—Hey bella durmiente, creo que yo tendría que estar recostada como muerta viviente ¡Arriba!—Medio sonrió al ver como la rubia de ojos negros se acomodaba en el asiento en un rápido movimiento, tratando de pretender que no estaba durmiendo.
—Dios mío, Arwen. Me despertaste.—Susurró la adolescente, parándose de la incómoda silla para caminar hasta ella, tocando si cabeza con una mueca preocupada para ver si tenía fiebre.
—Estoy bien, al parecer tengo el brazo en su lugar, eso es lo que importa.—Se quejó, Bianca solo le mando una mirada amenazante antes de ver el aparato que apretaba su dedo y marcaba las tres cifras de antes—¿Cuánto tiempo estuve dormida?—Preguntó al ver el alivio en la cara de su amiga.
—Por suerte, solo un día. Más que nada por la falta de sangre en tu sistema, el shock por el susto y la posibilidad de una infección. Arwen…apenas si salimos con vida de aquel lugar, lo lamento tanto. Si no hubiera insistido en ir al bosque esto no hubiera pasado.—Murmuró apretando su mano con fuerza, en sus ojos oscuros se veía el arrepentimiento puro, haciendo que Arwen rodara los ojos y respondiera al apretón que le daba.
—Con tu insistencia o no, yo elegí ir. No puedo culparte de algo que cometimos las dos, fuimos sin más y con un cuchillo como arma, además de ignorar los evidentes ataques cerca de la zona.—Respondió ante la disculpa repentina de Bianca.
—Es verdad, y mas por el hecho de que ambas se atrevieron a mentirme.—Habló una voz firme y con un leve tomo egocéntrico en su hablar. Una mujer que aparentaba estar en sus cuarenta, cabellos castaños al igual que sus ojos, ondeando como olas cayendo desde el nacimiento de la raíz hasta llegar por debajo de su espalda baja. En su mirar se veía el destello de diversión bajo ese reprochamiento.
—¡Tía!—Le llamo la cobriza algo emocionada por la visita de su pariente más cercano—Eso no es justo, prácticamente me obligaste con ese cuchillo loco que tienes para cocinar apuntándome en el rostro.—Reprochó con burla, apartándose levemente de la rubia para abrazar a su única tía.
—Quería que salieras de tu cueva, aunque claramente no estaba previsto que ustedes se escabulleran al bosque. Arwen, castigada hasta que tengas dieciocho.—Sentenció ocultando su risa burlona, más al ver las caras indignadas de las amigas al saber a que se refería.
—Eso no es justo, solo fui al último lugar en el que fuimos una verdadera familia. Quería recordar a papá y mamá, no es algo malo. Solo fue el lugar y momento equivocado, por favor entiéndelo.—Medio suplico dando a entender su punto de vista.
—Yo no te culpo, sabes que tu padre fue para mi alguien especial y querido. Pero es hora de que entiendas y comprendas tus errores de una, debes tener más cuidado, de ser posible te compro ese famoso gas pimienta para dejar K.O a cualquiera.—Murmuró caminado hasta la silla, sentándose como di fuera un cómodo sillón cama. Arwen vio su atuendo casual con más detenimiento al observarlo, llevaba una camisa de flores de fondo celeste y un Jean azul oscuro, recordándole lo hermosa que podría llegar a ser y su edad la favorecía mucho más de lo previsto. Ambas se en silencio, y aún que fuere uno cómodo Bianca no lo soportaba, por lo que a paso apresurado tomó una silla y la coloco junto a la mujer mayor.
—Melissa ¿Cómo va su trabajo?—Preguntó casual, haciendo reír a las dos mujeres ante su poca sutileza.
—Pues hay más cuerpos destrozados por lo que ahora sabemos, son los lobos. Es horrible ver tanta sangre de un cuerpo muerto, aún no me acostumbro. Es un pueblo pequeño y sin embargo cada semana hay más de una vida arrebatada por esos animales, junto a tu padre queremos reducir la población a un número normal y poner un toque de queda hasta al menos todo este asegurado.—Suspiró acomodando su pelo detrás de sus orejas—Quería que pasarán los últimos días libres antes de que se dicte el toque de queda por el alcalde.
—Se que nosotras…Nosotras tuvimos mucha suerte. Me sorprende que sabiendo eso, me dejaras salir de casa a un picnic…esos que usualmente se hacen en el bosque o lugar desolado.—Avivó Arwen, era algo de lo que se había dado cuenta, y si bien su tía no sabía que ellas iban a ir al bosque, era sumamente extraño. Su tía era muy liberal y dejaba que ella se moviera libremente por las calles he ir de fiestas si ella quería, pero era raro que (Sabiendo que hay peligro) la dejara ir igualmente.
