Se sentó sobre el escritorio de la habitación, dándole la espalda a las maravillosas vistas que se veían desde el gran ventanal que había en la estancia, donde se podía vislumbrar la hermosa de la ciudad nocturna, y abrió el pequeño ordenador portátil que había traído consigo, pues debía comunicarse con su superior y rellenar algunos documentos relacionados con el trabajo.
Apenas se había encendido la pantalla del escritorio cuando vislumbró algo que le sacó de sus pensamientos sobre informes y e-mails, una carpeta con las fotos que nos hicimos en Boston, eso fue lo que llamó su atención.
Se echó hacia atrás en la silla, incapaz de abrir esa carpeta, cerrando los ojos, molesto, para luego agarrarse la barbilla con la mano izquierda, acariciándola, abriendo los ojos de golpe, para mirar de nuevo a la pantalla del ordenador, levantando su otra mano para dirigirla al portátil de nuevo.
Necesitaba verlas, aunque sabía que eso volvería a traerle dolor.
La primera foto que se mostró fue una de mí durmiendo, que me había echo a traición, por lo que no pudo evitar sonreír divertido al verme dormir como su fuese un ángel. Pasó a la segunda, ensanchando la sonrisa un poco más, al percatarse de que en esa foto estaba completamente desnuda, descansando sobre su cama, seguramente justo después de hacer el amor, de nuevo había capturado aquella imagen sin que me diese cuenta. En la tercera foto se detuvo, incapaz de poder seguir viendo aquellas fotografías, pues acababa de descubrir una en la que salíamos los dos, sonriendo hacia la cámara, en el parque.
Ya nunca volvería a aquel momento, nunca volvería a verme sonreír de aquella forma, y eso lo destrozaba por dentro.
Han Tae Sang entró en ese justo instante por la puerta, provocando que su amigo cerrase la pantalla del ordenador y mirase hacia el punto en el que se encontraba, con el corazón a mil por hora.
- ¿estabas viendo porno? – Preguntó con curiosidad entrando en la habitación.
- He tomado una decisión – comenzó, ignorando la pregunta de su amigo – iré contigo a Londres, yo te llevaré a casa de Lyan.
- Kevin... - se quejó, dejando claro que no estaba de acuerdo con su decisión - ... no creo que sea buena idea que te presentes allí después de ...
- Ella no me verá – aseguró, totalmente convencido, lo cual era extraño, pues hace unas horas había estado totalmente destrozado y juraba que jamás volvería a presentarse frente a ella – me quedaré esperándote en el coche.
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Han Tae Sang vino a visitarme una semana después, asegurando que mi hermana Lyan le había llamado para que viniese a verme, y fue toda una suerte que ella estuviese trabajando, pues si no hubiese sido así su mentira habría caído por su propio peso. Prometía que podía ayudarme, que quería hacerme sentir mejor, pero yo sabía que nadie podría volver a ayudarme jamás.
Aún despertaba en las noches, muerta de dolor al recordar que él ya no estaba en mi vida, que David había tocado mi cuerpo y él nunca volvería a hacerlo, nunca volvería a mirarme de la forma en lo que lo hacía, nunca volvería...
A veces, me sorprendía a mí misma cuando rogaba a Dios que él volviese a por mí, que me quisiese, que me protegiese, que me curase, pero al recordar su desliz mi corazón dolía de nuevo.
Incluso me obligué a mí misma a perdonarle si podía volver a tenerle a mi lado, aun sabiendo el daño que eso podría hacerme.
- Tengo que confesarte algo – comenzó, mientras tomábamos un té en la cocina, tras un largo rato en silencio – Kevin estuvo en mi casa.
- No quiero hablar de él – le espeté, provocando que él me mirase sorprendido, percatándose de que su amigo tenía razón, lo había estropeado conmigo.
- Me hizo prometer que cuidaría de ti... - me comunicó, haciendo que comprendiese la situación, él había ido a suplicarle a su amigo con el que apenas se hablaba... sólo por mí.
- ¿Dónde está él? – pregunté, sin apenas darme cuenta de ello.
- Está fuera – aclaró, haciendo que mirase hacia él sin comprender – me ha traído en el coche y se ha quedado a esperarme... - proseguía, observando cómo me levantaba de la mesa y salía de la cocina, sin previo aviso, mientras le escuchaba decir aquello último - ... no creo que sea una buena idea que...
