Al día siguiente —No has comido, ¿no tienes hambre? —me cuestiona la abuela de Kalet, observándome desde el otro lado de la pequeña mesa.—N-no puedo comer nada, siento como si fuesen lijas —balbuceo, removiendo mi pan francés de un lado al otro.—Debes de comer o te enfermarás —insiste, sujetando mi mano y apretándola con cariño.—¿Nathan no ha hablado? —inquiero, mirando tanto a nieto como abuela.—No —musitan al unísono.—No te preocupes por él querida, tal vez en unos días se le pase y venga a pedirte perdón —sugiere no tan segura de sus propias palabras.—L-lo dudo, los escuché ayer por la noche —niego sus palabras comenzando a llorar como no he dejado de hacerlo desde ayer por la tarde.—Lo siento querida, nosotros hablamos sin pensar y…—No, solo dijeron lo q-que posiblemente está pensando Nathan —limpiando mis lágrimas, tomo su mano y apretándola con fuerza, me aferro a mi última esperanza—. ¿Usted podría regresar y hablar con él, hacerle entrar en razón? —le suplico aun cuan
Con una fuerte opresión en el pecho y el pulso acelerado, observo el juzgado que se erige frente a mí y conteniendo mi llanto, me obligo a dar un paso seguido de otro, haciéndome a la idea de que mi matrimonio con Nathan está a nada de culminar.—¿Está bien? —me cuestiona Matteo—. La veo bastante pálida.—Sí, es solo que estoy un poco nerviosa —me limito a responder sin querer confesarle la verdad de lo que me sucede, por lo menos no en este momento.Después de algunos segundos, llegamos a un enorme pasillo y nos detenemos frente a la sala que está destinada para firmar mi divorcio con Nathan.—¿Es posible que se adelante en lo que hablo con mi esposo? —le pido a Matteo después de percatarme que solo sus abogados han llegado.—¿Está segura?—Sí, estaré bien.—En ese caso la espero dentro.Cuando lo veo cerrar la puerta detrás de él, regreso un par de pasos para así tener oportunidad de hablar con Nathan.Espero por alrededor de cinco minutos más y cuando a mi nariz llega ese aroma a c
Nathan Semanas después Como desde hace algunos días a primera hora de la mañana llego a la oficina y solo salgo de ella hasta que mi cuerpo me exige un descanso, froto mis ojos y observando el último reporte que me entregó Scarlett, frunzo el ceño.—Como puede ver, las ventas han tenido una disminución del cincuenta por ciento respecto al trimestre anterior, después de que se enteraron de su divorcio…—Lo entiendo, no es necesario que continúes —gruño.—También quiero informarle que esta mañana la asistente del señor Marchetti habló para informarnos que han decidido retirar su oferta para trabajar juntos.—¡¡Maldita sea!! Justo en el momento en que más los necesitamos.Antes de que pueda continuar, tocan a mi puerta y permitiéndoles entrar, veo a Kalet mirarme con seriedad.—¿Qué sucede? —inquiero con indiferencia, ya que desde el suceso con Giselle, Kalet y mi nana se han mostrado distantes conmigo.—Como recordarás hace tiempo me pediste investigar algo y después de… —guarda silen
—¿Cómo que marcharse? —lo cuestiono con una opresión en el pecho que no soy capaz de describir.—Como lo escucha, Giselle se marchó del país. ¿Acaso pensó que se quedaría y esperaría para que cumpliese su amenaza?—¿Se fue? —inquiere Scarlett, tomando a su hermano del brazo hasta obligarlo a centrar su atención en ella—. ¿Por qué me mentiste y me dijiste que ella no quería vernos? ¿Y por qué no nos contó sobre su embarazo?—¿Cuál amenaza? —pregunta al mismo tiempo Kalet, alternando su mirada entre uno y otro.—Lo siento peque, pero ella me pidió que nadie se enterase de que se había marchado y debía cumplir mi promesa, era mi deber como su mejor amigo. Tenía miedo de que si él se enteraba —musita, señalándome con su barbilla—, perdiese algo, realmente importante para ella. Y en cuanto a cuál amenaza me refiero, es obvio que a la que tu jefe le hizo a Giselle el día que firmaron su divorcio.—¿Cuál amenaza? —repite Kalet.—¿Tu jefe no te lo dijo? —Pierre me observa con los ojos entrece
