Nick técnicamente aterrizó en su departamento, agradeció que Quique estuviese en clases o de lo contrario no sería capaz de ocultar su malestar.
Entre el dolor de su operación, el latido alocado de su corazón y las imágenes que acudían a su cabeza se sentía como un completo idiota.
¿Qué le importaba a él lo que Benjamín Davis hiciera con aquellos putos consoladores? No era su jodido problema, tal como pensaba que él no era el problema de Benjamín.
Nick se sentía terriblemente frustrado y se dejó caer sobre su viejo sofá y se mesó el cabello un par de veces, pero en ninguno de aquellos movimientos pudo encontrar paz.
Las imágenes de Benjamín sosteniendo aquellos…
—¡Aaah! Deja de pensar, deja de pensar en idioteces, Nick, no es tu jodido problema. ¡Así él decida metérselos por el culo, no es tu maldit0 problema! —gritó dejando caer su cabeza en sus manos.
Nick no supo cuánto tiempo pasó desde que llegó a su casa y el tiempo que dormitó en el sillón. La hora en el reloj de su descolorida pared le indicaba que su hermano estaba por llegar y él no había preparado nada, ni siquiera se había preocupado por limpiar el pequeño desastre que Enrique había dejado en la sala.
Con pocos ánimos se puso de pie, lo único que echaba de menos de la casa del hombre arrogante, era no sentir el olor a humedad. Nick reflexionó sobre la posibilidad de cambiarse de departamento, aunque este era económico, también era muy lamentable y había días que hasta las ratas se le metían a la casa.
Para eso tenía que volver a trabajar y a esforzarse, quizá el doble o el triple de lo que había estado haciéndolo en los últimos años.
De momento podía contar hipotéticamente con el trabajo en Rent-Cars, un trabajo que le había permitido pagar el alquiler adelantado y ese mes no tenía de qué preocuparse, no obstante, tampoco llevaba trabajando meses en el lugar y era probable que Sebastián prescindiera de sus servicios.
En realidad, su única función en las oficinas de Rent-Cars, había sido para provocar los celos de Oliver Campbell y vaya que había funcionado a la perfección. Ellos ahora tenían una relación estable y él un agujero en el costado por idiota.
Pensar en eso no mejoró su estado de ánimo y pensó que debía salir a buscar trabajo mucho antes de lo esperado.
El ruido de la puerta al abrirse le hizo salir de la pequeña cocina para ver a su hermano entrar.
—¿Nick? —preguntó el chico de quince años entrando como un torbellino al ver el rostro de su hermano.
—Hola —dijo él sin saber qué decir.
—¿Qué haces aquí? ¿El jefe de la policía también vino? —preguntó el muchacho moviendo la cabeza de un lado a otro, como si su diminuto departamento fuera una mansión.
—¿Bromeas? —Nick arrugó la frente y volvió a la cocina, no quería hablar del señor oficial con su hermano ni con nadie.
—¿Qué pasó? —preguntó Enrique entrando a la cocina por un vaso de agua.
Nick se hizo a un lado para darle espacio a su hermano, en el diminuto espacio de la cocina no podían estar los dos.
—Pasó que tengo gastos que cubrir y no tengo alma de mártir, tampoco me gusta que me vean como un estorbo o una responsabilidad. Soy muy capaz de recuperarme en mi casa y de volver al trabajo —respondió de manera abrupta.
El chico asintió y no preguntó más.
—Quizá debas hablar con Sebastián —dijo el Enrique luego de un momento.
—Lo haré, hablaré con él mañana, ven, vamos a comer, que hoy tengo que presentarme al antro y ver si puedo salvar mi puesto de mesero o tendré que buscarme otro empleo —dijo fingiendo que no le preocupaba la situación en caso de que el gerente decidiera correrlo.
—No hay prisas hermano, Sebastián Cooper hizo un depósito esta misma mañana, dijo que era parte de tu sueldo —el chico sacó su móvil y le mostró la notificación del banco a su hermano.
Nick se sintió ligeramente aliviado con aquel gesto de Sebastián, no obstante, era consciente de que no debía abusar del hombre.
—Estaremos bien —dijo sentándose a la mesa y sirviendo un plato de sopa a su hermanito.
Entre tanto Benjamín volvió a su oficina luego de acudir a un llamado de emergencia, violencia doméstica, los casos estaban incrementándose cada día más, si no era una mujer maltratada por su esposo, lo era un hombre maltratado por su mujer o en casos extremos niños maltratados por sus progenitores.
El caso es que siempre tenía trabajo y por fortuna hoy había sido el día de descanso para Barton, sinceramente hoy no estaba para lidiar con las estupideces del hombre.
Pensar en Richard, le hizo pensar en Nick, suspiró y miró su reloj de pulsera, tomó sus cosas y se dirigió a la salida.
De camino a casa consideró que debía disculparse con el chico y ofrecerle una cena como tregua le pareció una magnífica idea. Por lo que manejó hasta una venta de comida, algo rápido y ligero para la dieta del muchacho.
