-¿Estás segura de que es prudente que vayamos? Seguramente irán algunos de los detectives reales. No queremos que nos descubran -ella sonrió y lo miró.
-No creo que tengamos que preocuparnos porque nos reconozcan. Yo no me parezco en nada a cómo soy, y tú con esa barba tampoco. -lo que no podía decirle era que siempre lo había encontrado terriblemente guapo, pero que la sombra de la barba incipiente en sus mejillas y la ropa que llevaba y que resaltaba los músculos de su cuerpo, hacían que se le cortara la respiración-. Es importante que veamos quién va al funeral, Adam. Puede que esté allí el cerebro de todo el plan de secuestro -dijo ella, trató de no perder la atención.
-Lo dudo -contestó Adam, y bebió un poco de café-. Quien se que éstá detrás de este plan es demasiado inteligente como para aparecer y mostrar en público su relación con un camarada fallecido. -Isabel suspiró desanimada.
-Es probable que tengas razón. Yo espero... Quiero desespedamente ser yo la persona que encuentre a mi padre.
-Isabel -Adam le agarró la mano-. No tienes que demostrarle nada a nadie, y menos a tu padre.
Isabel frunció el ceño y retiró la mano. El roce de la mano de Adam le resultaba un poco pertubador.
-No sabes nada acerca de la relación que tengo con mi padre -protestó-. Y será mejor que empieces a llamarme Bella en lugar de Isabel.
-Sé lo mucho que te disgutó cuando él no te permitió continuar sirviendo a la Marina.
-Eso ocurrió hace mucho tiempo -contestó ella sin mirarlo a los ojos-. Sé que mi padre lo hizo porque creía que era lo mejor para mí.
A pesar de que era lo que se decía a sí misma una y ota vez, todavía sentía el dolor que le había causado la decisión de su padre. A ella le encantaba estar en la Marina y fue la noche en que su padre le dijo que no podía continuar con su formación, cuando lloró entre los brazos de Adam.
Hubiera dado igual, porque aquella noche Isabel alzó el rostro para besar a Adam y él volvió la cara, diciéndole sin hablar que no tenían ningún futuro juntos, que él no sentía nada por ella.
-Te hubieras convertido en un estupendo oficial de inteligencia -dijo Adam.
-Gracias -dijo ella sin más, y sintió que le daba un vuelco el corazón. Sabía que Adam no era el tipo de hombre que decía falsos cumplidos.
Alargaron el desayuno como si no quisieran regresar a la pequeña habitación. Mientras bebían café hablaron de cosas sin importancia... de películas que habían visto, de música, de las personas que ambos conocían.
Había momentos en los que los ojos de Adam se oscurecían y ella se preguntaba si estaría pensando en su padre. Isabel no le había contado que cuando lo llamó para pedirle que la ayudara a encontrar al Rey, había asignado a dos de los mejores detectives de Edenbourg para que investigaran acerca de la desaparición del padre de Adam.
Igual que Adam, ella no podía creer que el Almirante retirado Jonathon Sinclair, quien tenía muchas condecoraciones, se hubiera vendido y marchado del país en un prototipo de avión de combate que costaba miles de millones de dólares y tenía un valor incalculable por su alta tecnología.
A las nueve y media se marcharon del café y tomaron un taxi para que los llevara hasta el cementario donde iban a enterrar a Shane Moore. Le pidieron al conductor que los esperara hasta que dicidieran marcharse. En el cementerio había un pequeño grupo de gente reunida alrededor del ataúd. Se unieron al grupo e Isabel reconoció a algunas personas que había visto en las fotos que les había dado Ben.
Willie Tammerick, quien parecía que ya estaba como una cuba, los saludó con la cabeza mientras el pastor comenzaba a entonar una serie de alabanzas que dejaban claro que no había conocido a Shane personalmente. Meagan, la hermana de Shane estaba ausente.
