—Si, todo bien. No te preocupes.—No tardó en responder ante las preguntas que Bianca le propinaba preocupada, pero no podía apartar su mirada de la ventana, donde observaba los árboles de distintas formas y colores verdosos que parecían moverse con el auto.
—Has tenido otra pesadilla ¿No?—Confirmó algo angustiada, pues Arwen había tenido esos sueños incoherentes desde hace meses justo después de cumplir los diecisiete años. La pregunta de Bianca fue confirmada por la cobriza, quien asintió con la cabeza para apartar la mirada del paisaje unos segundos.
—Creo que fue algo así, es algo raro de explicar. Pero es como si hubiera olvidado que fue y mi corazón late como loco…como si hubiera visto la personificación de la muerte.—Levantó la mano para tocar su entrecejo algo aturdida, un pequeño dolor de cabeza se había formado al terminar de decir eso, y no podía estar tan asustada y nerviosa.
—No te preocupes por eso, fue un sueño. Mira, ya casi llegamos a nuestro destino.—Señaló girando en el camino de tierra, metiéndose en el frondoso inicio del bosque—Haremos que te olvides de ese miedo, solo es tu subconsciente asustándote con cosas que ni tu misma sabes que tienes miedo.
—¿Haremos? ¿Quién más aparte de ti me ayudara a olvidar?—Preguntó confundida, quería creer que solo era paranoica. Pero simplemente quería estar segura de eso.
—Esta claro que tu y yo.—Respondió incrédula—Necesito de tu completa colaboración para pasarla increíblemente bien y olvidar esos malos momentos.—Tomó el volante con ambas manos y comenzó a girar a la derecha, donde las líneas sin pasto indicaban donde los autos pasaban para entrar al lugar de su destino. El camino solo duró unos minutos antes de que Bianca parara el auto frente a un enorme lago trasparente—¡Llegamos!—Mencionó emocionada, quitándose su cinturón de seguridad para abrir la puerta con la mirada fija en el paisaje que tenía delante. Arwen le siguió, dejando toda pesadez a un lado para dedicarse a observar con admiración y alegría el lugar que hace años había dejado olvidado. El área podría ocupar media hectárea, siendo un lugar espacioso con la naturaleza floreciendo y desbordando el lugar, si bien el relieve no era llano, las grandes piedras que se mantenían a un lado del lago rodeando sus costados de manera simétrica y hermosa, además de las pequeñas piedras que a través de los años por la ida y vuelta se convirtieron en arena creando un pequeño monto de arena grisácea y gruesa en las orillas del lago. El día nublado quedaba perfecto con el ambiente, aunque este estuviera pesado por la humedad.
—Esta bien. Prometo poner mi parte en esto.—Prometió por lo bajo, siendo solo ella quien escuchó su propia voz. Cerrando la puerta del auto, se dirigió a la parte de atrás para poder abrir el baúl del vehículo, encontrándose con tres objetos importantes, la heladera portátil roja con el mango blanco distinguiendo el diseño simple y adecuado a la vista, un bolso de Bianca con cosas para pasar el día ahí y una manta grande de cuadros rojos y blancos de tela gruesa—¡Bianca! ¡Ven y ayúdame!—Gritó cerrando el baúl una vez que coloco las cosas en el piso, tomando la heladera con ambas manos ya que esta era considerablemente más pesada que cualquier otra cosa que habían traído, dejando el bolso y la manta para que su compañera de aventuras los tomara.
Una vez todo acomodado, la manta completamente lisa en el suelo, sostenida de sus cuatro lados con objetos que fueron sacando del bolso para que esta no se volara, la heladera portátil abierta de par en par con dos botellas de jugo y agua frías para estar completamente hidratadas durante su corta estadía, unos vasos en el porta vasos que consistía en cuatro agujeros separados para colocarlos ahí sin que se caigan. La comida puesta en platos de plástico esparcidas elegantemente (Por Bianca) por las partes que no estaban ocupadas de la manta, mientras que ellas estaban sentadas con un pedazo de sándwiches de miga en sus manos, al estilo indio.
—¿Desde cuándo comemos tanto?—Preguntó Arwen divertida, durante el trascurso del tiempo se fue soltando, llegando a pensar que la idea no era tan mala como la había planteado, el lugar era hermoso y ameno para charlar de cualquier cosa con amigos.
