Rigo, al ver la mirada tan penetrante y oscura de Garo observándolo fijamente, pudo sentir enseguida que no dudaría en accionar el arma con que lo apuntaba, viéndose en esta situación; bajo las manos, y su cabeza, tomando una posición clara de derrota.
—Está bien, Garo. Tú ganas…—asintió con la cabeza —. Tú ganas, solo… ¿dime que quieres? Solo habla y dime… ¿Cuánto quieres que te de por dejarme vivir?
Rigo hablaba con voz quebradiza.
— ¡Ja! Típico, estos gánster de pacotilla cuando se ven acorralados creen que todo lo pueden solucionar con dinero… pero esta vez no. — Garo tomó una postura de disparo.
— ¡No! ¡No! ¡Nooo! — Gritó Rigo con desesperación —. ¡Te daré 50, te daré 50 millones! Y podemos trabajar juntos Garo, piénsalo por favor, no te faltará dinero nunca más, todos tus problemas desaparecen con dinero, vamos hijo…
Rigo se acercaba despacio a Garo.
— ¡No te muevas! — ordenó Garo gritando, parecía un poco indeciso — ¿Por qué simplemente no te mató aquí y ahora y desaparezco para siempre?
—Claro, claro que puedes hacerlo, pero mi gente te buscará hasta debajo de las piedras y lo sabes, y nunca tendrás el dinero que te ofrezco, pues nunca lo encontrarás en donde lo he escondido, vamos Garo, no seas absurdo… — Rigo trataba de persuadir a Garo.
Garo, quería disparar, pero también le encontraba lógica a lo que decía Rigo, estaba dudando.
¿Qué es lo que haré ahora?
Pensó Garo, y de inmediato escuchó una fuerte detonación que lo hice dar un pequeño brincar, apretar la cacha de su arma y por poco, jalar el gatillo; casi al unísono de la detonación, sintió lo caliente de un liquido rojo y espeso que le salpico en su rostro; que por tenia los ojos cerrados por instinto.
¿Que? ¿He disparado sin querer?
Con los ojos aún cerrados, tomó aire, bajo sus armas y las metió entre su cintura y el pantalón, levantó su mano derecha y con la manga de su chaqueta limpio de su rostro, la zona de sus ojos, para luego abrirlos y observar a Amanda, con ambas manos tomando el revolver 38 frente a sí, con la respiración un agitada y sus ojos muy abiertos mirando al cadáver de Rigo en el suelo, boca abajo con una gran hueco en su cráneo, Garo; después de analizar esta escena por in instante, lentamente se acercó hacia su hermana, posó una mano en el revolver que tenia Amanda, y con suavidad empujó hacia abajo el arma.
—Ya, ya está hecho…
Le dijo con una voz serena y calmada.
Amanda, dejo caer el revolver y abrazo con fuerza a su hermano; así, duraron unos segundos.
— ¡Carajo!
Se oyó decir desde la barra al encargado del local.
— ¿Te has vuelto loca Amanda? Has matado a Rigo, el jefe del cartel de NAFTA, — el tipo se agarraba su cabeza con ambas manos —Definitivamente estas muerta, es más, hasta nosotros corremos peligro.
“Esto se ha complicado”
Pensó Garo.
—Debo llamar a los jefes, lo siento chicos, pero debo informar lo que ha pasado o tomaran represalias hacía mi — el tipo se dirigía hacia un teléfono que estaba a unos metros en la barra.
Garo, soltó a Amanda y desenfundo una de sus armas y gritó:
—Ni un paso más, no te muevas, déjame primero pensar que haré…
—No si los matamos a ellos primero… — Amanda habló con una voz muy baja.
“¿Qué?, ¿pero qué es lo que ha dicho?”
Garo, se asombró por la respuesta de Amanda, giró a verla y preguntó:
— ¿De que estas hablando Amanda?
Hubo un silencio incómodo en el restaurante, parecía un silencio eterno, se sentía como si un segundo fuera una hora. Amanda, miraba aún el cadáver de Rigo, parecía como en otro lugar.
— ¡¿De qué estás hablando Amanda?! — gritó irritado Garo.
—Tú lo has oído bien, te lo ha dicho en tu cara, te buscarán hasta debajo de las piedras; y si te escondes muy bien seguramente también me buscarán a mi, y a nuestros padres… — Amanda apretó sus puños —. No voy a permitir que nadie les haga nada…
—Amanda, tú no entiendes, mira a tu alrededor, mira a estos muertos… — Garo abrió sus manos y hablaba como confundido.
—Sí, los miro, y prefiero que sean ellos a que seamos nosotros… — Amanda levantaba poco a poco la voz.
— ¿Cómo es que planeas matarlos a todos? — Garo, no salía de su confusión.