Abrí la puerta de la calle y salí al exterior, mirando hacia todas partes, escudriñando la calle con la mirada, percatándome de que Tae Sang decía la verdad, pues frente a mi casa había un coche.
Se bajó del auto, confuso, observando como llegaba hasta él, totalmente enfadada porque hubiese mandado a su amigo a sanarme, en vez de hacerlo él. Pero entonces recordé que él no podía sanarme, él no podía quedarse a mi lado, porque se había acostado con otra.
Mis lágrimas salieron en ese justo instante, provocando que él bajase la cabeza, derrotado.
- Dijiste que cuidarías de mí – le espeté, totalmente atormentada por aquello – dijiste que me amabas – proseguía, logrando que él levantase la cabeza y mirase hacia mí, observando cómo le temblaba el labio, mientras sus lágrimas caían. Estaba llorando frente a mí, de la misma forma en la que yo lo hacía – dijiste que nunca te acostarías con otra mientras estuvieras conmigo – le espeté, dolida, llegando hasta él, levantando la mano para pegarle – dijiste que me protegerías... - proseguía, mientras le daba puñetazos en el pecho, mientras él dejaba que lo hiciese, totalmente avergonzado por lo que había hecho.
Dejé de hacerlo tan pronto como me di cuenta de que aquello no servía de nada, el dolor no se marcharía, aunque le hiciese daño físico, y sospechaba que esos golpes ni siquiera le causaban daño alguno. Me detuve, incapaz de poder mover las manos de su pecho, provocando que él me abrazase con fuerza, intentando calmarme, intentando que dejase de golpearle, a pesar de que ya había parado.
- Lo siento – se disculpaba, mientras le abrazaba con fuerza, aferrándome a su espalda, al mismo tiempo que mi llanto salía al exterior y él besaba mi cabeza con amor.
Acarició mi cabello, despacio, para luego bajar la cabeza hasta mi cuello, provocando que mi llanto se calmase, al sentir su respiración pausada sobre mi oído.
- Sólo quería verte – aseguró entre susurros, provocando que olvidase mi dolor y me quedase cautivada por sus palabras y por la forma tan sensual que tenía de decirlas – aunque fuese desde aquí, aunque tú no pudieses verme.
Me separé de él despacio, secando mis lágrimas con la mano, mirando hacia él con cautela, quedando embobada al verle, ni siquiera podía recordar el motivo por el que no podíamos estar juntos, tan sólo quería aferrarme a él por el resto de mi vida.
- Hace frío aquí fuera – comenzó, percatándose de que no llevaba puesta la chaqueta – deberías entrar.
- ¿Fue real? – pregunté con un nudo en mi estómago, provocando que él me mirase sin comprender – lo que sentiste por mí ...
- Es lo más real que he sentido, Ana – aseguró, totalmente seguro de sus palabras. Era increíble verle tan seguro sobre lo que sentía por mí, pues él siempre solía tener mil dudas al respecto, pero en aquella ocasión no había ni un atisbo de duda en sus palabras.
- Pero se ha terminado – reconocí, atemorizada, mientras el levantaba mi rostro y me obligaba a mirarle.
- He vuelto a estropearlo contigo...
- ¿Por qué tuviste que acostarte con ella? – Pregunté, molesta, aunque ya sabía que él no fue culpable de todo, él había estado muy ebrio cuando lo hizo.
- Estaba muy borracho, Ana - se quejó, mientras yo sentía como mi corazón dolía de nuevo – y muy caliente, verte tocarte en aquel juego me dejó totalmente...
- Ese juego fue una idiot...
- Subí y me di un baño – interrumpió - me imaginé que estabas allí, tocándote para mí y me toqué pensando en ello – me aseguró, provocando que le mirase con atención al escucharle decir aquellas palabras – entonces entró ella. Estaba tan borracho que apenas me di cuenta cuando se metió en la bañera conmigo, apenas me di cuenta de lo que estaba sucediendo, estaba muy borracho de alcohol y también de ti, tanto que apenas me daba cuenta de que no eras tú.
- ¿pensaste que era yo? – Pregunté sorprendida por sus palabras.
- No todo el tiempo – aseguró – a veces tenía momentos de lucidez en los que intentaba apartarla, pero ...
