Sara
Un montón de hombres se interesaron en mi perfil, esa sensación de aceptación me llevo hasta los cuernos de la luna, ni sabía ¿qué hacer?, en un principio conversé con algunos prospectos y conforme paso tiempo me di cuenta de que no todo era color de rosa.
Empecé a figurarme que aquí, como en la versión de citas en la forma tradicional, había caballeros, raritos, acosadores, intensos, de todo un poco, yo ingenua, no esperaba esto.
Aquí tuvo que entrar de nuevo los consejos expertos de Karen, que me ilumino con su conocimiento, volvimos a actualizar mi perfil poniendo filtros más específicos de lo que buscaba, también me dio uno que otro consejo para desenmascarar y revelar sus verdaderas intenciones.
Terminé optando por una sola aplicación y era en donde las chicas teníamos el privilegio de ser las iniciadoras de un acercamiento o una conversación, tímida, no soy, pero tuve que vencer esa idea de que los hombres son los que deben dar los primeros pasos a la hora de buscar una relación o coquetear.
El lenguaje de las aplicaciones me decía que ya formo parte de los rucos, es más encontré perfiles que decían: “No SD”, “No 1NS”, en lenguaje coloquial es que no buscaban sugar babies y no estaban interesados en algo sexual de una noche, los perfiles eran impresionantes, todo mundo mostrando sus viajes y hablando de sus hobbies o sus carreras.
Altos, bajitos, blancos, morenos, con estudios, emprendedores, con gusto por los animales, amantes de los viajes, melómanos.
Con la debida precaución e indagando podía uno encontrar bastante gente decente, algunos con complejo de superioridad que me batearon, pero era entretenido.
Al existir una gran variedad para poder escoger, me puse a pensar detenidamente, ¿cuáles eran las cualidades que yo buscaba? Analicé mis relaciones pasadas y definitivamente descarte muchos prospectos que eran similares a mis ex parejas.
Quería alejarme todo lo posible de aquellos estereotipos, suponiendo que quizá de esa forma, ahora si, encontraría al amor de mi vida, ese que añoraba, para poder compartir el resto de mis días.
Karen me animo a dar el siguiente paso, eh ir a conocer a uno de los prospectos con los que mensajeaba, nuestro plan era vernos en un lugar público y Karen me acompañaría, hasta me regalo un botón de rastreo que puse en mi ropa, me dijo que era mejor ser precavido ¡ja, ja, ja!, sería mi chaperón de lejitos.
Así me enfilé a un montón de primeras citas fallidas, todo era lindo en los mensajes, pero las primeras impresiones y la falta de química ya en persona, truncaban el avance, solo unas prosperaron hasta otras citas, en donde comenzaban a salir las red flags o alertas.
Por lo menos ya tenía algo que contarles a mis nietos, si es que algún día llegaban, una ocasión un tipo muy guapo me cito en una cafetería, se presentó y parecía todo normal hasta que se levantó y me dijo: “lo siento, pensé que eras más bonita, perdona, pero mejor lo olvidamos”, quedé estupefacta.
No me considero una hermosura, pero que te lo digan, pues obviamente a cualquiera, le haría pasar por lo menos un mal momento, luego de que lo pensé, dejé ir aquel comentario.
Mi chaperón echaba humo, despotrico de él hasta que no le quedo ningún insulto por decir, para entonces yo ya había superado mi primera reacción y la risa se había apoderado de mí. Ese día llamé a Miriam, nos fuimos a cenar y luego a un antro, ellas hicieron click de inmediato, ahora que tenía a dos cómplices, ya estaban planeando como mejorar mi taza de éxito.
Me faltaba conocer a un joven que decía ser un Asistente Ejecutivo, solo muy noche era cuando intercambiábamos mensajes, su trabajo no le permitía mayor libertad, por eso no lo había considerado, pero era amable y de vez en cuando me hacía reír, su nombre era Daniel, físicamente era alto y bastante promedio, era más del tipo delgado y casi todas sus fotos eran en traje.
Un día mandando un mensaje a un nuevo match, se lo envié por error a Daniel, lo raro es que me contesto y no paramos de mensajear hasta que lo tuve que cortar para regresar de mi hora de comida.
Ese fue el inicio, un intercambio constante de mensajes a horas que no cuadraban con lo que él en un principio había dicho, en ocasiones mis mensajes eran leídos hasta el otro día, pero siempre los respondía.
¿De qué hablábamos?, eso era lo fascinante, cualquier idea era buena para discutirla, no temas tan personales, pero si algunos que ayudaban a develar nuestro carácter y forma de ver el mundo, lo había aprendido de Karen, no era un cuestionario, pero si formas sutiles de descubrir lo que circulaba en la cabeza del tal Daniel, que poco a poco me fue cayendo mejor, en un principio era muy cuadrado, pero este nuevo parlanchín, no.