Sonrió ante su estúpida preocupación, en fin. Benjamín como hombre adulto era consciente de que la había cagado con Nick y de alguna manera iba a solucionarlo. Con aquel pensamiento se dirigió a su casa.
Benjamín no se sorprendió al ver las luces apagadas, seguramente Nick seguía furioso con él por sus resientes enfrentamientos, así que no le dio importancia, abrió la puerta y el silencio lo saludó.
Prendió las luces y caminó a la cocina para dejar las bolsas de comida sobre la mesa, se lavó las manos y caminó a la habitación del chico. Golpeó un par de veces, no obstante, no obtuvo ninguna respuesta.
—¡Nick, abre la puerta! —gritó recargando su cuerpo contra el marco y se cruzó de brazos.
No sabía exactamente que imagen es la que pretendía dar, pero estaba seguro de que Nick se lo pensaría dos veces antes de enfrentarlo esa noche.
—¡Abre la puerta, Nick, ven a cenar! —gritó de nuevo.
Benjamín esperó unos minutos y al no obtener respuesta decidió abrir la puerta, de todas maneras, él había llamado, también le había gritado, por lo que no sería una invasión a su privacidad, y en última estancia era su maldit4 casa.
—¿Nick? —llamó al encender la luz y ver la cama hecha, buscó en el cuarto de baño, pero no había rastro del chico, volvió a la habitación y miró los cajones, sus pocas prendas no estaban y sobre la cómoda sus medicamentos habían desaparecido.
—¡Maldit4 sea, se ha marchado! —exclamó dejándose caer sobre la cama con enfado.
Nick Turner, lo había desafiado...
Benjamín dio una última mirada a la habitación antes de salir y cerrar la puerta de golpe, estaba furioso y la culpa no era de nadie más que de Nick Turner.El oficial de la policía no estaba acostumbrado a ser dejado atrás, jamás en toda su vida alguien se había atrevido a tanto y Nick no iba a ser el primero en hacerlo y él estaba más que dispuesto a dejárselo en claro.Le dejaría en claro que era él quien decidía el momento en que todo terminaba y no al revés. Con aquellos pensamientos volvió al comedor, tomó las bolsas de comida y las metió a la nevera. Estaba tan enojado que el hambre se le había quitado.A la mañana siguiente, fue directamente a la oficina y se concentró en su trabajo. Lo último que necesitaba era pensar en Nick Turner, ese chiquillo malagradecido no merecía ni un solo pensamiento de su parte. No cuando había sido él quien había decidido marcharse sin dejar ninguna jodida nota.—¿De malas? —preguntó Richard entrando a la oficina para disgusto de Benjamín y aunqu
—¿Voy a arrestarte, a esposarte y luego...? ¿Qué, Nick? —preguntó Benjamín tras el silencio abrupto por parte del joven.Nick lo miró y cada impuro pensamiento que acudió a su cabeza le hizo sonrojar de manera violenta. Las mejillas del chico se tornaron rojas, un rojo vivo que bien podía ser por la vergüenza o por la furia que sentía ante el atropello de Benjamín Davis.—¿Nick? —insistió Benjamín al ver el cambio en el rostro del chico.—Déjame en paz, no tienes ninguna jodida responsabilidad conmigo. Soy un hombre mayor de edad y dueño de mí mismo. No voy a tu casa para que me sigas tratando como la mierd4 que no soy, ¿me estás entendiendo? —rebatió Nick con un enojo que no sentía.—Eres un caso perdido, Nick, no voy a obligarte a nada que no quieras, no obstante, te recuerdo que tu operación no fue cualquier cosa. Si no te cuidas tú, nadie lo hará por ti —dijo cambiando la expresión de su rostro y bajando dos octavas a su voz.—Y por supuesto que tú estás entre ese: “nadie lo hará
Benjamín caminó de un lado a otro en la sala de espera. Él se había hecho cargo de enviar al tipo que atacó a Nick a prisión y esperaba que no saliera pronto, porque personalmente se iba a hacer cargo de hacerle la vida miserable si a Nick llegaba a pasarle algo.—¿Café? —preguntó Enrique acercándose con cierto temor a Benjamín.El jefe de la policía lo miró y asintió. Quería interrogarlo y saber lo que había ocurrido para que Nick terminara peleándose con el tipo. Pero decidió que le daría un par de horas al chico, de una u otra manera necesitaba su declaración para mantener al sujeto en prisión.—Gracias —dijo al darse cuenta de que el chico seguía de pie delante de él con la mano estirada y el vaso de café entre sus dedos.—Gracias por salvarnos, realmente, no sé qué hubiera pasado. No me atrevo a pensar lo que habría sido de Nick si no te hubiese encontrado. Pedí ayuda y todos me ignoraron.—Será mejor esperar a que el doctor salga, no sabemos cómo está tu hermano. Me gustaría sab
