El chico parpadeó un par de veces, él arrugó el entrecejo al intentar abrir los ojos, la luz de la habitación le hizo gemir, le llevó unos segundos poder adaptarse a la luz, mientras se preguntaba ¿Qué es lo que había sucedido?
El sonido de un disparo se abrió paso por su cabeza y el recuerdo de la bala abriéndose paso por su carne le hizo gemir, un tono lastimero.
—¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes? —la voz fuerte y fría le hizo dar un pequeño susto, ladeó la cabeza ligeramente para encontrarse con el dueño de aquella voz. Su sorpresa fue mayúscula al reconocer al jefe de la policía, Benjamín Davis, el hombre por quién él había recibido un disparo.
Y el hombre no parecía nada contento, su mirada le hizo temblar e incluso hizo que la piel se le erizara, él no sabía si era de miedo, o de…
—No estoy muerto —murmuró para apartar los pensamientos de su cabeza mientras el jefe de la policía gruñía como si fuese un animal herido.
Nick Turner se rio de su pensamiento, el único herido aquí era él…
—Afortunadamente, no lo estás. ¿Se puede saber en qué demonios estabas pensando para cruzarte entre esa puta bala y yo? ¿Tienes idea de lo comprometido que eso me deja ante mis superiores? —bramó con enojo.
Nick no pudo evitar sentirse ridículamente tonto y para colmo también se sentía como un niño regañado luego de una travesura.
—Deberías estar agradecido —susurró, sintiendo como el enojo nacía dentro de él por la manera en la que era tratado por el oficial.
—¿Qué?
—¡Te salvé la vida! —gritó y lo lamentó más rápido de lo que pudo imaginar. Una punzada atravesó su cráneo y su herida palpitó bajo su mano como si fuera otro corazón latiendo dentro de su cuerpo.
—Te dije que no te movieras del maldito auto, Nick. ¿Crees que soy tan idiota como para no usar un chaleco antibalas? —preguntó—. ¿Piensas que no iba tan malditamente preparado para cualquier eventualidad? ¡Soy un maldito agente entrenado! —gritó caminando de un lado a otro. Se mesó el cabello y la frustración se acentuó en su rostro.
El joven abrió y cerró la boca, no sabía qué responder. Darse cuenta de que había sido un idiota temerario no lo hacía sentir mejor, todo lo contrario. Le hacía sentir un reverendo imbécil. ¡Por supuesto que Benjamín estaba utilizando un puto chaleco antibalas, ese día estaba en una jodida misión!
Sin embargo, en ese momento él no tuvo tiempo de reflexionar en nada y mucho menos pudo pensar en lo peligroso que podía ser cubrir un cuerpo grande y bien dotado con un cuerpo joven y en desarrollo.
—Entonces, ¿esperas que me disculpe por salvarte? —preguntó mirándolo fijamente.
—No, Nick. No quiero que te disculpes por eso, fue una estupidez de tu parte, pero te lo agradezco —la respuesta de Benjamín dejó pasmado a Nick.
¿Podía alguien ser más agradecido que esto? Realmente el muchacho lo dudaba. Benjamín ni siquiera pudo relajar la expresión de su rostro y su mirada severa lo taladró sin misericordia.
—¿Cómo está Oliver? —preguntó luego de un corto silencio en la habitación.
—El señor Campbell, está bien. Fue dado de alta ayer por la noche.
—¿Por la noche? —repitió como si fuera un idiota. «A ojos de Benjamín Davis lo eres», pensó sin poder evitarlo.
—Sí, tú has dormido dos días y una noche —anunció el oficial.
—¡Demonios, voy a quedarme sin trabajo! —gritó, en el antro donde trabajaba por las noches no se permitían muchas faltas y él estaba en la cuerda floja.
Tenía más de un motivo para estar asustado, tenía muchas cosas que pagar, no podía darse el lujo de perder el trabajo.
—No te preocupes por los gastos del hospital, voy a hacerme cargo de tus facturas, Turner —dijo llamándolo por su apellido. Marcando una línea entre ellos.
—No hace falta, señor oficial, me haré cargo de mis gastos. Después de todo solo he sido un idiota que se cruzó entre la bala y un chaleco antibalas —pronunció con enojo.
Benjamín Davis, no era conocido por su paciencia y mucho menos por ser un hombre delicado. Realmente había querido decir lo que había dicho y no pensaba retirarlo.
Sin embargo, no podía evitar pensar que el chiquillo era un tonto. Un tonto valiente debía reconocer.
—Te he dicho que me haré cargo yo y es lo que haré. Vendré más tarde, ahora tengo que hablar con mi agente que permitió que todo esto sucediera —Por cierto, también cuidaré de ti mientras te recuperas y no acepto un no por respuesta. Es mi obligación.