- Bebimos demasiado – aclaré, recordando cómo me había sentido con David, había sentido exactamente lo mismo, con la única diferencia de que yo al fin había despertado de ese trance y había corrido a buscarle a él – me pasó lo mismo cuando David me tocó.
- David no volverá a tocarte – aseguró, molesto, de que volviese a nombrar a ese canalla que tanto daño me había echo.
- Ya no puedo confiar en ti – le dije, provocando que él mirase hacia mis ojos, con detenimiento – me engañaste con otra cuando prometiste que no lo harías.
- Lo sé – declaró él, limpiando las lágrimas que acababan de caer de mi ojo derecho.
Agarré su mano y besé la palma de su mano despacio, mientras él me miraba con detenimiento.
- Deseaba que fueras tú – declaré – quién estuviese en esa habitación conmigo... deseé que vinieras a salvarme... pero no lo hiciste.
- Ana...
- Fue el momento más duro de toda mi vida Kevin, y logré huir de él, como pude, logré escapar mientras tú... Jamás podré perdonarte lo que hiciste, necesitaba que estuvieras ahí, que me protegieras, que ... cuidaras de mí, pero ...
- Ana...
- Aunque quiera aferrarme a ti no puedo hacerlo Kevin, aunque no estar cerca de ti me destroce... no puedo quedarme a tu lado.
- Lo sé – aseguró, con lágrimas en los ojos, mientras mis lágrimas volvían a salir – no – rogó, limpiándolas – no llores – imploró – me iré, no volverás a verme y ...
- No quiero que te vayas –le imploré, mientras mis lágrimas volvían a salir y él me apretaba contra su pecho, incapaz de dejarme ir, incapaz de alejarse de mí – sé que soy una egoísta - le dije – aun sabiendo que no podré perdonarte yo ...
- No me iré a ninguna parte – me aseguró, mientras yo me aferraba a su espalda – me quedaré, aunque sólo necesites a un amigo.
Me había obligado a mí misma a poner una enorme barrera entre mis recuerdos dolorosos y mi corazón, pues él estaba a mi lado en aquellos días, intentando hacerme sentir mejor, y recordar aquello por lo que no podía estar con él, por lo que debía separarle, no era bueno. Sabía que, si hacía caso a todo lo que sentía, a todo mi dolor, tendría que alejarme de él, pero no quería, le amaba tanto que no quería perderle, a sabiendas de que aquello que estábamos viviendo tan sólo era una mentira, pues en algún momento tendría que hacer frente a la verdad y alejarle de mi vida para siempre.Caminaba junto a él, por el parque, mientras mi hermana y su esposo nos seguían de cerca, preocupados por mis cambios de humor tan repentinos.Él no había vuelto a mencionar nada sobre
Capítulo 7 – Tu sabes que te quiero.Caminaba junto a él hacia la casa de mi hermana, ya le había mandado un mensaje de que volvíamos antes de tiempo, mientras ella se quedaría a disfrutar un poco más de su noche libre, pues ya que habían pagado a la niñera aprovecharían la noche a tope.Ninguno de los dos había vuelto a hablar desde que él me había confesado que estaba planeando en pedirme matrimonio. Tan sólo seguíamos andando, el uno al lado del otro, por aquella silenciosa calle.Kevin agarró mi mano en ese justo instante, provocando que me detuviese y mirase hacia él, asustada, pues siempre que alguien me tocaba esa era mi reacción.- Eh, Shh – me calmó, mientras soltaba mi mano y se colocaba justo delante de mí, posando su mano derecha sobre el lado derecho
Me besó por el cuello, despacio, acariciándomelo con la yema de los dedos al mismo tiempo, provocando que me tersase al sentirle así de nuevo.- Shhh – me calmó, sobre mi oreja, mientras me abría la camisa, con cautela e iba dibujando una línea por mi escote con su dedo índice, hasta llega al centro de mi pecho – relájate – pidió, al mismo tiempo que tiraba de los bordes de mi camisa y la apartaba para dejar mi torso desnudo, tan sólo vestido por el sujetador negro que llevaba. Le miré nerviosa, mientras él me miraba con detenimiento. Metió la mano por debajo de mi sujetador y me miró con cautela, como si esperase alguna reacción sexual por mi parte, pero en lugar de eso, tan sólo saqué su mano y la posé sobre mi estómago.- Aún no estoy preparada – le dije, pr