—Ahora que lo mencionas.—Susurró la rubia pensativa—Últimamente, en estas semanas, estuviste comiendo como una chica muerta de hambre. Pero no para mal, si no que tu cambio es radical, de un momento a otro comenzaste a comer el doble que antes, y sigues igual.—Habló al ver que se estaba refiriendo a su ámbito alimenticio de forma descuidada. Arwen desde un principio había entendido lo que su mejor amiga había dicho, por lo que no se lo tomó mal, agachó su cuerpo levemente para estirarse y tomar un pan que quedaba por ahí, causando una leve sonrisa de parte de Bianca.
—Estoy en etapa de crecimiento, esto es necesario.—Se justificó sonriendo, causándole gracia a la rubia, quien tomó con su mano unas migajas de pan para, juguetonamente, tirarle en la cara los pedazos—¡Hey!—Rieron juntas. Para Arwen era maravilloso el tiempo que pasaba con su mejor amiga, estaban en el último año de secundaria e iban a estudiar distintas cosas en la universidad, por lo que sería totalmente difícil reunirse con la frecuencia que lo hacen ahora. Quitó las migajas de sus ojos y miró divertida a su amiga, excepto que esta no la miraba a ella, si no, a lo que estaba detrás. Los ojos negros de la rubia miraban con horror y asombro aquello que estaba detrás de su amiga, a unos metros del lago, escondido detrás de unos inútiles arbustos que apenas tapaban su gran y oscuro cuerpo peludo. No pudo evitar soltar un jadeo cuando la mano de Arwen se apoyó en su hombro tratando de tener su atención, sin entender lo que le pasaba, la de ojos castaños giró su cuerpo para ver lo que a su amiga le tenía tan asustada, y solo pudo soltar un grito por lo bajo atragantándose con el pan que tenía en la boca, no pudo evitar chocar miradas con la criatura, ojos ámbar brillante contra café oscuro, una mirada salvaje y asesina mientras que la otra completamente humana y asustada. Aquella intimidación le recorrió el cuerpo como pequeñas descargas eléctricas—Bianca….vamos a morir.—Susurró sosteniendo de una forma extraña los dos hombros de su amiga, girando su cabeza solo un segundo para ver a su amiga quien estaba paralizada, para luego poner nuevamente la mirada en la criatura—Vamos a morir.—Susurró más fuerte, un grito susurrado, que si no fuera por el aterrador momento que estaban pasando, causaría molestia y gracia a la rubia.
—Hay….hay que irnos Arwen. Si no me equivoco eso es un lobo…y los lobos.—Tosió para aclararse la garganta, sentía como si de un momento a otro su garganta se cerraba para no dejar salir ninguna palabra, algo que la extrañó y asustó a la vez. Arwen tomó su mano y la ayudó a levantarse, tenían que salir de ahí vivas y no volver a siquiera pisar el bosque, pero cuando la cobriza mentalizó las palabras de su amiga casi queda paralizada al igual que ella.
—Si es lobo y esta cazando…significa que hay más de su especie que no estamos viendo.—Susurró asustada, Bianca asintió frenéticamente para mirar a sus lados con paranoia, no sabían cuando iban a saltar hacia ellas y matarlas para ser comida de las hembras y cachorros.
—Tengo…tengo el cuchillo en la guantera.—Se apresuró a decir, recobrando su voz inmediatamente, no sabía que era lo que le estaba pasando, pero quería que ese momento pasara rápido para irse de ahí. Arwen entendió aquello y aún con sus manos juntas comenzó a correr hacia el auto, dejando todas sus pertenencias ahí sin importarles absolutamente nada más que salvar su pellejo, pero no pudo siquiera tocar la manija de la puerta cuando dos lobos de un hermoso color arena las separaron del auto, tirándolas a un costado.
—Somos su presa, tratarán de separarnos y agarrarán a la más débil.—Anunció Bianca levantándose, Arwen a pesar de la situación bufó con molestia parándose a un lado de la rubia.
—¡Eso es genial! ¡Fantástico! Seremos las próximas víctimas descuartizadas por estas bestias.—Y como si el lobo detrás de los arbustos entendiera, gruñó hacia ella con molestia, saliendo de su escondite para mostrar su cuerpo lobuno de pelaje azabache—Saldremos en el noticiero sin identidad por que lo único que van a dejar será nuestros huesos molidos.—Comenzó a hablar presa del pánico, siendo la única manera de calmar sus nervios sin desmayarse. Bianca rodó los ojos y apretó su mano en un gesto reconfortante.
