Me besó con más intensidad tan pronto como sintió como le respondía, como le devolvía el beso y emitió un leve gemido sobre mi boca al darse cuenta de que aún le amaba, pero tan pronto como lo hizo mis recuerdos volvieron, aquel momento de él gimiendo mientras se lo introducía a Monic invadió mi mente.
Kevin se levantó del suelo, y sin tan siquiera mirar hacia mí salió de la sala y de la casa, sin tan siquiera decir una sola palabra.
Caminó por la urbanización, sin tan siquiera mirar a los jardines o a las casas que lo rodeaban, sin ver a nadie, tan sólo sintiendo como su dolor se hacía partícipe y sus lágrimas caían por su rostro, mientras su llanto iba saliendo al exterior poco a poco, al darse cuenta de que me había perdido, y parecía que no podía hacer nada por recuperarme.
Unos truenos en el cielo le indicaron que había tormenta, y como era costumbre en Londres comenzaría a llover de un momento a otro, y así sucedió, empapándolo todo a su paso, provocando que la gente corriese hacia sus casas para resguardarse, los niños dejaban de jugar y corrían con sus familias bajo el techo de su hogar, los pájaros se escondían en los árboles y las ardillas se introducían por el hueco al que llamaban hogar. Sólo había una persona que aún seguía allí, caminando hacia ninguna parte, dejando que la lluvia lo empapase por completo, mientras su dolor seguía saliendo al exterior, con sus lágrimas perdiéndose con las gotas de lluvia.
Se detuvo junto al parque, y cayó de rodillas a la fría y mojada tierra, tocándose la cabeza, angustiado y cabreado consigo mismo, sin poder creer aun lo que había sucedido, pues había ocurrido justo lo que siempre había temido, había herido y destrozado a la persona que más le importaba en aquel mundo cruel.
- ¿ya estás más calmada? – me preguntó él, levantándome del suelo, agarrando mi mejilla para limpiar las lágrimas que aún tenía en ese lado del rostro. Levanté la mano, para acariciar su rostro, notando su barba bajo mis dedos, por lo que sonreí pausadamente, mientras sus ojos se entrelazaban con los míos. Me tenía totalmente cautivada, quizás fuesen mis defensas que estaban bajas, o quizás fuese que estuviese tan apuesto... pero lo cierto era que no podía pensar con claridad, tan sólo quería besarle. Me sonrió calmado, al notar mi mirada sobre la suya, y me besó despacio, como si temiese que pudiese hacerme algún daño. Pero no lo hizo, pues David no me había besado, así que no había nada que pudiese recordármelo.
Me besó con más intensidad tan pronto como sintió como le respondía, como le devolvía el beso y emitió un leve gemido sobre mi boca al darse cuenta de que aún le amaba, pero tan pronto como lo hizo mis recuerdos volvieron, aquel momento de él gimiendo mientras se lo introducía a Monic invadió mi mente.
- Noh – le detuve, apartándome de él, alejándole de mí, provocando que él me mirase dolido, molesto por mi reacción.
- Ana – me rogó, mientras agarraba mi cabeza entre sus manos, y miraba hacia mí, con detenimiento – sé que aún me amas... - aclaraba, provocando que mis lágrimas volviesen a salir – no llores – imploró, volviendo a limpiarla con sus dedos – déjame ayudarte...
- No puedes ayudarme Kevin – le dije, mientras agarraba sus manos para bajarlas de mi rostro, pero él no quería obedecer. – jamás podré olvidar tus gemidos.... – proseguí, provocando que él me mirase esperanzado, por lo que acababa de decirle, aunque cuando terminase lo que tenía que decir sus esperanzas se irían - ... cuando te la tirabas en el baño – concluí, provocando que sus manos cayesen hacia abajo, y su mirada también lo hiciese. Acababa de hacerlo, acababa de alejarle de mi vida para siempre, ya no había vuelta atrás, acababa de perderle para siempre, a pesar de que nunca podría dejar de amarle. Mis lágrimas volvieron a emborronar mis ojos, en ese justo instante.