—¿Obligación? —preguntó sin poder evitarlo.
—Soy un hombre responsable de mi equipo, Turner, y fue culpa de mi escuadrón que Maya Campbell disparara contra un civil.
—¡Un civil mis pelotas! ¡Esa mujer te disparó a ti!
—Pero fuiste tú quien salió herido. Vendré a verte por la tarde —dijo antes de marcharse.
Nick sintió un profundo enojo. Primero: consigo mismo por exponer su vida tan tontamente y segundo: con Benjamín Davis, por tratarlo como un idiota.
Nick miró la espalda ancha del hombre, Benjamín era lo más parecido a la mole, tenía un cuerpo de infarto y un puto humor capaz de congelar el infierno.Llevaba solamente una tarde viviendo con el hombre y lo único que deseaba era salir corriendo lo más lejos posible de él.—Deja de mirarme como si fuera a saltarte encima de un momento a otro —dijo Benjamín.—¿Cómo mierda sabes que estoy mirándote? —preguntó Nick con tono ofendido.—Siento tu mirada taladrándome el cuello. Lamento no ser una buena compañía, pero no estoy acostumbrado a tener extraños en mi casa —dijo con una puta honestidad capaz de matar.—No tienes por qué tenerme aquí, te dije que soy muy capaz de cuidarme por mi cuenta Davis, pero tú eres quien quiere ir por ahí con aires de hombre responsable. Puedo irme a casa y continuar con mi vida y olvidarme de toda esta mierda —soltó cruzándose de brazos.Nick se arrepintió de su acción y no pudo evitar dejar escapar un gemido de dolor al sentir la herida de su operación es
Benjamín abrió la puerta de su departamento, esperando encontrar el desastre que había dejado la noche anterior, para su sorpresa, la casa estaba limpia y todo en perfecto orden.Gruñó al imaginar a Nick limpiando la casa, tocando sus cosas, sobre todo tocando aquí y allá, ¿es que no podía pensar por una sola puta vez en él? ¿Qué era lo que le obligaba a pensar en los demás?—Llegaste —dijo Nick saliendo de su habitación y fingiendo que la herida no le dolía en absoluto. El ejercicio de la mañana le había provocado dolor, nada que no pudiera soportar, aun así…—¿¡Se puede saber qué mierda estás haciendo, Nick Turner!? —gritó Benjamín, asustando al chico.—¿Qué es lo que hice? —preguntó él tratando de controlar el tono de su voz, no quería que él se diera cuenta de cuanto le había afectado. Él había sido mesero por muchos años, pero ni siquiera sus clientes le habían gritado de esa manera, ¿Por qué este hombre tenía que ser siempre tan agresivo?—¿Qué fue lo que hiciste, es en serio, N
Las horas para el oficial Davis fueron un borrón y antes de que pudiera darse cuenta estaba en la hora de salida.—¿Vas a quedarte a cubrir turno esta noche? —preguntó su compañero acercándose con el típico vaso de café bien cargado.—No, pero al parecer tienes prisa porque me marche, ¿algo que deba saber? —le inquirió aceptando el café.—En realidad estaba deseando acompañarte a casa y supervisar por mi cuenta cómo te está yendo con una esposa en casa —se burló Richard.—Nick es un hombre, no una mujer, así que guarda tu puto comentario que es innecesario e irrelevante —gruñó Benjamín estrellando el vaso contra el escritorio—. Y no te estoy invitando a mi casa, Richard —agregó antes de ponerse de pie.—¡Estás mal, Benjamín! —gritó el hombre caminando detrás de él—. Desde que decidiste tenerlo bajo tu responsabilidad estás actuando como un tonto —insistió el hombre siguiéndolo al estacionamiento.—Déjame tranquilo, Barton, como broma es suficiente una jodida vez, pero esto es un maldi
Nick técnicamente aterrizó en su departamento, agradeció que Quique estuviese en clases o de lo contrario no sería capaz de ocultar su malestar.Entre el dolor de su operación, el latido alocado de su corazón y las imágenes que acudían a su cabeza se sentía como un completo idiota.¿Qué le importaba a él lo que Benjamín Davis hiciera con aquellos putos consoladores? No era su jodido problema, tal como pensaba que él no era el problema de Benjamín.Nick se sentía terriblemente frustrado y se dejó caer sobre su viejo sofá y se mesó el cabello un par de veces, pero en ninguno de aquellos movimientos pudo encontrar paz.Las imágenes de Benjamín sosteniendo aquellos…—¡Aaah! Deja de pensar, deja de pensar en idioteces, Nick, no es tu jodido problema. ¡Así él decida metérselos por el culo, no es tu maldit0 problema! —gritó dejando caer su cabeza en sus manos.Nick no supo cuánto tiempo pasó desde que llegó a su casa y el tiempo que dormitó en el sillón. La hora en el reloj de su descolorida
