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Capítulo uno: El principio de un asombroso viaje

—Según susurran las leyendas más antiguas, desde los tiempos remotos existieron cientos de especies maravillosas que evolucionaron junto a los humanos, entre esos seres estaban los Licántropos o más conocidos como hombres lobo, quienes fueron categorizados como sobrenaturales cuando la población humana aumentó, ocupando grandes tierras que se expandían más a lo largo de los años, aquellos humanos se fueron olvidando poco a poco de aquellas criaturas cuando estas se escondieron de sus ojos luego de su casi extinción, pero los grandes sabios aún recordaban leves cosas que constituían a las leyendas conocidas. Antes, creían que aquella raza era un producto de un virus, trasmitido por un can o lobuno quien al morder al humano (Contagiándolo) este pasaba una transición en la luna llena, afectando sólo a los masculinos. Años más tarde comenzaron a llamar la enfermedad como Gen, siendo algo hereditario y no pasable por la contaminación de sangre o enfermedad, sabiendo a ciencia cierta que también había mujeres portadoras del Gen. Las formas usuales que portaban aquellas criaturas extrañas cuando la ira ganaba, era el cambio de aspecto en base a su cara y ojos, siendo estos más llamativos al tomar un color ámbar brilloso. Después de investigar más a fondo descubrieron que esos seres tenían rangos, así como nosotros tenemos clases sociales que nos dividen o identifican, siendo solo tres las más recalcables. El alpha, es quien lidera la manada, siendo líder desde nacimiento o batalla, estos se dejaban llevar por el instinto de su lobo siendo más salvajes y peligrosos que otros normales, teniendo poca paciencia y cordura, son muy propensos a perder el control por la ira y su fuerza triplica la de un humano en buena forma. Luego están los alfas, quienes son del mismo rango que los alphas, solo que estos no son los líderes pero tienen la habilidad de serlo. Los betas son los más parecidos a un humano y más nacidos en las camadas, el más fuerte y confiable de esa categoría se convertía en el beta, siendo muy similar al alpha, tienen mucha más fuerza que el humano promedio, sin embargo no pasaban la del alpha fácilmente. Por último están los omegas, los más “débiles” de la población, pues su fuerza natural sólo sobrepasaba a la de un humano, se dice que son tan fértiles como para dar a luz una camada completa como si fueran lobos normales con celo incluido, su más grande poder, que llenaba el espacio que tenía su fuerza, es esparcir hormonas tanto agradables como desagradables para atraer o ahuyentar a los lobos de cualquier clase. Afuera de la clases estaban los más temidos por la población y los humanos de aquella antigua época, los Rougers, estos son lobos de cualquier rango que fueron expulsados de su manada por un delito imperdonable o simplemente por que escaparon de esta. Esos eran los únicos temas que se encontraron en la poca información que los sabios brindaban, pero luego de un tiempo, la llegada de la religión apareció y se olvidó completamente de aquellos seres, quienes en el bosque aún vivían su vida alejada de los humanos.—Sus ojos turquesa examinaban con nerviosismo oculto a las personas que estaban sentadas frente a ella, la profesora que estaba observando la lección solo sonreía satisfecha, esperando que algún alumno empezara a dar preguntas sobre el tema.

—Excelente.—Giró su cuerpo para mirar a los demás, centrando su mirada a un chico quien jugaba con su celular—Diego, has tu pregunta.—Ordenó, asustando al muchacho quien casi tiraba su celular por su reacción. La sonrisa de la maestra se volvió más cínica, le encantaba ver sufrir de esa forma a los despistados que pensaban que ella era una tonta, mientras tanto, tomó su cuadernillo para anotar la nota respectiva de la alumna que había hablado sobre los licántropos. El chico Aclaró la garganta nervioso y miró a la chica.

—¿Por qué fue posible aquella mutación en su ADN? Lo que quiero decir es, ellos antes eran humanos o siempre fueron hombres lobo formando parte de los seres sobrenaturales.—Explicó al ver la cara confundida de la muchacha, esta se Aclaró la garganta al entender y caminó a la esquina del pizarrón para tomar un fibrón indeleble para escribir las palabras “Gen" “Mordida” y “Creación”.

