TessaMarcus, nos estaba esperando y abrió la puerta en cuanto nos acercamos a ella. Asomó la cabeza y entornó los ojos en busca de algún movimiento extraño, y solo cuando estuvo seguro de que no nos seguían cerró la entrada, colocándole el seguro.La puerta, crujió a nuestra espalada y con una sola mirada, vimos que el departamento, era mucho más grande de lo que parecía por fuera. Dentro se encontraban al menos media docena de personas trabajando.El periodista borroso de las fotos oscuras que encontramos en la carpeta: “limpieza y control”. Estaba allí, justo frente a nosotros. Era bastante mono, con el pelo rubio desalineado y complexión delgada.—Antes que nada. Felicidades… —Nos felicitó, mientras nos guiaba al interior del departamento donde un grupo de redactores y sonidistas, preparaban todo —. Sé que esto es un caos —tomó una pila de carpetas que estaban sobre una de las sillas y las colocó sobre la mesa —, pero si buscan seguro que encuentran donde sentarse —dijo, incorporá
TessaUn año después…Ya había pasado un año, desde que dejamos todo atrás y nos mudamos a Byron Bay.Encontramos una pequeña casa frente a la playa y nos enamoramos de ella. No era muy grande para ser exactos, pero era preciosa, con paredes blancas y pisos de madera. Tenía una increíble terraza donde colocamos un pequeño juego de comedor, allí, solíamos cenar o picar algo mientras observábamos los atardecer y como las olas rompían contra la playa.Por las noches, Cameron ponía música, bailábamos, mientras la briza jugaba con mi cabello y me susurraba cuanto me amaba. Otras noches, simplemente nos tirábamos en el piso de madera a observar las estrellas, aunque casi siempre terminábamos enredados y jadeando.Claro, que jamás me quejaba de eso.Nunca antes me imagine que en mi pecho entraría tanto amor y felicidad. Aquello no significaba que no peleásemos o discutiésemos de vez en cuando. Sobre todo los días en los que no lográbamos ponernos de acuerdo en los detalles de la apertura del
Cameron Aún estaba desnuda, cuando desperté, sintiéndola apretarse contra mi cuerpo. Y tal como solía ocurrirme, cuando despertaba y la sentía acurrucada junto a mí. El corazón me palpitó rápido. Había añorado eso durante tanto tiempo, que aun por momentos me costaba creer que aquello se hubiese convertido realidad. En ocasiones no podía convencerme de que ya, no solo era un loco anhelo de mi corazón desesperado, si no mi realidad.Acaricie su rostro con cuidado, disfrutando de lo maravilloso que era tenerla en mis brazos y la besé lentamente, disfrutando del sabor de sus labios, de su piel suave, hasta que ella se removió entre mis brazos.No podía creerlo o dejarla de contemplarla fascinado, estaba durmiendo, allí conmigo y por alguna razón sentí que debía memorizar cada detalle de su rostro, cada curva de su cuerpo, la dulce manera en la que fruncía el ceño cuando soñaba algo que no le gustaba o como entreabría los labios, dejando escapar suaves ronquidos si se e
CameronNadie nos había dicho que sería fácil, y podíamos asegurar que no lo era. Pasaba la mayor parte de la noche despierto con la pequeña Nola para Tess lograse descansar, al menos un poco.Por lo general, era ella quien despertaba en cuanto la escuchaba lloriquear a través del monitor de bebes y de inmediato se levantaba como si tuviese una alarma interna, adherida que le decía que su pollita la necesitaba. La buscaba y le daba de comer. Luego yo la relevaba, una vez que estaba alimentada. La hacia eructar y le cambiaba el pañal, antes de mecerla en mis brazos hasta que se durmiese, cosa que podía ocurrir en treinta segundos o en dos horas.Era como un deporte extremo. ¿Dormiría tres horas de corrido? ¿No dormiría nada?Nadie lo sabía y eso me gustaba.Tina, nos tranquilizó, convenciéndonos de que pronto pasaría aquel ajetreo, que solo era cuestión de agarrarle el tranquillo a la rutina y en menos de un mes, nuestra preciosa bebé, estaría durmiendo más de cuatro horas. Me pregunta
