James Blake no entendía la fascinación de su padre por el mar. ¿Qué podía encontrar de fascinante en ver solo una vista plana en el horizonte, con olas sacudiendo el barco con el único propósito de que devuelvas todo lo que has comido horas antes? Quizás su estómago no lo soportaría por mas tiempo.
—¿Ya vamos a volver? —pregunto aquel pequeño niño a su padre. James aun era muy joven, con una personalidad durmiente, una persona que podía pasar desapercibido en cualquier parte.
—Pronto— dijo este mientras seguía mirando a sus hombres. —¡A babor!
El hubiera querido hablar por si mismo a la tripulación y decirles lo contrario, pero no podía. Hablar en publico con gente que no conocía lo ponía nervioso. Siempre existía la posibilidad de decir algo tonto o fuera de lugar que lo pusiera en ridículo. No le agradaba la idea de ser la burla de alguien más, así que prefirió seguir intentando con su padre.
—Pero mama se enojará si no volvemos a tiempo, —insistió el —ya sabes lo que paso la última vez—era una excusa no tan demasiado terrible, pensó James.
Una sombra de duda surco el rostro de su padre, al parecer, James no era el único que le guardaba mucho respeto a su madre. Después de todo, ella daba miedo enojada.
—Bien. Volveremos.
El mas joven sonríe.
Alguien da la orden gritando más allá del barco y este gira de regreso a casa.
La noche está cayendo, y lo hace demasiado rápido. Durante el trayecto, aquel pequeño se sumerge en un libro dentro de su camarote, ignorando el peligro que se avecinaba.
Afuera, las olas estaban cada vez mas altas, mas fuertes, la fiereza de un mar incontenible. Y esa fue la primera vez que la aparición de las sirenas se hizo presente en la historia de la humanidad. No es que no existieran mitos ya, pero ese dia fue la confirmación de su existencia, el dia que dejaron de ocultarse. El punto de la historia donde la leyenda se vuelve realidad.
—¡La tormenta nos está alcanzando!
Los fuertes vientos empiezan a sacudir el barco, y las olas iban al compás de esta. Nada parecía ceder con ellos. La naturaleza era salvaje, pero lo que se encontraba bajo las aguas lo era aún más.
—Algo se mueve allá abajo…—murmullos de pánico empezaban a llenar el barco, y el desconcierto de toda la tripulación. —¡Hay algo en el agua!
Se sintió un fuerte golpe contra la madera que sacudió todo el barco.
—¡Nos hundimos!— los gritos de pánico ahora eran evidentes.
Algo había logrado hacerle un hueco al barco, y este empezaba a llenarse de agua.
***
James en su cuarto había sentido la sacudida, y se había levantado en pánico. Era normal que en una tormenta el barco se sacudiera, pero esto era diferente, y cuando escucho los gritos sintió su sangre tornarse fría.
—¿Papa?—murmuro a la soledad de su camarote
Iba a salir cuando noto el agua bajo sus pies. Debido a las fuertes sacudidas del barco, el pequeño se tambaleaba de derecha a izquierda sin poder ponerse firmemente en el suelo.
—¡Papa!— grito esta vez asustado, el pánico era evidente en su voz.
Otra sacudida, y el barco se había partido en dos.
El no recuerda el momento exacto en que cayo al agua, solo recuerda el frio, sus pulmones se empezaban a llenar de agua, pataleo desesperado en busca de oxígeno. James no sabia nadar, apenas era un joven de quince años. Tenia tantas preguntas en su mente, ¿Dónde estaba su padre? ¿Qué le había pasado al barco?
Pero a pesar de ser tan joven comprendió que su vida se le estaba escapando de las manos...
« ¿Chocamos contra algo papa?»
« ¿Qué le diremos a mama?»
Pero ¿así es como moriría? En medio del océano, hundido en las misteriosas y profundas aguas del mismo. Mientras sus ojos miraban a la luna que se reflejaba arriba suyo en el cielo…
Alzo la mano como si pudiera alcanzar la luna mientras él se hundía sin poder hacer nada al respecto.
