Habían pasado dos días desde aquello, aún no me había recuperado del todo y mi hermana estaba realmente preocupada por mí, por lo que me había pasado, y yo me sentía demasiado débil como para enfrentarme a la vida de nuevo.
Kevin llamaba con insistencia a una puerta, en uno de los barrios más adinerados de la ciudad, provocando que el dueño de esa casa abriese la puerta y quedase totalmente sorprendido de encontrar allí a su mejor amigo, aquel que le había arrebatado el amor de su mujer.
Miró hacia él, deteniéndose en su aspecto, estaba realmente horrible.
- Pasa – le dijo, tras un largo rato en silencio, pensando en sí debería echarle de allí a patadas o apiadarse del que una vez fue su mejor amigo, su hermano – tienes un aspecto horrible – bromeó, mientras caminaba junto a él hacia la sala - ¿a qué debo el honor de tú...?
- Necesito que me hagas un favor – rogó, mientras se sentaba en el sillón y miraba hacia el suelo, incapaz de mirar hacia Tae Sang – necesito que cuides de ella.
- ¿Qué? – Preguntó él, sin comprender a lo que su amigo se refería.
- Pensé que podría hacerlo yo... - comenzó, con el rostro bañado en lágrimas, haciendo que su amigo se preocupase mucho más - ... pensé que enamorarme de ella era algo bueno... pero ....
- ¿qué le has hecho? – preguntó, casi al instante, sin dejar que dejase de hablar.
- Justo lo que dijiste que haría – aclaró, provocando que su amigo le jalase del cuello, obligándole a que se levantase y mirase hacia él – la he destruido, hermano.
- No – negó, incapaz de creer en sus palabras – maldito hijo de puta – le espetó, mientras le pegaba un puñetazo en la cara – ¿me la arrebataste para esto?
- Está en Londres, en casa de su hermana – anunció, con un hilo de sangre derramándose por la barbilla, desde su boca – eres el único que puede cuidarla.
- Hermano... - comenzó, al darse cuenta de su mirada, parecía que realmente se lo estaba suplicando.
- Necesito que me prometas que cuidarás de ella – le rogó, mientras le zarandeaba, con insistencia – necesito que ella... - sus lágrimas comenzaron a caer de nuevo, mientras su dolor salía al exterior y él caía al suelo, totalmente destruido. Mientras imaginaba a David tocándome, obligándome a besarle... liberándome, corriendo hacia su habitación, justo como mi hermana le había anunciado, encontrándolo en pleno acto sexual con otra mujer. Cuán ultrajada me habría sentido al haber presenciado aquello, al haber corrido hacia su habitación en busca de ayuda y haberlo encontrado en los brazos de otra mujer – Debí haber sabido que ella nunca sería para mí... - proseguía, entre sollozos - ... debí haberme alejado de ella cuando supe que era tu mujer.
- ¿cómo dices? – preguntó él, sin comprender a lo que se refería - ¿la conocías de antes?
- La había visto un par de veces – aseguró, provocando que Tae Sang comprendiese algo, él ya había puesto sus ojos en ella antes de que ellos hubiesen hablado – cuando ella dirigía la cafetería de mi madre, la del centro – aseguró – creo que me enamoré de ella la primera vez que la vi, pero fui tan idiota que no me di cuenta, o si lo hice intenté ignorarlo...- sus lágrimas salieron de nuevo, deteniéndose solo para volver a hablar – tenías razón, ella era demasiada mujer para mí.
- Kevin... - comenzó su amigo, agachándose frente a él, abrazándolo con fuerza, mientras este seguía sollozando, incapaz de detenerse.
- Quería protegerla... pero no supe cómo hacerlo.
