Benjamín abrió la puerta de su departamento, esperando encontrar el desastre que había dejado la noche anterior, para su sorpresa, la casa estaba limpia y todo en perfecto orden.
Gruñó al imaginar a Nick limpiando la casa, tocando sus cosas, sobre todo tocando aquí y allá, ¿es que no podía pensar por una sola puta vez en él? ¿Qué era lo que le obligaba a pensar en los demás?
—Llegaste —dijo Nick saliendo de su habitación y fingiendo que la herida no le dolía en absoluto. El ejercicio de la mañana le había provocado dolor, nada que no pudiera soportar, aun así…
—¿¡Se puede saber qué m****a estás haciendo, Nick Turner!? —gritó Benjamín, asustando al chico.
—¿Qué es lo que hice? —preguntó él tratando de controlar el tono de su voz, no quería que él se diera cuenta de cuanto le había afectado. Él había sido mesero por muchos años, pero ni siquiera sus clientes le habían gritado de esa manera, ¿Por qué este hombre tenía que ser siempre tan agresivo?
—¿Qué fue lo que hiciste, es en serio, Nick? —preguntó con voz amenazante, caminó con determinación hasta llegar al muchacho—. ¡No puedes hacer ningún maldito esfuerzo!
—No soy ningún lisiado, Benjamín, estoy recuperándome malditamente bien de la operación. ¡Es más, debería estar trabajando en el antro! —gritó ante el comportamiento del agente.
—¡Y una m****a, entre menos te cuidas, más tiempo tardarás en irte de mi casa!
El silencio fue casi sepulcral luego de aquella explosión e intercambio de palabras. Nick miró al hombre frente a él, su rostro mostraba molestia y ningún tipo de remordimiento por sus palabras.
El joven comprendió que solamente era una carga y nada más. Nick se mordió el labio para no llorar, él… él solo quería pagar de alguna manera lo que Benjamín estaba haciendo por él.
—La cena está lista, si no te gusta puedes tirarla en el bote de la basura —dijo.
Nick se olvidó del dolor en su costado, se giró con más brusquedad de la necesaria y caminó a la habitación, cerró dando un portazo y se dejó caer sobre la cama, haló una almohada y la mordió para que él no escuchara su llanto.
Entre tanto, Benjamín se sintió como un completo imbécil por tratar al muchacho con tanta dureza y no podía continuar diciendo que era porque no estaba acostumbrado a la presencia de otra persona en su casa; porque sabía que no era solamente eso. Nick tenía algo que le hacía sentir incómodo, no de mala manera, pero tampoco de la manera correcta.
Dejar que lo acompañara durante una misión había sido un error, traerlo a casa, había sido su elección y lo mínimo que podía hacer era tratarlo bien.
Con la frustración bullendo en su interior se dirigió a la cocina y destapó la cacerola. La sopa olía realmente exquisita y se había fijado que Nick únicamente había empleado verduras para cuidar su dieta.
El policía se pasó la mano sobre el rostro con frustración, caminó y golpeó la puerta un par de veces, pero no obtuvo respuesta alguna por parte del muchacho.
Volvió a la cocina y sirvió dos tazas y dos vasos de jugo, los llevó hasta la mesa, antes de volver a llamar a la puerta del chico.
—Nick, tienes que comer, no puedes dormirte sin tener algo de alimento en tu estómago —dijo mientras golpeaba dos veces más.
—¡Déjame en paz! —gritó Nick al otro lado de la puerta.
—No quise decir lo que dije —mintió y por alguna razón sabía que Nick lo sabía y que eso solo empeoraría las cosas.
—¿De verdad? —preguntó Nick abriendo la puerta de manera abrupta.
—Sí. —Mintió de nuevo.
—Pues no te creo, ¿piensas que soy estúpido?
—No.
—Lo piensas, piensas que solamente un idiota como yo se cruzaría entre una bala y su objetivo, ¿Y sabes qué?
—¿Qué?
—Tienes razón, independientemente si tenías o no un puto chaleco antibalas. No era mi puto problema. No era asunto mío y debió valerme m****a lo que te pasara en ese momento. Pero no, lo primero que hice fue no pensar en mí y pensar en ti. Y pensar que estaba salvándote el culo, cuando lo único que estaba haciendo era ofrecer mi carne al cañón. ¡Así que vete a la m****a!
Nick Turner no esperó una respuesta del agente y antes de que pudiera decir algo, le cerró la puerta en las narices.
—¡Maldita sea Nick, deja de comportarte como un niño! —gritó Benjamín tras salir de su asombro.
Nunca, jamás en la vida, nadie se había atrevido a tanto. Benjamín no podía creer que un hombre como Nick Turner lo tratara de esa manera y encima le cerrara la puerta en sus narices y en su propia casa.
Con todo el enojo que sentía, volvió a la mesa y estuvo tentado a tirar la sopa, pero luego de reflexionarlo por unos segundos, decidió que no podía pelear con la comida y que si Nick deseaba pasar hambre no era su maldito problema.