Kevin se levantó del suelo, y sin tan siquiera mirar hacia mí salió de la sala y de la casa, sin tan siquiera decir una sola palabra.
Caminó por la urbanización, sin tan siquiera mirar a los jardines o a las casas que lo rodeaban, sin ver a nadie, tan sólo sintiendo como su dolor se hacía partícipe y sus lágrimas caían por su rostro, mientras su llanto iba saliendo al exterior poco a poco, al darse cuenta de que me había perdido, y parecía que no podía hacer nada por recuperarme.
Unos truenos en el cielo le indicaron que había tormenta, y como era costumbre en Londres comenzaría a llover de un momento a otro, y así sucedió, empapándolo todo a su paso, provocando que la gente corriese hacia sus casas para resguardarse, los niños dejaban de jugar y corrían con sus familias bajo el techo de su hogar, los pájaros se escondían en los árboles y las ardillas se introducían por el hueco al que llamaban hogar. Sólo había una persona que aún seguía allí, caminando hacia ninguna parte, dejando que la lluvia lo empapase por completo, mientras su dolor seguía saliendo al exterior, con sus lágrimas perdiéndose con las gotas de lluvia.
Se detuvo junto al parque, y cayó de rodillas a la fría y mojada tierra, tocándose la cabeza, angustiado y cabreado consigo mismo, sin poder creer aun lo que había sucedido, pues había ocurrido justo lo que siempre había temido, había herido y destrozado a la persona que más le importaba en aquel mundo cruel.
Habían pasado dos días desde aquello, aún no me había recuperado del todo y mi hermana estaba realmente preocupada por mí, por lo que me había pasado, y yo me sentía demasiado débil como para enfrentarme a la vida de nuevo.Kevin llamaba con insistencia a una puerta, en uno de los barrios más adinerados de la ciudad, provocando que el dueño de esa casa abriese la puerta y quedase totalmente sorprendido de encontrar allí a su mejor amigo, aquel que le había arrebatado el amor de su mujer.Miró hacia él, deteniéndose en su aspecto, estaba realmente horrible.- Pasa – le dijo, tras un largo rato en silencio, pensando en sí debería echarle de allí a patadas o apiadarse del que una vez fue su mejor amigo, su hermano – tienes un aspecto horrible – bromeó, mientras caminaba junto a &eacu
Kevin seguía en casa de su amigo, este había sido tan amable de cederle el cuarto de invitados, pues desde que ella se había marchado, unos años atrás, había decidido vivir sólo, alejado de nuevo, de sus padres.Se sentó sobre el escritorio de la habitación, dándole la espalda a las maravillosas vistas que se veían desde el gran ventanal que había en la estancia, donde se podía vislumbrar la hermosa de la ciudad nocturna, y abrió el pequeño ordenador portátil que había traído consigo, pues debía comunicarse con su superior y rellenar algunos documentos relacionados con el trabajo.Apenas se había encendido la pantalla del escritorio cuando vislumbró algo que le sacó de sus pensamientos sobre informes y e-mails, una carpeta con las fotos que nos hicimos en Boston, eso fue lo que llam&o
Me había obligado a mí misma a poner una enorme barrera entre mis recuerdos dolorosos y mi corazón, pues él estaba a mi lado en aquellos días, intentando hacerme sentir mejor, y recordar aquello por lo que no podía estar con él, por lo que debía separarle, no era bueno. Sabía que, si hacía caso a todo lo que sentía, a todo mi dolor, tendría que alejarme de él, pero no quería, le amaba tanto que no quería perderle, a sabiendas de que aquello que estábamos viviendo tan sólo era una mentira, pues en algún momento tendría que hacer frente a la verdad y alejarle de mi vida para siempre.Caminaba junto a él, por el parque, mientras mi hermana y su esposo nos seguían de cerca, preocupados por mis cambios de humor tan repentinos.Él no había vuelto a mencionar nada sobre
