Asesino de sirenas: Los hijos del mar
Asesino de sirenas: Los hijos del mar
Por: jinx2117
Prologo

James Blake no entendía la fascinación de su padre por el mar. ¿Qué podía encontrar de fascinante en ver solo una vista plana en el horizonte, con olas sacudiendo el barco con el único propósito de que devuelvas todo lo que has comido horas antes? Quizás su estómago no lo soportaría por mas tiempo.

—¿Ya vamos a volver? —pregunto aquel pequeño niño a su padre. James aun era muy joven, con una personalidad durmiente, una persona que podía pasar desapercibido en cualquier parte.

—Pronto— dijo este mientras seguía mirando a sus hombres. —¡A babor!

El hubiera querido hablar por si mismo a la tripulación y decirles lo contrario, pero no podía. Hablar en publico con gente que no conocía lo ponía nervioso. Siempre existía la posibilidad de decir algo tonto o fuera de lugar que lo pusiera en ridículo. No le agradaba la idea de ser la burla de alguien más, así que prefirió seguir intentando con su padre.

—Pero mama se enojará si no volvemos a tiempo, —insistió el —ya sabes lo que paso la última vez—era una excusa no tan demasiado terrible, pensó James.

Una sombra de duda surco el rostro de su padre, al parecer, James no era el único que le guardaba mucho respeto a su madre. Después de todo, ella daba miedo enojada.

—Bien. Volveremos.

El mas joven sonríe.

Alguien da la orden gritando más allá del barco y este gira de regreso a casa.

La noche está cayendo, y lo hace demasiado rápido. Durante el trayecto, aquel pequeño se sumerge en un libro dentro de su camarote, ignorando el peligro que se avecinaba.

Afuera, las olas estaban cada vez mas altas, mas fuertes, la fiereza de un mar incontenible. Y esa fue la primera vez que la aparición de las sirenas se hizo presente en la historia de la humanidad. No es que no existieran mitos ya, pero ese dia fue la confirmación de su existencia, el dia que dejaron de ocultarse. El punto de la historia donde la leyenda se vuelve realidad.

—¡La tormenta nos está alcanzando!

Los fuertes vientos empiezan a sacudir el barco, y las olas iban al compás de esta. Nada parecía ceder con ellos. La naturaleza era salvaje, pero lo que se encontraba bajo las aguas lo era aún más.

—Algo se mueve allá abajo…—murmullos de pánico empezaban a llenar el barco, y el desconcierto de toda la tripulación. —¡Hay algo en el agua!

Se sintió un fuerte golpe contra la madera que sacudió todo el barco.

—¡Nos hundimos!— los gritos de pánico ahora eran evidentes.

Algo había logrado hacerle un hueco al barco, y este empezaba a llenarse de agua.

***

James en su cuarto había sentido la sacudida, y se había levantado en pánico. Era normal que en una tormenta el barco se sacudiera, pero esto era diferente, y cuando escucho los gritos sintió su sangre tornarse fría.

—¿Papa?—murmuro a la soledad de su camarote

Iba a salir cuando noto el agua bajo sus pies. Debido a las fuertes sacudidas del barco, el pequeño se tambaleaba de derecha a izquierda sin poder ponerse firmemente en el suelo.

—¡Papa!— grito esta vez asustado, el pánico era evidente en su voz.

Otra sacudida, y el barco se había partido en dos.

El no recuerda el momento exacto en que cayo al agua, solo recuerda el frio, sus pulmones se empezaban a llenar de agua, pataleo desesperado en busca de oxígeno. James no sabia nadar, apenas era un joven de quince años. Tenia tantas preguntas en su mente, ¿Dónde estaba su padre? ¿Qué le había pasado al barco?

Pero a pesar de ser tan joven comprendió que su vida se le estaba escapando de las manos...

« ¿Chocamos contra algo papa?»

« ¿Qué le diremos a mama?»

Pero ¿así es como moriría? En medio del océano, hundido en las misteriosas y profundas aguas del mismo. Mientras sus ojos miraban a la luna que se reflejaba arriba suyo en el cielo…

Alzo la mano como si pudiera alcanzar la luna mientras él se hundía sin poder hacer nada al respecto.