Pero no…
No podía caer en su inconsciencia, aún no. Porque lo noto. Cuando giro su cabeza levemente a su derecha lo vio. Su librero. O al menos un pedazo de este. Justo a su lado, parecía querer elevarse.
« La madera flota » pensó.
Un destello de esperanza. Y en un ultimo acto desesperado de aferrarse a la vida; a su vida, se agarro de el y este se elevo consigo a la superficie.
Durante mucho tiempo, los libros le habían estado salvando la vida, y ahora, de alguna manera, lo estaban volviendo a hacer.
En cuanto su cabeza salió del mar aspiro todo el aire que pudo, y aprecio cada segundo de este. ¿Hay algo más valioso que el aire? Pues al menos en ese momento, no parecía haberlo.
Sus ojos parpadeaban tratando de enfocarlos en algo, a pesar de que las constantes olas volvían a intentar hundirlo.
Su padre…
Su padre…
¿Dónde estaba su padre?
Buscaba algo en particular, pero termino encontrando otra cosa completamente distinta.
El las vio.
Eran mujeres, y vaya que eran muchas, poseían colores de cabellos extraños y hermosos, pero aquella hermosura se fue en cuanto James vio como le enterraban un cuchillo en el corazón a un marinero. El conocía a ese hombre. Se llamaba Hunter. Y su alma se partió en dos cuando noto al cuerpo inerte que sostenía otra sirena en sus brazos.
No…
No su padre…
¿Qué estaba pasando?
El agua lo estaba arrastrando lejos del desastre y lejos de ellas. Después de todo, si el agua no lo mataba, quizás ellas lo harían. Era una noche de tormenta, y las olas salvajes amenazaban con hundirlo de nuevo.
Con sus esperanzas destrozadas, al borde de las lágrimas sintió su alma romperse en dos. El mundo había dejado de tener sentido. ¿Qué importaba si moría, o vivía ahora? En un mundo donde todo lo que conoces ha desaparecido. Su padre había desaparecido. Quizás el también quería desaparecer.
Se aferro a la madera ya casi sin fuerzas, y cuando volvió a alzar la vista noto que unos ojos lo observaban con expresión culpable, y preocupada. Miedo y quizás respeto. ¿respeto de que?
Era una chica, quizás de su misma edad. Con unos ojos ambarinos deslumbrantes, entonces noto su cola, tan dorada como el mismo oro. Sirena. Ellas eran sirenas. Aquellos míticos seres mágicos, pero que bien ahora sabia, que eran reales y letales.
Pero… ¿acaso lo mataría? ¿terminaría el trabajo que el mar no pudo?
Cerro los ojos resignado. A el le hubiera gustado sentir angustia, pero ya no lo hacía. Ya no sentía nada en absoluto.
***
El no supo cuando despertó, o como rayos había llegado hasta la orilla. Solo recuerda haber cerrado los ojos y luego despertar en la playa con un montón de gente asistiéndolo.
Quizás el propio mar lo trajo de regreso a casa, quizás su padre aún seguía cuidando de él, desde donde sea que estuviese ahora.
Él debía creer que las personas que nos dejaban seguían allí en alguna parte, de otro modo ¿Cómo se podía vivir sin la esperanza de que, cuando el fin de nuestras vidas llegase, no existirá un reencuentro?
James extrañaba a su padre, y con el tiempo comprendió que por más que se esforzara no podría hacer sentir mejor a su madre, no podía devolverle algo que el mundo ya les había quitado.
Así que se propuso un par de cosas desde aquel dia.
La primera, es que cambiaría su personalidad, ya no mas chico bueno, o amable, el necesitaba ser fuerte, y proyectarlo, y si para hacerlo tendría que renunciar a sí mismo, él lo haría. jamás dejaría que nadie pasara por encima de el de nuevo.
La segunda, es que asumiría su rol en la familia, y heredaría todos los negocios de su padre colocándose en el puesto de poder que le correspondía. Hasta volverse todo aquello que hoy por hoy no era.
Y la última; es que mataría a cada sirena del mar.
