Nathan Me observo en el espejo y sin poder creer en la locura que estoy por cometer niego con mi cabeza, al tiempo que rocío un poco de mi loción preferida sobre mi cuerpo para después terminar de arreglarme.Me dirijo a mi mesita de noche y sin importarme que sea tan temprano me sirvo otro vaso licor, sintiendo como el sabor afrutado recorre poco a poco mi garganta. Cuando ya he perdido la cuenta de los vasos que he tomado, alguien toca a mi puerta y aunque por un momento estoy por dejarlos pasar, recuerdo que desde que mi supuesto amorío con Giselle se hizo público, Sarah no ha dejado de intentar colarse a mi habitación, por lo que sin duda no es una buena idea permitir que entren sin saber de quién se trata.Me levanto sin mucho ánimo y cuando abro la puerta, una de las pelirrojas que más detesto, me mira con una enorme sonrisa. La miro de arriba hacia abajo y cuando la veo ataviada con un vestido blanco demasiado escotado, enarco mi ceja.—¿Qué deseas Sarah? —la cuestiono con fas
Abro los ojos y con una fuerte jaqueca taladrándome la cabeza, lanzo un pequeño bostezo al tiempo que me estiro en el sofá y sin recordar cómo fue que llegué aquí observo mi enorme cama donde se supone que debería de haber dormido, sin embargo, el pequeño bulto que sin duda es mi esposa duerme profundamente en ella.Cuando estoy por levantarme para recostarme un momento, Giselle comienza a removerse en ella hasta que se desenreda las mantas y se sienta observando todo el lugar.—¿Por qué dormí aquí? —la cuestiono cuando se percata de mi presencia—. ¿Me obligaste a dormir en el sofá de mi propia habitación? —la acuso, moviendo mi cuello de un lado al otro.Sin obtener respuesta de su parte, Giselle se levanta de la cama y cuando está por encerrarse en el baño la tomo de la mano, obligándola a regresar a mi lado.—Te estoy hablando, ¿es qué acaso no me escuchas? —inquiero molesto.—¡No me toques! —sisea, zafándose de mi agarre y lanzándome una gélida mirada.—¿Qué te sucede?—Lo que me
—¿Escuchaste mi conversación con Kalet? —me quejo.—No fue a propósito, yo iba saliendo y los escuché. Y créeme, no tiene nada de malo serlo, podrías tratarte y mejorar, yo soy… estéril y es algo que nunca cambiará.—¡Con un demonio! No soy impotente —siseo, apretando mi mano en un puño. Maldiciendo a Kalet por decir todas esas estupideces, suficiente tengo con que la mujer a mi lado me haya pedido el divorcio hace unas cuantas horas como para ahora sumarle que piense que soy impotente—. Eso lo inventó Iris.—¿Y por qué hizo algo así?—Para obligarme a casarme con Sarah.—¿Entonces tampoco eres gay?—¿Te estás desquitando por lo de ayer, cierto? —la cuestiono molesto—. Y no para tu información, tampoco lo soy, ¿quieres que te lo demuestre en el hotel o aquí mismo? —en cuanto digo eso, enredo mi mano en su cintura y la acerco a mí hasta sentir como su cálido aliento se funde con el mío.—¡¡No!! —chilla, poniéndose tan roja como una cereza y negando violentamente con su cabeza, al tiemp
—Lo siento, yo no lo sabía —me disculpo en cuanto proceso sus palabras.La observo, mientras reposa su cabeza en mi hombro y es cuando comprendo por qué la escuché sollozar esta mañana, estaba recordando a sus padres.—¿Hace cuánto que fallecieron? —inquiero en un susurro.—Cumplieron once años de muertos —responde, derramando una pequeña lágrima por su mejilla.—¿Cómo sucedió? —la cuestiono aun cuando ya sé la respuesta.—E-en un incendio, fue horrible.Guardo silencio dado que no sé qué más decir y cuando veo que aún nos falta cerca de media hora para llegar a nuestro hotel me detengo un momento.—Es mejor que te bajé, ya me cansé y falta bastante para llegar. No entiendo cómo es que caminaste tanto.—Y-yo no estoy cansada, además tu pecho es muy cómodo y cálido —farfulla, aferrándose a mi cuello y negándose a que la ponga en el piso, además de hacerme un puchero.—Estoy seguro de que en tus cinco sentidos no dirías algo semejante —rebato con una pequeña sonrisa—. Bien, sigamos —far
