencia, de su esencia, se había apoderado de ella en su totalidad. —Apresúrate, hoy dormirás con un verdadero hombre. Emilia sintió asco por sus palabras, sintió asco por mirarlo y asco por la idea de dormir con él. Emilia pasó las primeras noches enteras llorando en silencio para no despertar a Henry hasta quedarse dormida, sintiendo asco por su cuerpo, por la forma en la que el príncipe la tocó y besó sin su consentimiento. Dormir al lado de su perpetrador le parecía un acto de tortura peor que la misma muerte. Se sentía poca cosa, como un objeto que cualquiera podría comprar, usar y luego desechar. Cada noche sentía que perdía la cordura, la fuerza, las ganas de continuar.Los próximos días todo parecía monótono,
Perspectiva de Emilia. He perdido el control de todo, incluso he perdido el control del tiempo, ¿qué día es hoy? No lo sé, para mí todos los días son iguales, todos los días parecen el mismo. Me siento en modo automático; solo respiro cuando Henry me lo pide, hablo cuando Henry me lo pide, incluso duermo cuando Henry me lo pide.Llegar a dormir en la misma cama que Henry al principio era doloroso, pero ahora es indiferente. He llegado a un punto de sumisión que no pensé que fuese posible. Me he doblegado a mi misma a tal punto de incluso no sentir, ni gestionar algún tipo de emoción, ya mi cuerpo y mi mente se acostumbraron a ser besada, tocada e incluso penetrada por Henry. Mi cuerpo no me pertenece. Mi voz ya no es escuchada, mi presencia no es importante, incluso la habitación que comparto con Henry es parte de mí, me la paso tanto tiempo aquí esperando a que el principe regrese que ya parece mi nueva celda. Creo que llevo dos meses aquí, sufriendo en completo silencio, llorand