Habían logrado alejarse de los lobos unos cuantos metros, por lo que Arwen podía ayudar a la rubia y seguir corriendo como locas. Bianca dejó salir un quejido de su boca, tocándose la frente que sangraba levemente, a lo lejos se escuchaban los aullidos y gruñidos de los lobos, que sorprendentemente habían dejado atrás. Sin dilatar la espera y probar a la suerte, Arwen se acercó a Bianca, pero el lobo azabache ya estaba a su vista y fue el primero en alcanzarlas. Solo un segundo bastó para verlo en el aire cuando este se lanzó hacia ellas, con sus fauces abiertas de par en par mostrando esos dientes grandes y filosos listos para desgarrar el cuello pálido y quebrantable de la rubia (Que estaba tirada en el suelo) quien en respuesta ante lo que iba a pasar gritó, sin poder evitar que una lágrima cayera pos sus ojos, lamentándose a sus adentros morir a esa temprana edad y meter a ambas en esa situación. Espero el golpe, aun con los ojos cerrados por el miedo conto hasta tres, tomando valentía y paciencia para abrirlos, pero no pudo estar más impresionada al ver como la mandíbula del lobo se había encajado en el brazo de Arwen, quien estaba delante suyo, cubriéndola con su cuerpo. La cobriza se había interpuesto entre el lobo y su mejor amiga, mientras protegía su cuerpo y cara con los brazos siendo uno de esos dañados severamente por los colmillos del lobuno. El sentir las cálidas y espesas gotas de sangre recién salidas de su carne cortada, caminar alrededor de su brazo dejándose llevar por la gravedad, había sido lo más raro y asqueroso que pudo sentir en su vida. Los caninos del lobo aún enterrados en su piel rota se sentían fríos y molestos, y lo fue aún más cuando el animal comenzó a sacudir la cabeza para desgarrar mucho más su piel, apoyando sus patas firmemente en la tierra para mantener su postura dura y tensa. Un grito ahogado salió de su garganta al tratar de quitar al lobo de su brazo, estirando el que tenía libre por el pasto en busca de un arma con la cual defenderse, encontrando una roca que no pesaba más de un kilo, y haciendo un esfuerzo descomunal logró tomarla con su mano antes de golpear la cabeza del lobo negro logrando que este por fin le suelte el brazo con un quejido lastimero. Bianca al ver a su amiga libre, salió de su protección y le tomó la mano sana para comenzar a correr nuevamente, pero está vez en dirección a un árbol visiblemente escalable, la rubia subió primero para sujetar con firmeza a Arwen y ayudarla a subirse sin dificultades, la cobriza jadeaba y se quejaba por lo bajo al rozar su brazo con la corteza exterior del árbol cuando subía por sí sola algunas ramas, apenas pudieron estar fuera del alcance cuando el lobo salto al árbol dispuesto a atraparla.
—Dios, Arwen…estás sangrando mucho.—Murmuró mirando la herida en forma de mordida que tenía su brazo, muy cerca de la muñeca. Bianca miró para todos lados al escuchar el sonido de suaves pisadas rápidas y los arbustos moverse bruscamente, aunque solo podía apoyarse contra una rama incómoda y esperar a que esos lobos no supiesen trepar árboles. Lo terrorífico era ver como el líder de la caza rasgaba sus garras en el árbol por tratar de subir una y otra vez con energías de sobra.
—No es nada ¿Tienes tu teléfono?—Preguntó mirando a su alrededor, Bianca miró su chaqueta y sonrió al sacar su celular medio intacto por la secuencia recién vivida—Genial, trata de marcar el número de la policía o a tu padre, en estos momentos son los únicos que pueden llegar aquí sin perderse, cuando lleguen ahí pediremos a la ambulancia…estoy segura que no me desangraré.—Medio ordenó tomando un pedazo de tela que acababa de romper de su remera y ponérsela sobre la herida para detener levemente el sangrado mientras que con el otro pedazo se hacía un torniquete—Si ves que paso más de ocho minutos con esta cosa avísame…no quiero perder mi mano por esto y realmente no estoy tal lúcida como para contar los minutos yo misma.