Me parecía muy inteligente y elocuente, era cínico, con un humor negro, pero no ofensivo, que me botaba lágrimas de risa, podía preguntarle cualquier tontería y él respondía como si me fuera a dar una lectura del tema más destacado, estaba informado de casi todo, me contaba de lugares que quizá yo nunca visitaría.
Tan solo mostrarle los mensajes a Miriam y Karen me preguntaron — “¿qué esperas para conocerlo?” — la verdad nunca habíamos mencionado el conocernos en persona, pero no sonaba descabellado.
Me ordenaron invitarlo a salir, yo lo dude, pensé que lo mejor sería empezar por una llamada, así que me arme de valor y le dije que me gustaría escuchar su voz, su reacción fue mandar emojis de caras con la boca abierta, “el de susto”, me dio risa, pero luego no hubo respuesta.
Más tarde, ese día, un mensaje de Daniel en donde decía que prefería nos viéramos en persona, tenía el nombre del restaurante “IL Becco” a las 7 pm, mañana. En cuanto lo leí, una ansiedad inexplicable se apoderó de mí.
Sara Afortunadamente, mi día estuvo tan ocupado que el tiempo se me fue volando, cuando menos me di cuenta tenía a Karen fuera de mi oficina, mi chaperón venía a decirme que era hora de irnos. No tarde mucho, solo unos pequeños toques a mi maquillaje y cambiar a un vestido, nada pretencioso, sobrio y de buen gusto. En el restaurante, en la entrada, tenía una reservación a mi nombre, seguro Daniel la había hecho, Karen fue a la barra, me dijo que disfrutaría de la cena, obviamente yo invitaba, un pequeño gesto de agradecimiento por su compañía y servicio de guardaespaldas. A mí me indicaron que fuera a un cubículo apartado, era gracioso que solo lo dividieran paneles de cristal, aun así, bastante gruesos que impedirían la salida de nuestra conversación. Pasaron 15 minutos después de las 7 y él no aparecía, bebía pequeños sorbos de un té delicioso, en lo que esperaba, mi decepción se incrementaba con el paso de los minutos, la verdad si moría de ganas de verlo en persona, sobre
Marco Esa noche no hubo mensajes, tenía días que le compre un nuevo celular a Daniel para que me cediera el suyo, de ese modo era más cómodo. En la mañana, como siempre desperté al escuchar la música de la alarma, una rutina que mantiene mi cuerpo y mente en óptimo estado, programe las persianas de todo el pent-house para que se abran al sonar la alarma. Hoy no tendería la cama como de costumbre, toca cambio de blancos, por lo que se lo dejaría a Estela. Al no tener ganas de correr opté por bajar hasta la alberca y nadar por cerca de una hora, suelo ejercitarme en el parque La Mexicana, últimamente no lo encuentro placentero, pues tengo una acosadora que piensa que su horrible timbre de voz es agradable de escuchar, aún menos sus avances y coqueteos que me sacan de quicio. De regreso a mi piso, mientras me aseo escucho las noticias financieras para saber cómo amaneció el movimiento de las bolsas de valores, ya que no tengo desayunos o almuerzos agendados, Estela me tiene el d
Marco Una vez concertada la cita, ya había decidido seguir con la farsa de ser Daniel Castillo, no podía ir por allí siendo Marco Augusto Añorve Lueguer, el dueño detrás de Grupo Añorve, saliendo con sabe Dios quién, un punto a mi favor es que mi rostro no era conocido, redes sociales solo las del grupo, nada de mi persona o mi familia circulaba en los medios, me encargo de ello de forma meticulosa, ya vi el desastre que viene con la exposición. Lo que halle en esa cita fue una Sara muy natural, su atuendo bastante básico, sin una gota de maquillaje, todo indicaba que la tome desprevenida, sin quejas de mi parte, las grandes producciones y plastas de maquillaje suelen disgustarme. Eran muy transparentes sus gesticulaciones, ya que delataban sus pensamientos, por lo menos me dejo ver que le era atractivo, cada que le sonreía, un ligero rubor rosado subía a sus mejillas. Era evidente su incredulidad, le entregué la tarjeta que le había pedido a Daniel, yo había planeado convencerla
