La reina estaba algo nerviosa por conocer a la que sería la nueva esposa de su hijo, sin embargo, como era de esperarse, el príncipe Henry estaba en su habitación repleta de botellas de alcohol y un par de mujeres desnudas acostadas en la cama junto con él. La reina entró furiosa, ordenando a sus mucamas a qué levantaran todo el desastre. —Henry, ¡Levántate! —¿Que te sucede, madre? Esas no son formas de despertar al futuro rey. —¿Futuro rey? Estás cochinadas no las hace un futuro rey y menos alguien que me contó que ya tiene a una mujer para casarse... ¿Me estás tomando el pelo? —Madre, ¿Que no puedo tener una despedida de soltero como todos los hombres antes de casarse?— le reclamó con sarcasmo, dejando salir una sonrisa burlona en su rostro. La reina con su bastón golpeó la cama varias veces para que las mujeres se despertasen y se fueran, ambas corrieron por sus ropas que estaban tendidas en el suelo y salieron haciendo reverencias a la reina, bastantes apenadas por la terribl
Emilia está preparada, vestida, maquillada y con el corazón latiendo tan fuerte como nunca. Nerviosa por no saber lo que le depara la vida. Al terminar ella se detiene frente a un espejo que le trajo la misma mucama para mirarse, no le gusta lo que vé. —Estás hermosa. El príncipe Henry no tiene malos gustos. —Si eres su sirvienta ¿Por qué me das consejos? — se giro para ver el rostro de aquella mujer cuyo nombre no sabe aún. —Porque alguna vez fui como tú— sus ojos se volvieron brillosos, como si quisiera llorar—. Ahora vamos, no hay tiempo que perder. Ambas se dirigen hasta la oficina del príncipe, (escoltadas por un par de guardias reales) el cual esperaba sentado en su escritorio pacientemente, fumándose una pequeña pipa con especias de sabor a canela. La mucama toca la puerta y le dice que pase. Emilia se adentra con miedo a la oficina y la mucama se marcha, dejándole una última mirada de tristeza y nostalgia. La puerta se cierra, Emilia se queda paralizada en medio de la of
El príncipe Henry y Emilia llegan al salón principal donde la reina espera la presentación oficial de la mujer que el príncipe consideraba como su prometida. Las puertas del salón se abrieron de par en par gracias a los sirvientes que los esperaban, el príncipe llegó con Emilia, ambos tomados de la mano. —Madre— saludo, dándose un beso en cada mejilla. —Hijo querido, ¿ella la afortunada?— le pregunto admirando a la mujer detrás de él.« ¿Afortunada dice? Si esta es la lotería, debería ser la lotería del diablo» —Te presento a Emilia Terrence, mi prometida.La acerca más a su lado. Emilia mirando al suelo se acerca y le hace una reverencia a la reina. No puede arriesgarse a hacer enojar al príncipe, quien la amenazó minutos antes con matarla a ella y a su padre, no quería eso, ¿tenía que fingir estar bien con esto? Sí, le tocaba aparentar estar bien si eso la mantendría con vida. —Un placer su majestad. La reina sonríe halagada y la mira de arriba abajo. Notando que tiene algunas
Habían pasado los días, el príncipe mantenía a Emilia encerrada en la habitación como castigo por su intento fallido de escapar, no quería golpearla porque en la boda tendría muchos ojos encima de ella y un reportaje sobre violencia domestica seria su fin como rey. Le enviaban comida y se bañaba bajo supervisión de un guardia y la mucama, Emilia soportó todo callada, no quería otra golpiza ni mucho menos provocar la furia del príncipe, puede decir que ya aprendió la lección. Un día antes de la boda la mucama entró a la habitación, se sentó al lado de Emilia y le contó la historia de como ella cayó en ese castillo. Le contó que el príncipe Henry hizo negocios con su familia, le ofreció dinero a cambio de sus hijas pequeñas, necesitaba mucamas y sirvientas obedientes y sumisas, mujeres que no protestarán ante ninguna orden. Que mejor que criar a tus futuras empleadas bajo el régimen de tortura y manipulación desde pequeñas. La familia de la mucama acepto el dinero, eran gente de poco