—Yo te di libertad, ustedes nombraron un picnic y pensé que se referían al parque San RicoStar.—Se defendió, pasando sus manos por su cabello algo frustrada. Lo único que le faltaba era que su sobrina pensara que ella quisiera hacerle daño.
—Esta bien, lo entiendo. Perdón por dudar de ti…es que estoy teniendo sueños raros, me hacen sentir paranoica.—Respondió Arwen, sabiendo que el tema iba a terminar ahí.
El viaje de vuelta a casa fue relativamente corto, por suerte para Arwen el mismo día que despertó, le dieron el alta alegando que se encontraba saludable y que las heridas tenían que ser atendidas y desinfectadas cada día durante un tiempo prolongado. Su tía iba cantando una canción movida junto a la rubia, Arwen sabía que a pesar de su actitud relajada ella en su interior estaba muerta de miedo, no sabía la razón, pero veía como movía sus dedos nerviosa. Desde hace años que ellas eran unidas, la muerte de sus padres les había marcado a ambas además de unirlas mucho más, ella quedó bajo su tutela y Melissa cuidó de ella como si fuera su propia hija. Se distrajo de su nube de pensamientos cuando sintió una dolorosa punzada en su brazo lesionado, cerró los ojos acongojada y trató de ignorar como su carne cosida (Qué aún mostraba signos de ser una mordida de lobo) rota por el animal que se les dio por atacarlas, Arwen no tenía idea del porque, pero sentía y sabía que había algo mas que eso, que alguien…que el mundo había mostrado una pizca de arena a sus ojos cuando detrás suyo había una montaña de esa, y se escondía en el frondoso bosque de su pequeña ciudad. El miedo surco, una vez mas, en su sistema nervioso…presintiendo que algo estaba mal en su vida.
Era un nuevo día en la escuela, el primero desde el ataque lobuno en el bosque. Ella y Bianca se habían prometido silenciosamente no hablar y olvidar parcialmente del tema algo delicado para ambas para dejar que el tiempo se lo llevara al igual que la herida de su brazo (Exactamente en el antebrazo) lo que impedía moverlo cómodamente. El día era soleado, las nubes estaban dispersas dejando pasar mucho más fuerte los rayos del sol, por lo que la temperatura estaba elevada, lo que era igual a mucha gente sudorosa, con el calor corporal elevado y muy juntos, era como un suicidio seguro, por lo que había decidido evitar aquel fatídico destino con los desconocidos llegando…una hora antes, donde solo se encontraban dos personas vistiendo con el uniforme de verano que el colegio les daba a el primer ciclo (Primer, según y tercer año).Arwen, quien iba en el último a&nti
Recuerdos parte uno:[Escenas fuertes, no aptas para personas sensibles. Ver bajo responsabilidad]Aquellos días lejanos llegaban a su mente, y de una cosa a la otra, su cerebro le mostró algo casi perdido, retomando un recuerdo que estaba muy dentro de su subconsciente; Aquel día.Ella tan solo tenía diez años, vivía con sus padres quienes se habían hecho pareja años atrás (Desde que eran adolescentes). Aquel día era uno común y corriente, como cualquier otro, solo con la simpleza de que la familia de tres veía una película en la nueva televisión que hace días habían comprado. Arwen, en su corta primera década, era tan sería como siempre, pero son sus padres era otra histo
Recuerdos parte dos: Una mujer en sus jóvenes treinta y dos años llevaba de la mano a una niña de diez, los ojos de ambas parecían dos sacos negros he hincado por el momento que tuvieron horas atrás, cuando presenciaron como dos tumbas eran cavadas bajo la tierra honrado la fatídica y misteriosa muerte de Mark y Calendaría Romcleth, padres, hermanos y seres fantásticos que lucharon hasta el último aliento contra su atacante desconocido, quien no había dejado ni una absoluta huella para que los policías científicos lo encontraran con pistas. La mayor llevaba consigo una maleta rosada con dibujos infantiles en ella demostrando que pertenecía a la niña desecha junto a ella, la custodia quedó para la castaña, quien estaba feliz y consciente de ello mucho antes de que los padre de Arwen muriesen, y a pesar de las ho
