Las horas para el oficial Davis fueron un borrón y antes de que pudiera darse cuenta estaba en la hora de salida.
—¿Vas a quedarte a cubrir turno esta noche? —preguntó su compañero acercándose con el típico vaso de café bien cargado.
—No, pero al parecer tienes prisa porque me marche, ¿algo que deba saber? —le inquirió aceptando el café.
—En realidad estaba deseando acompañarte a casa y supervisar por mi cuenta cómo te está yendo con una esposa en casa —se burló Richard.
—Nick es un hombre, no una mujer, así que guarda tu puto comentario que es innecesario e irrelevante —gruñó Benjamín estrellando el vaso contra el escritorio—. Y no te estoy invitando a mi casa, Richard —agregó antes de ponerse de pie.
—¡Estás mal, Benjamín! —gritó el hombre caminando detrás de él—. Desde que decidiste tenerlo bajo tu responsabilidad estás actuando como un tonto —insistió el hombre siguiéndolo al estacionamiento.
—Déjame tranquilo, Barton, como broma es suficiente una jodida vez, pero esto es un maldito acoso y me harás pensar que tienes interés en Nick —dijo abriendo la puerta de su camioneta.
—Podría ser, Nick tiene una boquita bastante follable, no quiero pensar en cómo su agujero se cerraría sobre mi polla mientras lo follo sin piedad —dijo el hombre quien era abiertamente gay y hasta ese momento Benjamín no había tenido ningún maldito problema con eso, no hasta el momento que Richard convirtió a Nick en el objeto de su fantasía.
Richard Barton ni siquiera lo vio venir y antes de que pudiera evitar el golpe fue lanzado sobre el suelo con el labio partido debido al puñetazo que Benjamín le había regalado.
—¡Maldita sea, Benjamín! —gritó el hombre limpiándose la sangre de su labio partido.
—Te lo he advertido, Richard, no te metas con Nick Turner —gruñó Benjamín, sin imaginar que estaba despertando el lado competitivo de su compañero.
—Tú eres hetero, pero dudo mucho que Nick lo sea y si puedo anotarle un gol, lo haré sin problema —aseguró el hombre poniéndose de pie y dejando que la sangre corriera por la comisura de sus labios.
Benjamín lo miró y sin decir nada subió a su camioneta, decidido a sacarse el sabor amargo de la boca por culpa de Richard Barton.
Mientras tanto, Nick abrió la puerta de la casa de Benjamín, eran casi las seis de la tarde y por un momento creyó que se encontraría con el hombre esperándolo en la sala, pero se había equivocado. No había rastro del tipo y no sabía si sentirse tranquilo o preocupado.
Luego de ver a su hermano y de conversar con él, habían ido a almorzar y a dar un paseo por el parque. Lo había disfrutado muchísimo, tanto como para tomar la decisión de volver a su departamento y descansar un par de días y disfrutar de las horas con Enrique.
No obstante, no quería marcharse sin darle las gracias al oficial Davis, después de todo lo amable y cordial…, que había sido con él.
Nick no pudo evitar reírse de su propio sarcasmo, ese hombre tenía de amable y cordial lo que él tenía de santo.
Nick lo esperó por un par de minutos, pero el agente no se dignó a aparecer, por lo que caminó a la cocina para servirse un vaso de agua y tomar sus medicamentos. La herida dolía menos y estaba seguro de que si se cuidaba adecuadamente su recuperación sería más pronto de lo previsto.
El pensamiento le hizo sonreír, él podría volver a trabajar antes de lo esperado y poder ser económicamente independiente y olvidarse de policías y secuestros.
Total, lo que pasara con Benjamín Davis no era su maldit0 problema.
Luego de ver la hora en su reloj y ver que pasaban de las diez, Nick se resignó. Caminó a su habitación mientras pensaba que sí había vuelto a esta casa, había sido únicamente por sus medicamentos y sus dos mudas de ropa que tenía y nada más.
«Entonces, ¿Por qué no coges tus dos trapos y terminas de largarte de aquí?», le interrogó su propia conciencia.
