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Capítulo cuatro: Aquel sentimiento

  Se despertó aturdida, estaba segura que hace tan solo unos segundos estaba luchando por su vida con un brazo desangrándose y a una amiga histérica gritando que no se durmiera. Sus ojos enfocaron el techo del lugar en el que se encontraba, uno blanco y mohoso que le hizo tener una idea básica de donde estaba, levantó su cuerpo para sentarse levemente y ver las paredes del mismo color que el techo pero más esterilizado, con algunas imitaciones de famosos cuadros colgando en una cara del cuarto, el pitido del monitor que mostraba sus actuales signos vitales le ponía incómoda, y mas aquel artefacto en su dedo que marcaba el número cien constantemente. Soltó un quejido al usar su brazo lesionado para acomodarse en la dura cama, con esfuerzo lo logró quedando en una posición mucho más cómoda que la anterior, su mirada cayó en su amiga rubia durmiendo perezosamente en la silla metálica junto a su cama, con la cabeza acurrucada en sus manos de forma extraña. Sonrió levemente ante la situación en la que se encontraba su amiga he hizo un leve movimiento con los objetos a su alcance para hacer ruido y despertarla.

—Hey bella durmiente, creo que yo tendría que estar recostada como muerta viviente ¡Arriba!—Medio sonrió al ver como la rubia de ojos negros se acomodaba en el asiento en un rápido movimiento, tratando de pretender que no estaba durmiendo.

—Dios mío, Arwen. Me despertaste.—Susurró la adolescente, parándose de la incómoda silla para caminar hasta ella, tocando si cabeza con una mueca preocupada para ver si tenía fiebre.

—Estoy bien, al parecer tengo el brazo en su lugar, eso es lo que importa.—Se quejó, Bianca solo le mando una mirada amenazante antes de ver el aparato que apretaba su dedo y marcaba las tres cifras de antes—¿Cuánto tiempo estuve dormida?—Preguntó al ver el alivio en la cara de su amiga.

—Por suerte, solo un día. Más que nada por la falta de sangre en tu sistema, el shock por el susto y la posibilidad de una infección. Arwen…apenas si salimos con vida de aquel lugar, lo lamento tanto. Si no hubiera insistido en ir al bosque esto no hubiera pasado.—Murmuró apretando su mano con fuerza, en sus ojos oscuros se veía el arrepentimiento puro, haciendo que Arwen rodara los ojos y respondiera al apretón que le daba.

—Con tu insistencia o no, yo elegí ir. No puedo culparte de algo que cometimos las dos, fuimos sin más y con un cuchillo como arma, además de ignorar los evidentes ataques cerca de la zona.—Respondió ante la disculpa repentina de Bianca.

—Es verdad, y mas por el hecho de que ambas se atrevieron a mentirme.—Habló una voz firme y con un leve tomo egocéntrico en su hablar. Una mujer que aparentaba estar en sus cuarenta, cabellos castaños al igual que sus ojos, ondeando como olas cayendo desde el nacimiento de la raíz hasta llegar por debajo de su espalda baja. En su mirar se veía el destello de diversión bajo ese reprochamiento.

—¡Tía!—Le llamo la cobriza algo emocionada por la visita de su pariente más cercano—Eso no es justo, prácticamente me obligaste con ese cuchillo loco que tienes para cocinar apuntándome en el rostro.—Reprochó con burla, apartándose levemente de la rubia para abrazar a su única tía.

—Quería que salieras de tu cueva, aunque claramente no estaba previsto que ustedes se escabulleran al bosque. Arwen, castigada hasta que tengas dieciocho.—Sentenció ocultando su risa burlona, más al ver las caras indignadas de las amigas al saber a que se refería.

—Eso no es justo, solo fui al último lugar en el que fuimos una verdadera familia. Quería recordar a papá y mamá, no es algo malo. Solo fue el lugar y momento equivocado, por favor entiéndelo.—Medio suplico dando a entender su punto de vista.

—Yo no te culpo, sabes que tu padre fue para mi alguien especial y querido. Pero es hora de que entiendas y comprendas tus errores de una, debes tener más cuidado, de ser posible te compro ese famoso gas pimienta para dejar K.O a cualquiera.—Murmuró caminado hasta la silla, sentándose como di fuera un cómodo sillón cama. Arwen vio su atuendo casual con más detenimiento al observarlo, llevaba una camisa de flores de fondo celeste y un Jean azul oscuro, recordándole lo hermosa que podría llegar a ser  y su edad la favorecía mucho más de lo previsto. Ambas se en silencio, y aún que fuere uno cómodo Bianca no lo soportaba, por lo que a paso apresurado tomó una silla y la coloco junto a la mujer mayor.

—Melissa ¿Cómo va su trabajo?—Preguntó casual, haciendo reír a las dos mujeres ante su poca sutileza.

—Pues hay más cuerpos destrozados por lo que ahora sabemos, son los lobos. Es horrible ver tanta sangre de un cuerpo muerto, aún no me acostumbro. Es un pueblo pequeño y sin embargo cada semana hay más de una vida arrebatada por esos animales, junto a tu padre queremos reducir la población a un número normal y poner un toque de queda hasta al menos todo este asegurado.—Suspiró acomodando su pelo detrás de sus orejas—Quería que pasarán los últimos días libres antes de que se dicte el toque de queda por el alcalde.

—Se que nosotras…Nosotras tuvimos mucha suerte. Me sorprende que sabiendo eso, me dejaras salir de casa a un picnic…esos que usualmente se hacen en el bosque o lugar desolado.—Avivó Arwen, era algo de lo que se había dado cuenta, y si bien su tía no sabía que ellas iban a  ir al bosque, era sumamente extraño. Su tía era muy liberal y dejaba que ella se moviera libremente por las calles he ir de fiestas si ella quería, pero era raro que (Sabiendo que hay peligro) la dejara ir igualmente.

—Yo te di libertad, ustedes nombraron un picnic y pensé que se referían al parque San RicoStar.—Se defendió, pasando sus manos por su cabello algo frustrada. Lo único que le faltaba era que su sobrina pensara que ella quisiera hacerle daño.

—Esta bien, lo entiendo. Perdón por dudar de ti…es que estoy teniendo sueños raros, me hacen sentir paranoica.—Respondió Arwen, sabiendo que el tema iba a terminar ahí.

El viaje de vuelta a casa fue relativamente corto, por suerte para Arwen el mismo día que despertó, le dieron el alta alegando que se encontraba saludable y que las heridas tenían que ser atendidas y desinfectadas cada día durante un tiempo prolongado. Su tía iba cantando una canción movida junto a la rubia, Arwen sabía que a pesar de su actitud relajada ella en su interior estaba muerta de miedo, no sabía la razón, pero veía como movía sus dedos nerviosa. Desde hace años que ellas eran unidas, la muerte de sus padres les había marcado a ambas además de unirlas mucho más, ella quedó bajo su tutela y Melissa cuidó de ella como si fuera su propia hija. Se distrajo de su nube de pensamientos cuando sintió una dolorosa punzada en su brazo lesionado, cerró los ojos acongojada y trató de ignorar como su carne cosida (Qué aún mostraba signos de ser  una mordida de lobo) rota por el animal que se les dio por atacarlas, Arwen no tenía idea del porque, pero sentía y sabía que había algo mas que eso, que alguien…que el mundo había mostrado una pizca de arena a sus ojos cuando detrás suyo había una montaña de esa, y se escondía en el frondoso bosque de su pequeña ciudad. El miedo surco, una vez mas, en su sistema nervioso…presintiendo que algo estaba mal en su vida.

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