Habían pasado más de tres semanas, y ya no le tenía a mi lado, es más, nunca volvería a tenerle.Pasaba mis días en casa, aturdida, sin apenas saber el día en el que vivía, sabiendo que nunca volvería a verle sonreír, a escuchar su risa, a sentir su mirada sobre la mía, a saborear su boca. Era demasiado doloroso, y me arrepentía una y otra vez de no haber podido perdonarle, pero no podía, había cosas en la vida que no se podían perdonar, y aquella era una de ellas.Miraba hacia el jardín, donde mi hermana jugaba con la pelota junto a mi sobrina y su esposo, parecían estarlo pasando en grande.La verdad era que tenía un extraño sentimiento en aquel momento, dos sentimientos entre mezclados hacia mi hermana. Por una parte, estaba muy orgullosa de ella, por aquella magnifica familia que había formado, por la
Habían pasado dos meses, dos largos e insoportables meses en los que no le tenía a mi lado, dos largos y tormentosos meses en los que había cambiado de lugar de residencia. Había vuelto con mis padres, había decidido que dejaría que mi hermana viviese su vida, no quería seguir compadeciéndome por las esquinas de su casa mientras ella se moría de dolor de verme en aquel estado. Así fue como llegué de nuevo a la casa de mis padres, derrotada, hundida en el dolor. Aunque intentaba sonreír todo el tiempo frente a ellos, sabía que sospechaban que algo ocurría, yo ya no era la misma chica risueña, emprendedora y con ganas de comerme el mundo, algo había cambiado en mí.Paseaba por el bosque junto a mi padre y mi hermano, habíamos ido de caza, a la cabaña de Luis, que este muy gentilmente nos había
Aquella noche, nos tomamos unas cervezas antes de volver a salir a cazar, mi padre quería cazar algo más grande, y cómo teníamos la casa todo el fin de semana, decidimos quedarnos a pasar la noche.Reía a carcajadas por primera vez en mucho tiempo al escuchar las anécdotas que mi hermano contaba sobre nuestra adolescencia...- Y entonces cogiste del cuello a Joselito – aseguró hacia mí – le zarandeaste y le dijiste "si vuelves a tocarme el culo te mato" – finalizó, provocando que volviese a reír al escuchar aquello – Siempre fuiste una mujer de armas tomar.- Si – aseguraba mi padre – eso es cierto, siempre era muy rebelde.- Por eso no tenía amigas – proseguía mi hermano – siempre estaba rodeada de chicos.- Eso también era porque ella era guapísima – alegó
Habíamos elegido el mejor día para ir de caza, llovía a cántaros, me parecía divertido, había deseado tanto volver a cazar, y ahora pasaba algo como esto.Miraba por la ventana, admirando la lluvia caer sobre la ventana, sobre el campo, el agradable olor a campo mojado, añoraba aquel olor, de cuando pasaba mis días aquí junto a mi mejor amigo, junto al mismo que ahora me acompañaba.Llevaba puesta una camiseta ancha y el cabello alborotado, pues acababa de ducharme después de haberme mojado al llegar allí. Tenía las piernas desnudas, y debería haberme preocupado este hecho, pero me preocupaban más otras cosas, la verdad. Con la mano metida entre mis piernas y estas apretadas, pensaba en mis días allí, con él, en la de veces que me hacía olvidar... ¿quizás deber
Capítulo 14 – InvisibleA veces me gustaría poder ser invisible, ponerme un disfraz y que nadie pueda verme. A veces me gustaría poder espiar a la gente a la que amo, descubrir que es lo que ocurre cuando no estoy con ellos.Pensaba en ello cuando caminaba por el campo aquella mañana. Luis aún dormía, apenas habían salido los primeros rayos de sol, era demasiado temprano como para que nadie se levantase aún, pero yo ya no podía dormir más, estaba cansada de dormir.Pensaba en él, en sus palabras, en aquel "quiero pasar el resto de mi vida contigo". Me hubiese gustado pasar el resto de mi vida con él, tener una familia, hijos a su lado, aunque aún no me imaginaba un pequeño Kevin correteando por el lugar, sabía que él hubiese sido un gran padre, tenía un corazón hermoso y mucho amor que dar, ese corazón