Aquella noche, nos tomamos unas cervezas antes de volver a salir a cazar, mi padre quería cazar algo más grande, y cómo teníamos la casa todo el fin de semana, decidimos quedarnos a pasar la noche.
Reía a carcajadas por primera vez en mucho tiempo al escuchar las anécdotas que mi hermano contaba sobre nuestra adolescencia...
- Y entonces cogiste del cuello a Joselito – aseguró hacia mí – le zarandeaste y le dijiste "si vuelves a tocarme el culo te mato" – finalizó, provocando que volviese a reír al escuchar aquello – Siempre fuiste una mujer de armas tomar.
- Si – aseguraba mi padre – eso es cierto, siempre era muy rebelde.
- Por eso no tenía amigas – proseguía mi hermano – siempre estaba rodeada de chicos.
- Eso también era porque ella era guapísima – alegó
Habíamos elegido el mejor día para ir de caza, llovía a cántaros, me parecía divertido, había deseado tanto volver a cazar, y ahora pasaba algo como esto.Miraba por la ventana, admirando la lluvia caer sobre la ventana, sobre el campo, el agradable olor a campo mojado, añoraba aquel olor, de cuando pasaba mis días aquí junto a mi mejor amigo, junto al mismo que ahora me acompañaba.Llevaba puesta una camiseta ancha y el cabello alborotado, pues acababa de ducharme después de haberme mojado al llegar allí. Tenía las piernas desnudas, y debería haberme preocupado este hecho, pero me preocupaban más otras cosas, la verdad. Con la mano metida entre mis piernas y estas apretadas, pensaba en mis días allí, con él, en la de veces que me hacía olvidar... ¿quizás deber
Capítulo 14 – InvisibleA veces me gustaría poder ser invisible, ponerme un disfraz y que nadie pueda verme. A veces me gustaría poder espiar a la gente a la que amo, descubrir que es lo que ocurre cuando no estoy con ellos.Pensaba en ello cuando caminaba por el campo aquella mañana. Luis aún dormía, apenas habían salido los primeros rayos de sol, era demasiado temprano como para que nadie se levantase aún, pero yo ya no podía dormir más, estaba cansada de dormir.Pensaba en él, en sus palabras, en aquel "quiero pasar el resto de mi vida contigo". Me hubiese gustado pasar el resto de mi vida con él, tener una familia, hijos a su lado, aunque aún no me imaginaba un pequeño Kevin correteando por el lugar, sabía que él hubiese sido un gran padre, tenía un corazón hermoso y mucho amor que dar, ese corazón
Capítulo 16 – El anillo.Descansaba sobre su pecho después de aquel torbellino de emociones, pero lo cierto es que no me arrepentía de nada, y aquello me sorprendía demasiado, el darme cuenta de que no me arrepentía, de que me daban igual sus errores y los míos, tan sólo quería estar allí con él, a pesar de que también sabía que si me quedaba a su lado no sería un camino de rosas, sería difícil estar con él, pero aún así quería hacerlo, no quería volver a sentir lo que había sentido cuando pensaba que jamás volvería a estar con él.Me besó en la cabeza, mientras me acariciaba la espalda, parecía en calma, parecía en paz, como si hubiese estado deseando ese momento toda su vida.- Ana... - susurró, sin atreverse a decir nada m&a
Comimos con calma, saboreando aquella deliciosa comida que tanto añoraba de mis días en Seúl, y después de eso, la señora Chang empezó a enseñarme álbumes de fotos donde aparecía Kevin, al mismo tiempo que este recogía la cocina sólo, pues la señora no me había dejado ayuarle.- Mírale aquí – me señalaba, mientras me enseñaba a un niño de unos cinco años de edad enseñando sus desvergüenzas a la cámara mientras intentaba coger las sábanas que su madre tenía colgadas en el tendedero – era un trasto.- ¿y está es Aina? – señalé hacia la foto que había al lado, donde aparecía una niña de la misma edad, con una amplia sonrisa mirando hacia la cámara.- Así es, mi pequeña Aina... - sus
Aún no podía creer lo que había pasado, no podía creerme que después de todas las cosas horribles que me habían sucedido en el pasado, pudiese haber recibido una proposición de matrimonio, ni más ni menos, que del hombre que menos esperaba.Si hace unos años me hubiesen dicho que Kevin me pediría matrimonio de aquella forma, me hubiese reído en la cara del anunciante. Parecía imposible, e increíble que Kevin hubiese cambiado tanto.Desde entonces habían pasado muchas cosas, cosas que nos habían separado, y otras que nos habían unido aún más, cosas que me habían hecho odiarlo y cosas que me habían hecho quererlo un poco más. Pero, sobre todo, cosas que me habían acercado a él y a su mundo mucho más.Kevin era un encanto, ese tipo de persona que quieres a tu lado, q
Desayunaba en su cocina, junto a él, ya casi me había terminado el trozo de pastel cuando su madre apareció en ella, sorprendida de vernos allí tan temprano.¿Habéis madrugado? – preguntó con curiosidad, al mismo tiempo que él asentía.Mamá – la llamó él, provocando que la mujer dejase de prestar atención al zumo de naranja que acababa de sacar del frigorífico y mirase hacia él – hoy no vendré a almorzar.¿ha pasado algo? – preguntó la mujer, extrañada, admirando como su hijo negaba con la cabeza en respuesta, al mismo tiempo que mi hermana y mi cuñado entraban en la cocina, ya vestidos y listos para marcharse - ¿no os quedáis a desayunar?No, tenemos que volver a Londres – aseguraba mi hermana, haciendo que la mirase sorprendida al
La tarde pasó más rápido de lo que esperaba, y era lógico pues me había ido a ayudar a la señora Chang al café, pues Philip estaba de vacaciones, y aquello era un caos sin él. Tras prometerle que la ayudaría mientras duraba mi estancia, dejando a la anciana un poco más calmada, me percaté de que casi era la hora en la que debía marcharme.¿ya es tan tarde? – pregunté horrorizada, dándome cuenta de que ya iba tarde, provocando que la señora me mirase sin comprender – le prometí a Kevin que iría a recogerlo.Ten cuidado – me dijo – está lloviendo mucho.Agarré las llaves del coche, y salí de la tienda del café, olvidando el paraguas allí, teniendo que correr hacia el auto cuando me hube percatado de ello.Me puse como una sopa, pues
Pensaba en Kevin, en lo mucho que me habría gustado que me salvase aquella vez, que al menos lo hiciese aquella vez, mientras mis lágrimas caían al ser ultrajada por aquel hombre de nuevo, con las manos fuertemente atadas, sobre la cama, desnuda, frente aquel animal que babeaba al tocarme.Pero yo ya no podía sentir nada, ni placer, ni odio, ni asco, estaba muy lejos de allí, atrapada dentro de aquella cárcel, de mi cuerpo inerte, pensando en él, en mí, en lo poco que había durado aquella felicidad. Debí haberlo sabido, que aquella nueva felicidad no duraría para siempre, que pronto los monstruos del pasado volverían para hacerme daño, y justo así había sido.Me tapó la boca con la mano, como si pensase que iba a emitir algún sonido, cuando era obvio que estaba casi muerta, estaba en un lugar muy lejano, en mi mente, pensand