Capitulo 5

—Aja si. Sigue soñando. No te voy a dar un cuchillo— le contesto aburrido el chico— agarra uno de tu cocina.

—Necesito uno en especial

—Hablas del que es de mi colección

—Si

—No era una pregunta— le dice — se lo que me estas pidiendo.

—Al menos así tendría un significado

—¿La tortura tendría un significado? No seas idiota

—Tu cuchillo fue entregado por el mar. Hecho por una de ellas.—lo piensa —una muerte poética— dice — muerta por el arma de uno de los suyos.

—Si quieres un poema, ponte a escribir, James. — el toma su mochila y da media vuelta dispuesto a irse

—Te lo comprare. Dime una cifra

Aquello lo hace detenerse. No porque realmente quisiera venderlo, eso fue un regalo de su padre. Era una cosa a la que realmente no podría ponerle un precio.

El da la vuelta y lo mira curioso — hagamos un trato —dice — te prestare mi cuchillo

—¿Pero?— James no era idiota. Al menos no para creerse que obtendría lo que quería sin nada a cambio. Esta vida jamás le había dado nada gratis.

—Me llevaras a ver de nuevo a aquella sirena. —pidió.

Su rostro se ensombreció —¿Por qué?— una pregunta y Aiden supo que él se estaba poniendo a la defensiva

—Solo voy a prestarte mi cuchillo si te superviso

El suelta un bufido —¿así que quieres presenciar como la torturo? Jamás había escuchado algo como eso. No lo esperaba viniendo de ti.

Esa no era su intención, pero si creer eso lo hacía feliz, el solo asintió

—No sabía que tenías esos gustos — le dijo

—No lo sabes todo sobre mi, Blake— dijo a modo de despedida mientras se dio la vuelta y siguió caminando.

James no estaba acostumbrado a que la gente le diera la espalda de esa manera y lo dejaran hablando solo. Pero después de todo, se trataba de Aiden. Por alguna razón, aquel muchacho parecía inmune al hecho de que James podría comprar al mismo mundo si quisiese. El conseguiría hasta lo imposible. Incluso al mito hecho leyenda. A su peor pesadilla.

Llamo por teléfono, y un coche estuvo en el café en menos de tres minutos.

—A la empresa, Arturo.—ordeno al chofer cuando se subio

James había aprendido el valor de las cosas desde muy pequeño. Él podría haberse conformado y vivir cómodamente con toda la fortuna que ya había hecho su padre, y la cual le había dejado a su nombre. Pero el no quería conformarse con solo eso. No quería que el mundo lo conociese como “el hijo de papi” quería demostrar que podía multiplicar, o incluso, triplicar aquella fortuna a base de sus esfuerzos y de su intelecto.

Durante ocho largos años había logrado cambios, aumento del personal, y de franquicias de su negocio alrededor del mundo, había logrado su objetivo. Multiplico aquella fortuna. Era uno de los hombres mas poderosos del mundo. ¿Lo tenia todo, no?

El mira hacia su celular, y aprecia en la galería una foto familiar.

No…

No lo tiene todo.

Le falta todo.

Le falta amor.

Su familia se fue. Primero su padre, luego su madre. ¿Cuándo sería el momento exacto en el que se iría el también de este mundo?

Siempre se dijo a si mismo que luego de perderlo todo no le importaría seguir viviendo más. ¿Cómo puede alguien vivir en un mundo donde no te queda nadie?

Nadie se preocuparía mas por el. Nadie. El lo comprendía, en realidad; estaba solo.

Miro otra vez hacia su celular.

El se convencía de que le daba igual seguir viviendo luego de vengar la muerte de su padre, pero… ¿era eso verdad? Sus propias acciones contradecían sus pensamientos. Después de todo, se había esforzado en trabajar y seguir adelante. Y eso; eso no lo hacia alguien que ya no deseaba vivir mas.

Quizás sea egoísta, el hecho de querer seguir viviendo aun cuando sus padres ya se habían ido.

Vivir solo… para siempre solo…

Aun tenía muchos conflictos internos que debía solucionar.

—Ya llegamos— la voz de su chofer lo saca de sus pensamientos.

—Gracias— dice al salir, y sin esperar otra respuesta se encamina hacia el inmenso edificio.

Recorre los pasillos, saluda a mas de una persona hasta que por fin llega a su despacho.

Toma aire forzosamente. Aun inquieto. Aun extraño. Casi parecía imposible que luego del trabajo iría a su mansión y allí se encontraría a la chica que ha invadido su mente por años. Jugando con él. Divirtiéndose. Torturándolo.

