Capítulo treinta y ocho - Varias verdades dolorosas y muchas dudas

Pasan unos días y recupero las fuerzas, me dan de comer y beber agua. Paul por suerte no ha aparecido, y ya no estoy en el sótano. Sin embargo, le hago caso a Miryam, quien me está cuidando, y permanezco con los ojos cerrados todo el tiempo que puedo para que crean que duermo. Ella incluso me da de comer en la dirección contraria a la cámara para que no se vea el plato, y cuando hace los registros dice que comí menos.

Sin embargo, el día que supuestamente Miryam me va a ayudar a salir de ese lugar llega Paul. Parece estar furioso cuando entra a la habitación. Miryam no sabe qué hacer y yo menos. Paul no deja de maldecir con papeles en las manos.

—Sal de aquí —le dice a Miryam, y ella trata de poner una excusa para quedarse.

—Señor Morris, su esposa, está empezando a comer. ¿No le parece que sería mejor conversar después? —pregunta ella nerviosa.

—Sal de aquí —le dice Paul y le apunta con la pistola en la cabeza.

Ella se marcha sin poder hacer nada. Mientras que yo no tengo cómo defend
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