A la mañana siguiente, Benjamín salió antes de que el sol saliera, no tenía ánimos de ver a Nick y mucho menos de volver a discutir con él, esa tarde procuraría hacer mercado y volver lo más tarde posible, quizá comer fuera de casa fuera la mejor opción. Sí, eso era lo mejor. Verlo el menor tiempo posible haría que los días que faltaban para que se fuera de casa se sintieran menos agobiantes.
Nick escuchó la puerta cerrarse, tenía hambre, saltarse la cena no era una buena cosa. No obstante, compartir la mesa con Benjamín tampoco se le antojaba. El hombre era peor de lo que pensó.
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—¿Problemas con tu nuevo inquilino? —preguntó Richard acercándose a Benjamín con una taza de café.
—Nada de tu incumbencia y por tu bien, deja a Nick fuera de todo esto —le advirtió.
No era que estuviera interesado en defender al muchacho, pero escuchar su nombre todo el día no era algo que deseaba hacer y eso solo empeoraría la situación.
—Parece que te ha pegado duro, si no supiera que eres tan malditamente heterosexual, creería que estás interesado en él. ¿Has visto su rostro? —preguntó Richard.
—¿Qué tiene su rostro? —rebatió—. Nick es un hombre como todos, nada en especial —dijo volviendo su atención a los papeles.
—¡Dios, debes estar ciego! —exclamó Richard poniéndose de pie.
—Tiene unos labios y una boca, te aseguro que sabe muy bien cómo usarla y no precisamente sobre un coño.
Benjamín apretó los puños y levantó el rostro con intención de enfrentar a su colega, pero Richard se había marchado ya.
—Maldita sea —gruñó Benjamín al imaginarse la boca de Nick sobre su polla…
Las horas para el oficial Davis fueron un borrón y antes de que pudiera darse cuenta estaba en la hora de salida.—¿Vas a quedarte a cubrir turno esta noche? —preguntó su compañero acercándose con el típico vaso de café bien cargado.—No, pero al parecer tienes prisa porque me marche, ¿algo que deba saber? —le inquirió aceptando el café.—En realidad estaba deseando acompañarte a casa y supervisar por mi cuenta cómo te está yendo con una esposa en casa —se burló Richard.—Nick es un hombre, no una mujer, así que guarda tu puto comentario que es innecesario e irrelevante —gruñó Benjamín estrellando el vaso contra el escritorio—. Y no te estoy invitando a mi casa, Richard —agregó antes de ponerse de pie.—¡Estás mal, Benjamín! —gritó el hombre caminando detrás de él—. Desde que decidiste tenerlo bajo tu responsabilidad estás actuando como un tonto —insistió el hombre siguiéndolo al estacionamiento.—Déjame tranquilo, Barton, como broma es suficiente una jodida vez, pero esto es un maldi
Nick técnicamente aterrizó en su departamento, agradeció que Quique estuviese en clases o de lo contrario no sería capaz de ocultar su malestar.Entre el dolor de su operación, el latido alocado de su corazón y las imágenes que acudían a su cabeza se sentía como un completo idiota.¿Qué le importaba a él lo que Benjamín Davis hiciera con aquellos putos consoladores? No era su jodido problema, tal como pensaba que él no era el problema de Benjamín.Nick se sentía terriblemente frustrado y se dejó caer sobre su viejo sofá y se mesó el cabello un par de veces, pero en ninguno de aquellos movimientos pudo encontrar paz.Las imágenes de Benjamín sosteniendo aquellos…—¡Aaah! Deja de pensar, deja de pensar en idioteces, Nick, no es tu jodido problema. ¡Así él decida metérselos por el culo, no es tu maldit0 problema! —gritó dejando caer su cabeza en sus manos.Nick no supo cuánto tiempo pasó desde que llegó a su casa y el tiempo que dormitó en el sillón. La hora en el reloj de su descolorida
Benjamín dio una última mirada a la habitación antes de salir y cerrar la puerta de golpe, estaba furioso y la culpa no era de nadie más que de Nick Turner.El oficial de la policía no estaba acostumbrado a ser dejado atrás, jamás en toda su vida alguien se había atrevido a tanto y Nick no iba a ser el primero en hacerlo y él estaba más que dispuesto a dejárselo en claro.Le dejaría en claro que era él quien decidía el momento en que todo terminaba y no al revés. Con aquellos pensamientos volvió al comedor, tomó las bolsas de comida y las metió a la nevera. Estaba tan enojado que el hambre se le había quitado.A la mañana siguiente, fue directamente a la oficina y se concentró en su trabajo. Lo último que necesitaba era pensar en Nick Turner, ese chiquillo malagradecido no merecía ni un solo pensamiento de su parte. No cuando había sido él quien había decidido marcharse sin dejar ninguna jodida nota.—¿De malas? —preguntó Richard entrando a la oficina para disgusto de Benjamín y aunqu