Mira hacia el reloj. ¿Qué hará luego de que cumpla su promesa? ¿Qué hará luego de matarla?

« No puedo morir aun »

Luego de aquello debe vengar al mundo. No basta con matar aquella sirena. Debe exterminarlas a todas. Si. Eso es lo que debe hacer.

Quizás fuera una excusa terrible para poder seguir viviendo, pero su esperanza estaba intacta.

A pesar de los años, aun conservaba el corazón. Todas las enseñanzas que cada libro que leyó en la vida le dejo. Aun cree en la bondad del mundo. Aun cree en el poder de las palabras.

—¿Señor Blake?— la voz de una mujer aparece por su oficina

El alza la cabeza —¿si?

Finge haber estado escribiendo algo, solo para disimular.

—Ya llegaron.

El parpadeo un par de veces para poder ubicarse de nuevo en su realidad —hágalos pasar—dice

La mujer le asiente, y casi instantáneamente al salir, otros hombres parecen entrar.

James sonríe, o al menos finge hacerlo —caballeros, —se levanta —bienvenidos al negocio de sus vidas

***

Concentrarse en el trabajo había sido una ardua tarea. Ni siquiera fue capaz de almorzar. No había comido nada, y cuando llego a casa otra persona ya lo esperaba en la entrada.

—¿Por qué no has entrado?— le pregunta mientras una de sus cejas se alza en confusión —¿no te han dejado pasar?

—No hay nada de malo con tu personal— le tranquiliza el muchacho, y se lo aclara para que no monte una escena— simplemente no he querido hacerlo —contesta.

Aiden tiene las manos metidas en sus bolsillos cuando unas gotas empiezan a caer del cielo.

James lleva una de sus manos a la cabeza, y mira hacia arriba —al parecer hoy habrá otra noche de tormenta,—suspira— de nuevo.

Quizás el rey del mar este enojado

James le sonríe — pues se enojará más luego de hoy. —dice y algo en la expresión de sus ojos deja mucho que desear.

Aiden se encoge de hombros y le estira aquel objeto — solo por hoy —le dice

Las manos de James se ciernen sobre la daga, la saca de su envoltura y admira el detalle de la misma. Tiene incrustaciones de joyas, además de un diseño un poco desaliñado, y muy marítimo. Muy a su pesar, reconoce que es impresionante.

—¿Entramos ya?— le apremia el joven a su derecha.

James se hace a un lado y con su brazo alzado señala la puerta, en señal de bienvenida.

Ambos se dirigen a una habitación en específico de la sala.

Aiden no sabe que va encontrar una vez llegue allí, pero se arma de valor para traspasar el umbral del cuarto, y tomar un profundo respiro. Bueno, no es que no lo supiera ya. Una sirena era la parte obvia, pero temía cuales fueran las condiciones en las que encontraría a aquella creatura.

En cuanto sus ojos recorren la habitación, el primero objeto que capta su atención es la inmensa pecera instalada.

—Un tanque bastante grande. ¿no crees?

La sirena esta despierta, pero no retrocede cuando los ve a los dos jóvenes. Esta vez no. Una altura y una actitud digna de una princesa. Una expresión altanera y valiente, para ser solo una chica encerrada a manos de un…

Miro hacia James.

« Hacia su amigo. »

No.

O hacia un... ¿monstruo?

—¿Qué harás con ella?—le pregunta

—Sabes que ella puede oírte ¿no?— los ojos azules del chico son suspicaces

Aiden luce crispado — sí. Lo sé.

De hecho, las sirenas hablaban muchos idiomas.

—¿Pero que piensas hacer?— le insiste

James alza la daga a la altura de los ojos de su prisionera con la intención de que la admire. De que sepa como morirá. Pero a mas de asustarse, como seguramente James pensaba que haría, su rostro se arruga en confusión.

Sus ojos ambarinos recorren a James impresionada y esperanzada.

A juzgar por la expresión de su amigo, James no lo entiende.

—Es mía— se lo aclara Aiden a la sirena.

Ella cambia de objetivo. Y esta vez, el es quien tiene toda su atención.

—Tu mihi tollebant—murmura ella, y su voz suena como un eco retumbante en el cristal de aquel estanque.

Son las primeras palabras que James la ha escuchado decir, y ni siquiera son para el. Una voz demasiado fina y melodiosa para tratarse de una bestia.

