Consejos

Sara 

Todo indicaba que se avecinaba otro fracaso, tenía días intentando contactar con Alex, pero este no respondía a nada y yo necesitaba saber de una vez por todas por qué su trato para conmigo había cambiado radicalmente. 

Cuando por fin pude verlo, no sé si hubiera sido mejor no hacerlo. 

Alex se desahogó, ante lo que él afirmó era absolutamente mi responsabilidad. 

— No deje de estar pendiente de ti porque dejaste de importarme, el sentimiento se acabó al darme cuenta de que te negaste a mostrar esfuerzo, me dejaste de lado aun cuando sabías que te necesitaba, te quise demasiado, pero yo para ti importaba muy poco. 

Me echó en cara mi falta de interés y disponibilidad para con nuestra relación, al ver que derrame lágrimas este se molestó y de forma más insultante siguió.  

— Siempre tratando de ser perfecta, eres acartonada, y me aburres horrores en la cama. 

Al pronunciar aquello yo dejé de escuchar lo que continuo, me quede con un monólogo interno preguntándome si era cierto lo que decía. 

Me lo creí, todas sus palabras las di por ciertas, algo estaba haciendo mal, siempre termino siendo botada, una lista de razones que me achacaban me atormento. Decidí mejor consultar con un psicólogo, él cuál después de algunas sesiones me dijo: “solo debes comprometerte con la relación”. 

Al parecer mi falta de tiempo es lo que siempre da al traste con mis relaciones, y el hecho de querer cumplir con las expectativas de todo mundo. Al no encontrarme con menos tornillos, su recomendación fue que organizará mis tiempos para darles el peso necesario a todos los ámbitos de mi vida, me ordenó olvidarme del molde de perfección.  

Luego de ello asumí mi responsabilidad en el fallo en mis relaciones que era el 50%, admito que me he dejado llevar por querer superarme en el trabajo, dejando que absorba mi interés y mi tiempo. 

Ya que mi actitud ante la vida debía cambiar, decidí que mi imagen lo hiciera también, clases de yoga para bajar unos rollitos, que para mi talla 32 y 1.68 cm., no se me hacía que estuviera tan jodida, quizá mis rasgos físicos no fueran los de una modelo, pero si me lo proponía y con algo de esmero haría que más de uno volteara a remirar.  

Luego de dos meses de haber tomado una rutina me sentí lo suficientemente lista para volver al ruedo y es que mi “tic-toc” me presiona, Miriam mi mejor amiga se mofó diciendo “Querida, no sabes que los 30's son los nuevos 20's” en fin que desecho mi preocupación. 

En mi afán de buscar a mí medía naranja, me apunté a nuevas actividades, entre ellas, dibujo algo para lo que ya tengo facilidad y con ello vino un taller de vitrales. Mencionen alguna actividad, seguramente ya me inscribí, pasear al perro, ¡ja, ja, ja!, yo ni perro tengo.  

Los hombres que he conocido gracias a mi trabajo son un gran ¡No!, están igual o peor que yo de ocupados y algunos tienen personalidades no compatibles conmigo.  

En el trabajo los jefes se han dado cuenta, ya que su querida hormiguita incansable ha cambiado, según ellos y mis compañeros me cargo una actitud poco profesional, algo que les rebatí, cuando me mandaron a llamar. 

Invite a Karen, la secretaria del director ejecutivo, a comer para averiguar más, me comento que el plan era corregir mi falta de compañerismo, como no quejarse si ya no era su comodín. Para mí ella era una mujer hermosa y muy inteligente que jamás había sucumbido a las garras del guapo jefe, pero siempre tenía galanes por docenas. 

— Oye, ¿de dónde sacas a tanto galán?, siempre me presumes de uno nuevo— le inquirí, era la amiga más coqueta que tenía. 

— Al principio siempre los conocía en todos lados, pero comprendí que debía elegirlos mejor, con la tecnología tengo un catálogo. 

— No inventes ¿catálogo? ¡Ya dime!, necesito conseguir un novio — le hice ojitos tiernos.  

— ¡jajaja! No seas tontita, usa las aplicaciones de citas. 

— ¿No es peligroso? — conocer a extraños por medio de eso era algo que no había pensado jamás. 

— Conocer a cualquier persona es peligroso, nunca sabes qué intenciones tienen — eso era cierto, allí están las pobres personas que sufren maltratos a manos de sus seres amados. 

— Pues necesito que me enseñes a utilizarlas, ya he agotado mis esperanzas de conocer alguien de forma tradicional. 

— ¡Claro que sí!, luego te mensajeo los links

En la comodidad de mi departamento, abrir todos los enlaces que Karen me había enviado, eran varias, las descargue todas, luego me fui al “San G****e” y como buena ñoña que soy fui a buscar información de todas y cada una de ellas.

Al final solo deje tres, cree mi perfil, todas eran similares, te pedían ciertos parámetros para ayudarte a buscar al galán de tus sueños, fotos y breves descripciones que le dieran un rápido vistazo al posible candidato para ver si despertaba su interés. 

Los siguientes días Karen me guío sobre todo lo que tenía que saber sobre el uso de las aplicaciones, porque cuando le mostré mis perfiles dijo que los había hecho muy “sosos”. 

Supongo que uno debe preparar la trampa para atrapar a la presa, o que le podría ofrecer al susodicho, por allí he escuchado que los hombres son muy visuales, por lo que Karen me sugirió tomar nuevas fotos para atraer más abejas al panal.  

Los resultados no se hicieron esperar, pues en cuanto se actualizó mi perfil con las recomendaciones de Karen y la selección de fotos que según ella eran las mejores, comenzaron a verse los interesados. 

En poco tiempo me encontraba navegando y aprendiendo a usar las aplicaciones para conseguirme un galán, en dos de ellas todos eran libres de mandar uno que otro mensaje, luego esto se volvía de paga para poder tener acceso a sus biografías. 

La última es la que se me hacía más prometedora, aquí las mujeres eran las encargadas de iniciar cualquier conversación, siempre y cuando los dos mostraran interés haciendo el famoso match

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