—Solo hay que matar a los indicados, a alguno de sus cabecillas, golpear donde les duele, estos idiotas se creen intocables… — Amanda hablaba ahora con templanza —. Y estas tú…
— ¿Yo? ¿A qué te refieres? — preguntó Garo levantando una ceja.
—Tu eres insignia en esta organización, tu sabes mas que muchos de como se mueven, sus proveedores, sus compradores, su manera de actuar, Garo, podemos hacerlo… — Amanda hablaba con firmeza.
Luego de unos segundos Garo, miró a los ojos de su hermana y preguntó.
— ¿Has dicho “podemos”? Amanda pero… ¿en qué estás pensando?
Amanda, tomo una bocanada de aire, y luego, sin quitar la vista de su hermano se acercó hacia él, estando a escasos metros le dijo:
Estoy pensando en que me ayudes a matar a algunos y estoy pensando en que si esto sale bien, no nos hará falta los 50 millones de ese viejo muerto, estoy pensando en que podemos hacerlo juntos desde cero, estoy pensando en que lo quiero todo.
Estas palabras helaron la piel de Garo.
— ¿Qué dices hermano? ¿Un par de trabajos más y te retiras?
Amanda y Garo se aventuraron a tratar de cambiar el poder del cartel del sur, tomando por sorpresa a los altos mandos de este, Garo armó un equipo exterminio y apuntaba directamente a los cabecillas mas experimentados del cartel, sin embargo, no toda la organización se animó a seguirlo, de hecho, estaba fracturada en porciones similares; y la facción rival empezó con sus represalias rápidamente, exterminando a varios de los líderes de Garo y Amanda, situación que alarmó a la joven, que trataba de pensar alguna manera de poder ganar el poder; pero, lo que ella no se imaginaba, es que la vida le presentaría frente suyo, una manera de lograrlo.Amanda y Garo habían enviado a sus padres devuelta al sur, vivían por separado y ambos vivían en locaciones escogidas por Amanda, locaciones que para ellas eran perfectos escondites; tenían mensajeros que iban de una locación a otra y enviaban mensajes con ellos, de esta manera planeaban sus movimientos sin tener que verse o utilizar el celular,
Amanda, salió del ascensor y se dirigió hacia su destino con una actitud empoderada, parecía estar modelando en una pasarela ante todos estos matones armados, que la miraban perplejos por su actitud, y, su belleza, el tipo con traje la miraba de arriba hacía abajo, analizando cada detalle de ella, y cuando la tuvo frente a ella, le dijo:—Quítate la gorra, y dame el arma que tienen en la espalda…Amanda obedeció sin reproches, le entrego ambas cosas, el tipo las tomó y dijo:— ¿Con que un 38, eh? Interesante elección para una dama tan hermosa como Ud., no sería mejor una más pequeña, más fácil de usar, no se… una… —el sujeto hablaba con ironía, pero fue interrumpido por Amanda.— ¿Una 22 quizás ¿ No gracias, me quedo con mi 38, con la que le partí el cráneo a Rigo, y con la que te partiré el tuyo si tengo oportunidad — Amanda hablaba con fiereza pero con calma, termino guiñándole el ojo al tipo.Este río, y abrió la puerta del apartamento y dijo:—Sí, señorita, seguro que si — se mofa
Amanda, quedó realmente impactada al escuchar esto, al igual que Garo, y también, el sujeto de traje, que no lo tomó para nada bien.—Espera Profesor, ¿qué has dicho? — reclamó alzando un poco la voz.El profesor, sin siquiera verlo, respondió mirando a Amanda.—Ah, sí. Les presento a Jairo, el popular Cundo, él es mi mano derecha, siempre lo ha sido…— ¿Qué es lo que crees que estás haciendo? ¿Acabas de decir mi nombre? ¿Pero que es lo que pasa contigo? — Cundo estaba realmente enfadado.— ¡Oh vamos, Cundo! Todo el mundo sabe que tu nombre es Jairo Ayala, — El profesor se encogía de hombros —. Si cualquier persona coloca tu alias en google lo primero que verá será: Jairo Ayala Alias Cundo Narcotraficante de “Los pilares”Cundo parecía no poder responder por la irá que sentía.—Siempre te dije que fueras del 10% de los narcos que triunfan, tu te enfocaste en ser del 90%, pues ya no puedes tapar el sol con un dedo, no te enfades, afróntalo — El profesor hablaba con serenidad.— ¿Te cre