Nick hizo caso omiso de aquellas palabras y se tiró a dormir.
Entre tanto, Benjamín abrió la puerta de su casa, miró su reloj, eran poco más de las dos de la mañana, se maldijo porque al siguiente día tenía que entrar a la oficina a primera hora. Pero había necesitado tanto un poco de libertad y de aire fresco. Ahora podía pensar con la cabeza fría, y aunque no se había comportado muy bien con Nick esos primeros días, por lo menos intentaría hacer las paces con él.
—Lo haré mañana al volver del trabajo, ninguno tiene ninguna m*****a prisa —murmuró caminando a su habitación.
Se detuvo cuando pasó frente a la puerta del chico, recordó las palabras de Richard e inevitablemente apretó los puños y gruñó como si fuera un animal salvaje.
—Tenerte aquí es una muy mala idea, tan mala, que no sé en lo que estaba pensando al traerte a mi casa —masculló mientras continuaba su camino.
No obstante, Nick pudo escuchar claramente aquellas palabras y fueron como un golpe seco directamente sobre su herida.
Le dolía y aunque no tenía una puta idea del porqué, tampoco quiso preguntárselo. Benjamín solamente era un conocido, nadie importante en su vida, nadie importante, era simplemente otro hombre más.
A la mañana siguiente, Nick se puso de pie tan pronto como escuchó la puerta cerrarse, se dio una rápida ducha cuidando de no mojar su herida, se vistió y preparó la bolsa con sus medicamentos y su ropa, ordenó la cama y borró todo rastro de él.
Salió y se dirigió a la cocina para prepararse un desayuno rápido, nada que llevara mucho tiempo. Nada que retrasara su estadía en aquella casa.
Una vez que terminó de desayunar, estuvo tentado a dejar todo el desorden y hacerlo enfadar una vez más, pero seguramente al tipo le importaría una mierd4, así que decidió dejar todo limpio antes de marcharse.
No obstante, la puerta entreabierta del hombre le hizo pensarlo dos veces, había ropa tirada dentro de la habitación, entró con paso ligero y calmado, él no iba a tocar nada de lo que ahí había, él no volvería a ordenar sus cosas.
Sin embargo, sus buenas intenciones se fueron a la mierd4 cuando asomó la cabeza un poco más de la cuenta y se encontró con algo que jamás habría podido imaginar.
Nick estiró la mano y sacó el juego de esposas dentro de la gaveta y varios consoladores de todos los tamaños y grosores.
El joven tragó el nudo que se había formado en su garganta al imaginarse a Benjamín utilizando aquellas cosas con su chica de turno. Inmediatamente, entendió el malestar que sentía teniéndolo en casa.
Con él, viviendo bajo su mismo techo, no podía traer a ninguna mujer para sus encuentros sexuales. Debía ser muy difícil para el oficial vivir en castidad por su causa, ¿Era por eso que había llegado tarde anoche? ¿Era por eso que tenerlo en casa era una muy mala idea?
El sabor amargo de la hiel subió por su garganta y le hizo dejar de mirar y salir corriendo, poco faltó para caerse mientras se vio enredado en los pantalones del hombre.
Su corazón latía a toda prisa y como pudo cogió su bolsa y salió sin dejar ni una sola maldit4 nota. Después de todo él solamente era una jodida responsabilidad, únicamente era una puta mala idea.