Nick no tuvo tiempo de pensar en una respuesta a sus cuestionamientos, no cuando Benjamín Davis hacía una jodida entrada triunfal.Su rostro serio y su mirada afilada se posaron sobre Nick. El chico experimentó un fuerte escalofrío, correr por su columna vertebral y extenderse por cada nervio de su cuerpo.—¿Podrías dejarnos a solas, Enrique? —preguntó con seriedad el oficial.—No hay nada de que hablar, oficial Davis, todo se ha dicho entre nosotros —soltó Nick de manera abrupta.—Espera afuera, Enrique —ordenó Benjamín para disgusto de Nick.—Quique…—Esperaré afuera —dijo el chico saliendo con prisa, él podía sentir la tensión manar de ellos dos y por alguna razón le pareció que el aura de Benjamín era mucho más peligrosa que el de su propio hermano.—No tienes derecho a darle órdenes, Quique es hermano mío, no tuyo —espetó mientras trataba de incorporarse y sentarse contra la pared.—Te equivocas, Nick, a partir de ahora tu hermano estará bajo mi resguardo…—¿Qué estás diciendo? —
«Te aseguro que los guardaré muy bien, en un lugar donde solamente tú puedas verlos»«Donde solamente tú puedas verlos»«Donde solamente tú puedas verlos»Nick Turner no había dejado de pensar en aquellas palabras dichas por Benjamín Davis. Habían pasado dos días desde que él las pronunciara y él seguía escuchándolas cada vez que cerraba los ojos. Era imposible no hacerlo y mucho más difícil era evitar que su mente jugara con él y que proyectara esas imágenes no aptas para menores en su cabeza.Nick estaba convencido de que algo no estaba bien con él. ¿Qué razones podía tener para fantasear con un hombre que no lo quería cerca? ¿Qué razones tenía Benjamín para decirle aquellas palabras?, y lo más importante de todo ¿Cómo se suponía que debía interpretarlas?—¿Estás bien, Nick? —preguntó Enrique al escuchar gemir a su hermano.El joven había entrado hacía unos minutos y creyó que Nick estaba dormido al verlo con los ojos cerrados, se asustó ligeramente cuando la respiración de su herma
Benjamín recogió las cosas que habían caído al piso, guardó el contenido de nuevo en la pequeña caja de madera, todo excepto ese pequeño vibrador. Él no iba a dejar pasar la oportunidad de molestar a Nick.Nick escondía algo y él quería averiguar de lo que se trataba…Benjamín salió del piso con una sonrisa en los labios, volvió al auto y sin decir ni media palabra se puso en marcha. Esa noche pasaría a saludar a Nick, antes de coger el turno en la estación de policía.—¿Por qué tengo la impresión de que estás de buen ánimo? —preguntó Enrique mientras bajaban del auto frente a la casa de Benjamín.—Tonterías, estoy igual que siempre. Vamos, ve adentro y acomoda tus cosas en la habitación que estás ocupando hasta ahora, yo pasaré a visitar a Nick al hospital antes de ir a la estación.—¿Trabajas hoy? —preguntó Enrique mientras cogía su pequeña maleta y caminaba al interior de la casa con Benjamín detrás de él.—Tengo turno, pero vendré mañana temprano, no tienes que preocuparte por com
«Lo utilizas en chicas o en ti…»Nick pestañeó un par de veces mientras su cerebro pensaba en una respuesta rápida para darle a Benjamín.Nick no era tonto y sabía muy bien por el tono de voz empleado del hombre que estaba disfrutando de este incómodo momento para él.—¿Usas tus juguetitos en ti mismo, Benjamín? —preguntó con voz seria.—¿Tratas de tirar la pelota a mi techo? —refutó complacido Benjamín.Pese a la voz seria de Nick, él sabía que no estaba sintiéndose seguro, el rojo carmesí en sus mejillas lo delataba luego de haberse puesto blanco como una hoja de papel.—Te estoy haciendo el mismo tipo de pregunta que tú me hiciste, pueda que ambos utilicemos los servicios de ciertos juguetes para lo mismo —explicó con voz serena, aunque por dentro sentía que estaba a punto del colapso.—Quizá… —convino Benjamín alejándose de Nick.—En todo caso, señor oficial, mi vida privada no te compete, puedo hacer con ese pequeño juguetito lo que me venga en gana —respondió el chico con una so
Nick parpadeó un par de veces mientras la lengua de Benjamín pedía autorización para entrar en su dulce cavidad bucal.Benjamín dejó caer las bolsas al piso e inmediatamente atrapó la cintura de Nick entre sus grandes y fuertes manos, cuidando de no presionar sobre la herida del chico.Nick no tuvo fuerza para empujarlo, en su lugar abrió sus labios y gimió al sentir la cálida lengua invadir su boca y acariciar su lengua.Benjamín lo atrapó entre su cuerpo y la pared, mientras sus manos rodearon el cuello del chico y se deslizaron por encima de su camisa quitando cada botón de la prenda hasta tocar el firme pecho del muchacho con la yema de sus dedos.Nick dejó escapar un gemido ante las caricias del hombre, un gemido que quedó atrapado en la boca de Benjamín, quien estaba perdiendo su férreo autocontrol. El jefe de la policía jamás en su vida había cedido a sus instintos.Jamás había perdido el control con otro hombre, ese era su secreto, el único y más grande secreto que guardaba ce