Capítulo 7 – Tu sabes que te quiero.Caminaba junto a él hacia la casa de mi hermana, ya le había mandado un mensaje de que volvíamos antes de tiempo, mientras ella se quedaría a disfrutar un poco más de su noche libre, pues ya que habían pagado a la niñera aprovecharían la noche a tope.Ninguno de los dos había vuelto a hablar desde que él me había confesado que estaba planeando en pedirme matrimonio. Tan sólo seguíamos andando, el uno al lado del otro, por aquella silenciosa calle.Kevin agarró mi mano en ese justo instante, provocando que me detuviese y mirase hacia él, asustada, pues siempre que alguien me tocaba esa era mi reacción.- Eh, Shh – me calmó, mientras soltaba mi mano y se colocaba justo delante de mí, posando su mano derecha sobre el lado derecho
Me besó por el cuello, despacio, acariciándomelo con la yema de los dedos al mismo tiempo, provocando que me tersase al sentirle así de nuevo.- Shhh – me calmó, sobre mi oreja, mientras me abría la camisa, con cautela e iba dibujando una línea por mi escote con su dedo índice, hasta llega al centro de mi pecho – relájate – pidió, al mismo tiempo que tiraba de los bordes de mi camisa y la apartaba para dejar mi torso desnudo, tan sólo vestido por el sujetador negro que llevaba. Le miré nerviosa, mientras él me miraba con detenimiento. Metió la mano por debajo de mi sujetador y me miró con cautela, como si esperase alguna reacción sexual por mi parte, pero en lugar de eso, tan sólo saqué su mano y la posé sobre mi estómago.- Aún no estoy preparada – le dije, pr
Habían pasado más de tres semanas, y ya no le tenía a mi lado, es más, nunca volvería a tenerle.Pasaba mis días en casa, aturdida, sin apenas saber el día en el que vivía, sabiendo que nunca volvería a verle sonreír, a escuchar su risa, a sentir su mirada sobre la mía, a saborear su boca. Era demasiado doloroso, y me arrepentía una y otra vez de no haber podido perdonarle, pero no podía, había cosas en la vida que no se podían perdonar, y aquella era una de ellas.Miraba hacia el jardín, donde mi hermana jugaba con la pelota junto a mi sobrina y su esposo, parecían estarlo pasando en grande.La verdad era que tenía un extraño sentimiento en aquel momento, dos sentimientos entre mezclados hacia mi hermana. Por una parte, estaba muy orgullosa de ella, por aquella magnifica familia que había formado, por la
Habían pasado dos meses, dos largos e insoportables meses en los que no le tenía a mi lado, dos largos y tormentosos meses en los que había cambiado de lugar de residencia. Había vuelto con mis padres, había decidido que dejaría que mi hermana viviese su vida, no quería seguir compadeciéndome por las esquinas de su casa mientras ella se moría de dolor de verme en aquel estado. Así fue como llegué de nuevo a la casa de mis padres, derrotada, hundida en el dolor. Aunque intentaba sonreír todo el tiempo frente a ellos, sabía que sospechaban que algo ocurría, yo ya no era la misma chica risueña, emprendedora y con ganas de comerme el mundo, algo había cambiado en mí.Paseaba por el bosque junto a mi padre y mi hermano, habíamos ido de caza, a la cabaña de Luis, que este muy gentilmente nos había
Aquella noche, nos tomamos unas cervezas antes de volver a salir a cazar, mi padre quería cazar algo más grande, y cómo teníamos la casa todo el fin de semana, decidimos quedarnos a pasar la noche.Reía a carcajadas por primera vez en mucho tiempo al escuchar las anécdotas que mi hermano contaba sobre nuestra adolescencia...- Y entonces cogiste del cuello a Joselito – aseguró hacia mí – le zarandeaste y le dijiste "si vuelves a tocarme el culo te mato" – finalizó, provocando que volviese a reír al escuchar aquello – Siempre fuiste una mujer de armas tomar.- Si – aseguraba mi padre – eso es cierto, siempre era muy rebelde.- Por eso no tenía amigas – proseguía mi hermano – siempre estaba rodeada de chicos.- Eso también era porque ella era guapísima – alegó