Llevo más de una semana trabajando con Santiago lo cual es una experiencia agradable y emocionante. Teníamos asaltos en su oficina cada vez que nos quedábamos a solas, incluso, cuando Marta estaba a unos metros. En momentos como eso sabía que Santiago agradecía mi insistencia por trabajar, convencerlo no fue difícil, en especial cuando compartes la cama con él.
En tres semanas se abriría el testamento del abuelo de Santiago y toda su familia estaba expectante por saber lo que el difunto Señor Ferreira había dejado para cada uno. Sin embargo, yo no me sentía de ningún modo, sería como un día más mintiendo. Pero había un pequeño miedo latente en mi pecho, Mario. Si Santiago tenía razón sobre que cuando el testamento de su abuelo sea abierto, y se leyera quien es el mayor benefactor, Mario sospecharía de la validad de nuestro matrimoni
- ¿Fernanda? – dice sorprendido con una sonrisa.-Alejandro. – respondo con un susurro.Verlo aquí, en la empresa de Santiago que los recuerdos regresen y que las promesas rotas se hagan presentes, no ayudan a mi ya enredada cabeza.-Que gusto volver a verte. -extiende los brazos, pero se detiene cuando retrocedo unos pasos. – No sabía que también trabajabas aquí ¿eres nueva?Alejandro trabaja en la misma empresa que SantiagoSantiago lo había contratado sin saber quién era él, sin saber lo que significo una vez en mi vida.Y yo estaba metida en mentiras, farsas, una boda por un contrato y una pasión que empezaba a inclinarse al lado equivocado. Si había un nombre para el desastre era imparcial y necesario que llevara el mío.Por más de una semana estuve yendo y viniendo de esta empresa, caminando
Fernanda acababa de desaparecer por el pasillo y mientras la veo irse, pienso en que hay errores que uno comete sin saber que los esta cometiendo, como contratar al exnovio de la mujer con la que tienes un contrato de boda.Buscaba a Fernanda porque se había olvidado su teléfono en mi despacho, y cuando la encuentro, la veo con Alejandro, de quien tenía una buena impresión hasta saber qué papel interpretaba en la vida de ella.Fueron minutos incómodos de conversación, él se veía desconcertado, y ella... Tal vez no había adjetivo correcto para su expresión.No lo voy a negar, quizás frente a Fernanda sí, pero me sentía celoso cada vez que Alejandro la observaba por respuestas. Ellos dos ya no tenían algún vínculo que los unía, él la había dejado, y ahora era yo quien estaba con ella. No obstante, por m&aacut
¿Merecerme un futuro? Tal vez por lo que no hice, por lo que pude hacer, era justo la razón por la que no me merecía nada. Pude evitar que Liliana hiciera tal estupidez que le cobró la vida, pero en ese momento pensé que porque ella lucía una sonrisa todo estaría bien. Que equivocado se está cuando uno no ve detrás de una falsa felicidad.-Tu no lo entiendes. - digo exasperado. – Había algo más, algo que ella nunca me dijo. Porque un día estábamos felices, trazando un futuro, y al otro ella estaba en una fría mesa de la morgue. No tiene sentido, desde que liliana se fue, le perdí el sentido a mucho.La cabeza me dolía, y el cuerpo soportaba el dolor de cabeza. Intento poner una barrera a los recuerdos e imágenes que llegan como bolas de demolición, pero mi intento se queda en sueños, porque llegan y lastiman.<
Ya son más de tres días en los que evito a Alejandro, llego a la oficina, me oculto en el despacho de Santiago y después salía a escondidas. No estaba preparada para sus preguntas, su mirada acosadora y su, aunque muy tarde, disculpas. Simplemente no quería verlo, y después del abrazo que tuve con Santiago en el pasillo, no estaba segura de hacia dónde se inclinaban mis sentimientos, y menos, quería complicarlos con los que sentía por él.Ahora estaba en la oficina con Santiago, él me estaba dando la espalda, mirando el gran ventanal que tenía adelante. Lo observo por unos minutos, luce sereno y calmado, sin ápice de preocupación o estrés, y eso que estábamos muy cerca de la fecha en que se abrirá el testamento de su abuelo.Termino con unas anotaciones y me acerco a él. Solo doy unos pasos cuando Santiago voltea en mi direcció
