Capítulo treinta y tres - Siempre fuimos nosotros

Abro los ojos y me encuentro con Lisandro dormido a mi lado, el olor de su cuerpo me embriaga. ¿Es posible que el sudor de un hombre me guste tanto? Me duele el cuerpo y un poco la cabeza. Aun así, no quiero apartarme de él para ir por una pastilla. Porque siento que si me muevo todo lo que ocurrió entre nosotros se volverá un sueño y tendré que regresar a la realidad.

Ya que ayer no solo viajé para verlo, antes de eso pasé por el hospital psiquiátrico en el que se encontraba Paula. Conseguí la dirección y por casualidad resultó que estaba en este país a un par de ciudades de aquí. Por lo que no dudé en venir, aunque lo hice con mis propios guardaespaldas. Porque no quería que Lisandro supiera lo que estaba haciendo, sin embargo, fue muy difícil conseguir personas que nunca hubieran trabajado con los Li. La familia de Lisandro tiene muchos contactos, me sorprende cuantos.

Al llegar al manicomio, una sensación de pesar y compasión se apoderó de mí al contemplar el destino de Paula. Era
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