Emilia dejo caer sus lágrimas en la ducha para que se mezclaran con el agua, no podía tardar mucho tiempo, el príncipe podía entrar en cualquier momento y lo que menos quería era que la viera desnuda.Henry la había tomado por completo, sin dejar ningún rastro de su inocencia, de su esencia, se había apoderado de ella en su totalidad. —Apresúrate, hoy dormirás con un verdadero hombre. Emilia sintió asco por sus palabras, sintió asco por mirarlo y asco por la idea de dormir con él. Emilia pasó las primeras noches enteras llorando en silencio para no despertar a Henry hasta quedarse dormida, sintiendo asco por su cuerpo, por la forma en la que el príncipe la tocó y besó sin su consentimiento. Dormir al lado de su perpetrador le parecía un acto de tortura peor que la misma muerte. Se sentía poca cosa, como un objeto que cualquiera podría comprar, usar y luego desechar. Cada noche sentía que perdía la cordura, la fuerza, las ganas de continuar.Los próximos días todo parecía monótono,
Perspectiva de Emilia. He perdido el control de todo, incluso he perdido el control del tiempo, ¿qué día es hoy? No lo sé, para mí todos los días son iguales, todos los días parecen el mismo. Me siento en modo automático; solo respiro cuando Henry me lo pide, hablo cuando Henry me lo pide, incluso duermo cuando Henry me lo pide.Llegar a dormir en la misma cama que Henry al principio era doloroso, pero ahora es indiferente. He llegado a un punto de sumisión que no pensé que fuese posible. Me he doblegado a mi misma a tal punto de incluso no sentir, ni gestionar algún tipo de emoción, ya mi cuerpo y mi mente se acostumbraron a ser besada, tocada e incluso penetrada por Henry. Mi cuerpo no me pertenece. Mi voz ya no es escuchada, mi presencia no es importante, incluso la habitación que comparto con Henry es parte de mí, me la paso tanto tiempo aquí esperando a que el principe regrese que ya parece mi nueva celda. Creo que llevo dos meses aquí, sufriendo en completo silencio, llorand
Pasó un mes, las cosas estaban más calmadas, el príncipe se la pasaba más tiempo fuera del castillo que antes; en reuniones, celebraciones y demás. Emilia solo lo veía en la televisión donde transmitían las entrevistas que él daba, dónde se excusaba de que su esposa estaba "enferma" y por ello no podía acompañarlo. «Que descarado, ¿por qué no le dices la verdad al mundo? Que tienes secuestrada a tu "esposa", que la abusas cada que puedes, que la golpeas si no te hace caso, que no la dejas ni salir de la segunda torre sin tu permiso, todos piensan que soy una vaga y enferma, pero la verdad es que estoy atada al príncipe CRUEL.» pensó Emilia mientras veía el rostro sonriente de Henry en la televisión. Luego de un rato Emilia corrió directo al baño que había en la habitación, tenía vómitos matutinos desde hace dos días y muchísimo cansancio. La reina se asomó a su habitación para espiarla como de costumbre y la escuchó vomitar, se acercó a ella y al verle el rostro le exclamó con alegr
Susan sostenía el jugo de naranja de Emilia mientras que ella caminaba descalza por el jardín, admirando las flores y las mariposas que revoloteaban todo el lugar. No podía despegarse de su lado, eran órdenes del príncipe, el cual se mantenía de fiesta en fiesta, y de reuniones en reuniones, sin importarle Emilia y su condición. La reina tampoco hacia de mucho, solo la miraba de lejos, la espiaba con la mirada. Emilia se detuvo de su caminata matutina y admirando el sol en las montañas, dejo salir una lágrima. Lloraba muchísimo, incluso sin poder controlarlo, desde que supo que está embarazada no podía evitar llorar en todo momento, era como si en su corazón solo albergará la tristeza, como si cada vaso de agua que bebiera se convirtiera en lágrimas de forma automática. — ¿Sucede algo malo? Emilia.— le pregunta Susan, acercándose a ella. Emilia luego de un par de minutos en silencio, mira a Susan. —No quiero este bebé...— su voz baja se quebró, y dejo salir más lágrimas. Susan s