Al llegar a la empresa ya los reporteros han menguad en su insistencia, ya no hay noticias nuevas y el interés cayó ya que no hubo más inconveniente.
— ¡Alejandro, aquí tienes las copias del divorcio de Anna! – comunicó Alicia al verlo llegar.
— ¡Gracias Alicia! – trató de ser cordial. Ella solo sonrió.
No le agradaba esa mujer, pero era amiga de Anna y tendría que aguantárselo. Decidió que sacaría de su cabeza la paranoia divirtiéndose un poco con el idiota de Marco Antonio ya que le llevaría el documento del divorcio él mismo para que se enterara de una vez por todas quien era Alejandro Del Toro. Se tomó el café que le trajo Alicia y estaba asqueroso por cierto, lo dejó pasar porque una vez más se dijo que era amiga de su mujer.
—¡Te expusiste! – Cubrió su rostro con las manos —No lo hagas, no quiero que lo hagas ¡tengo miedo! – Alejandro abraza con fuerza a Anna que llora desconsolada ante la sola mención de su pistola. —¡Mi amor todo está bien, el sujeto ni siquiera supo en lo que se metió! – levanto su rostro entre las manos y besó sus carnosos labios. —¡Pero me mentiste! – él negó —¡Si lo hiciste! Dijiste que no te pondrías en peligro y… lo hiciste y yo… tengo miedo – sus palabras lo conmueven de una manera que su corazón se hincha. —¡Margarita! Sabes que nunca haría nada para lastimarte, eres el amor de mi vida – besó de nuevo sus labios y ella abrazó su cuello escondiendo la cara en su pecho sin poder dejar de llorar. El Toro de Madrid hizo un esfuerzo sobre humano para no llorar también, esa mujer lo hace fuerte, pero también es su debilidad en cuanto a sentimientos y emocio
—¡No quiero entrar en ese maldito apartamento! – dijo Alejandro Del Toro con los puños y la mandíbula apretada.—¡Jefe, esa fue su condición! – Refirió Andrés —Hacerlo de otro modo es exponerla a los medios y caerán personas importantes y hasta usted mismo por la fuerza de la gravedad.—¡Tiene que haber otra forma, no sé qué me puedo encontrar allá! – por primera vez en su vida el riesgo lo asustaba porque Anna estaba en medio.—¿Entonces cuál es el plan? – pregunta Juan.—Ninguno niño, no hay otro. Hay que seguir – expuso resignado —¡Lucas, dame un arma! – exigió a su Jefe de Seguridad.—¡Alejandro! Yo creo…
El Toro de Madrid salió del apartamento y al llegar al ascensor esperó unos segundos para calmarse. Se sentía agobiado por tanto veneno, no entendía como esa chica con tan bellos atributos podía simplemente… ser una delincuente, no le interesaba ella, pero casi se lo lleva por delante con su maldad y su falta de conciencia. Agradecía a Dios haber encontrado a Anna, ella era una buena mujer y lo amaba, ella se lo había demostrado siempre. Su teléfono sonó, era el “pequeño Juan”, respondió al instante.—¡Pequeñín! – dijo aun con voz temblorosa.—¡Jefe, la jefa está aquí! Quiere entrar – se puso las manos en la cabeza exasperado y miró al cielo.< ¡Jesús, esta mujer va a matarme, la voy a azotar fuertemente! > pensó sacudi
¡Y ya lo tenía decidido! Gozaban de un amor otoñal por sus edades y considerando el hecho de que ya su embarazo iba para el cuarto mes la fecha era perfecta, ya que se encontraban a finales de enero y el frío estaba en su punto más alto y ella tenía fecha de parto para el mes de junio a finales. —¡Claro que sí y celebraremos el cumpleaños de Alejandro el siete de agosto! – el Toro pone los ojos en blanco —¿Si te parece bien? ¡Por supuesto! – rectificó Juliana con ojitos de cachorro. Se encontraban sentados frente a la chimenea, planificando todo un año de actividades, desde un Baby Shower para Anna hasta el aniversario de los Sres. Del Toro, era exhaustivo, pero se sentía en familia. —¡Me encanta la idea! – Alejandro la miró con el ceño fruncido y le sonrió —Celebraremos tu cumpleaños y no te regalaré un perfume no la oficina de lo más aburrido – resopló, nunca dejaría
—¡¿Que veinte años no es nada?! – decía entre sollozos Anna Margarita, mientras pensaba que ciertamente el Zorzal – Carlos Gardel – argentino se había equivocado olímpicamente.—¡Que febril la mirada, errante en las sombras. Te busca y te nombra! Vivir con el alma aferrada, a un dulce recuerdo que lloro otra vez… - sollozaba mientras empinaba la botella de whisky barato que encontró en una licorería de camino al apartamento de su amiga Alicia donde aceptó vivir luego de perder precisamente veinte años de su vida.—Anna, ya deja de beber por favor – aconsejaba su única amiga, que irónicamente era su asistente.—¿Por qué Ali? Si a las personas que obran de peor manera les va de lo mejor – expresó una llorosa mujer dolida y da&ntild
Anna Margarita Buendía; mecanógrafa y auxiliar de computación, ha sido la asistente de Alejandro del Toro por veinte años consecutivos de los cuales, los últimos diez han carecido de vacaciones por causa de su divorcio y el pleito por bienes materiales, inmuebles y hasta los hijos – que ni siquiera son de ella – que ella le crió. Eso quiere decir que a Anna le ha tocado duro y se ha visto en la obligación de pelear como una gata, con uñas y dientes para que el susodicho no la deje en la calle y peor aún ¡con una mano delante y la otra detrás! Marco Antonio Méndez "el susodicho", ex esposo de la agraviada es un abogaducho de quinta con una labia tan convincente que aunque ¡es un bruto! para las leyes, padece una dicción terrible ¡sí! padece porque según Anna ya es una patología lo que sufre el animal (las palabras textuales de nuestra hero&iacut
El hombre quedó petrificado a causa de la noticia, Anna Margarita llevaba con él veinte años laborales y desde que llegó a la empresa se comportó como toda una señora casada - porque ya lo estaba por supuesto - nunca había hablado acerca de su matrimonio, lo que él sabía era porque la secretaria de Administración era la amante de su esposo o lo fue, y le dijo a alguien donde se veían y como siempre había tenido interés en ella lo había investigado pero nada más por chismoso, ya que Margarita nunca le había dado un motivo acertado para acercarse más que ahora. Mientras esta llora entre sus brazos, disfrutaba como un pervertido de su maravilloso olor a frutas, una mezcla dulce y cítrica que llenaba de vida sus fosas nasales y deleitaba sus papilas gustativas al solo pensar en tenerla para si mismo.&n
—¡Ya te dije que vas conmigo Margarita y no lo voy a repetir! – ahogó un jadeo frustrado y respiró profundo, Alejandro no se preocupó en subir la mirada.—¡Si señor! – se giró caminando malhumorada, su jefe la observó por encima de las gafas disfrutando de su bonito trasero.—¡No te pierdas Margarita, nos vamos en diez minutos! – la mujer cerró la puerta más fuerte de lo normal debido a su molestia y Alejandro sonrió negando con la cabeza.Bajaron en el ascensor, ella no le cruzó palabra ya que se sentía en desventaja obligándose a obedecer porque era su jefe. Alejandro sonreía encantado ante la renuencia de la mujer que tenía a su lado con los brazos cruzados y labios apretados, le pareció más bella que nunca, se dejaba la vista en sus rasgos fi