—No es sencilla esa pregunta, pero trataré de explicar su origen desde mi perspectiva en cuestión a las leyendas e imágenes vistas.—Señaló el proyector que estaba enchufado a una notebook—Hay tres orígenes, la primera y más conocida, un lobo rabioso mordió a un humano curioso que se adentró al bosque en noche de luna llena, el ADN trasmuto funcionándose para ser mitad lobo y mitad humano. Otra historia, algo distorsionada por pasar en boca en boca, muestra como una bruja enojada con los humanos por la extinción de su clan maldijo a un hombre en la luna llena fusionándolo en cuerpo y mente con el lobo, sintiendo por la eternidad como otro ser estaba en tu cuerpo y a veces se dejaba llevar por sus instintos. La última y más conocida, habla sobre un amor imposible, una humana y un lobo…pero no, no es lo que piensan; su nombre era Monroe, una mujer de una tribu desconocida, tubo un encuentro horripilante con un oso y un lobo la salvó, este quedó cautivado con la belleza de la muchacha y le pidió a su diosa, la luna, convertirse en las noches en un hombre para pasar con ella lo que quedaba de su vida. Y así fue, durante semanas el logro conquistarla, pero un día ella lo descubrió, separándose durante un largo tiempo sin saber que en su vientre estaban los frutos de amor que tenían ellos dos. Luego de meses, ella arrepentida fue a buscarlo, adentrándose a las profundidades del bosque, viendo como su amado en su forma lobuna había muerto de desolación y desnutrición. Los lamentos y llantos de aquella mujer compadecieron a la luna, quien dio su bendición una vez más para que cuando Monroe muriera reencarnarse nuevamente como humana y su amado en hombre lobo. Creando así a los licántropos, quienes eran hijos de las reencarnaciones.

—Y por eso es que eres mi alumna estrella Marisol, esa es la clase de respuesta que espero de los siguientes en dar. El grupo que sigue.—Ordenó felicitando a la muchacha, dos chicos se levantaron de su asiento para caminar con una maqueta del laberinto y el minotauro, parándose frente al pizarrón.

—La mitología griega es extensa, por lo que hablaremos en concreto de la historia del Minotauro, la más conocida.—Empezó a hablar el chico, mientras el otro apoyaba la maqueta en una mesa junto a el para que los demás pudieran observarla a su antojo. 

Mientras tanto, ajeno a ello, en el fondo del salón justo en las últimas mesas se encontraban dos chicas charlando amenamente de sus vidas, prestando poca atención a lo que decían sus compañeros, pues habían dado su tema hace tan solo unos minutos.

—No es algo de otro mundo. Es como nuestro aniversario, diez años juntas como mejores amigas casi inseparables, tu y yo juntas, en un hermoso y placentero paseo al bosque, ya sabes. Ir en auto ahora que yo tengo la licencia, cantando a todo pulmón, con una rica merienda nutritiva y dulce, frente a la famosa laguna, los árboles de diez metros, el viento, el sol.—Sus cabellos rubios caían por sus hombros a cascadas, mirando con anhelo a su amiga frente a ella, pero no termino su monólogo cuando su amiga de pelo cobrizo la interrumpió de mala gana, cruzando sus brazos para recostarse en el respaldo de la silla ocasionando un pequeño ruido chirriante cuando las maderas de esta se rozaron.

—Y posibles come humanos que nos esperan como bocadillo especial. Ni en sueños Bianca.—Murmuró la muchacha prestando un poco de atención a la lección que estaban dando los chicos quienes movían sus manos nerviosos. Sus ojos marrones se cristalizaban por el gran bostezo que dio inconscientemente antes de ponerlos en blanco fastidiada por el constante golpeteo que su amiga le estaba dando en el hombro. Las noticias de esas semanas habían sido vistas por la de pelo cobrizo, y se podría decir que no eran para nada agradables, muchas personas se encontraban demacradas y con partes faltantes de sus cuerpos en los límites del bosque y la pequeña ciudad en donde se encontraban, y la rubia justamente quería ir cerca de ese lugar.  

—Arwen.—Se quejó, llamándola por su nombre—Eso es poco probable que pase, estaremos del otro lado del bosque donde no ocurren esos ataques y llevaremos algo para protegernos. Le diremos a tu tía que te cuidare bien.—Insistió tomándola de los hombros para agitarla durante unos segundos, la muchacha la miró fastidiada por caer fácilmente en aquel “Puchero" (Como dicen en Argentina) que la rubia había puesto consciente.

—Esta bien, pero si mi tía dice que no, es no.—Sentenció acomodándose nuevamente en la silla, escuchando como su amiga celebraba su logro al convencerla fácilmente. 

Y ahí estaba Arwen, con su brazo apoyado en la apertura que la ventana le dejaba cuando se encontraba abajo, dejando que su hombro sobresaliera fuera del auto, su pelo se levantaba por el fuerte viento que provocaba la velocidad en la que estaba el vehículo, su cara iluminada por la cálida luz del sol agradecía tener un poco de calor en su cuerpo. Bianca conducía con una mano sobre el volante mientras que con la otra simulaba un micrófono mientras cantaba una de las tantas canciones que pasaban por la radio a esa hora de la tarde, sus dedos se movían al ritmo de la música al igual que su cabeza. 