—Esta bien, no te preocupes yo me encargare de eso. Solo…no te duermas.—Tomó su celular sin mirarla, probando suerte para ver si prendía, dio un grito cuando este se encendió mostrando que aún andaba, y sin desbloquearlo apretó para llamar en caso de emergencia pues era el acceso más rápido para momentos como esos. Mientras tanto, Arwen distraída dirigió su mirada casualmente bajo el árbol, tratando de enfocar su visión en algo, pues su vista desde hace unos segundos comenzaba a ser borrosa, por lo que, con esfuerzo logró enfocar bien al objetivo en movimiento, que no era más ni menos que el lobuno asesino, sintiendo el miedo volver a su ser cuando sus miradas de diferente naturaleza chocaron nuevamente, haciendo que su corazón de un revuelco asustado al ver como el animal sin apartar su mirada cínica de ella tomaba como agua el pequeño charco de sangre que se había formado en el suelo con las grandes cantidades de gotas que salían de su herida—Arwen…¡Arwen! No te duermas.
Se despertó aturdida, estaba segura que hace tan solo unos segundos estaba luchando por su vida con un brazo desangrándose y a una amiga histérica gritando que no se durmiera. Sus ojos enfocaron el techo del lugar en el que se encontraba, uno blanco y mohoso que le hizo tener una idea básica de donde estaba, levantó su cuerpo para sentarse levemente y ver las paredes del mismo color que el techo pero más esterilizado, con algunas imitaciones de famosos cuadros colgando en una cara del cuarto, el pitido del monitor que mostraba sus actuales signos vitales le ponía incómoda, y mas aquel artefacto en su dedo que marcaba el número cien constantemente. Soltó un quejido al usar su brazo lesionado para acomodarse en la dura cama, con esfuerzo lo logró quedando en una posición mucho más cómoda que la anterior, su mirada cayó en su amiga rubia durmiendo perezosa
Era un nuevo día en la escuela, el primero desde el ataque lobuno en el bosque. Ella y Bianca se habían prometido silenciosamente no hablar y olvidar parcialmente del tema algo delicado para ambas para dejar que el tiempo se lo llevara al igual que la herida de su brazo (Exactamente en el antebrazo) lo que impedía moverlo cómodamente. El día era soleado, las nubes estaban dispersas dejando pasar mucho más fuerte los rayos del sol, por lo que la temperatura estaba elevada, lo que era igual a mucha gente sudorosa, con el calor corporal elevado y muy juntos, era como un suicidio seguro, por lo que había decidido evitar aquel fatídico destino con los desconocidos llegando…una hora antes, donde solo se encontraban dos personas vistiendo con el uniforme de verano que el colegio les daba a el primer ciclo (Primer, según y tercer año).Arwen, quien iba en el último a&nti
Recuerdos parte uno:[Escenas fuertes, no aptas para personas sensibles. Ver bajo responsabilidad]Aquellos días lejanos llegaban a su mente, y de una cosa a la otra, su cerebro le mostró algo casi perdido, retomando un recuerdo que estaba muy dentro de su subconsciente; Aquel día.Ella tan solo tenía diez años, vivía con sus padres quienes se habían hecho pareja años atrás (Desde que eran adolescentes). Aquel día era uno común y corriente, como cualquier otro, solo con la simpleza de que la familia de tres veía una película en la nueva televisión que hace días habían comprado. Arwen, en su corta primera década, era tan sería como siempre, pero son sus padres era otra histo
Recuerdos parte dos: Una mujer en sus jóvenes treinta y dos años llevaba de la mano a una niña de diez, los ojos de ambas parecían dos sacos negros he hincado por el momento que tuvieron horas atrás, cuando presenciaron como dos tumbas eran cavadas bajo la tierra honrado la fatídica y misteriosa muerte de Mark y Calendaría Romcleth, padres, hermanos y seres fantásticos que lucharon hasta el último aliento contra su atacante desconocido, quien no había dejado ni una absoluta huella para que los policías científicos lo encontraran con pistas. La mayor llevaba consigo una maleta rosada con dibujos infantiles en ella demostrando que pertenecía a la niña desecha junto a ella, la custodia quedó para la castaña, quien estaba feliz y consciente de ello mucho antes de que los padre de Arwen muriesen, y a pesar de las ho
