Vio que Marcus Kent rodeaba el brazo a la princesa Dominique. Que Jake Stanbury hablaba con su esposa Rowena y que el amor que sentían el uno por el otro se reflejaba en el lenguaje corporal que utilizaban. También estaban Ben Lockhart y Meagan Moore y Adam sabía que no tardarían mucho en casarse.
El secuestro del Rey había conseguido una cosa, que la gente cercana encontrara el amor... igual que Adam había encontrado el amor en Isabel. Pero Adam solo era un oficial de la Royal Edenbourg Navy, no el tipo de persona que el rey Michael quería para su hija, no tenía la sangre rela que el rey Nicholas deseaba para su hermana.
-Quédate aquí -dijo Isabel cuando llegaron frente a la plataforma.
Le soltó la mano y Adam miró con curiosidad cómo arrancaba una flor de uno de los ramos y regresaba hasta donde estaba él.
-¿Qué estás
El rey Nicholas se movía despacio por la capilla. Llevaba a la pequeña LeAnn en un brazo y una linterna en la otra mano. Aunque estaba agotado, las emociones el día todavía le daban fuerza.Cuando terminó la boda de Adam e Isabel, él fue a buscar a su hija. Esperaba encontrarla dormida, pero la pequeña lo recibió balbuceando. La tomó en brazos y decidió llevarla con él. Detrás del altar, bajó las escaleras que llevaban hasta las catatumbas.Con la linterna iluminó el estrecho pasadizo y mientras caminaba se fijó en las sombras que se reflejaban en la pared. Abrazó a su hija. Le encantaba el aroma de la pequeña. Era la niña de sus ojos, el resultado del amor que sentía por la madre de LeAnn.Él había notado que el mismo amor se había apoderado de Adam e Isabel, cuando ese mismo día unier
El capitán Adam Sinclair odiaba tener que esperar. Después de mirar el reloj, frunció el ceño y esperó a que abrieran la puerta para pasar al despacho de Isabel Stanbury. Isabel Stanbury, no solo era princesa de Edenbourg sino también un miembro del gabinete y del Ministerio de Defensa, y la mujer que nunca desaparecía de sus pensamientos... una mujer de la que él nunca podría disfrutar excepto en los sueños prohibidos que tenía demisiado a menudo. Aunque soo llevaba esperando diez minutos, le parecía una eternidad y la espera resultó más difícil que nunca al recordar la voz de ella por teléfono cuando concertaron la cita. Parecía nerviosa y eso ke preocupaba. Isabel era una mujer fuerte que rara vez se dejaba llevar por sus sentimientos. Frunció el ceño y contuvo el impulso de levantarse y pasear por la sala. La secretaria de Isabel lo miró como si hubiera notado su impaciencia, pero no sonrió para tranquilizarlo. Esos días la gente no sonreía mu
El capitán Ben Lockhart había accedido a hacerse pasar por Nicholas,el hijo del rey Michael, y Shane lo había secuestrado. La hermana de Shane, Meagan, era la responsable de la seguridad de Ben y del infructuoso intento de arresto de su hermano... infructuoso porque el primo de Isabel, Luke, había disparado y matado a Shane. -La clave de quién tiene a mi padre y de dónde lo esconden está en ese pedazo de papel. Lo presiento... es la única pista fiable que tenemos -dijo ella-. Adam, Meagan ya nos fijo que creía que mi padre había tenido un ataque al corazón... por lo que sabemos, podría estar muriéndose... solo... en un sitio horrible. Por cómo le birllaban los ojos, Adam se dio cuenta de que estaba al borde del llanto. No quería verla llorar. Solo la había visto llorar una vez y entonces estuvo a punto de cruzar la línea del territorio prohibido. Suspiró con resignación. -¿Así que estás decidida a hacerlo? Ella asintió, respiró
Al mirarla, Adam sintió que una ola de calor recorría su cuerpo y recordó que hacía mucho tiempo que no estaba con una mujer. Desde la desaparición de su padre, hacía poco más de un año, la vida de Adam se había consumido tratando de aclarar el nombre de su padre... su propio nombre.No había tenido tiempo, ni ánimo, para romances. Pasaban minutos de las diez. ¿Dónde diablos estaba Isabel? Habían quedado en encontrarse a las diez de la noche. En cuanto ella entrara por la puera, la agarraría del brazo y la sacaría de allí. Aquel no era lugar para una princesa. Tenía que haber otra manera de conseguir la información que Isabel buscaba. Volvió a mirar a la mujer que estaba en el otro lado del salón. Lo atraía como un imán. Ella lo miró, agarró la mano del borracho que estaba a su lado y tiró de él hacia Adam. Adam frunció el ceño. Se preguntaba si habría dado un paso en falso simplemente por mirar a esa mujer. Quizá el borracho era su chulo y lo habían confu