Nick técnicamente aterrizó en su departamento, agradeció que Quique estuviese en clases o de lo contrario no sería capaz de ocultar su malestar.Entre el dolor de su operación, el latido alocado de su corazón y las imágenes que acudían a su cabeza se sentía como un completo idiota.¿Qué le importaba a él lo que Benjamín Davis hiciera con aquellos putos consoladores? No era su jodido problema, tal como pensaba que él no era el problema de Benjamín.Nick se sentía terriblemente frustrado y se dejó caer sobre su viejo sofá y se mesó el cabello un par de veces, pero en ninguno de aquellos movimientos pudo encontrar paz.Las imágenes de Benjamín sosteniendo aquellos…—¡Aaah! Deja de pensar, deja de pensar en idioteces, Nick, no es tu jodido problema. ¡Así él decida metérselos por el culo, no es tu maldit0 problema! —gritó dejando caer su cabeza en sus manos.Nick no supo cuánto tiempo pasó desde que llegó a su casa y el tiempo que dormitó en el sillón. La hora en el reloj de su descolorida
Benjamín dio una última mirada a la habitación antes de salir y cerrar la puerta de golpe, estaba furioso y la culpa no era de nadie más que de Nick Turner.El oficial de la policía no estaba acostumbrado a ser dejado atrás, jamás en toda su vida alguien se había atrevido a tanto y Nick no iba a ser el primero en hacerlo y él estaba más que dispuesto a dejárselo en claro.Le dejaría en claro que era él quien decidía el momento en que todo terminaba y no al revés. Con aquellos pensamientos volvió al comedor, tomó las bolsas de comida y las metió a la nevera. Estaba tan enojado que el hambre se le había quitado.A la mañana siguiente, fue directamente a la oficina y se concentró en su trabajo. Lo último que necesitaba era pensar en Nick Turner, ese chiquillo malagradecido no merecía ni un solo pensamiento de su parte. No cuando había sido él quien había decidido marcharse sin dejar ninguna jodida nota.—¿De malas? —preguntó Richard entrando a la oficina para disgusto de Benjamín y aunqu
—¿Voy a arrestarte, a esposarte y luego...? ¿Qué, Nick? —preguntó Benjamín tras el silencio abrupto por parte del joven.Nick lo miró y cada impuro pensamiento que acudió a su cabeza le hizo sonrojar de manera violenta. Las mejillas del chico se tornaron rojas, un rojo vivo que bien podía ser por la vergüenza o por la furia que sentía ante el atropello de Benjamín Davis.—¿Nick? —insistió Benjamín al ver el cambio en el rostro del chico.—Déjame en paz, no tienes ninguna jodida responsabilidad conmigo. Soy un hombre mayor de edad y dueño de mí mismo. No voy a tu casa para que me sigas tratando como la mierd4 que no soy, ¿me estás entendiendo? —rebatió Nick con un enojo que no sentía.—Eres un caso perdido, Nick, no voy a obligarte a nada que no quieras, no obstante, te recuerdo que tu operación no fue cualquier cosa. Si no te cuidas tú, nadie lo hará por ti —dijo cambiando la expresión de su rostro y bajando dos octavas a su voz.—Y por supuesto que tú estás entre ese: “nadie lo hará
Benjamín caminó de un lado a otro en la sala de espera. Él se había hecho cargo de enviar al tipo que atacó a Nick a prisión y esperaba que no saliera pronto, porque personalmente se iba a hacer cargo de hacerle la vida miserable si a Nick llegaba a pasarle algo.—¿Café? —preguntó Enrique acercándose con cierto temor a Benjamín.El jefe de la policía lo miró y asintió. Quería interrogarlo y saber lo que había ocurrido para que Nick terminara peleándose con el tipo. Pero decidió que le daría un par de horas al chico, de una u otra manera necesitaba su declaración para mantener al sujeto en prisión.—Gracias —dijo al darse cuenta de que el chico seguía de pie delante de él con la mano estirada y el vaso de café entre sus dedos.—Gracias por salvarnos, realmente, no sé qué hubiera pasado. No me atrevo a pensar lo que habría sido de Nick si no te hubiese encontrado. Pedí ayuda y todos me ignoraron.—Será mejor esperar a que el doctor salga, no sabemos cómo está tu hermano. Me gustaría sab
