Aquel día estábamos de celebración, en casa de Meryem y Paul, al parecer vivían juntos en la casa de la joven. Nos habían invitado para celebrar la noticia, y para que me animase un poco, pues a pesar de que Kevin lo intentase cada día, aún me sentía algo decaída, sobre todo al pensar en formar una familia junto a él.
Me asomé al balcón de mi amiga, mientras Kevin y Paul bromeaban de sus cosas, al mismo tiempo que Meryem caminaba hacia mí.
Olivares estaba en una reunión, así que esperamos por largo rato en su despacho, incluso me quedé dormida con la cabeza apoyada sobre el hombro izquierdo de Kevin.¿te quedarás conmigo? – Pregunté en sueños, provocando que Kevin ladease la cabeza y se fijase por el rabillo del ojo que dormía – quédate conmigo – rogué, mientras una lágrima caía sobre su brazo y él se preocupaba bastante de verme así.Levantó la mano y acarició mi rostro con sus yemas, al mismo tiempo que Olivares entraba en su despacho y miraba hacia nosotros, haciendo que Kevin le indicase que guardase silencio.¿deberíamos posponer la reunión? – Preguntó entre susurros, haciendo que Kevin negase con la cabeza.Sólo un momento, ella no ha dormido mucho esta noche.
Capítulo 28 – Una oportunidad para ser feliz.Me agarró del brazo antes de que hubiese abandonado el ascensor y miré hacia él sin comprender que era lo que pretendía.No necesito leer el sobre para saber lo que ocurre – aseguró, guardando el sobre el mi bolso, mientras yo le miraba anonadada – se que por culpa de David es difícil para ti volver a tener hijos, después de lo que pasó y …No, no es eso – aseguré – sí que es difícil volver a pensar en tener hijos, porque me hace recordar el bebé que perdí, pero …Te dije que te esperaría Ana – me enfrentó – que sería paciente, y lo sigo manteniendo.Tu no lo entiendes. Ni siquiera se si voy a poder tener más hijos, no soportaría que al final no pudiese hacerlo y que tu hubie
Desayunaba, tranquila, mientras mi cuñado se tomaba el café y la magdalena con prisas, sonreí al darme cuenta de que era la única que tenía una vida despreocupada.Hacía más de un año que había llegado a Londres, a casa de mi hermana, al único lugar al que sabía que él nunca me encontraría.Aún recordaba mi llegada allí, frente a la puerta de mi hermana, en aquella tarde lluviosa, calada hasta los huesos y totalmente rota, provocando que mi hermana me abrazase con fuerza, incapaz de saber entender que era lo que me ocurría.Mis padres no sabían nada sobre mi paradero, nadie lo sabía en realidad, solo mi hermana, su esposo y su preciosa niña de cinco años de edad.- Te envidio – aseguró James, provocando qu
Cuando desperté en la habitación de mi hermana, había una personita mirándome sobre la cama, era Ainara, mi pequeña sobrina. Era la cosa más bonita que había visto nunca y cada vez que la veía mi corazón dolía y sonreía al mismo tiempo, dolía al pensar en el hijo que perdí y sonreía al sentirme querida por una persona tan especial como ella.Sonreí hacia ella, sintiendo como la niña sonreía aún más.- ¿Qué hora es? – pregunté hacia ella, admirando como esta se encogía de hombros, con gracia, provocando que riese divertida al verla de aquella forma.- Tita ríe – comenzó ella, mientras sonreía divertida, al escucharme reír de nuevo, pues lo cierto es que pocas veces lo hacía, y la mayoría de las veces era
¿ya estás más calmada? – me preguntó él, levantándome del suelo, agarrando mi mejilla para limpiar las lágrimas que aún tenía en ese lado del rostro. Levanté la mano, para acariciar su rostro, notando su barba bajo mis dedos, por lo que sonreí pausadamente, mientras sus ojos se entrelazaban con los míos. Me tenía totalmente cautivada, quizás fuesen mis defensas que estaban bajas, o quizás fuese que estuviese tan apuesto… pero lo cierto era que no podía pensar con claridad, tan sólo quería besarle. Me sonrió calmado, al notar mi mirada sobre la suya, y me besó despacio, como si temiese que pudiese hacerme algún daño. Pero no lo hizo, pues David no me había besado, así que no había nada que pudiese recordármelo.Me besó con más intensidad tan pro
Habían pasado dos días desde aquello, aún no me había recuperado del todo y mi hermana estaba realmente preocupada por mí, por lo que me había pasado, y yo me sentía demasiado débil como para enfrentarme a la vida de nuevo.Kevin llamaba con insistencia a una puerta, en uno de los barrios más adinerados de la ciudad, provocando que el dueño de esa casa abriese la puerta y quedase totalmente sorprendido de encontrar allí a su mejor amigo, aquel que le había arrebatado el amor de su mujer.Miró hacia él, deteniéndose en su aspecto, estaba realmente horrible.- Pasa – le dijo, tras un largo rato en silencio, pensando en sí debería echarle de allí a patadas o apiadarse del que una vez fue su mejor amigo, su hermano – tienes un aspecto horrible – bromeó, mientras caminaba junto a &eacu
Kevin seguía en casa de su amigo, este había sido tan amable de cederle el cuarto de invitados, pues desde que ella se había marchado, unos años atrás, había decidido vivir sólo, alejado de nuevo, de sus padres.Se sentó sobre el escritorio de la habitación, dándole la espalda a las maravillosas vistas que se veían desde el gran ventanal que había en la estancia, donde se podía vislumbrar la hermosa de la ciudad nocturna, y abrió el pequeño ordenador portátil que había traído consigo, pues debía comunicarse con su superior y rellenar algunos documentos relacionados con el trabajo.Apenas se había encendido la pantalla del escritorio cuando vislumbró algo que le sacó de sus pensamientos sobre informes y e-mails, una carpeta con las fotos que nos hicimos en Boston, eso fue lo que llam&o
Me había obligado a mí misma a poner una enorme barrera entre mis recuerdos dolorosos y mi corazón, pues él estaba a mi lado en aquellos días, intentando hacerme sentir mejor, y recordar aquello por lo que no podía estar con él, por lo que debía separarle, no era bueno. Sabía que, si hacía caso a todo lo que sentía, a todo mi dolor, tendría que alejarme de él, pero no quería, le amaba tanto que no quería perderle, a sabiendas de que aquello que estábamos viviendo tan sólo era una mentira, pues en algún momento tendría que hacer frente a la verdad y alejarle de mi vida para siempre.Caminaba junto a él, por el parque, mientras mi hermana y su esposo nos seguían de cerca, preocupados por mis cambios de humor tan repentinos.Él no había vuelto a mencionar nada sobre