La sala de la mansión Bach permaneció en silencio un momento, mientras Shen y Lizbeth, que ya estaba mucho mejor, se sumaban a ellos, Huang no se había despegado de Renzo, desde la noche anterior, aunque no pasaron la noche solos por supuesto, Derek custodio ese dormitorio por muchas horas, ya que Huang se había encerrado en una habitación y solo salió de ella cuando sus padres, los únicos que él reconocía lo obligaron a salir para charlar, Jade y Loan estaban más descansados que muchos de los presentes, pues por un palpito de la matriarca, habían descansado todo lo que pudieron en el vuelo de casi 24 horas, algo le decía a la rubia que cuando pisara Nueva York muchas cosas serian dichas y no solo que ella era una Bach.Lucero vio a sus cuñados, Felipe y Ámbar, ambos acompañados de sus esposos, y por supuesto, sus padres, Candy y Amir eran indispensables para lo que se avecinaba.— Bueno, ahora que estamos todos. — dijo Lucero luego de ver como Jade servía té a su esposo e hijos, un
El dolor en el rostro de Ámbar era más que claro, pero no había remordimiento, por lo que también estaba en claro que no se arrepentía de su decisión.— Creo que durante todos estos años la familia Zhao te debió de decir cuan magnifico era Park. — Huang al fin se dignó a ver el rostro de la mujer que lo había cargado en su vientre por nueve meses y asintió. — Pues déjame decirte que sin importar que te dijeran, sean quedado cortos, Park era un joven, amable, leal, con honor, pero también era terco, y muchas otras cosas que… no creo necesario decirlas. — la diminuta sonrisa que se dibujó en los labios de la rubia hizo sonrojar a Huang, intuía que cosas no le diría, pero, aun así, supuso que su padre fue un gran amante. — No se enfadó conmigo cuando le dije que pensaba dejarte, sabía que en mi familia había más que solo asesinos, también tenemos mafiosos, empresarios, el poder que anhelan muchos, no somos un clan, por lo que no sabemos de dónde puede llegar la traición o un ataque, él l
Amor: Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.Shen comprendía la definición, era lo que sentía con Dalia, la necesitaba y a cada segundo la anhelaba aún más, pero no le era suficiente, por lo que continúo buscando.Amor: Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear.Esa definición se asemejaba por mucho a lo que Shen sentía por Lizbeth, y esa sensación de felicidad, pero tampoco era suficiente, y antes de volverse loco salió a caminar bajo la luz de la luna.No solo estaba ansioso porque en la mañana partiría en busca de Dalia, así sea que tuviera que dar vuelta Manhattan, él la encontraría, pero lo que le estaba quitando el sueño era ¿qué le diría? ¿Te amo, pero también amo a tu amiga? ¿eres lo que necesito y Liz quien nos necesita? ¿tú nos das balance? Claro, se
Cesia Padilla acababa de cerrar uno de los mejores tratos de toda su corta pero dichosa carrera empresarial, y eso que aún no era medio día, no solo estaba ayudando a la familia Zhao, también se estaba convirtiendo en toda una leyenda, Cesia Padilla, susurraban grandes empresarios al seguir de cerca cada una de sus inversiones, su capital subía como la espuma de la cerveza, incluso la familia Bach queria conocerla, algo que la hacía reír, mas no estaba feliz, algo le faltaba, sentía un vacío tan grande en su pecho, que más que molesto era casi insoportable.Mientras al otro lado de la ciudad, Lizbeth trataba de calmar a Shen, pero se le estaba complicando mucho, necesitaba a Dalia, la rubia lo sabía, lo comprendía, así como solo Dalia podía mantener a raya a Shen, ella necesitaba a su amiga para sentirse útil, ambos estaban perdidos sin la castaña.— Comprende Shen, puede que rastrearan la llamada hasta Manhattan, pero eso no quiere decir que Dalia este allí, pudo usar los satélites p