Pero no…

No podía caer en su inconsciencia, aún no. Porque lo noto. Cuando giro su cabeza levemente a su derecha lo vio. Su librero. O al menos un pedazo de este. Justo a su lado, parecía querer elevarse.

« La madera flota » pensó.

Un destello de esperanza. Y en un ultimo acto desesperado de aferrarse a la vida; a su vida, se agarro de el y este se elevo consigo a la superficie.

Durante mucho tiempo, los libros le habían estado salvando la vida, y ahora, de alguna manera, lo estaban volviendo a hacer.

En cuanto su cabeza salió del mar aspiro todo el aire que pudo, y aprecio cada segundo de este. ¿Hay algo más valioso que el aire? Pues al menos en ese momento, no parecía haberlo.

Sus ojos parpadeaban tratando de enfocarlos en algo, a pesar de que las constantes olas volvían a intentar hundirlo.

Su padre…

Su padre…

¿Dónde estaba su padre?

Buscaba algo en particular, pero termino encontrando otra cosa completamente distinta.

El las vio.

Eran mujeres, y vaya que eran muchas, poseían colores de cabellos extraños y hermosos, pero aquella hermosura se fue en cuanto James vio como le enterraban un cuchillo en el corazón a un marinero. El conocía a ese hombre. Se llamaba Hunter. Y su alma se partió en dos cuando noto al cuerpo inerte que sostenía otra sirena en sus brazos.

No…

No su padre…

¿Qué estaba pasando?

El agua lo estaba arrastrando lejos del desastre y lejos de ellas. Después de todo, si el agua no lo mataba, quizás ellas lo harían. Era una noche de tormenta, y las olas salvajes amenazaban con hundirlo de nuevo.

Con sus esperanzas destrozadas, al borde de las lágrimas sintió su alma romperse en dos. El mundo había dejado de tener sentido. ¿Qué importaba si moría, o vivía ahora? En un mundo donde todo lo que conoces ha desaparecido. Su padre había desaparecido. Quizás el también quería desaparecer.

Se aferro a la madera ya casi sin fuerzas, y cuando volvió a alzar la vista noto que unos ojos lo observaban con expresión culpable, y preocupada. Miedo y quizás respeto. ¿respeto de que?

Era una chica, quizás de su misma edad. Con unos ojos ambarinos deslumbrantes, entonces noto su cola, tan dorada como el mismo oro. Sirena. Ellas eran sirenas. Aquellos míticos seres mágicos, pero que bien ahora sabia, que eran reales y letales.

Pero… ¿acaso lo mataría? ¿terminaría el trabajo que el mar no pudo?

Cerro los ojos resignado. A el le hubiera gustado sentir angustia, pero ya no lo hacía. Ya no sentía nada en absoluto.

***

El no supo cuando despertó, o como rayos había llegado hasta la orilla. Solo recuerda haber cerrado los ojos y luego despertar en la playa con un montón de gente asistiéndolo.

Quizás el propio mar lo trajo de regreso a casa, quizás su padre aún seguía cuidando de él, desde donde sea que estuviese ahora.

Él debía creer que las personas que nos dejaban seguían allí en alguna parte, de otro modo ¿Cómo se podía vivir sin la esperanza de que, cuando el fin de nuestras vidas llegase, no existirá un reencuentro?

James extrañaba a su padre, y con el tiempo comprendió que por más que se esforzara no podría hacer sentir mejor a su madre, no podía devolverle algo que el mundo ya les había quitado.

Así que se propuso un par de cosas desde aquel dia.

La primera, es que cambiaría su personalidad, ya no mas chico bueno, o amable, el necesitaba ser fuerte, y proyectarlo, y si para hacerlo tendría que renunciar a sí mismo, él lo haría. jamás dejaría que nadie pasara por encima de el de nuevo.

La segunda, es que asumiría su rol en la familia, y heredaría todos los negocios de su padre colocándose en el puesto de poder que le correspondía. Hasta volverse todo aquello que hoy por hoy no era.

Y la última; es que mataría a cada sirena del mar.

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