Cuando el capitán Ben Lockhart se había hecho pasar por el Príncipe Nicholas y Shane lo secuestró, fue Meagan la que se encargó de custodiarlo y finalmente acabaron enamorándose. Isabel miró a Adam con curiosidad. A pesar de que lo conocía desde hacía mucho tiempo y de que había trabajado juntos, no tenía ni idea de si se había enamorada alguna vez. Ni siquiera sabía si creía en el amor.
Hubo un tiempo en que ella creía estar enamorada de él y creía que ya lo había superado, pero no comprendía por qué se le aceleraba el corazón y se estremecía cuando él la miraba con esos bonitos ojos grises. Frunciendo el ceño, volvió a mirar a las personas que habían asistido al entierro y se detuvo en una mujer.
Era una mujer rubia y con mucho pecho y si no hubiera tenido las mejillas llenas de lágrimas, la nariz roja y los ojos hinchados, hubiera sido muy guapa. Debía de ser Pam Sommersby. Tenía que ser ela. Isabel había visto su nombre en las notas que le había dado Ben, pero no había ninguna foto de la novia de Shane Moore, solo una descripción de su físico.
Isabel agarró el brazo de Adam y lo apretó hasta que él la miró. Ella señaló hacia la mujer con la cabeza. Adam miró a la mujer y después a Isabel. Ella se puso de puntillas para susurrarle algo al oído.
-Creo que es Pam Sommersby, la novia de Shane.
-Intentaremos hablar con ella después de la ceremonia.
Isabel asintió, afectada por su cálida respiración y el aroma de su colonia. Miró hacia el pastor y esperó a que terminara la oración. Después, el grupo de gente se dispersó y solo se quedó la mujer rubia vestida de negro.
Adam e Isabel regresaron hacia el coche y se quedaron junto a la puerta esperando a que se acercara la mujer afligida. Isabel quería odiar a la mujer que había sido la novia del responsable del secuestro de su padre, pero al verla dejar una rosa sobre el ataúd de Shane Moore, no pudo evitar sentir lástima por ella.
Cuando la mujer salió del cementario y se dirigió hacia su coche, Isabel se acercó a ella.
-Pam -la llamó Isabel-. Pam Sommersby.
La mujer se paró y miró hacia atrás. Se quedó boquiabierta y comenzó a caminar más deprisa.
-¡Pam, espera! Solo quiero hablar contigo.
Antes de que Isabel pudiera alcanzarla, Pam se metió en su coche. Arrancó el motor y aceleró. Isabel corrió hasta el taxi y, mientras Adam le decía al conductor que siguiera al coche, entró y se sentó junto a él.
-No podemos dejar que se escape -exclamó Isabel. Sabía que en la información que le había pasado Ben no figuraba ninguna dirección de Pam Sommersby-. Ella sabe algo. Lo sé -Isabel agarró la mano de Adam y la apretó con fuerza.
-La atraparemos -le aseguró Adam-. Cada vez estamos más cerca.
Isabel continuó agarrando la mano de Adam. Durante tres largos meses había sido fuerte. Durante tres largos meses había esperado alguna pista que le permitiera encontrar a su padre.
Hasta ese momento había reprimido el miedo que le había provocado la noticia de que su padre pudiera haber sufrido un ataque al corazón. En ese momento, el miedo se enfrentaba a la esperanza de que Pam Sommbersby tuviera la información que necesitaban para salvar a su padre. Quizá fuera la única persona que podía darles esa información.
Había bastante tráfico y era evidente que no era la primera vez que Pam huía conduciendo. Se colaba entre los coches y cada vez que Isabel perdía de vista el coche, sentía una fuerte opresión en el pecho.
Pam tenía las respuestas. Isabel sabía que Pam era la clave para encontrar al Rey. ¡No podían dejarla escapar!
-Se dirige hacia la King´s Me n Taverm -exclamó Adam.
Pam torció por el callejón de detrás de la taberna y para cuando el taxi tomó la curva, el coche de ella no estaba a la vista.
-No la veo -dijo el taxista soltando el aceledor.
-Siga conduciendo -gritó Isabel-. Vaya despacio... tiene que estar en algún sitio.
Bajaron por el callejón y miraron entre los edificios y en los garages, pero no tuvieron éxito. Era como si se hubiera abierto el suelo y se hubiera tragado el coche de Pam.