Giselle Lemaire Observo el gesto de desagrado de la mujer, la cual me indica que puedo subir al piso de mi marido y bajando la mirada me dirijo al ascensor. Como casi no vengo a este lugar se me olvida que aquí tampoco soy bien recibida, el trato de estas personas no es diferente del que recibo en casa.Una vez que llego al último piso, me muerdo los labios lista para recibir esa mirada burlona que siempre me dedica Paulette, la asistente de mi marido, no obstante para mi sorpresa su escritorio se encuentra vacío y gracias a ello lanzo un suspiro de alivio, seguramente está en el baño y de momento me puedo librar de ella.Me acerco a la enorme e imponente oficina de Oliver y justo cuando estoy por tocar a la puerta, me percato de que está un poco abierta, debido a lo cual las voces del otro lado llegan con bastante facilidad.—¿Ya sabes los ingredientes del nuevo perfume de los Dubois? —cuestiona Oliver a alguien.—Sí, justo hace un rato Leroy me la entregó —musita con suficiencia la
—Ja, ja, ja. ¿Quién creería que usted y yo somos amantes? —cuestiona con incredulidad el hombre—. Ni en sueños podría fijarme en alguien como usted, es tan ordinaria que me duelen los ojos de solo mirarla, ¿además cómo podría confiar en la mujer que está detrás de cada caída mía?—¡¡Nathan!! —grita su chófer.—Nada de Nathan, tan solo mírala. Se ve tan desalineada y poca cosa que es increíble que sea esposa del bastardo de Lefebvre. Ahora entiendo por qué tiene tantos años engañándola.—Y-yo sé que mi apariencia no es la mejor, pero es lo único que se me ocurre para humillar a Oliver —murmuro, soportando sus insultos—. ¿Y a qué se refiere en que yo estoy detrás de sus desgracias?—Su laboratorio siempre es una competencia bastante fuerte para nosotros, así como robar nuestros productos, eso se les da de maravilla.—¿Mi laboratorio?—Sí, su laboratorio. Todos saben que el laboratorio ParfumLab le pertenece y que es la única dueña.—E-eso no es verdad, el laboratorio de mis padres se fu
Nathan DuboisObservo el prototipo de mi próximo lanzamiento y sintiendo una satisfacción profunda al saber que por primera vez los Lefebvre no podrán robarme mi idea, lanzo un suspiro de alivio y dejo el pequeño frasco de vidrio en su lugar.—¿Qué le pareció el envase? —me cuestiona el jefe de producción.—Me gusta, es justo como lo imaginaba, realmente es perfecto para el nuevo producto.—Sabía que le gustaría —responde animado.Después de intercambiar unas cuantas palabras y pedirle que comencemos con la producción a gran escala, me dirijo al área de empaque para revisar los últimos detalles del embalaje que usaremos.Reviso con los encargados que el material sea de acuerdo con lo que pedí y cuando termino con ellos regreso a mi oficina.—Jefe, aquí está el reporte de las ventas que me solicitó —me intercepta Scarlett en cuanto me ve salir del ascensor—. Podrá encontrar el detalle por producto y por región.—Gracias Scarlett, siempre tan eficiente y…—Su perro se encuentra esperand
GiselleDespués de más de treinta minutos llego a las rejas de la casa que ahora me causa tanto repudio y sin más opción las traspaso. Cuando una vez más estoy frente a la puerta, toco el timbre y al cabo de unos segundos el ama de llaves me abre, no sin antes dirigirme una mirada despectiva.—¿Dónde estaba? —me cuestiona con molestia, sin siquiera dignarse a saludarme.—Salí a dar una vuelta —respondo con la mirada baja. No puedo creer que nadie en esta casa me respete, pero más aún que yo haya sido tan idiota cómo para soportar este trato.—En lugar de estar perdiendo el tiempo, debería de estar cuidando a mi niño —se queja, pero antes de que pueda continuar con sus comentarios maliciosos, la voz de mi suegra nos interrumpe.—Hasta que te dignas a regresar. ¿Dónde estabas? —inquiere, cruzando sus brazos sobre su pecho y fulminándome con la mirada.—Salí a dar una vuelta.—¿Saliste a dar una vuelta? ¿Acaso el aire del jardín no es suficiente para ti? —chilla sin dejar de fruncir el c