Los años habían dejado entrar a un James de hombros anchos, mandíbula definida, un cabello rubio abundante, y unos ojos azules de ensueño. Un muchacho joven de veintitres años en toda la era de su esplendida belleza.James era la fascinación de cualquier chica. Todas quedaban sin aliento al mirarlo. Y el había estado con muchas a lo largo de los años, porque era lo que se esperaba de él. Que el fuera inalcanzable, pero a la vez juguetón, dándole la oportunidad a todas, no eligiendo a ninguna.No es que algo de eso lo hubiera llenado, solía sentir que andaba por el mundo con un vacío en su pecho. Un hueco imposible de rellenar, sin importar con cuantas personas lo intentara.Una actitud coqueta, e ingeniosa lo ayudo a esconder muchas inseguridades. Era una persona carismática, no es como si realmente lo fuera, pero se esforzaba en serlo, o aparentarlo como minimo. Siempre se esforzaba en hacer buena cara. A pesar de los años aún seguía tratando de ser alguien que no era, y jamás seria
—¡No vayas tan rápido Kaia! ¿Acaso quieres que el Klork nos encuentro?—¿Acaso quieres llegar a vieja y decir que nunca has subido a la superficie, Jaladi?—¿Para que quieres ir? Tu si que has subido.—se lo recrimina, y en sus ojos se dibuja una mirada acusadoraLa chica suspira — no seas una aburrida. Además, subí solo una vez, cuando era muy joven, nunca volvieron a querer llevarme de nuevo— se cruza de brazos cual niña pequeña—¿Por qué será?— suelta su amiga sarcástica. Kaia le da un leve codazo—auch.—se queja—Deja de molestarme.— dice. Luego Kaia se asegura de que el océano este despejado, lo cual no es del todo posible, el océano, mires por donde lo mires siempre esta lleno de vida. Rodeado de todo aquel ser que respira. Desde las plantas, hasta los peces.—Se dice que arriba te siguen cazando.—Ah si.— suelta ella aburrida de ese nombre —James Blake. —repite como si fuera su condena —¿acaso ese cerebro de nenúfar no se da cuenta de que me esta arruinando la vida? ¡Por culpa de
Mientras mas se adentraban las dos chicas en el fondo del mar, pronto empezó a notarse las construcciones de una ciudad submarina, hermosas y antiguas construcciones sostenidas por la magia de la reina y su princesa. Y mas gente del reino, de su reino, la saludaron al verla pasar. Las inclinaciones y muestras de respeto hacia Kaia eran comunes debido a su estatus.Ella alzo la mano y sonrió a su gente sin detenerse. Después de todo, ella debía llegar pronto a una reunión.—Kaia…— susurro Jaladi en voz baja mientras miro hacia arriba pasar a otro grupo de gente nadando encima de ellas.—Centuriones de la reina— murmuro ella—Pero, ¿qué están haciendo aquí?—Definitivamente algo está pasando.— dijo. Y trato de pensar que se traería ahora la reina entre sus manos. Suponía que nada bueno.Cuando se adentraron al inmenso palacio, la princesa atrajo la mirada de muchos.—Debes irte ahora—pidio ella a JaladiSu amiga asintió, y tomo el lugar que le correspondía en la corte de la reina.Kaia
Literalmente hablando, no era una jaula. Técnicamente hablando, si lo era.Kaia estaba metida en una especie de pecera gigante. Al mirar a través del cristal ella pudo darse cuenta de que se encontraba en una habitación. No es que reconociera todo lo del mundo humano, pero había estado estudiando bastante.Conocer a tu enemigo era lo principal cuando se mantenía una guerra contra ellos.Otra cosa que rondaba su cabeza era... ¿Cómo sabia su nombre?El la miraba expectante, como esperando algo de ella.Cuando el se acerco a la pecera y coloco su mano contra el cristal ella retrocedió.No es que no fuera valiente, pero la intensidad de su mirada la hacia vacilar.—¿No vas a hablar? —demando. Su voz era fría ante ella.Ella, en efecto, no dijo una sola palabra.La expresión en el rostro del muchacho pareció contraerse, se veía frustrado, molesto.¿Enojado de qué? ¿Enojado con ella?¿Qué le había hecho ella a este humano?¿Y porque estaba atrapada?Conocía los mitos, se decía que los human