-Bella... la hemos perdido -dijo Adam, y el taxista paró el coche.
Isabel salió del coche y Adam pagó al taxista. En un instante afloraron todos los sentimientos que había ocultado durante tres meses en su interior. Los ojos de Isabel se llenaron de lágrimas.
Era como si todas las esperanzas que tenía de encontrar a su padre se hubieran desvanecido. Miró a Adam como para que él le devolviera la fuerza y la esperanza. Comenzó a llorar desconsoladamente y Adam la estrechó entre sus brazos.
En silencio, le dio permiso para ser débil, y en esos momentos ella necesitaba serlo. Apoyó el rostro en la camisa de Adam y permitió que las lágrimas de miedo y frustacipon rodaran pos sus mejiilas.
Adam sabía que Isabel lloraba por algo más que por haber perdido a Pam Sommbersby. Él la había observado durantes los dos últimos meses, la había ayudado a buscar al Rey y estaba maravillado por su objetividad, y por la fuerza de voluntad que poseía.Sin embargo, Adam no se había olvidado de que el hombre que buscaban no era solo el Rey de su país, sino también el padre de Isabel. Adam conocía el dolor y el sufrimiento que se siente cuando se pierde a su padre.Las lágrimas de Isabel provenían de lo más profundo de su corazón y él no podía hacer nada más que abrazarla hasta que pasara la tormenta. Al principio trató de fijarse en los alrededores. El callejón era estrecho y olía a basura. Observó los edificios y los garajes, sabía que en uno de ellos se encontraba el coche de Pam Sommersby.
-Realmente no sé que ha pasado -dijo Adam. El dolor inundaba su corazón. Siempre había considerado a su padre como un héroe y Adam no estaba seguro de qué era peor, pensar que se había marchado para siempre o creer que de verdad era un traidor-. Pero te diré una cosa... solo hay dos posibilidades. O mi padre está vivo y es un traidor, o está muerto. -se aclaró la garganta y forzó una sonrisa-. Espero que tú tengas un final más feliz cuando encontremos a tu padre.-Oh, Adam. Lo siento mucho -sus ojos brillaban con empatía. Isabel se puso en pie y se sentó en su regazo. Suspiró y le rodeó el cuellos con los brazos.Apoyó la cabeza en su hombro y lo abrazó con fuerza. Era como si creyera que sujetándolo podría evitar que cayera en el oscuro abismo de sus sentimientos. Y para sorpresa de Adam... funicionó.&nbs
¿Cómo está Dominique? -preguntó Isabel para cambiar de tema. Dominique, la hermana de Isabel, estaba embarazada de seis meses y eso hacía muy feliz a toda la familia real.-Está bien -Josephine dio un suspiro-, Isabel, no he olvidado que no has contestado a mi pregunta. ¿Dónde estás?-No preguntes -contestó mientras oyó que Adam cerraba el grifo de la ducha-. Mamá, no puedo quedarme sentada esperando a que los demás encuentren a papá.-¿No estás haciendo ninguna tontería, verdad?Isabel miró a Adam. Salía vestido con un pantalon corto y de él emanaba un aroma de limpia masculinidad.-Por supuesto que no -contestó Isabel, y no se sorprendió al notar que tenía la boca seca.Nunca había visto un pecho tan fuerte salpiccado por la cantidad justa de ve
-Supongo -contestó él cada vez más enojado. Para él, no había manera de que ella no desentonara. La mujeres entraban y salían de la taberna, pero ninguna era tan guapa, sexy y atractiva como Isabel-. Empiezo a pensar que todo esto es un péridida de tiempo -dijo él.-Eso no es cierto -ella se echó hacia delante para acercarse a él-. Nos hemos enterado de lo de los Patriots, y antes no sabíamos de ellos.-Todavía no sabemos nadaacerca de ellos -susurró Adam-. Ben no ha encontrado ninguna información sobre ellos y ni siquiera sabemos si tienen algo que ver con el secuestro de tu padre -su tono era duro y ella se estremeció al ver el rencor que había en sus palabras. Al momento, él se arrepintió. Pasó una mano por sus cabellos para tranquilizarse y dijo-: Lo siento. No quería hablarte así. Maldita sea, estoy empezando a fr