Kevin seguía en casa de su amigo, este había sido tan amable de cederle el cuarto de invitados, pues desde que ella se había marchado, unos años atrás, había decidido vivir sólo, alejado de nuevo, de sus padres.Se sentó sobre el escritorio de la habitación, dándole la espalda a las maravillosas vistas que se veían desde el gran ventanal que había en la estancia, donde se podía vislumbrar la hermosa de la ciudad nocturna, y abrió el pequeño ordenador portátil que había traído consigo, pues debía comunicarse con su superior y rellenar algunos documentos relacionados con el trabajo.Apenas se había encendido la pantalla del escritorio cuando vislumbró algo que le sacó de sus pensamientos sobre informes y e-mails, una carpeta con las fotos que nos hicimos en Boston, eso fue lo que llam&o
Me había obligado a mí misma a poner una enorme barrera entre mis recuerdos dolorosos y mi corazón, pues él estaba a mi lado en aquellos días, intentando hacerme sentir mejor, y recordar aquello por lo que no podía estar con él, por lo que debía separarle, no era bueno. Sabía que, si hacía caso a todo lo que sentía, a todo mi dolor, tendría que alejarme de él, pero no quería, le amaba tanto que no quería perderle, a sabiendas de que aquello que estábamos viviendo tan sólo era una mentira, pues en algún momento tendría que hacer frente a la verdad y alejarle de mi vida para siempre.Caminaba junto a él, por el parque, mientras mi hermana y su esposo nos seguían de cerca, preocupados por mis cambios de humor tan repentinos.Él no había vuelto a mencionar nada sobre
Capítulo 7 – Tu sabes que te quiero.Caminaba junto a él hacia la casa de mi hermana, ya le había mandado un mensaje de que volvíamos antes de tiempo, mientras ella se quedaría a disfrutar un poco más de su noche libre, pues ya que habían pagado a la niñera aprovecharían la noche a tope.Ninguno de los dos había vuelto a hablar desde que él me había confesado que estaba planeando en pedirme matrimonio. Tan sólo seguíamos andando, el uno al lado del otro, por aquella silenciosa calle.Kevin agarró mi mano en ese justo instante, provocando que me detuviese y mirase hacia él, asustada, pues siempre que alguien me tocaba esa era mi reacción.- Eh, Shh – me calmó, mientras soltaba mi mano y se colocaba justo delante de mí, posando su mano derecha sobre el lado derecho
Me besó por el cuello, despacio, acariciándomelo con la yema de los dedos al mismo tiempo, provocando que me tersase al sentirle así de nuevo.- Shhh – me calmó, sobre mi oreja, mientras me abría la camisa, con cautela e iba dibujando una línea por mi escote con su dedo índice, hasta llega al centro de mi pecho – relájate – pidió, al mismo tiempo que tiraba de los bordes de mi camisa y la apartaba para dejar mi torso desnudo, tan sólo vestido por el sujetador negro que llevaba. Le miré nerviosa, mientras él me miraba con detenimiento. Metió la mano por debajo de mi sujetador y me miró con cautela, como si esperase alguna reacción sexual por mi parte, pero en lugar de eso, tan sólo saqué su mano y la posé sobre mi estómago.- Aún no estoy preparada – le dije, pr
Habían pasado más de tres semanas, y ya no le tenía a mi lado, es más, nunca volvería a tenerle.Pasaba mis días en casa, aturdida, sin apenas saber el día en el que vivía, sabiendo que nunca volvería a verle sonreír, a escuchar su risa, a sentir su mirada sobre la mía, a saborear su boca. Era demasiado doloroso, y me arrepentía una y otra vez de no haber podido perdonarle, pero no podía, había cosas en la vida que no se podían perdonar, y aquella era una de ellas.Miraba hacia el jardín, donde mi hermana jugaba con la pelota junto a mi sobrina y su esposo, parecían estarlo pasando en grande.La verdad era que tenía un extraño sentimiento en aquel momento, dos sentimientos entre mezclados hacia mi hermana. Por una parte, estaba muy orgullosa de ella, por aquella magnifica familia que había formado, por la
Habían pasado dos meses, dos largos e insoportables meses en los que no le tenía a mi lado, dos largos y tormentosos meses en los que había cambiado de lugar de residencia. Había vuelto con mis padres, había decidido que dejaría que mi hermana viviese su vida, no quería seguir compadeciéndome por las esquinas de su casa mientras ella se moría de dolor de verme en aquel estado. Así fue como llegué de nuevo a la casa de mis padres, derrotada, hundida en el dolor. Aunque intentaba sonreír todo el tiempo frente a ellos, sabía que sospechaban que algo ocurría, yo ya no era la misma chica risueña, emprendedora y con ganas de comerme el mundo, algo había cambiado en mí.Paseaba por el bosque junto a mi padre y mi hermano, habíamos ido de caza, a la cabaña de Luis, que este muy gentilmente nos había
Aquella noche, nos tomamos unas cervezas antes de volver a salir a cazar, mi padre quería cazar algo más grande, y cómo teníamos la casa todo el fin de semana, decidimos quedarnos a pasar la noche.Reía a carcajadas por primera vez en mucho tiempo al escuchar las anécdotas que mi hermano contaba sobre nuestra adolescencia...- Y entonces cogiste del cuello a Joselito – aseguró hacia mí – le zarandeaste y le dijiste "si vuelves a tocarme el culo te mato" – finalizó, provocando que volviese a reír al escuchar aquello – Siempre fuiste una mujer de armas tomar.- Si – aseguraba mi padre – eso es cierto, siempre era muy rebelde.- Por eso no tenía amigas – proseguía mi hermano – siempre estaba rodeada de chicos.- Eso también era porque ella era guapísima – alegó
Habíamos elegido el mejor día para ir de caza, llovía a cántaros, me parecía divertido, había deseado tanto volver a cazar, y ahora pasaba algo como esto.Miraba por la ventana, admirando la lluvia caer sobre la ventana, sobre el campo, el agradable olor a campo mojado, añoraba aquel olor, de cuando pasaba mis días aquí junto a mi mejor amigo, junto al mismo que ahora me acompañaba.Llevaba puesta una camiseta ancha y el cabello alborotado, pues acababa de ducharme después de haberme mojado al llegar allí. Tenía las piernas desnudas, y debería haberme preocupado este hecho, pero me preocupaban más otras cosas, la verdad. Con la mano metida entre mis piernas y estas apretadas, pensaba en mis días allí, con él, en la de veces que me hacía olvidar... ¿quizás deber