Y aunque tengo la respuesta en la punta de la lengua, me detuve a pensar en su pregunta. ¿Amo a Santiago? No. Ese sentimiento no debía surgir entre nosotros, pero si lo quería, porque estuvo conmigo cuando más necesitaba de un hombro en que llorar, porque siendo un extraño se quedó conmigo, no como Alejandro, él se fue cuando el caos recién comenzaba. Esta bien, Santiago tiene secretos, como cualquier persona. Y tenemos un contrato, y aunque mi parte se desvió de mis deseos, el hecho de que yo no ganara no significaba que lo quería ver perder a él también. Y mientras pienso más en Santiago, en sus ojos azules, en sus cabellos castaños, su forma de moverse, la curvatura de sus labios, me detengo a sentir en que el querer se puede estar transformando en algo más, en algo que no sabré cómo detener cuando llegue completo.- Sí, lo amo. – Y eso
En tres días se abrirá el testamento del abuelo de Santiago, solo tres días y todo por lo que él había engañado estaría en sus manos. Santiago no dejaba ir a los nervios, en especial, cuando Mario lo visitaba. Pero, aunque entendía su preocupación, su miedo a que su primo nos describiera y decidiera tomar venganza, se me era casi imposible visualizar de que modo Mario nos haría daño. Y por otro lado, estaban las mentiras que se estaban volviendo realidad, de pronto fingir amor no era agotador ni un secreto.Giro la manivela de la puerta, después de una cita con una clienta por fin estoy en casa, o, mejor dicho, en la de Santiago. Me agrada vivir con él, pero al mínimo recordatorio de que todo acabara pronto se me pone los pelos de punta. Descubrir estar enamorada de Santiago no fue una sorpresa total, sino más bien, darle sentido al ritmo frenético de mi coraz
Mis padres, mi tía, Lucia, Lina, Mario, Fernanda y yo estábamos en la oficina de Lexur, el plazo se había cumplido, hoy se abriría el testamento de mi abuelo.Me he alejado de Fernanda los últimos días desde que Mario envió las flores y no era por el motivo de que ella no quería botarlas, sino porque cada vez se acercaba más a mis secretos, y debía protegerla. Sin embargo, también había algo que me gritaba, una voz que venía de mi pecho, que me alejara de Fernanda que era peligrosa sentirla tan cerca.Desde esa tarde, cuando hablamos en nuestra habitación, he reprimido recuerdos y sentimientos, con la vaga esperanza de que si los ignoraba se irían. Que iluso era pensar de ese modo.Ya no trabajabamos juntos en mi despacho, sino que ella se había mudada al suyo. Yo también me había mudado, pero no de despacho, sino de hab
Trago saliva, y le grito a mi pecho que por una vez en la vida me deje a mí la situación.-Lo siento. – Doy un paso me coloco al frente de ella, necesito ver su mirada, saber lo que se consume por dentro. – Sé que me he estado comportando como un idiota toda esta última semana, y que no merezco que me perdones, pero es que me volvió loco ver como Mario te enviaba flores, sé que no es una excusa, pero sí la verdad. – Omití el hecho de que se acercaba a mis secretos, que con un ruego de ella toda muralla que había construido quedaría hecha polvo.-Me has estado evitando todos estos días, he sentido que me hacías a un lado, como si no te importara. – dice con lágrimas en los ojos.MIERDA, y de las que joden. No podía ver a Fernanda llorar, no podía soportarlo, y, en especial, por saber que yo era el motivo de ella.<