La mesera, luego de que Amanda pidiera también su plato típico de ensalada cesar, y entre la pareja escogiera un buen vino, se alejó con la orden.
—Tanta fanfarronería para terminar pidiendo lo mismo, el típico filete de miñón — reía Amanda.
—Hay cosas en la vida que siempre son buenas, aunque estén en distintas presentaciones, un buen filete de miñón, por ejemplo, son uno de esos gustos que siempre te dejarán satisfecho — Sebastián suspiró, y luego prosiguió —. Tú también te has decantado por tu fiel ensalada cesar.
—Pues claro, querido. Siempre bailo al ritmo que me toques, siempre estaré allí, a tu lado, ¿no es así? — preguntó Amanda rápidamente.
Sebastián, luego de hacer una muesca con su cara, respondió con sinceridad:
—Pues sí, la verdad es que si… supongo que sí.
—Entonces, si mi novio pide su plato favorito en nuestro tercer aniversario, siendo lo tradicional en nuestras citas, pues, no me voy a poner a inventar a pedir algo exótico para mí, ¿no crees?
Amanda sacaba conversación.
—Sí, mi amor. Supongo que tienes razón, aunque bueno, si lo piensas bien… — se dibujaba una leve sonrisa en la comisura de los labios de Sebastián.
Amanda, al notar este gesto se sonrojó un poco.
—Sebas… ¿Si lo pensamos bien qué? — preguntó aun creyendo saber hacia qué dirección apuntaba el tono de voz de su novio.
Sebastián se reclinó un poco en su silla, y dijo un poco sonriente:
—Siempre eres tú la que nos motiva a aventurarnos, a hacer cosas exóticas; supongo que eso es algo que me atrae locamente hacia ti — Sebastián, estaba siendo honesto.
Estás últimas palabras sonaron como una fila armónica en los oídos de Amanda, que suspiró un poco pero hizo como que si fuera normal para ella, para seguir la conversación sin caer en romanticismo.
—Entiendo… pero… si lo piensas bien, tu nunca me dices que no, bueno, casi nunca — Amanda se colocó una mano en su barbilla y miro hacía el techo como recordando algo.
Sebastián, que en su memoria recordaba siempre aventurar con su novia, no lograba recordar alguna de estas ocasiones en la que se negaba, sabía que lo había hecho, más no cuando, y se animó a preguntarle:
— ¿A ver ¿ Dime alguna de esas ocasiones…
Amanda luego de pensar un breve momento respondió:
— ¿Recuerdas aquella vez que rentamos unas bicicletas para pasear por la ciudad? — Amanda miraba a Sebastián y se apoyó sobre la mesa.
Sebastián afirmó con su cabeza.
—Si, si, claro, cómo no, la pasamos muy bien ese día — respondía con naturalidad.
—Esa vez te reté a una carrera en el barrio Valle Verde, ¿sabes? El que está al lado del barrio chino, en serio quería ganarte, y te acobardaste, ¿eres gallina o que? — Amanda, pregunto esto último con un tono burlón, le gustaba mucho retar a Sebastián.
Por lo general, está pareja era muy competitiva, y gozaban mucho de su competencia sana en cualquier ámbito.
Sebastián, recordó claramente aquella ocasión.
—A ver, primero que nada — levantó su dedo índice y su voz imitaba a la de un profesor — las gallinas no son cobardes, son animales súper valientes te lo he dicho…
—Por favor, gallina, te dije — Amanda seguía mofándose
Ambos rieron, estaban disfrutando la conversación, Sebastián siguió con su explicación.
—Segundo, seguramente me sentía mal en ese momento físicamente, indispuesto, agotado, cualquier impedimento obvio…
Sebastián, estaba mintiendo, pues la razón por la cual se negó a entrar en ese barrio, es porque el no tenía control de esa zona, era realmente peligroso exponerse en esa localidad así, y prefirió evitarlo, y termino diciendo:
—Y tercero, pero no menos importante, tú y yo sabemos que te patearía el trasero tan fuerte en esa carrera, que no podrías defecar en una semana — Sebastián terminó con una carcajada que contagió a su pareja.
—Ay, por favor, ¿Por qué eres tan imbécil a veces? — Amanda preguntaba de forma coqueta.
—Es tan simple esa respuesta, me pongo imbécil por qué así me tienes tu, imbécilmente enamorado de ti.
Sebastián clavó una mirada profunda en el rostro de Amanda, que no pudo evitar sonrojarse.
—Ay, por favor, ¿de cuándo acá eres tan romántico? Que cursilería… — Amanda apretaba sus labios.
En el fondo, le encantaba que le hablara así, que la mirara así, pero se sentía un poco insegura mostrándose dócil, y mantenía su postura firme cada vez que podía, hasta sucumbir frente a él en la intimidad.
—Yo soy un romántico empedernido, por Dios, solo tu no lo ves — reprochó Sebastián.