—Arwen, para. Es mejor empezar a correr.—La cobriza la miró unos momentos, quitándose las manos de la cabeza (Que en algún momento, llena de pánico, las coloco ahí) y mirándola con un poco de decisión. Giró su cabeza en la única dirección que los lobos no tapaban y comenzó a correr, siendo seguida por la rubia, tomando un camino a la izquierda justo en dirección contraria a el lago y carro. Eso había logrado despistar a los lobos quienes gruñeron ante su escape, sin embargo la adrenalina les hizo comenzar a seguirlas en una real caza. Arwen veía como la rubia, a pesar de parecer más tranquila en tornó a la situación, se le salía algún que otro grito histérico y desesperado que se le escapaba de su boca, mientras que ella jadeaba por el cansancio de correr repentinamente y jalar a Bianca para que apurara el paso, pues esta se quedaba atrás.
—¿Cómo escaparemos? Son extremadamente más rápidos que nosotras, es de pura suerte que aún no nos han atrapado. Puedo decir…que están jugando con nosotras.—Acotó entrecortadamente la cobriza, agachándose cuando una gruesa rama apareció en su vista, logrando esquivarlo pero su amiga no (Por estar prestando atención a los lobos y sus gritos) logró esquivarlo haciendo que la rama de quince centímetros de ancho le diera directamente en la cara. El sonido del golpe en seco sonó a través del bosque, llegando a los oídos de Arwen, las manos sujetadas de ambas se separaron bruscamente y un par de hojas maltratadas, desprendidas de la rama cayeron alrededor de la chica de ojos castaños.
Habían logrado alejarse de los lobos unos cuantos metros, por lo que Arwen podía ayudar a la rubia y seguir corriendo como locas. Bianca dejó salir un quejido de su boca, tocándose la frente que sangraba levemente, a lo lejos se escuchaban los aullidos y gruñidos de los lobos, que sorprendentemente habían dejado atrás. Sin dilatar la espera y probar a la suerte, Arwen se acercó a Bianca, pero el lobo azabache ya estaba a su vista y fue el primero en alcanzarlas. Solo un segundo bastó para verlo en el aire cuando este se lanzó hacia ellas, con sus fauces abiertas de par en par mostrando esos dientes grandes y filosos listos para desgarrar el cuello pálido y quebrantable de la rubia (Que estaba tirada en el suelo) quien en respuesta ante lo que iba a pasar gritó, sin poder evitar que una lágrima cayera pos sus ojos, lamentándose a sus adentros morir a esa tempran
Se despertó aturdida, estaba segura que hace tan solo unos segundos estaba luchando por su vida con un brazo desangrándose y a una amiga histérica gritando que no se durmiera. Sus ojos enfocaron el techo del lugar en el que se encontraba, uno blanco y mohoso que le hizo tener una idea básica de donde estaba, levantó su cuerpo para sentarse levemente y ver las paredes del mismo color que el techo pero más esterilizado, con algunas imitaciones de famosos cuadros colgando en una cara del cuarto, el pitido del monitor que mostraba sus actuales signos vitales le ponía incómoda, y mas aquel artefacto en su dedo que marcaba el número cien constantemente. Soltó un quejido al usar su brazo lesionado para acomodarse en la dura cama, con esfuerzo lo logró quedando en una posición mucho más cómoda que la anterior, su mirada cayó en su amiga rubia durmiendo perezosa
Era un nuevo día en la escuela, el primero desde el ataque lobuno en el bosque. Ella y Bianca se habían prometido silenciosamente no hablar y olvidar parcialmente del tema algo delicado para ambas para dejar que el tiempo se lo llevara al igual que la herida de su brazo (Exactamente en el antebrazo) lo que impedía moverlo cómodamente. El día era soleado, las nubes estaban dispersas dejando pasar mucho más fuerte los rayos del sol, por lo que la temperatura estaba elevada, lo que era igual a mucha gente sudorosa, con el calor corporal elevado y muy juntos, era como un suicidio seguro, por lo que había decidido evitar aquel fatídico destino con los desconocidos llegando…una hora antes, donde solo se encontraban dos personas vistiendo con el uniforme de verano que el colegio les daba a el primer ciclo (Primer, según y tercer año).Arwen, quien iba en el último a&nti