Giselle Después de aceptar la disculpa de Nathan aun cuando en el fondo me siguen doliendo sus palabras accedo a continuar con nuestro matrimonio, no porque realmente lo desee sino porque es la única forma de recuperar mi laboratorio y sé que sin su ayuda me será imposible, por lo que con esa idea en mi cabeza es que ahora me encuentro a su lado rumbo a Santorini para hacerles creer a todos que somos esa pareja feliz que se ama con locura y que debido a ello decidieron casarse en cuanto mi matrimonio con Oliver terminó.Cuando llegamos al lugar no puedo evitar sonreír debido a que por primera vez salgo del país y ahora conozco un lugar tan hermoso, sin embargo, mi felicidad no dura mucho una vez que recuerdo que mañana mis padres cumplen ya once años de haber fallecido en ese horrible incendio donde no solo murieron ellos, sino también varios de sus empleados.Y aunque por la noche me hubiese gustado tener un sueño profundo y reparador, su recuerdo me asalta a cada instante hasta que
OliverSemanas atrásLanzado un grito de frustración, salgo de la oficina de los abogados sin detenerme ante el llamado del hombre que me sigue. No puedo creer que Giselle fuese capaz de mandar esas fotos y todo por ello ahora me vea obligado a concederle el divorcio.—¿Acaso te volviste loco? —me riñe el hombre mayor, cuando me toma del brazo y me obliga a entrar a una sala pequeña para que nadie escuche nuestra conversación.—¿Y acaso tú eres un estúpido que no sabe hacer bien su trabajo? —siseo—. Tal parece que los años te han comenzado a cobrar factura, ¿cómo demonios fue que no lograste frenar mi divorcio? —lo encaro—. Te advertí que no pensaba dejar libre a Giselle y mira lo que sucedió.—Claro que sé hacer mi trabajo —rebate con frialdad—. Te recuerdo que no por algo hace años les ayudé a tus padres y a ti a robarle el laboratorio a tu esposa, tanto así que nadie se podrá dar cuenta de que esos papeles son falsos y que alguien falsificó su firma.»Pero lo que tú hiciste fue una
GiselleUna vez que aterrizamos en Francia, Nathan me ayuda a subir al auto que espera por nosotros y cuando llegamos a su casa su nana nos recibe con un enorme abrazo y unas cuantas lágrimas en los ojos debido a lo mucho que ha extrañado a su niño como ella lo llama.—¿Mañana irás a trabajar? —cuestiono a Nathan en cuanto nos quedamos solos en su habitación.—Sí, tengo bastantes pendientes, no puedo dejar que Kalet se encargue de todo. Si no te molesta deseo darme una ducha.Permito que Nathan se marche y cuando me quedo sola, observo cada rincón de su habitación, la cual es demasiado grande aún para los dos y perdiéndome en cada detalle de este lugar pierdo la noción del tiempo.—¿Te gusta? —me interrumpe la voz del ojiazul provocando que lance un pequeño chillido.—E-es muy linda —le aseguro, encaminándome al clóset para tomar mis prendas de dormir.—Si gustas puedes redecorarla —farfulla sin darle importancia al hecho de que haga cambios en su habitación.—¿Por qué haría algo seme
Con movimientos rápidos toma mi cubierto y cuando prueba mi omelette su rostro se vuelve a contraer.—¡¡Nana!! ¡¡Nana!! —grita poniéndose de pie sin dejar de alternar su mirada entre las pelirrojas y yo.—¿Qué sucede mi niño? —lo cuestiona la mujer en cuanto aparece en el comedor.—Quiero que mandes llamar a todos los encargados de la cocina.—¿Hay algo mal con el desayuno?—Haz lo que te pido —la mujer se da la vuelta y tan rápido como su avanzada edad se lo permite se pierde de vista—. ¡Ustedes se quedan aquí! —gruñe, dando un golpe en la mesa cuando la señora Iris y Sarah intentan ponerse de pie.—Pero…—¡¡Por una maldita vez en su vida, guarden silencio!! —vocifera, callando al instante a ambas mujeres.A los pocos minutos, cerca de diez personas entran al comedor y al darse cuenta de que Nathan parece furioso bajan la mirada.—Ya que están todos aquí, quiero que me digan quién fue el maldito perro…—¡¡Nathan!! —le suplico, tomándolo de la manga de su saco.—Nada de Nathan —farful