—Ay, ¿a quién quieres engañar Sebastián?, por Dios santo — Amanda abrió los brazos y miro hacía ambos lados —. Por lo general olvidas los días importantes, no regalas rosas, ni flores, no quieres casarte, no te gusta el día de San Valentín, no…
Sebastián la interrumpió.
—Eh, eh, eh — extendió su mano hacia Amanda, poniendo el dedo índice casi en su cara — un momento, solo considero que son fechas y tonterías que no representan el verdadero amor, para mí, esto — la misma mano que tenía casi al frente de la cara de Amanda la bajo despacio hasta posarla sutilmente sobre la de ella que estaba postrada sobre la mesa — esto, es lo que realmente importa, un día, un momento, una ocasión, una carrera de bicicletas, que me digas cobarde, que yo te diga mandona, pequeños momentos, fragmentos de felicidad que paralizan el tiempo, que son solo nuestros, y que durarán toda la vida, más que una rosa, más que el papel de un matrimonio, esto que sentimos, trasciende sobre eso, Amanda, yo…
Sebastián apretó un poco la mano de Amanda, y luego de un suspiro la miro fijamente a la cara. El ritmo cardíaco de Amanda aceleraba a revoluciones descomunales, parecía sentir calor repentino, después de que 3 años, ¿sería posible que?
—Amanda, yo te amo.
Amanda, por fin escucho esas dos palabras que tanto ansiaba oír de la boca de su novio, ella lo sentía como desde los primeros 6 meses de relación, pero, no estaba segura de que su novio, Sebastián, sintiera lo mismo por ella. En esta relación desde un inicio, ambos dejaron en claro que apreciaban mucho el espacio personal, y que debido a sus trabajos necesitaban estar por lo general mucho tiempo ocupados, y por está razón, es que estaban solteros, pues en su mayoría las personas no entendían esto, sin embargo, para sorpresa de ambos, era perfectamente lo que ambos estaban buscando, puesto que, Amanda mintió diciendo que era veterinaria, y que tenía su propia clínica, y Sebastián, por su parte, mintió diciendo que era un militar de alto rango y tenía que estar en otro estado; esto, se ajustaba perfectamente a sus vidas secretas, a la vida que llevaban antes de conocerse, y está vida, era una vida de narcotraficantes, ambos, buscando alcanzar la supremacía de la ciudad, ambos comenzand
Las únicas 4 personas que estaban alrededor de está acción en el restaurante, se tiraron al suelo del susto y por inercia; Amanda, por su parte, solo reaccionó a correr y esconderse tras la barra, junto con el cajero; este último avisando por una puerta giratoria que conectaba a la barra y la cocina, al chef y cocineros de turno a estar alertas de la situación, mientras metía despacio balas en el tambor de su revolver.—Rigo quiere hablarte — dijo despacio, uno de los sujetos que estaba frente a Garo, con tono áspero, mientras alejaba lentamente la mano de la cintura.Garo los miraba fijamente sin parpadear, con los ojos muy abiertos.— ¿Con que Rigo eh? — Tomó aire, y luego escupió al suelo —. No me parece que la forma en que entraron a este sitio, sea la forma indicada para querer charlar.—Garo, entiende que solo cumplimos órdenes, no hagas las cosas mas difíciles, sabes muy bien como funciona todo esto… —el sujeto hablaba mientras movía sus manos muy lentamente hacia arriba, y lue
Rigo, al ver la mirada tan penetrante y oscura de Garo observándolo fijamente, pudo sentir enseguida que no dudaría en accionar el arma con que lo apuntaba, viéndose en esta situación; bajo las manos, y su cabeza, tomando una posición clara de derrota.—Está bien, Garo. Tú ganas…—asintió con la cabeza —. Tú ganas, solo… ¿dime que quieres? Solo habla y dime… ¿Cuánto quieres que te de por dejarme vivir?Rigo hablaba con voz quebradiza.— ¡Ja! Típico, estos gánster de pacotilla cuando se ven acorralados creen que todo lo pueden solucionar con dinero… pero esta vez no. — Garo tomó una postura de disparo.— ¡No! ¡No! ¡Nooo! — Gritó Rigo con desesperación —. ¡Te daré 50, te daré 50 millones! Y podemos trabajar juntos Garo, piénsalo por favor, no te faltará dinero nunca más, todos tus problemas desaparecen con dinero, vamos hijo…Rigo se acercaba despacio a Garo.— ¡No te muevas! — ordenó Garo gritando, parecía un poco indeciso — ¿Por qué simplemente no te mató aquí y ahora y desaparezco par