Aquellos insólitos días de melancolía perduraban en la extensa y extraña mente de Arwen, como una melancólica canción pegadiza que te hace llorar sin que tu quieras, que mientras mas resonaba en su cabeza, mucho mas la odiaba. Inconscientemente empezó a disolver esos recuerdos dolorosos y borrosos, dejando que se dispersaron en su mente mientras volvía a la realidad en la que estaba metida. Abrió sus ojos con pesadez y suspiró con decepción dándose cuenta de que aún estaba en su cuarto, recordando que ella misma había pasado su primer día (Luego de su accidente) de forma extraña para luego regresar a su casa una vez terminadas las clases, encerrándose en su cuarto para recordar esos viejos y tormentosos recuerdos. Abrumada se desplomó sobre su cama sintiendo el viejo colchón hundirse con su propio peso, y las sabanas tocar su espal
La intrigante conversación que tuvo con su tía había sido lo mas interesante que había pasado en esos cuatro días sin verla, puesto que la semana de exámenes se acercaba y la adulta se encerraba en la sala de estudio sin dejar que ella se acercara. Para su mente imaginativa y maquinadora solo podía pensar en miles de escenarios donde mostraba una hipótesis de lo que estaba sucediendo ahí adentro, aquella charla extraña le había dejado un mal sabor de boca. Sabía con exactitud que Melissa ocultaba algo, estaba segura de que, el día de la charla, su tía estaba a punto de decirle algo que parecía ser importante, algo que realmente le atormentaba, pero estaba segura de que la mayor aún no estaba lista para soltar ese tan misterioso secreto suyo. Estaba en el pasillo que tenía el colegio, algo angosto pero útil, las paredes estaban adornadas con los casilleros rojos de lado a lado, con grandes y negros números que ayudaban a los alumnos a identificar el suyo. Era la hora de cambio, donde
El pequeño moreno relajó su mirada al ve de quien se trataba, hasta se le iluminaron con gran admiración al ver que ella, su heroína y la mujer mas valiente que había visto en sus cortos quince años. Se levantó del asiento con emoción mal disimulada, ocultando la sonrisa que amenazaba por salir de su boca en contra de su voluntad. Arwen caminó a paso apresurado hacía el para evitar que se lastimara por aquel movimiento tan brusco de su parte, apartando la mirada de sus ojos algo avergonzada al sostener su brazo en un impedimento suyo para que el chico no se moviera.—¡Si! Es decir, si...soy Pablo— Sonrió extendiendo delicadamente su mano hacía la cobriza, quien con gusto y algo extrañada acepto el saludo del muchacho— Espero no sonar grosero pero...¿Qué e lo que haces aquí?— Preguntó volviéndose a sentar en la silla de material plástico que tenía el hospital.—A decir verdad, yo...yo vengo a disculparme contigo.— Confesó mirando hacía otro lado, suspirando antes de sentarse a un lado,
Salió del hospital una vez pasó por las puertas de cristal con una pequeña sonrisa en el rostro, estaba de buen humor al saber que la situación no había terminado en una catástrofe por lo ocurrido el día anterior, y sabía con exactitud que al meno Pablo estaba con ella y le había perdonado por su tardía en ayudarlo, comenzaba a creer que era un día muy bueno, y valía la pena tener los bolsillos vacíos para ese regalo de disculpa que le dio al muchacho, esperaba que le diera un muy buen uso a esos dulces y al vergonzoso osito de peluche. De pronto en su mente apareció la fornida imagen de Lucas, el hermano de Pablo, y su pésima actitud hacia ella y su hermano no hacía más que molestarla, pues su primera impresión de ese hombre de casi dos metros no era muy buena, sobre todo por el trato que le daba a su pobre hermano enyesado y roto. Cruzó la calle junto a un grupo de personas, el sol golpeaba a la primera superficie que estuviera a la vista y el clima era encantador, no eran más de las