Luego de que la ciudad se alarmara por el gran tiroteo en el edificio en donde vivía Garo; se dio a conocer en los medios que habían fallecido varias personas en lo que denominaron: “Enfrentamiento entre bandas rivales”; la cuestión está, en que nadie sospechaba que este enfrentamiento fué algo disparejo en los números, debido a que eran 12 integrantes de la banda del norte, (Los Pilares) contra el que hasta ese mismo día, era su lider, alias: El Profesor, y con él, lo que desde ese mismo día considero su arma secreta, Garo, El Halcón, sicario élite de la recién formada nueva línea de la banda del Sur, NAFTA; sin embargo, aún así, lo que Cundo pensó que sería solo disparar algunas balas resultó ser una piedra gigantesca en sus zapatos de cuero fino; debido a que cuando Amanda y él dejaron el edificio, y para su angustia, pasaba y pasaban los minutos sin recibir noticias, sin que le confirmaran la muerte de quien había sido su maestro y guía en el mundo del narcotráfico, el abanico de
Sebastián, avanzaba despacio hacia la puerta principal de su casa, con él arma de su padre en su mano; a sus espaldas, el enfrentamiento entre los sujetos de ambas bandas rivales se disipaba, las dos partes parecían querer huir de la escena antes de querer eliminar a los contrarios, luego de que Garo, entrara custodiado a una camioneta blindada, sus refuerzos emprendieron la retirada; y los sujetos de la banda rival no se fueron tras ellos, mantuvieron su posición, esperaban a Cundo, que aún no salía de la casa. Sebastián, tenía la mirada perdida, y apretaba fuertemente el arma en su mano, luego de que entro en la casa, caminó despacio hasta pararse en el centro de la sala, con su vista puesta en el suelo; frente a él, se encontraba Cundo recostado en la pared, con el arma entre su pantalón y su cadera, y haciendo presión con su mano izquierda al bicep derecho, que brotaba sangre con mediana fluidez, este, ver a Sebastián con el arma en su mano, trató de disimular sus nervios.“¿Sera
Amanda y Sebastián tuvieron una cena espectacular, los platillos fueron cocinados a laperfección y la banda tocó sus canciones favoritas. Ninguno de los dos pudo resistirse,Sebastián tomó la mano de Amanda y la llevó a la pista de baile, donde bailaron hasta quemartodas las calorías consumidas.El hecho que “El miñón dorado” cocinara sus platillos favoritos y pusieran la música que lesgustaba no fue una sorpresa; Amanda era dueña de ese restaurante, mejor dicho la banda deAmanda era dueña de “El miñón dorado”.Cuando salieron del restaurante, Amanda estaba tan feliz que podía dar una voltereta. No lohizo, todavía conservaba malos recuerdos de la ultima vez que lo intentó. Tenía diez años yquería impresionar a unas futuras amigas, se fracturó las muñecas. Ese hecho probó quiereseran sus verdaderas amigas porque durante varias semanas, Amanda no podía ni siquieracomer sola.Amanda estaba apoyada en el hombro de Sebastián, un hombre, una cabeza, más alto queella. Amanda amaba a
Rodrigo Cerna estaba sentado cerca de su escritorio en una pequeña oficina. El exceso demuebles y periódicos usados le daban un aire mucho más pequeño, solo había un espaciodonde se podía caminar con libertad y se encontraba frente a la puerta. Rodrigo jugaba con unhabano, lo pasaba por sus dedos. Primero de la mano izquierda, era zurdo, y luego de la manoderecha. El habano era solo un objeto de distracción hasta que decidiera fumarlo. Ese díallegará una vez haya asesinado a la persona que más odia en todo el mundo.Amanda Montesinos.Rodrigo Cerna era hermano de Rigoberto Cerna, Rigo para los amigos, una de las cabezas de laorganización NAFTA, especializada en producir la cocaína de mejor calidad y a bajos costos.Rigo tenía que ir al restaurante “The Fish” para poder arreglar unas cuentas con uno de sustrabajadores más insubordinados. Cada vez que recordaba esa historia, Rodrigo no podíaevitar pensar en lo estúpido y poco creativo que era el nombre del restaurante que servir
— ¿Una mesa para dos? — preguntó la anfitriona del restaurant, mientras regalaba una sonrisa a Sebastián y Amanda.—Si es tan amable, por favor — respondió Sebastián y le regresó una sonrisa cariñosa.La anfitriona, los dejó en servicio de una mesera, que con gran amabilidad guiaba a la pareja entre las mesas del restaurante hacia la mesa indicada para ellos; Sebastián y Amanda, caminaban despacio y agarrados de la mano observando el agradable ambiente del restaurante que habían elegido entre ambos; en el transcurso, tanto como Amanda como Sebastián eran observados por muchas de los comensales que allí estaban; Sebastián, apretó un poco la mano de Amanda, que lo miró, se acercó a él y se recostó un poco en su hombro.« No puedo culparlos, la verdad, Amanda está hermosa hoy, bueno, como todos los días, pero hoy, hoy está radiante. »Los pensamientos de Sebastián lo hicieron suspirar y sentir el abrazo que aunque fueran solo los brazos de ella, rodeando al de él, sentía tanto afecto de