Tessa Tomé la llave electrónica, el móvil y mi bolso, antes caminar hacia Tina y Bianca que me esperaban en la puerta de la habitación.Tina me extendió un vaso de café y me guiñó un ojo.—¿Mala noche? —Sonrió.—Todo lo contrario, fue un sueño maravilloso y todo fue gracias a ti —murmuré para que Bianca no nos escuchase, aceptando el café. Le di un largo sorbo y ella se mordió el labio, para no comenzar a chillar de emoción al ver el anillo de compromiso que ahora adornaba mi dedo —¿Qué ocurre con la licencia matrimonial? —Cambié de tema y me volví hacia Bianca que se encontraba enviando un mensaje.—El inmaduro del padrino de tu novio dice que la capilla se hace cargo por un pago extra. Solo espero que así sea, no confío ni un poco en ese pelmazo —realizó una mueca torcida —. Me parece tan…Tan…—¿Atractivo? —Bromee y ella frunció el ceño.—Atractivo —repitió, realizando una sonrisa irónica —. No creo que exista una palabra más inexacta para describir a Rhys —nos dirigimos
TessaAunque la capilla estaba muy cerca del hotel, tuve que luchar durante todo el trayecto por no comerme las uñas, mientras nos movíamos por las Vegas Boulevard en la limusina blanca que nos habían enviado de la capilla, para recogernos. Finalmente, al bajarnos del auto y caminar hacia la capilla, sentí que las piernas me temblaban. Fuera se encontraba otra enorme limusina blanca, estacionada y la capilla resplandecía, completamente iluminada. Era mucho más pequeña de lo que recordaba, aun así, me pareció sumamente acogedora. El color blanco del edificio, contrastaba perfectamente contra el cielo purpura y rosa. Todo era mágico.Allí habíamos dado el sí, por primera vez, hacía seis años y de alguna manera nos pareció romántico, volver a unirnos nuevamente en el lugar que comenzó todo.No recordaba mucho de esa noche, estaba demasiado ebria, al igual que Cameron y Rhys, aunque si sabía qué; Elvis no me llevó al altar. Sonreí al recordar como Cameron lo contaba, entusiasmado en el av
Cameron La música comenzó a sonar y todas las miradas, se volvieron hacia la puerta por donde la novia apareció resplandeciente, con un vestido que le sentaba como un guante. Lo que le había dicho, era cierto, me hubiese sido imposible encontrar las palabras para describir lo bellísima que se veía. Su hermoso rostro estaba enmarcado por su cabello suelto, que caía delicadamente en ondas suaves. El vestido era sencillo, pero resaltaba perfectamente su figura y me era imposible apartar la mirada de los tirantes blancos que se encontraban coronados por un moño con lazos blancos que caían sobre sus hombros dorados.Esperar la noche de bodas, si iba a convertir en una terrible tortura, solo quería arrancar los tirantes y ver el conjunto que había elegido como regalo de bodas para mí, lo antes posible. Ese bendito vestido, era, por mucho, lo más sensual que vi en mi vida. Y esa mujer sexy y etérea que se movía hacia mí, se convertiría en mi esposa. Me elegía a
TessaMarcus, nos estaba esperando y abrió la puerta en cuanto nos acercamos a ella. Asomó la cabeza y entornó los ojos en busca de algún movimiento extraño, y solo cuando estuvo seguro de que no nos seguían cerró la entrada, colocándole el seguro.La puerta, crujió a nuestra espalada y con una sola mirada, vimos que el departamento, era mucho más grande de lo que parecía por fuera. Dentro se encontraban al menos media docena de personas trabajando.El periodista borroso de las fotos oscuras que encontramos en la carpeta: “limpieza y control”. Estaba allí, justo frente a nosotros. Era bastante mono, con el pelo rubio desalineado y complexión delgada.—Antes que nada. Felicidades… —Nos felicitó, mientras nos guiaba al interior del departamento donde un grupo de redactores y sonidistas, preparaban todo —. Sé que esto es un caos —tomó una pila de carpetas que estaban sobre una de las sillas y las colocó sobre la mesa —, pero si buscan seguro que encuentran donde sentarse —dijo, incorporá