Cuando llegaron a la tercera planta, Isabel apenas podía respirar. No sabía si era por el cansancio de subir las escaleras o por pensar una y otra vez en el beso que habían compartido. Encontró la habitación y abrió la puerta. No pudo evitar dar un suspiro de asombro. El sitio era un cuchitril. Entraron y Adam cerró la puerta. -¿Qué esperabas? ¿El Ritz? -le preguntó. -Al menos parece que está bastante limpio -contestó ella. Era cierto, la habitación era pequeña y solo tenía una cama doble, una mesilla de noche con quemaduras de cigarro y una silla. La única luz que había era la de una lámpara con la pantalla torcida. La alfombra estaba limpia y la habitación olía a detergente con olor a pino. Isabel entró en el baño. Era pequeño y no tenía bañera, solo un minúsculo plato de ducha, pero también estaba limpio. Se volvió y miró a Adam quien tenía el ceño fruncido. -No está tan mal -dijo ella-. Podía ser peor.
Se incorporó y miró el reloj. Eran casi las dos. A pesar de que era de noche, una luz se filtraba por las cortinas de la ventana. Era la luz del fluorescente que anunciaba el nombre del establecimiento. Miró a Isabel. Estaba profundamente dormida sobre la cama. Tenía la sábana a la altura de la cintura y Adam podía contemplar sus pechos redondeados cubiertos por un camisón de seda lila.Sbía que no debía mirar, pero no podía evitarlo. Mientras dormía, sus rasgos adquirían cierta vulnerabilidad que tenían cuando estaba despierta. Las pestañas cubrían las sombras oscuras que tenía bajos los ojos y su boca estaba entreabierta, como si esperara el beso de su amado. Su piel era apetecible. Frunció el ceño y miró a otro lado. Antes de irse a dormir todo había sido un poco extraño. Adam no había pensado en todo lo que el plan implicaba. Sin duda no pensado en que quizá tuviera que dormir con Isabel. Él se había ido al baño para ponerse unos pantolon
-¿Estás segura de que es prudente que vayamos? Seguramente irán algunos de los detectives reales. No queremos que nos descubran -ella sonrió y lo miró. -No creo que tengamos que preocuparnos porque nos reconozcan. Yo no me parezco en nada a cómo soy, y tú con esa barba tampoco. -lo que no podía decirle era que siempre lo había encontrado terriblemente guapo, pero que la sombra de la barba incipiente en sus mejillas y la ropa que llevaba y que resaltaba los músculos de su cuerpo, hacían que se le cortara la respiración-. Es importante que veamos quién va al funeral, Adam. Puede que esté allí el cerebro de todo el plan de secuestro -dijo ella, trató de no perder la atención. -Lo dudo -contestó Adam, y bebió un poco de café-. Quien se que éstá detrás de este plan es demasiado inteligente como para aparecer y mostrar en público su relación con un camarada fallecido. -Isabel suspiró desanimada. -Es probable que tengas razón. Yo espero... Quiero d
Adam sabía que Isabel lloraba por algo más que por haber perdido a Pam Sommbersby. Él la había observado durantes los dos últimos meses, la había ayudado a buscar al Rey y estaba maravillado por su objetividad, y por la fuerza de voluntad que poseía.Sin embargo, Adam no se había olvidado de que el hombre que buscaban no era solo el Rey de su país, sino también el padre de Isabel. Adam conocía el dolor y el sufrimiento que se siente cuando se pierde a su padre.Las lágrimas de Isabel provenían de lo más profundo de su corazón y él no podía hacer nada más que abrazarla hasta que pasara la tormenta. Al principio trató de fijarse en los alrededores. El callejón era estrecho y olía a basura. Observó los edificios y los garajes, sabía que en uno de ellos se encontraba el coche de Pam Sommersby.