Aquellos insólitos días de melancolía perduraban en la extensa y extraña mente de Arwen, como una melancólica canción pegadiza que te hace llorar sin que tu quieras, que mientras mas resonaba en su cabeza, mucho mas la odiaba. Inconscientemente empezó a disolver esos recuerdos dolorosos y borrosos, dejando que se dispersaron en su mente mientras volvía a la realidad en la que estaba metida. Abrió sus ojos con pesadez y suspiró con decepción dándose cuenta de que aún estaba en su cuarto, recordando que ella misma había pasado su primer día (Luego de su accidente) de forma extraña para luego regresar a su casa una vez terminadas las clases, encerrándose en su cuarto para recordar esos viejos y tormentosos recuerdos. Abrumada se desplomó sobre su cama sintiendo el viejo colchón hundirse con su propio peso, y las sabanas tocar su espal
La intrigante conversación que tuvo con su tía había sido lo mas interesante que había pasado en esos cuatro días sin verla, puesto que la semana de exámenes se acercaba y la adulta se encerraba en la sala de estudio sin dejar que ella se acercara. Para su mente imaginativa y maquinadora solo podía pensar en miles de escenarios donde mostraba una hipótesis de lo que estaba sucediendo ahí adentro, aquella charla extraña le había dejado un mal sabor de boca. Sabía con exactitud que Melissa ocultaba algo, estaba segura de que, el día de la charla, su tía estaba a punto de decirle algo que parecía ser importante, algo que realmente le atormentaba, pero estaba segura de que la mayor aún no estaba lista para soltar ese tan misterioso secreto suyo. Estaba en el pasillo que tenía el colegio, algo angosto pero útil, las paredes estaban adornadas con los casilleros rojos de lado a lado, con grandes y negros números que ayudaban a los alumnos a identificar el suyo. Era la hora de cambio, donde
El pequeño moreno relajó su mirada al ve de quien se trataba, hasta se le iluminaron con gran admiración al ver que ella, su heroína y la mujer mas valiente que había visto en sus cortos quince años. Se levantó del asiento con emoción mal disimulada, ocultando la sonrisa que amenazaba por salir de su boca en contra de su voluntad. Arwen caminó a paso apresurado hacía el para evitar que se lastimara por aquel movimiento tan brusco de su parte, apartando la mirada de sus ojos algo avergonzada al sostener su brazo en un impedimento suyo para que el chico no se moviera.—¡Si! Es decir, si...soy Pablo— Sonrió extendiendo delicadamente su mano hacía la cobriza, quien con gusto y algo extrañada acepto el saludo del muchacho— Espero no sonar grosero pero...¿Qué e lo que haces aquí?— Preguntó volviéndose a sentar en la silla de material plástico que tenía el hospital.—A decir verdad, yo...yo vengo a disculparme contigo.— Confesó mirando hacía otro lado, suspirando antes de sentarse a un lado,
Salió del hospital una vez pasó por las puertas de cristal con una pequeña sonrisa en el rostro, estaba de buen humor al saber que la situación no había terminado en una catástrofe por lo ocurrido el día anterior, y sabía con exactitud que al meno Pablo estaba con ella y le había perdonado por su tardía en ayudarlo, comenzaba a creer que era un día muy bueno, y valía la pena tener los bolsillos vacíos para ese regalo de disculpa que le dio al muchacho, esperaba que le diera un muy buen uso a esos dulces y al vergonzoso osito de peluche. De pronto en su mente apareció la fornida imagen de Lucas, el hermano de Pablo, y su pésima actitud hacia ella y su hermano no hacía más que molestarla, pues su primera impresión de ese hombre de casi dos metros no era muy buena, sobre todo por el trato que le daba a su pobre hermano enyesado y roto. Cruzó la calle junto a un grupo de personas, el sol golpeaba a la primera superficie que estuviera a la vista y el clima era encantador, no eran más de las
El cálido día comenzaba a oscurecerse, a pesar de que el reloj aún no marcaba las siete de la tarde, las nubes de forma lenta y casi imperceptible para el ojo humano comenzaban a moverse dispersándose o uniéndose entre si, dejando que el sol se escondiera entre ellas cuando pasaban por ahí. El sudor frío recorría su cuerpo como una gran ayuda para refrescar su piel caliente, corría como si de su último maratón se tratase, sentía en su interior las ganas de gritar por los nervios y el susto que sentía ante la impotencia de no estar con su amiga en esos momentos, en su mente pasaban una y otra vez los recuerdos de sus padres diciéndole que se escondiera hasta que ellos o un uniformado policía la encontrara, y ella como una inocente niña de diez años les creyó y se escondió esperando a que ellos la encontraran. Las cuadras se iban quedando atrás gracias a la gran velocidad adquirida que Arwen poseía en ese momento, por suerte para ella y su salud mental, solo quedaban un par de