Capítulo 28 – Una oportunidad para ser feliz.
Me agarró del brazo antes de que hubiese abandonado el ascensor y miré hacia él sin comprender que era lo que pretendía.
Desayunaba, tranquila, mientras mi cuñado se tomaba el café y la magdalena con prisas, sonreí al darme cuenta de que era la única que tenía una vida despreocupada.Hacía más de un año que había llegado a Londres, a casa de mi hermana, al único lugar al que sabía que él nunca me encontraría.Aún recordaba mi llegada allí, frente a la puerta de mi hermana, en aquella tarde lluviosa, calada hasta los huesos y totalmente rota, provocando que mi hermana me abrazase con fuerza, incapaz de saber entender que era lo que me ocurría.Mis padres no sabían nada sobre mi paradero, nadie lo sabía en realidad, solo mi hermana, su esposo y su preciosa niña de cinco años de edad.- Te envidio – aseguró James, provocando qu
Cuando desperté en la habitación de mi hermana, había una personita mirándome sobre la cama, era Ainara, mi pequeña sobrina. Era la cosa más bonita que había visto nunca y cada vez que la veía mi corazón dolía y sonreía al mismo tiempo, dolía al pensar en el hijo que perdí y sonreía al sentirme querida por una persona tan especial como ella.Sonreí hacia ella, sintiendo como la niña sonreía aún más.- ¿Qué hora es? – pregunté hacia ella, admirando como esta se encogía de hombros, con gracia, provocando que riese divertida al verla de aquella forma.- Tita ríe – comenzó ella, mientras sonreía divertida, al escucharme reír de nuevo, pues lo cierto es que pocas veces lo hacía, y la mayoría de las veces era
¿ya estás más calmada? – me preguntó él, levantándome del suelo, agarrando mi mejilla para limpiar las lágrimas que aún tenía en ese lado del rostro. Levanté la mano, para acariciar su rostro, notando su barba bajo mis dedos, por lo que sonreí pausadamente, mientras sus ojos se entrelazaban con los míos. Me tenía totalmente cautivada, quizás fuesen mis defensas que estaban bajas, o quizás fuese que estuviese tan apuesto… pero lo cierto era que no podía pensar con claridad, tan sólo quería besarle. Me sonrió calmado, al notar mi mirada sobre la suya, y me besó despacio, como si temiese que pudiese hacerme algún daño. Pero no lo hizo, pues David no me había besado, así que no había nada que pudiese recordármelo.Me besó con más intensidad tan pro
Habían pasado dos días desde aquello, aún no me había recuperado del todo y mi hermana estaba realmente preocupada por mí, por lo que me había pasado, y yo me sentía demasiado débil como para enfrentarme a la vida de nuevo.Kevin llamaba con insistencia a una puerta, en uno de los barrios más adinerados de la ciudad, provocando que el dueño de esa casa abriese la puerta y quedase totalmente sorprendido de encontrar allí a su mejor amigo, aquel que le había arrebatado el amor de su mujer.Miró hacia él, deteniéndose en su aspecto, estaba realmente horrible.- Pasa – le dijo, tras un largo rato en silencio, pensando en sí debería echarle de allí a patadas o apiadarse del que una vez fue su mejor amigo, su hermano – tienes un aspecto horrible – bromeó, mientras caminaba junto a &eacu
Kevin seguía en casa de su amigo, este había sido tan amable de cederle el cuarto de invitados, pues desde que ella se había marchado, unos años atrás, había decidido vivir sólo, alejado de nuevo, de sus padres.Se sentó sobre el escritorio de la habitación, dándole la espalda a las maravillosas vistas que se veían desde el gran ventanal que había en la estancia, donde se podía vislumbrar la hermosa de la ciudad nocturna, y abrió el pequeño ordenador portátil que había traído consigo, pues debía comunicarse con su superior y rellenar algunos documentos relacionados con el trabajo.Apenas se había encendido la pantalla del escritorio cuando vislumbró algo que le sacó de sus pensamientos sobre informes y e-mails, una carpeta con las fotos que nos hicimos en Boston, eso fue lo que llam&o
Me había obligado a mí misma a poner una enorme barrera entre mis recuerdos dolorosos y mi corazón, pues él estaba a mi lado en aquellos días, intentando hacerme sentir mejor, y recordar aquello por lo que no podía estar con él, por lo que debía separarle, no era bueno. Sabía que, si hacía caso a todo lo que sentía, a todo mi dolor, tendría que alejarme de él, pero no quería, le amaba tanto que no quería perderle, a sabiendas de que aquello que estábamos viviendo tan sólo era una mentira, pues en algún momento tendría que hacer frente a la verdad y alejarle de mi vida para siempre.Caminaba junto a él, por el parque, mientras mi hermana y su esposo nos seguían de cerca, preocupados por mis cambios de humor tan repentinos.Él no había vuelto a mencionar nada sobre
Capítulo 7 – Tu sabes que te quiero.Caminaba junto a él hacia la casa de mi hermana, ya le había mandado un mensaje de que volvíamos antes de tiempo, mientras ella se quedaría a disfrutar un poco más de su noche libre, pues ya que habían pagado a la niñera aprovecharían la noche a tope.Ninguno de los dos había vuelto a hablar desde que él me había confesado que estaba planeando en pedirme matrimonio. Tan sólo seguíamos andando, el uno al lado del otro, por aquella silenciosa calle.Kevin agarró mi mano en ese justo instante, provocando que me detuviese y mirase hacia él, asustada, pues siempre que alguien me tocaba esa era mi reacción.- Eh, Shh – me calmó, mientras soltaba mi mano y se colocaba justo delante de mí, posando su mano derecha sobre el lado derecho
Me besó por el cuello, despacio, acariciándomelo con la yema de los dedos al mismo tiempo, provocando que me tersase al sentirle así de nuevo.- Shhh – me calmó, sobre mi oreja, mientras me abría la camisa, con cautela e iba dibujando una línea por mi escote con su dedo índice, hasta llega al centro de mi pecho – relájate – pidió, al mismo tiempo que tiraba de los bordes de mi camisa y la apartaba para dejar mi torso desnudo, tan sólo vestido por el sujetador negro que llevaba. Le miré nerviosa, mientras él me miraba con detenimiento. Metió la mano por debajo de mi sujetador y me miró con cautela, como si esperase alguna reacción sexual por mi parte, pero en lugar de eso, tan sólo saqué su mano y la posé sobre mi estómago.- Aún no estoy preparada – le dije, pr