Nick no tuvo tiempo de pensar en una respuesta a sus cuestionamientos, no cuando Benjamín Davis hacía una jodida entrada triunfal.Su rostro serio y su mirada afilada se posaron sobre Nick. El chico experimentó un fuerte escalofrío, correr por su columna vertebral y extenderse por cada nervio de su cuerpo.—¿Podrías dejarnos a solas, Enrique? —preguntó con seriedad el oficial.—No hay nada de que hablar, oficial Davis, todo se ha dicho entre nosotros —soltó Nick de manera abrupta.—Espera afuera, Enrique —ordenó Benjamín para disgusto de Nick.—Quique…—Esperaré afuera —dijo el chico saliendo con prisa, él podía sentir la tensión manar de ellos dos y por alguna razón le pareció que el aura de Benjamín era mucho más peligrosa que el de su propio hermano.—No tienes derecho a darle órdenes, Quique es hermano mío, no tuyo —espetó mientras trataba de incorporarse y sentarse contra la pared.—Te equivocas, Nick, a partir de ahora tu hermano estará bajo mi resguardo…—¿Qué estás diciendo? —
«Te aseguro que los guardaré muy bien, en un lugar donde solamente tú puedas verlos»«Donde solamente tú puedas verlos»«Donde solamente tú puedas verlos»Nick Turner no había dejado de pensar en aquellas palabras dichas por Benjamín Davis. Habían pasado dos días desde que él las pronunciara y él seguía escuchándolas cada vez que cerraba los ojos. Era imposible no hacerlo y mucho más difícil era evitar que su mente jugara con él y que proyectara esas imágenes no aptas para menores en su cabeza.Nick estaba convencido de que algo no estaba bien con él. ¿Qué razones podía tener para fantasear con un hombre que no lo quería cerca? ¿Qué razones tenía Benjamín para decirle aquellas palabras?, y lo más importante de todo ¿Cómo se suponía que debía interpretarlas?—¿Estás bien, Nick? —preguntó Enrique al escuchar gemir a su hermano.El joven había entrado hacía unos minutos y creyó que Nick estaba dormido al verlo con los ojos cerrados, se asustó ligeramente cuando la respiración de su herma
Benjamín recogió las cosas que habían caído al piso, guardó el contenido de nuevo en la pequeña caja de madera, todo excepto ese pequeño vibrador. Él no iba a dejar pasar la oportunidad de molestar a Nick.Nick escondía algo y él quería averiguar de lo que se trataba…Benjamín salió del piso con una sonrisa en los labios, volvió al auto y sin decir ni media palabra se puso en marcha. Esa noche pasaría a saludar a Nick, antes de coger el turno en la estación de policía.—¿Por qué tengo la impresión de que estás de buen ánimo? —preguntó Enrique mientras bajaban del auto frente a la casa de Benjamín.—Tonterías, estoy igual que siempre. Vamos, ve adentro y acomoda tus cosas en la habitación que estás ocupando hasta ahora, yo pasaré a visitar a Nick al hospital antes de ir a la estación.—¿Trabajas hoy? —preguntó Enrique mientras cogía su pequeña maleta y caminaba al interior de la casa con Benjamín detrás de él.—Tengo turno, pero vendré mañana temprano, no tienes que preocuparte por com
«Lo utilizas en chicas o en ti…»Nick pestañeó un par de veces mientras su cerebro pensaba en una respuesta rápida para darle a Benjamín.Nick no era tonto y sabía muy bien por el tono de voz empleado del hombre que estaba disfrutando de este incómodo momento para él.—¿Usas tus juguetitos en ti mismo, Benjamín? —preguntó con voz seria.—¿Tratas de tirar la pelota a mi techo? —refutó complacido Benjamín.Pese a la voz seria de Nick, él sabía que no estaba sintiéndose seguro, el rojo carmesí en sus mejillas lo delataba luego de haberse puesto blanco como una hoja de papel.—Te estoy haciendo el mismo tipo de pregunta que tú me hiciste, pueda que ambos utilicemos los servicios de ciertos juguetes para lo mismo —explicó con voz serena, aunque por dentro sentía que estaba a punto del colapso.—Quizá… —convino Benjamín alejándose de Nick.—En todo caso, señor oficial, mi vida privada no te compete, puedo hacer con ese pequeño juguetito lo que me venga en gana —respondió el chico con una so