Sara Todo aquello había sido algo que jamás me hubiera imaginado, yo ya tenía la imagen de Daniel, porque hasta cierto grado los mensajes me hacían pensar que podíamos congeniar, ahora con esto me quedaba con una sensación de escepticismo. Ni decir que en cuanto me dijo que en efecto él era Daniel quise salir corriendo del lugar, yo toda así en el peor estado en el que me pude presentar y él tan... ¡Argh! Lo primero fue hacer una videollamada con Miriam y Karen para contarles la fantástica aventura que me había ocurrido, porque analizándolo seguramente esta sería una buena historia, como esas que cuentan las mamis diciendo que tuvieron un amor de novela, el mío no llego a tanto, pero no podía quejarme. La cena me la pasé divagando, observándolo y babeando, sus modales en la mesa, lo atento que era, son cosas que están casi extintas, es como si hubiera descubierto el último fósil del más maravilloso dinosaurio que haya existido en la tierra. Miriam desestimo que aquel hombre fuer
Sara Definitivamente, quede idiotizada desde que lo vi aparecer doblando la esquina, caminaba como si el lugar le perteneciera, traía un traje neg.ro slim fit de tres piezas, sus zapatos me encantaron, eran obscuros de la parte del talón, con un degradado hacia el frente para terminar en un color café. Ya enfrenté de mí, ¡Dios...! No bastaba con su apariencia, olía increíble, en su fragancia se percibía notas de madera, cuero y algo más que mi nariz inexperta jamás sabría. Mi cerebro ni funcionaba, mi cuerpo en automático mando mi mano derecha para saludar ¡Tonta!, él siendo educado la tomo y la estrecho, otro error más, al tocarlo sentí que el corazón podría salir por mi boca, de lo desbocado que estaba. — ¡Buenas noches!, hoy luces... ¡Wow! — dijo y sin soltarme, se acercó para saludarme con un beso en la mejilla, — ¡Umh! Y hueles delicioso — susurro en mi oído, ¡Genial!, de no tener buen resorte mis pantis ya estarían en el piso. Paso mi mano por su brazo y se puso a mi lado,
Sara Llegue extasiada a mi apartamento, esa despedida me encanto, me había robado un beso, que, aunque solo choco sus labios con los míos, fue suficiente para mandarme a la nube 9.Entre dando vueltas y brinquitos, esa noche me costó mucho conciliar el sueño, repase cada momento de nuestra cita, lo atontada que me dejo con su apariencia, con su forma de coquetear y soltar frases halagadoras. Sin lugar a dudas en mis fallidas relaciones no había conocido alguien como él, olvidemos su apariencia, su personalidad era de lo más encantadora y atrayente, me sentía como abeja, con un jardín repleto de flores, ¡Aah! Debía frenarme y no dejarme ir como “gorda en tobogán”, había varias posibilidades; que fuera cierto lo que decía, o que solo se estuviera permitiendo bajar sus estándares para divertirse con alguien como yo, y otras que mejor descarto por ser aterradoras. Por supuesto que Miriam y Karen querían detalles que yo gustosa compartí con ellas, parecíamos adolescentes con nuestros g
Marco Nunca me decepcionaban sus reacciones, su cara reflejaba la sorpresa, parecía que la había “agarrado con las manos en la masa”, a un lado de ella, me disculpe con el sujeto con el que estaba. — ¡Disculpa!, esto — y los señalé a ambos — no va a funcionar, las relaciones no se deben forzar — el hombre se quedó sin decir palabra, con la boca abierta. ¿Cómo llegue aquí? Al parecer el hecho de pensar en una persona la hace difícil de perder de vista, después de un desayuno en la casa de mi madre, me ofrecí a llevarla a su cita en el spa “Anandi” de camino me percaté de una joven que caminaba a toda prisa por la acera a lado de donde circulábamos. En lo que esperábamos a que el semáforo en rojo cambiara, ella aprovechó para cruzar, dejándome verla, era Sara que camino directo para entrar en una cafetería. Mi pensamiento fue que era algo así como que me había levantado con suerte, por lo que pisé el acelerador y fui a dejar a mi madre, por fortuna eran solo unas cuantas cuadras, l
Sara El yoga por las mañanas hacía maravillas, no solo mi cuerpo lo reflejaba, ayudaba también a mi mente, y por supuesto que la vista era espectacular, ¿Por qué será que está lleno de chicos condenadamente buenísimos?, era tan motivador llegar en las mañanas y verlos. El shot justo de energía que necesitaba para ir contenta al trabajo. Ahora que había logrado hacerme de más tiempo, pude empezar a contactar con nuevos y posibles proveedores, siempre es bueno tener gente que te pueda sacar de apuros. Aquí siempre tenía clientes que estaban dispuestos a comprar mercancía que tuviera una alta rotación y gracias a los chinos que seguían recomendándome, mi cartera se veía cada vez más llena. Cerca de las 11 am necesitaba mi té y estirar las piernas, saliendo de la oficina y de camino a la cocineta, tuve que regresar, pues el teléfono sonaba, del lobby me hablaban para que fuera a recoger un paquete. Flores, las cuales venían con todo y vasija, me reí, eran rosas, lilis, margaritas y otr