TessaUn año después…Ya había pasado un año, desde que dejamos todo atrás y nos mudamos a Byron Bay.Encontramos una pequeña casa frente a la playa y nos enamoramos de ella. No era muy grande para ser exactos, pero era preciosa, con paredes blancas y pisos de madera. Tenía una increíble terraza donde colocamos un pequeño juego de comedor, allí, solíamos cenar o picar algo mientras observábamos los atardecer y como las olas rompían contra la playa.Por las noches, Cameron ponía música, bailábamos, mientras la briza jugaba con mi cabello y me susurraba cuanto me amaba. Otras noches, simplemente nos tirábamos en el piso de madera a observar las estrellas, aunque casi siempre terminábamos enredados y jadeando.Claro, que jamás me quejaba de eso.Nunca antes me imagine que en mi pecho entraría tanto amor y felicidad. Aquello no significaba que no peleásemos o discutiésemos de vez en cuando. Sobre todo los días en los que no lográbamos ponernos de acuerdo en los detalles de la apertura del
Cameron Aún estaba desnuda, cuando desperté, sintiéndola apretarse contra mi cuerpo. Y tal como solía ocurrirme, cuando despertaba y la sentía acurrucada junto a mí. El corazón me palpitó rápido. Había añorado eso durante tanto tiempo, que aun por momentos me costaba creer que aquello se hubiese convertido realidad. En ocasiones no podía convencerme de que ya, no solo era un loco anhelo de mi corazón desesperado, si no mi realidad.Acaricie su rostro con cuidado, disfrutando de lo maravilloso que era tenerla en mis brazos y la besé lentamente, disfrutando del sabor de sus labios, de su piel suave, hasta que ella se removió entre mis brazos.No podía creerlo o dejarla de contemplarla fascinado, estaba durmiendo, allí conmigo y por alguna razón sentí que debía memorizar cada detalle de su rostro, cada curva de su cuerpo, la dulce manera en la que fruncía el ceño cuando soñaba algo que no le gustaba o como entreabría los labios, dejando escapar suaves ronquidos si se e
CameronNadie nos había dicho que sería fácil, y podíamos asegurar que no lo era. Pasaba la mayor parte de la noche despierto con la pequeña Nola para Tess lograse descansar, al menos un poco.Por lo general, era ella quien despertaba en cuanto la escuchaba lloriquear a través del monitor de bebes y de inmediato se levantaba como si tuviese una alarma interna, adherida que le decía que su pollita la necesitaba. La buscaba y le daba de comer. Luego yo la relevaba, una vez que estaba alimentada. La hacia eructar y le cambiaba el pañal, antes de mecerla en mis brazos hasta que se durmiese, cosa que podía ocurrir en treinta segundos o en dos horas.Era como un deporte extremo. ¿Dormiría tres horas de corrido? ¿No dormiría nada?Nadie lo sabía y eso me gustaba.Tina, nos tranquilizó, convenciéndonos de que pronto pasaría aquel ajetreo, que solo era cuestión de agarrarle el tranquillo a la rutina y en menos de un mes, nuestra preciosa bebé, estaría durmiendo más de cuatro horas. Me pregunta
CameronEstaba seguro de que mi expediente estaba siendo revisado por los decanos del bufete Royal Dankworth justo en ese instante y realmente esperaba ser su hombre. ¿Por qué no habría de serlo? Era joven, bien parecido, tenía hambre de logros y provenía de una de las familias más importantes del país.La verdad era que debía a fuerza tener hambre, a pesar de que teníamos probablemente una de las compañías de asesoría financiera más grandes del país, mi padre se había negado a contratarme cuando complete el curso de contabilidad y le dije que deseaba más que cualquier otra cosa convertirme en abogado tributario y formar parte de la junta para un día tomar las riendas como CEO de Hamilton Global.De hecho me había lanzado uno de sus discursos sobre que debía buscarme la vida y encallecerme en el mundo real. Zambullirme en los desafíos que proporcionaban una oficina pública tan grande como la defensoría publica, un lugar donde los abogados tomaban casos gratuitos por menos de cuarent