Isabel notó que se le secaba la boca. Ella sí sabía lo que le gustaría hacer. Quería agarrarlo de la mano y volverlo a meter en la cama. Quería que la besara y que acariciara su cuerpo hasta que ella gimiera de deseo, y que después la poseyera.-¿Qué? -preguntó al fin.-Quiero salir de aquí. -ella lo miró confundida.-¿Qué quieres decir?-Necesito respirar un poco de aire que no sea el de esta habitación o el de esa apestosa taberna. ¿Por qué no nos vestimos, desayunamos y nos vamos al campo? Solo por un par de horas. ¿Qué te parece?De pronto, el ambiente se llenó de tensión.-De acuerdo -convino ella.Mientras se dechaba decidió que ir al campo era una buena idea. Seguramente, el tiempo que pasara fuera de aquella habitación y
-Y porque el país lo necesita -añadió Adam. Por algún motivo, a Isabel no le gustaron sus palabras.-El país no siempre es lo más importante -se apoyó en el respaldo y miró a Adam. Decidió que era el momento de preguntarle lo que quería saber desde hacía mucho tiempo-. ¿Hay alguna mujer en tu vida, Adam? ¿Alguien especial? -los ojos de Adam se oscurecieron, era imposible mirar en su interior.-No, no hay nadie especial. No busco a nadie especial -bebió un poco de agua y continuó-. Creo que a ese respecto soy como mi padre. Mi profesión es mi esposa, mi amante... mi vida.-¿Nunca te sientes solo? ¿Nunca tienes momentos en los que deseas que hubiera alguien que te conociera tan bien, yt te quisiera tanto que puediera averiguar tus pensamientos y compartir tus sueños secretos? -él estuvo callado durante un ins
-Vale -dijo al fin-. Haré o que pueda. Sé dónde se reúnen y cuándo. Ellos confían en mí. Puedo llevaros a ti y al hombre que finge ser tu esposo a una de sus reuniones. Los ojos de Isabel se llenaron de lágrimas. Lágrimas de agradecimiento. Estaban cerca... más cerca del éxito. -Gracias -le dijo a Pam. Pam asintió y se puso en pie, como si tuviera prima por marcharse. -Quedamos aquí el martes por la noche. Os llevaré a donde queréisir -dijo, y comenzó a caminar. -¿Pam? -Isabel la llamó. -la mujer rubia se volvió-. ¿Cómo supiste que era yo? -por primera vez Pam esbozó una sonrisa. -Tenía seis años cuando tú naciste. Probablemente te parezca una tontería, pero yo jugaba a que tú eras mi hermanita. He seguido toda tu vida, he leído todos los artículos acerca de ti y he visto todas las fotos que han publicado -dejó de sonreír-. Da igual, te reconocí en cuanto te vi. ¿He de preocuparme de qu
Él la rodeaba con el brazo, o ella ponía su pierna encima de la de él. Era como si inconscientemente sus cuerpos se desearan y sus pieles buscaran el roce de la otra. Durante el día, cada vez que se producía contacto físico entre ellos era una tortura para Isabel. Si la mano de Adam la rozaba, le daba un vuelco el corazón. Si sus hombros se chocaba, un escalofrío recorría todo su cuerpo. -La primera persona que saldría ganando sería Nicholas. Sin tu padre, él se convertiría en rey -dijo Adam sin parar de moverse de un lado a otro. -Pero sabemos que Nichola no tenía nada que ver porque secuestraron a Ben cuando se hacía pasar por Nicholas -contestó Isabel-. Además, Nicholas nunca le haría daño a nuestro padre. Adam dejó de pasear y asintió. Se acarició la barbilla y una vez más se sorprendió al sentir la barba incipiente. -Estoy de acuerdo. El príncipe Nicholas es un buen hombre. Y eso nos hace pensar en la siguien