—Aja si. Sigue soñando. No te voy a dar un cuchillo— le contesto aburrido el chico— agarra uno de tu cocina.—Necesito uno en especial—Hablas del que es de mi colección—Si—No era una pregunta— le dice — se lo que me estas pidiendo.—Al menos así tendría un significado—¿La tortura tendría un significado? No seas idiota—Tu cuchillo fue entregado por el mar. Hecho por una de ellas.—lo piensa —una muerte poética— dice — muerta por el arma de uno de los suyos.—Si quieres un poema, ponte a escribir, James. — el toma su mochila y da media vuelta dispuesto a irse—Te lo comprare. Dime una cifraAquello lo hace detenerse. No porque realmente quisiera venderlo, eso fue un regalo de su padre. Era una cosa a la que realmente no podría ponerle un precio.El da la vuelta y lo mira curioso — hagamos un trato —dice — te prestare mi cuchillo—¿Pero?— James no era idiota. Al menos no para creerse que obtendría lo que quería sin nada a cambio. Esta vida jamás le había dado nada gratis.—Me llevara
Quizás sí que James Blake era un idiota y ya había enloquecido.Sostenía el puñal entre sus manos a la altura de sus ojos.Estar frente a ella de nuevo, al igual que en aquella época le helaba la sangre. Aquel monstruo marino salido de las profundidades del océano. Pero cuando el mira hacia sus ojos no ve maldad. ¿Por qué no ve maldad? ¿Por qué no puede ver la cara del monstruo como lo que era? ¿Cómo lo que es? Como lo que debería ser; una aberración.Esperaba que ella hiciera un movimiento apenas el entrara, que lo atacara. Pero no se mueve, no le habla, no hace nada.« ¿A qué esperas? » piensaLa ansiedad, y un sentimiento de alerta llenan su cuerpo.Aiden, afuera del estanque esta expectante a la situación con el corazón desbocado. No quiere que hieran a James. No quiere que lastimen a James de nuevo, no quiere perder lo poco que ya tiene de el.Kaia es la única con la mente un poco mas fresca entre ambos chicos. No es que en la sangre de una sirena estuviera ser una maquina mortal
Jaladi estaba preocupada. El reino estaba alterado. La reina estaba calmada.—Así que huyo, ¿no?— se burló TelesSu voz le había llegado de atrás tomándola por sorpresa.Trato de relajar su rostro antes de voltearse.Coloco sus manos en su cintura —¿deseas algo?—La princesa ha desaparecido. Ya van dos días.Un odio recorrió los ojos de Jaladi. Su amiga no había huido. Ella no lo haría. Al menos no sin contárselo a ella primero.—No deberías hablar así de tu reina—Futura reina,—le corrige la otra — Ahora mi soberana, es mi reina UlaElla rueda los ojos, un gesto casi involuntario —¿no tienes otro lugar al que presentarte?Teles se endereza y sus ojos verdes son fríos hacia ella —Cuida tus acciones— le advierte — eres la mejor amiga de la princesa, pero no eres intocable. Yo, —se señalo — en cambio, soy la hija del jefe de la guardia real de la reina. Vigila tu lengua—le advirtió—Mi lengua está bien, y agradece tu interés— sonríeAquellas palabras soltadas con aburrimiento la ponen c
La reina Ula era el temor del mar. El rumor de su magia, sus hechizos y lo potente de estos recorría el reino llenándolos de respetos hacia ella.Miedo, era la verdadera palabra clave aquí.El hecho de que Kaia hubiera desaparecido traía como consecuencias dos cosas. La primera, podría plantearse la posibilidad de reinar para siempre si esta no apareciese, quizás tener un hijo, otro heredero que no fuera ella. Y la segunda opción, es que eso mostrara la voluntad de la reina como algo risible. Lo que ella decía era ley, y el hecho de que la princesa escapara era como ir en contra de los deseos de la reina. Aun cuando ella misma había anunciado el hecho de un compromiso.La reina Ula no dudaba de que aquella niñata solo lo hubiera hecho para fastidiarla. A ella y a sus planes. Quizás Kaia haría lo que fuera para evitar el compromiso, aunque ella no creía que realmente no aparecería pronto. Seguramente estaría un par de días, o hasta semanas afuera, si le daba algo de crédito, segurament