Benjamín dio una última mirada a la habitación antes de salir y cerrar la puerta de golpe, estaba furioso y la culpa no era de nadie más que de Nick Turner.El oficial de la policía no estaba acostumbrado a ser dejado atrás, jamás en toda su vida alguien se había atrevido a tanto y Nick no iba a ser el primero en hacerlo y él estaba más que dispuesto a dejárselo en claro.Le dejaría en claro que era él quien decidía el momento en que todo terminaba y no al revés. Con aquellos pensamientos volvió al comedor, tomó las bolsas de comida y las metió a la nevera. Estaba tan enojado que el hambre se le había quitado.A la mañana siguiente, fue directamente a la oficina y se concentró en su trabajo. Lo último que necesitaba era pensar en Nick Turner, ese chiquillo malagradecido no merecía ni un solo pensamiento de su parte. No cuando había sido él quien había decidido marcharse sin dejar ninguna jodida nota.—¿De malas? —preguntó Richard entrando a la oficina para disgusto de Benjamín y aunqu
—¿Voy a arrestarte, a esposarte y luego...? ¿Qué, Nick? —preguntó Benjamín tras el silencio abrupto por parte del joven.Nick lo miró y cada impuro pensamiento que acudió a su cabeza le hizo sonrojar de manera violenta. Las mejillas del chico se tornaron rojas, un rojo vivo que bien podía ser por la vergüenza o por la furia que sentía ante el atropello de Benjamín Davis.—¿Nick? —insistió Benjamín al ver el cambio en el rostro del chico.—Déjame en paz, no tienes ninguna jodida responsabilidad conmigo. Soy un hombre mayor de edad y dueño de mí mismo. No voy a tu casa para que me sigas tratando como la mierd4 que no soy, ¿me estás entendiendo? —rebatió Nick con un enojo que no sentía.—Eres un caso perdido, Nick, no voy a obligarte a nada que no quieras, no obstante, te recuerdo que tu operación no fue cualquier cosa. Si no te cuidas tú, nadie lo hará por ti —dijo cambiando la expresión de su rostro y bajando dos octavas a su voz.—Y por supuesto que tú estás entre ese: “nadie lo hará
Benjamín caminó de un lado a otro en la sala de espera. Él se había hecho cargo de enviar al tipo que atacó a Nick a prisión y esperaba que no saliera pronto, porque personalmente se iba a hacer cargo de hacerle la vida miserable si a Nick llegaba a pasarle algo.—¿Café? —preguntó Enrique acercándose con cierto temor a Benjamín.El jefe de la policía lo miró y asintió. Quería interrogarlo y saber lo que había ocurrido para que Nick terminara peleándose con el tipo. Pero decidió que le daría un par de horas al chico, de una u otra manera necesitaba su declaración para mantener al sujeto en prisión.—Gracias —dijo al darse cuenta de que el chico seguía de pie delante de él con la mano estirada y el vaso de café entre sus dedos.—Gracias por salvarnos, realmente, no sé qué hubiera pasado. No me atrevo a pensar lo que habría sido de Nick si no te hubiese encontrado. Pedí ayuda y todos me ignoraron.—Será mejor esperar a que el doctor salga, no sabemos cómo está tu hermano. Me gustaría sab
Nick no tuvo tiempo de pensar en una respuesta a sus cuestionamientos, no cuando Benjamín Davis hacía una jodida entrada triunfal.Su rostro serio y su mirada afilada se posaron sobre Nick. El chico experimentó un fuerte escalofrío, correr por su columna vertebral y extenderse por cada nervio de su cuerpo.—¿Podrías dejarnos a solas, Enrique? —preguntó con seriedad el oficial.—No hay nada de que hablar, oficial Davis, todo se ha dicho entre nosotros —soltó Nick de manera abrupta.—Espera afuera, Enrique —ordenó Benjamín para disgusto de Nick.—Quique…—Esperaré afuera —dijo el chico saliendo con prisa, él podía sentir la tensión manar de ellos dos y por alguna razón le pareció que el aura de Benjamín era mucho más peligrosa que el de su propio hermano.—No tienes derecho a darle órdenes, Quique es hermano mío, no tuyo —espetó mientras trataba de incorporarse y sentarse contra la pared.—Te equivocas, Nick, a partir de ahora tu hermano estará bajo mi resguardo…—¿Qué estás diciendo? —