Recuerdos parte uno:[Escenas fuertes, no aptas para personas sensibles. Ver bajo responsabilidad]Aquellos días lejanos llegaban a su mente, y de una cosa a la otra, su cerebro le mostró algo casi perdido, retomando un recuerdo que estaba muy dentro de su subconsciente; Aquel día.Ella tan solo tenía diez años, vivía con sus padres quienes se habían hecho pareja años atrás (Desde que eran adolescentes). Aquel día era uno común y corriente, como cualquier otro, solo con la simpleza de que la familia de tres veía una película en la nueva televisión que hace días habían comprado. Arwen, en su corta primera década, era tan sería como siempre, pero son sus padres era otra histo
Recuerdos parte dos: Una mujer en sus jóvenes treinta y dos años llevaba de la mano a una niña de diez, los ojos de ambas parecían dos sacos negros he hincado por el momento que tuvieron horas atrás, cuando presenciaron como dos tumbas eran cavadas bajo la tierra honrado la fatídica y misteriosa muerte de Mark y Calendaría Romcleth, padres, hermanos y seres fantásticos que lucharon hasta el último aliento contra su atacante desconocido, quien no había dejado ni una absoluta huella para que los policías científicos lo encontraran con pistas. La mayor llevaba consigo una maleta rosada con dibujos infantiles en ella demostrando que pertenecía a la niña desecha junto a ella, la custodia quedó para la castaña, quien estaba feliz y consciente de ello mucho antes de que los padre de Arwen muriesen, y a pesar de las ho
Aquellos insólitos días de melancolía perduraban en la extensa y extraña mente de Arwen, como una melancólica canción pegadiza que te hace llorar sin que tu quieras, que mientras mas resonaba en su cabeza, mucho mas la odiaba. Inconscientemente empezó a disolver esos recuerdos dolorosos y borrosos, dejando que se dispersaron en su mente mientras volvía a la realidad en la que estaba metida. Abrió sus ojos con pesadez y suspiró con decepción dándose cuenta de que aún estaba en su cuarto, recordando que ella misma había pasado su primer día (Luego de su accidente) de forma extraña para luego regresar a su casa una vez terminadas las clases, encerrándose en su cuarto para recordar esos viejos y tormentosos recuerdos. Abrumada se desplomó sobre su cama sintiendo el viejo colchón hundirse con su propio peso, y las sabanas tocar su espal
La intrigante conversación que tuvo con su tía había sido lo mas interesante que había pasado en esos cuatro días sin verla, puesto que la semana de exámenes se acercaba y la adulta se encerraba en la sala de estudio sin dejar que ella se acercara. Para su mente imaginativa y maquinadora solo podía pensar en miles de escenarios donde mostraba una hipótesis de lo que estaba sucediendo ahí adentro, aquella charla extraña le había dejado un mal sabor de boca. Sabía con exactitud que Melissa ocultaba algo, estaba segura de que, el día de la charla, su tía estaba a punto de decirle algo que parecía ser importante, algo que realmente le atormentaba, pero estaba segura de que la mayor aún no estaba lista para soltar ese tan misterioso secreto suyo. Estaba en el pasillo que tenía el colegio, algo angosto pero útil, las paredes estaban adornadas con los casilleros rojos de lado a lado, con grandes y negros números que ayudaban a los alumnos a identificar el suyo. Era la hora de cambio, donde
El pequeño moreno relajó su mirada al ve de quien se trataba, hasta se le iluminaron con gran admiración al ver que ella, su heroína y la mujer mas valiente que había visto en sus cortos quince años. Se levantó del asiento con emoción mal disimulada, ocultando la sonrisa que amenazaba por salir de su boca en contra de su voluntad. Arwen caminó a paso apresurado hacía el para evitar que se lastimara por aquel movimiento tan brusco de su parte, apartando la mirada de sus ojos algo avergonzada al sostener su brazo en un impedimento suyo para que el chico no se moviera.—¡Si! Es decir, si...soy Pablo— Sonrió extendiendo delicadamente su mano hacía la cobriza, quien con gusto y algo extrañada acepto el saludo del muchacho— Espero no sonar grosero pero...¿Qué e lo que haces aquí?— Preguntó volviéndose a sentar en la silla de material plástico que tenía el hospital.—A decir verdad, yo...yo vengo a disculparme contigo.— Confesó mirando hacía otro lado, suspirando antes de sentarse a un lado,