La tía de Arwen les había dejado ir con la única condición de tener un cuchillo de cocina recién afilado junto a ellas, sabiendo que podrían defenderse ante cualquier amenaza, pero lo que la mujer mayor no sabía era que la rubia tenía planeado ir al bosque, junto a la laguna que tanto conocían los lugareños y donde se aproximaban los ataques de los animales que tanto temían.

—Se que piensas que puede ser una locura. Pero tienes que saber que no va a pasar nada, mi padre es el guardabosques de aquí y está cazando a los lobos para llevarlos a un refugio, aquí está sobrepoblando el bosque y pronto lo harán con la ciudad. Y a donde vamos…si bien es el bosque, no hay ningún peligro.—Sonrió mirando unos momentos a Arwen, quien tenía su seño fruncido desde el inicio del viaje.

—Escuché en las noticias los casos que hay, no se si esta es realmente una buena idea…no me gusta dejarme llevar por los demás.—Acotó algo afligida, quitando su brazo de la ventana abierta.

—¿No quieres ver el lugar donde íbamos de niñas? ¿Ver si cambió o no? Puedes dormir lo que resta del viaje, estoy segura de que en media hora estaremos ahí.—Susurró bajando la música de la radio, dándole una sonrisa tranquilizadora a Arwen. La de ojos marrones la observó unos momentos, antes de suspirar rendida y acomodarse a un costado para tratar de dormir unos minutos, ella sentía malas vibras hacia ese lugar, podría ser por los malos recuerdos que le ocasionaba a pesar de que no hayan pasado ahí. Solo podía recordar como jugaba con su padre alrededor del agua cristalina mientras su madre los perseguía para alcanzarlos. Una pequeña y triste sonrisa se puso en su rostro, solo para retirarla frunciendo el ceño antes de cerrar los ojos y caer en un ligero sueño.

 El espacio en el que estaba era oscuro, podía presenciar y sentir bajo sus pies como estaba parada en un enorme charco de agua que apenas se podía dislumbrar por la poca luz que había. Sin miedo comenzó a caminar, estaba acostumbrada a este tipo de sueños, donde no pasaba realmente nada…solo pura soledad y agua arrugando sus pies. Pero claro que esta vez iba a ser diferente, pues los sonidos de pisadas acuosas se escucharon detrás suyo, haciendo que se diera la vuelta a la defensiva. 

—Arwen, querida mía. No tienes que temer.—Susurró una voz notablemente sombría, aquel sonido entró por los oídos de la femenina y surcó por sus venas en un terror desconocido, dándole un escalofrío por toda su columna vertebral, y como si fuera poco, por la densidad que se estaba formando en el ambiente, en cada respiración que daba se sentía sofocante, impidiéndole respirar correctamente.

—¿Quién…quien eres?—Preguntó no queriendo parecer asustada, sentía su cuerpo flotar como si la gravedad no existiera en ese lugar, y la presión aplastar su cuerpo de forma agonizantemente lenta. La voz de la desconocida y borrosa figura negra parecía potente, y por el tono, Arwen calculaba que aquel ser no excedía de sus treinta años.

—Niña, soy aquello que nadie comprende en su totalidad, soy quien muchos aman y odian a beneficio, quien puede hacerte creer que eres la persona más afortunada del mundo…y cambiártelo en un segundo.—Poco a poco su voz cambiaba, distorsionándose de una forma realmente escalofriante, como si se estuviera mezclando con el de una mujer. Siendo, finalmente, dos voces que hablaban a la vez—Siempre cambio de rumbo y a tu percepción y al de los demás soy injusto.

—No…no entiendo ¿Acaso es un acertijo?—Preguntó al borde de la histeria, aún no podía visualizar bien a la figura frente a ella y le había asustado ese cambio repentino en su voz.

—No te preocupes, pequeña. Pronto lo sabrás.—Susurró una vez más, antes de que el viento llegara y llevara el cuerpo como polvo de arena. Arwen se sobresaltó cuando el viento pasó sobre su cuerpo, sintiendo como la figura abstracta dejaba un beso en su frente, algo tan cálido que nadie hubiera imaginado que provenía de un ser sin cuerpo. 

Sus ojos se abrieron de par en par, de su boca salió un gran jadeo asustado obligándose a reincorporarse del asiento asustada. Enfocando su vista, analizó el lugar con velocidad hasta chocar miradas con los ojos negros de su amiga, quien la miraba extrañada, ahí su cerebro conectó los cables, solo había sido un sueño…un extraño sueño.

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