—¿Voy a arrestarte, a esposarte y luego...? ¿Qué, Nick? —preguntó Benjamín tras el silencio abrupto por parte del joven.Nick lo miró y cada impuro pensamiento que acudió a su cabeza le hizo sonrojar de manera violenta. Las mejillas del chico se tornaron rojas, un rojo vivo que bien podía ser por la vergüenza o por la furia que sentía ante el atropello de Benjamín Davis.—¿Nick? —insistió Benjamín al ver el cambio en el rostro del chico.—Déjame en paz, no tienes ninguna jodida responsabilidad conmigo. Soy un hombre mayor de edad y dueño de mí mismo. No voy a tu casa para que me sigas tratando como la mierd4 que no soy, ¿me estás entendiendo? —rebatió Nick con un enojo que no sentía.—Eres un caso perdido, Nick, no voy a obligarte a nada que no quieras, no obstante, te recuerdo que tu operación no fue cualquier cosa. Si no te cuidas tú, nadie lo hará por ti —dijo cambiando la expresión de su rostro y bajando dos octavas a su voz.—Y por supuesto que tú estás entre ese: “nadie lo hará
Benjamín caminó de un lado a otro en la sala de espera. Él se había hecho cargo de enviar al tipo que atacó a Nick a prisión y esperaba que no saliera pronto, porque personalmente se iba a hacer cargo de hacerle la vida miserable si a Nick llegaba a pasarle algo.—¿Café? —preguntó Enrique acercándose con cierto temor a Benjamín.El jefe de la policía lo miró y asintió. Quería interrogarlo y saber lo que había ocurrido para que Nick terminara peleándose con el tipo. Pero decidió que le daría un par de horas al chico, de una u otra manera necesitaba su declaración para mantener al sujeto en prisión.—Gracias —dijo al darse cuenta de que el chico seguía de pie delante de él con la mano estirada y el vaso de café entre sus dedos.—Gracias por salvarnos, realmente, no sé qué hubiera pasado. No me atrevo a pensar lo que habría sido de Nick si no te hubiese encontrado. Pedí ayuda y todos me ignoraron.—Será mejor esperar a que el doctor salga, no sabemos cómo está tu hermano. Me gustaría sab
Nick no tuvo tiempo de pensar en una respuesta a sus cuestionamientos, no cuando Benjamín Davis hacía una jodida entrada triunfal.Su rostro serio y su mirada afilada se posaron sobre Nick. El chico experimentó un fuerte escalofrío, correr por su columna vertebral y extenderse por cada nervio de su cuerpo.—¿Podrías dejarnos a solas, Enrique? —preguntó con seriedad el oficial.—No hay nada de que hablar, oficial Davis, todo se ha dicho entre nosotros —soltó Nick de manera abrupta.—Espera afuera, Enrique —ordenó Benjamín para disgusto de Nick.—Quique…—Esperaré afuera —dijo el chico saliendo con prisa, él podía sentir la tensión manar de ellos dos y por alguna razón le pareció que el aura de Benjamín era mucho más peligrosa que el de su propio hermano.—No tienes derecho a darle órdenes, Quique es hermano mío, no tuyo —espetó mientras trataba de incorporarse y sentarse contra la pared.—Te equivocas, Nick, a partir de ahora tu hermano estará bajo mi resguardo…—¿Qué estás diciendo? —
«Te aseguro que los guardaré muy bien, en un lugar donde solamente tú puedas verlos»«Donde solamente tú puedas verlos»«Donde solamente tú puedas verlos»Nick Turner no había dejado de pensar en aquellas palabras dichas por Benjamín Davis. Habían pasado dos días desde que él las pronunciara y él seguía escuchándolas cada vez que cerraba los ojos. Era imposible no hacerlo y mucho más difícil era evitar que su mente jugara con él y que proyectara esas imágenes no aptas para menores en su cabeza.Nick estaba convencido de que algo no estaba bien con él. ¿Qué razones podía tener para fantasear con un hombre que no lo quería cerca? ¿Qué razones tenía Benjamín para decirle aquellas palabras?, y lo más importante de todo ¿Cómo se suponía que debía interpretarlas?—¿Estás bien, Nick? —preguntó Enrique al escuchar gemir a su hermano.El joven había entrado hacía unos minutos y creyó que Nick estaba dormido al verlo con los ojos cerrados, se asustó ligeramente cuando la respiración de su herma
Benjamín recogió las cosas que habían caído al piso, guardó el contenido de nuevo en la pequeña caja de madera, todo excepto ese pequeño vibrador. Él no iba a dejar pasar la oportunidad de molestar a Nick.Nick escondía algo y él quería averiguar de lo que se trataba…Benjamín salió del piso con una sonrisa en los labios, volvió al auto y sin decir ni media palabra se puso en marcha. Esa noche pasaría a saludar a Nick, antes de coger el turno en la estación de policía.—¿Por qué tengo la impresión de que estás de buen ánimo? —preguntó Enrique mientras bajaban del auto frente a la casa de Benjamín.—Tonterías, estoy igual que siempre. Vamos, ve adentro y acomoda tus cosas en la habitación que estás ocupando hasta ahora, yo pasaré a visitar a Nick al hospital antes de ir a la estación.—¿Trabajas hoy? —preguntó Enrique mientras cogía su pequeña maleta y caminaba al interior de la casa con Benjamín detrás de él.—Tengo turno, pero vendré mañana temprano, no tienes que preocuparte por com