CameronEstaba seguro de que mi expediente estaba siendo revisado por los decanos del bufete Royal Dankworth justo en ese instante y realmente esperaba ser su hombre. ¿Por qué no habría de serlo? Era joven, bien parecido, tenía hambre de logros y provenía de una de las familias más importantes del país.La verdad era que debía a fuerza tener hambre, a pesar de que teníamos probablemente una de las compañías de asesoría financiera más grandes del país, mi padre se había negado a contratarme cuando complete el curso de contabilidad y le dije que deseaba más que cualquier otra cosa convertirme en abogado tributario y formar parte de la junta para un día tomar las riendas como CEO de Hamilton Global.De hecho me había lanzado uno de sus discursos sobre que debía buscarme la vida y encallecerme en el mundo real. Zambullirme en los desafíos que proporcionaban una oficina pública tan grande como la defensoría publica, un lugar donde los abogados tomaban casos gratuitos por menos de cuarent
CameronEl miedo recorrió cada célula de mi cuerpo y contuve el aliento, al percibir que venía una nueva oleada de cólera. Casi podía jurar que la vena de la frente de Nicole, estaba a punto de estallar y no estaba equivocado, solo bastó que dejase escapar un ligero gemido para que chillase nuevamente, haciéndome encoger en mi sitio de puro pánico.La había citado por sorpresa a almorzar a un bonito restaurante italiano al que solíamos ir cuando ambos íbamos a la escuela. Me pareció una idea genial, apelar a su lado más nostálgico, recordar ese momento en el que no podíamos separarnos el uno del otro.No obstante, decir que era una pésima idea se quedaba corto.En cuanto entró al lugar, miró hacia todos lados con repulsión y solo basto que se sentase para comenzar a mirar compulsivamente el reloj de oro y diamantes que le había regalado su padre por su cumpleaños.Cuando llegó el champán que pedí, las cosas no mejoraron, porque me recordó nada amablemente que no le gustaba el sabor de
TessaMi abuela siempre me decía que una pequeña decisión tomada en el momento equivocado puede poner tu vida de cabeza. Lo que no me resultaba un problema porque por lo general mi vida era un constante vivir patas arriba.Sin embargo, el día que recibimos la llamada de un abogado que me buscaba para tirarme por la cabeza los veinticinco mil dólares que Boch, el donante de esperma que me engendró. Comenzó una verdadera pesadilla, de esas que comienzan como un sueño maravilloso y terminan siendo un buen fiasco.Era más de lo que había tenido todo junto en los diecinueve años de vida que llevaba. El charlatán que llegó con dos cheques bajo el brazo nos dijo que mi papá nos había dejado todo lo que tenía a mi abuela, su madre y a mí. Aunque no era mucho, tampoco compensaba que me hubiese dejado a los dos años al cuidado de mi abuela por unas horas para no volver jamás, pero de todas formas lo tomamos. Necesitábamos la pasta para pagar la renta, comprar comida y los medicamentes. Mi Nona
Tessa Quien había dicho que las Vegas era la ciudad del pecado, no se equivocaba. No importaba hacia donde miráramos, donde fuese que estuviésemos viendo había descontrol y exceso. Un completo desastre. Bianca realizo una mueca de asco, cuando pasamos junto a una chica que se frotaba contra un tipo que apenas si podía mantenerse en pie. Estaba alucinando, todos estaban pedo, y si no lo estaban, se acercaban demasiado. —Debo ir a buscar a Carter. —Gritó Bianca sobre la música para que la escuchase. —Si no lo encuentro, podemos despedirnos de conseguir el dinero para la casa que quieres comprarle a tu Nona y habremos perdido el dinero de los pasajes, el hotel, la ropa. —¡Iré contigo! —Me acerqué a su oído para que me escuchase, pero ella negó con la cabeza. —No, es mejor que te vayas con el tal Cameron, si Carter te ve y sabe por casualidad quién eres, no querrá saber nada con darnos un pase. Va huir despavorido. —Psss… —Agité la mano restándole importancia. —Nadie me conoce por a