Shen veía de forma amenazante a las enfermeras, mientras trataba de creer en la palabra del médico que había recibido a Dalia, no es que le temiera a los Bach, ni mucho menos, todo giraba a los deseos de su sol, pues en lo poco que habían podido hablar, ella remarco que no se alejó por él, sino por ellos, ahora, sin embargo, no le había quedado más que traerla al hospital que la familia tenía pura y exclusivamente para ellos y sus allegados, pero ¿Qué otra cosa podía hacer? Dalia simplemente se había desmayado, el hospital Bach no solo era el más cercano a su ubicación, también poseían la historia clínica de su amada, todo lo llevo a ese lugar, sin embargo, ahora, estaba ansioso, queria creer en la palabra del doctor, que nadie seria notificado y al parecer, así seria, pues ya había pasado poco más de una hora, y ni siquiera los padres de su mujer habían irrumpido en la habitación, donde él cuidaba cada respiro de Dalia.— Shen. — la voz un poco desorientada de la castaña lo hizo pone
— Entonces, él nos ama. — dijo Dalia, viendo a Shen recostado en un sofá, donde un grupo de enfermeros lo había dejado sin un mínimo de cuidado, quizás como venganza por las miradas que el oriental les había dado mientras la atendían, horas antes.— Eso dijo y yo le creo. — aseguro Lizbeth, aun tomando la mano de Dalia y con la otra acariciando su vientre. — ¿Tú le crees? — consulto con cierto temor, aun así, siempre confiaría en Dalia y su criterio, sabía que era mucho mejor que el de ella.— Si digo que no ¿Qué harías? — rebatió viéndola a los ojos y Liz solo sonrió, con picardía.— Le daría una patada en las bolas y huiría contigo. — ambas rieron, mientras Shen apretaba los dientes, estaba despierto, claro que sí, pero no interrumpiría esa conversación. — Lastima, me encantaría verte patear sus bolas, pero… yo también le creo. — confeso dejando salir un suspiro.— ¿Pensabas que nuestro juramento de estar siempre junta nos llevaría a esto? — pregunto con voz soñadora Lizbeth.— No,
Finalmente el día llego, no solo la villa Zhao estaba decorada en rojo y dorado, todo el país, festejaba que un nuevo tigre nacía, uno único que estaba destinado a hacer leyenda rompiendo estereotipos, pues una mujer dirigiría el clan, con la ayuda de dos poderosas garras, y que los tres jóvenes Zhao, romperían reglas, abrazarían a lo prohibido y arderían en ello, desde Mei Zhao, que se convertiría en el líder más joven y que además era mujer, como Shen siendo la garra derecha desposaría a dos mujeres, dándoles el estatus de señoras Zhao a ambas y, que decir de Huang la garra izquierda que tomaría a un esposo, y aunque nadie se atrevía a preguntar en voz alta quien ocuparía el lugar de mujer, la suavidad de Huang les daba un pequeño indicio.Dalia, Lizbeth, Mei y Huang estaban en la casa grande, como lo dictaba la tradición, Jade estaba ayudando a su hija no solo a vestirse de rojo y dorado, también con el suave maquillaje, mientras Ámbar le entregaba a Huang un broche de oro y diaman
Huang vio a su alrededor, maravillado no solo del despliegue de su gente, también era la emoción de poder ser libre, de amar aun lo que muchos consideraban prohibido, de ir tras su felicidad, hasta que sus ojos divisaron a Raiden.— ¿Raiden? — la sorpresa estaba más que clara en su voz, en su rostro, no solo era el verlo en sus tierras, era el hecho de que Huang lo había olvidado completamente, desde que había abandonado la universidad, jamás volvió a pensar en Raiden, algo que no fue el caso de Renzo ¿eso era el amor? ¿Que cada molécula de tu ser arda en el anhelo de no poder olvidar? ¿de querer ver, de desear tocar, incluso a quien te hizo daño? Porque si ese era el caso, malditamente él estaba más que enamorado de Renzo.— Huang. — el joven hizo el intento de ir a donde el rubio estaba, pero el susurro de Lukyan lo impidió.— Solo dile que has venido a desearle felicidad, no seas necio, aun puedes salir con vida de aquí. — le aconsejo en ruso, el rubio.— Raiden. — lo llamo Huang n