—¿Qué dijo?— el no entiende el idioma en el que habla

—Es latín.— le explica Aiden— ella me dijo que… "fui yo quien la capturo" —el se encoge de hombros avergonzado—supongo que me recuerda…— el da unos pasos hacia ella —En realidad,—dice mirándola — el cuchillo es de mi abuelo— se rectifica

Kaia lo entiende ahora. Y lo mira con autosuficiencia y quizás desprecio. —Dignus es contra levantem se et ferro

La expresión de dolor en el rostro de Aiden es imposible de esconder — lo se…

—¿Qué ha dicho?— exige saber el otro joven, el cual estaba haciendo un esfuerzo tremendo por contenerse, no le gustaba ser excluido de esto.

—Nada— dice, casi al mismo tiempo que este retrocede

La sirena tenia razón, Aiden no era digno de blandir aquel cuchillo. La historia que todos sabían era que el mar había arrastrado hasta la arena aquella arma. Y otros corrian el rumor de que el abuelo de Aiden lucho contra una de ellas, le gano, matando a la sirena con su propia arma, para luego conservar el cuchillo.

Aquella historia era una mentira.

Su abuelo era un pescador muy reconocido, el había hallado aquel cuchillo cuando capturo a una de ellas. La verdadera razón de aquel regalo, y el hecho de que nadie supiera su significado se debía a que su abuelo la libero. El dejo ir a aquella sirena que quedo atrapada en su red, y ella, en muestra de su agradecimiento se lo regalo.

Una muestra de que aun habían personas buenas de la superficie, y que aun había bondad en el fondo del mar. La prueba de que aun era posible una alianza.

—¿Por qué no hablas nuestro idioma?— pregunto James a aquella mujer de sus sueños. Soñaba con verla muerta, y esta vez esperaba no ser el quien terminara ahogándose.

Los ojos de Kaia ni siquiera lo miran de regreso, casi como si el no mereciera ni eso. Ni siquiera su atención. Una mirada no estaba destinada para él.

—Morirás hoy.—le informo crispado. Su falta de reacción de parte de aquella sirena lo estaba molestando bastante.

Los ojos castaños de Aiden van hacia su amigo —¿y como piensas matarla? ¿Te meterás al estanque y la asesinaras? — había un poco de burla en el tono de su voz.

—Quizás sea buena idea

El chico deja de reírse para dedicarle una mirada seria. —Morirías en menos de cinco segundos. —dice —Un golpe de su cola y te matara.

James lo mira de regreso —No lo creo.

Un chapoteo del agua llama la atención de ambos. Kaia ha agitado su cola y le sonríe a James. Es casi una burla. Lo esta retando a entrar en el agua con ella.

Después de todo, ella ya ha escuchado su nombre, y ya sabe quien es este sujeto. Aquel joven parado ante ella, es la causa de su encierro en las profundidades. Este individuo ha sido toda una molestia en su vida. Por culpa de él, siempre tuvo prohibida sus salidas a la superficie.

Sin embargo, ella siempre imagino que James Blake seria un viejo. No un joven con una apariencia bastante llamativa. Cabellos rubios y ojos azules.

Azules… como casa… como su hogar… como el mar…

Ella deseaba regresar a casa. Ella extrañaba a Jaladi.

—Bien— James sonríe y empieza a desabrocharse la camisa

Aiden abre mucho los ojos y corre hacia el — ¡no! ¿estas loco? ¡Te matara! No vas a entrar a allí. —eso casi parecía una orden —Es su terreno natural. Yo solo estaba bromeando. Me parece la peor idea del mundo. Enserio la peor.

—Soy buen nadador ahora.— dice

—No te has querido ni acercar al océano luego de…— se interrumpe a si mismo — luego de... a-aquello…

—¿Y?

—¿Y esperas que me creas que ahora sabes nadar?

—No bromeo. —dice — tome clases de natación por años luego de eso. —le explica —no dejaría que me sucediera lo mismo de esa época. Yo aprendo de mis errores, y por sobre todo, no los repito

Aiden creía que su compañero aquí presente era un completo estúpido. Pero no lo dijo, quizás el mismo tenia sus límites.

Miro casi impotente, como aquel muchacho se acerco a unas escaleras que estaban detrás de la cortina y subió hasta la entrada del estanque.

Los ojos de la sirena lo seguían de cerca mirándolo curiosa e intrigada.

—Esto es una locura…—murmuro Aiden

—Esto es una venganza— contesto James

Y así, el muchacho de ojos azules entro en el agua.

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