Encuentro y conflicto

Había pasado un año desde que Bella decidió que ya era suficiente. Tres años de burlas, sufrimiento y desprecio por parte de su familia la habían llevado a un punto de quiebre. Se sentía ajena a su hogar, como si no perteneciera a esa familia que la había tratado como una carga. No había compartido una comida en la mesa familiar en meses, y la idea de celebrar su cumpleaños sin el apoyo de sus seres queridos la llenaba de tristeza.

Decidió que era hora de tomar el control de su vida. Comenzó a buscar trabajo, una forma de alejarse de la toxicidad de su hogar y de acumular experiencia en el campo del diseño de interiores, la carrera que siempre había deseado. Había encontrado un puesto en una pequeña empresa de diseño, donde podía aprender y crecer. Cada día, al salir de la oficina, sentía que un peso se levantaba de sus hombros. Era liberador.

A medida que se acercaba su cumpleaños, Bella se sentía más motivada que nunca. Sabía que, aunque su compromiso con Diego seguía presente como una sombra en su vida, tenía la oportunidad de construir su futuro. Cada proyecto en el que trabajaba le daba un sentido de propósito y una chispa de esperanza. La idea de graduarse y ser finalmente libre la mantenía en marcha.

Lucas, su amigo de la escuela, la había estado invitando a salir. Aunque Bella estaba ocupada con el trabajo y los estudios, aceptó algunas de sus invitaciones. No era que no quisiera pasar tiempo con él; simplemente se sentía atrapada entre sus responsabilidades y el compromiso que la mantenía atada. Lucas nunca mencionaba a Diego, lo cual era un alivio. Para él, Bella era solo ella misma, y eso era lo que más necesitaba.

Una tarde, mientras recogía un documento importante en el centro de la ciudad, Bella se sintió emocionada. La vida estaba empezando a sonreírle. Sin embargo, su día dio un giro inesperado. Mientras cruzaba la calle, un auto casi la atropella. El conductor frenó bruscamente, y Bella, todavía aturdida, se acercó al vehículo para reprenderlo.

“¡¿Qué te pasa?! ¡Casi me matas!” gritó, su voz llena de indignación. Pero lo que no esperaba era que el conductor saliera del auto con una actitud arrogante. Era un hombre corpulento, con una mirada fría que la hizo sentir vulnerable.

“Deja de hacer un escándalo. Tú fuiste la que se metió frente a mi auto”, dijo, desestimando su enfado. Bella sintió cómo la rabia crecía en su interior.

“Si no hubieras estado tan distraído, esto no habría pasado”, replicó, sintiendo que su valentía la impulsaba. Pero el hombre solo se encogió de hombros, como si su vida no tuviera valor.

“Si quieres dinero, puedo darte una pequeña cantidad. Mujeres como tú siempre están buscando algo a cambio”, dijo, y esas palabras la hirieron profundamente. La humillación la invadió.

“¡No soy una de esas!” gritó Bella, sintiendo que la rabia la consumía. Sin pensarlo, le lanzó el dinero que le ofrecía en la cara y, en un acto de desesperación, le dio una patada en la pierna.

El hombre se sorprendió, pero su expresión rápidamente se tornó de enojo. “¿Qué te crees? ¡Eres una lunática!” rugió, mientras ella comenzaba a alejarse. Sin embargo, el golpe en su pierna, que aún estaba sanando de una lesión anterior, hizo que se tambaleara. Sintió un dolor punzante que la hizo detenerse por un momento, pero Bella no se dio la vuelta. Tenía que escapar de esa situación.

Mientras se alejaba, escuchó al hombre gritarle. “¡Esto no se queda así!” Pero Bella no se detuvo. Su corazón latía con fuerza mientras corría, sintiendo la adrenalina fluir por sus venas. Era como si cada paso que daba la alejaba de la humillación y la devolvía a su propia realidad.

Diego, que estaba en el asiento trasero del auto, observó la escena desde lejos. Había visto a Bella y al hombre, y su mirada se oscureció al notar la confrontación. “Maneja”, le dijo al conductor, su voz grave y cargada de frustración. 

Mientras tanto, Bella llegó a su oficina, aún temblando por la experiencia. Se sentó en su escritorio y respiró hondo, tratando de calmarse. Sabía que había actuado impulsivamente, pero no podía evitar sentirse satisfecha por haber defendido su dignidad. Sin embargo, la humillación seguía presente, y la imagen del hombre arrogante la perseguía.

Al final del día, Lucas la llamó. “¿Cómo estuvo tu día?” preguntó, su tono ligero.

“Un poco caótico”, respondió Bella, tratando de restarle importancia. “Tuve un pequeño incidente en la calle”.

“¿Un incidente? ¿Qué pasó?” Lucas se preocupó, su voz llena de interés.

“Solo un conductor imprudente. No vale la pena hablar de eso”, dijo Bella, sintiendo que no quería arruinar el buen momento que estaban compartiendo.

“¿Seguro? Porque si necesitas hablar, estoy aquí”, insistió Lucas.

“Lo sé, gracias. Solo... estoy cansada. He tenido un largo día”, admitió Bella, sintiendo que la conexión con Lucas era un refugio en medio del caos.

“¿Te gustaría salir a cenar esta noche? Tal vez un poco de comida reconfortante te ayude”, sugirió Lucas, y Bella sintió que su corazón se aceleraba. La idea de pasar tiempo con él era tentadora.

“Está bien, me encantaría”, respondió finalmente, sintiendo que una sonrisa se dibujaba en su rostro.

Esa noche, mientras cenaban, Bella se sintió más ligera. Lucas la hacía reír, y por un momento, pudo olvidar el dolor de su compromiso y la humillación del día. “¿Sabes? A veces siento que estoy atrapada en una historia que no elegí”, confesó Bella, mientras jugaba con su comida.

“¿Por qué lo dices?” preguntó Lucas, su mirada atenta.

“Porque tengo un compromiso que me pesa. No sé si alguna vez podré liberarme de eso”, dijo Bella, sintiendo que la tristeza regresaba.

“¿Y qué pasa si decides no hacerlo? La vida es demasiado corta para vivirla según las expectativas de los demás”, dijo Lucas, su tono lleno de sinceridad.

“Lo sé, pero hay tantas cosas en juego. No puedo simplemente dejarlo todo”, respondió Bella, sintiendo que la lucha interna se intensificaba.

“Solo recuerda que tienes el poder de decidir tu propio camino. Nadie puede quitarte eso”, dijo Lucas, y Bella sintió que sus palabras resonaban en su corazón.

Mientras la noche avanzaba, Bella se dio cuenta de que Lucas no solo era un amigo; era alguien que realmente la entendía. La conexión entre ellos se profundizaba, y aunque sabía que no podía dejar que sus sentimientos se desbordaran, no podía evitar sentirse atraída por él.

Al regresar a casa, Bella se sintió más fuerte. Había enfrentado a un hombre arrogante y había defendido su dignidad. Aunque su vida seguía siendo complicada, había encontrado un rayo de esperanza en su amistad con Lucas.

 

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