Amanda y Garo se aventuraron a tratar de cambiar el poder del cartel del sur, tomando por sorpresa a los altos mandos de este, Garo armó un equipo exterminio y apuntaba directamente a los cabecillas mas experimentados del cartel, sin embargo, no toda la organización se animó a seguirlo, de hecho, estaba fracturada en porciones similares; y la facción rival empezó con sus represalias rápidamente, exterminando a varios de los líderes de Garo y Amanda, situación que alarmó a la joven, que trataba de pensar alguna manera de poder ganar el poder; pero, lo que ella no se imaginaba, es que la vida le presentaría frente suyo, una manera de lograrlo.Amanda y Garo habían enviado a sus padres devuelta al sur, vivían por separado y ambos vivían en locaciones escogidas por Amanda, locaciones que para ellas eran perfectos escondites; tenían mensajeros que iban de una locación a otra y enviaban mensajes con ellos, de esta manera planeaban sus movimientos sin tener que verse o utilizar el celular,
Amanda, salió del ascensor y se dirigió hacia su destino con una actitud empoderada, parecía estar modelando en una pasarela ante todos estos matones armados, que la miraban perplejos por su actitud, y, su belleza, el tipo con traje la miraba de arriba hacía abajo, analizando cada detalle de ella, y cuando la tuvo frente a ella, le dijo:—Quítate la gorra, y dame el arma que tienen en la espalda…Amanda obedeció sin reproches, le entrego ambas cosas, el tipo las tomó y dijo:— ¿Con que un 38, eh? Interesante elección para una dama tan hermosa como Ud., no sería mejor una más pequeña, más fácil de usar, no se… una… —el sujeto hablaba con ironía, pero fue interrumpido por Amanda.— ¿Una 22 quizás ¿ No gracias, me quedo con mi 38, con la que le partí el cráneo a Rigo, y con la que te partiré el tuyo si tengo oportunidad — Amanda hablaba con fiereza pero con calma, termino guiñándole el ojo al tipo.Este río, y abrió la puerta del apartamento y dijo:—Sí, señorita, seguro que si — se mofa
Amanda, quedó realmente impactada al escuchar esto, al igual que Garo, y también, el sujeto de traje, que no lo tomó para nada bien.—Espera Profesor, ¿qué has dicho? — reclamó alzando un poco la voz.El profesor, sin siquiera verlo, respondió mirando a Amanda.—Ah, sí. Les presento a Jairo, el popular Cundo, él es mi mano derecha, siempre lo ha sido…— ¿Qué es lo que crees que estás haciendo? ¿Acabas de decir mi nombre? ¿Pero que es lo que pasa contigo? — Cundo estaba realmente enfadado.— ¡Oh vamos, Cundo! Todo el mundo sabe que tu nombre es Jairo Ayala, — El profesor se encogía de hombros —. Si cualquier persona coloca tu alias en google lo primero que verá será: Jairo Ayala Alias Cundo Narcotraficante de “Los pilares”Cundo parecía no poder responder por la irá que sentía.—Siempre te dije que fueras del 10% de los narcos que triunfan, tu te enfocaste en ser del 90%, pues ya no puedes tapar el sol con un dedo, no te enfades, afróntalo — El profesor hablaba con serenidad.— ¿Te cre
Luego de que la ciudad se alarmara por el gran tiroteo en el edificio en donde vivía Garo; se dio a conocer en los medios que habían fallecido varias personas en lo que denominaron: “Enfrentamiento entre bandas rivales”; la cuestión está, en que nadie sospechaba que este enfrentamiento fué algo disparejo en los números, debido a que eran 12 integrantes de la banda del norte, (Los Pilares) contra el que hasta ese mismo día, era su lider, alias: El Profesor, y con él, lo que desde ese mismo día considero su arma secreta, Garo, El Halcón, sicario élite de la recién formada nueva línea de la banda del Sur, NAFTA; sin embargo, aún así, lo que Cundo pensó que sería solo disparar algunas balas resultó ser una piedra gigantesca en sus zapatos de cuero fino; debido a que cuando Amanda y él dejaron el edificio, y para su angustia, pasaba y pasaban los minutos sin recibir noticias, sin que le confirmaran la muerte de quien había sido su maestro y guía en el mundo del narcotráfico, el abanico de
Sebastián, avanzaba despacio hacia la puerta principal de su casa, con él arma de su padre en su mano; a sus espaldas, el enfrentamiento entre los sujetos de ambas bandas rivales se disipaba, las dos partes parecían querer huir de la escena antes de querer eliminar a los contrarios, luego de que Garo, entrara custodiado a una camioneta blindada, sus refuerzos emprendieron la retirada; y los sujetos de la banda rival no se fueron tras ellos, mantuvieron su posición, esperaban a Cundo, que aún no salía de la casa. Sebastián, tenía la mirada perdida, y apretaba fuertemente el arma en su mano, luego de que entro en la casa, caminó despacio hasta pararse en el centro de la sala, con su vista puesta en el suelo; frente a él, se encontraba Cundo recostado en la pared, con el arma entre su pantalón y su cadera, y haciendo presión con su mano izquierda al bicep derecho, que brotaba sangre con mediana fluidez, este, ver a Sebastián con el arma en su mano, trató de disimular sus nervios.“¿Sera