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Capítulo 5: "ROLLITOS DE PRIMAVERA"

Después de comernos las deliciosas hamburguesas y pasar un rato hablando decidimos volver a casa, esta noche hay una gran fiesta y las chicas tiene que prepararse. Adri está como loca sacando miles de conjuntos supermonos de su armario mientras habla como un loro.

—Adele, ¿me estás escuchando?— pregunta Adri sacándome de mis pensamientos.

—Mm— dude un poco la respuesta porque no la estaba escuchando, me quedé tonta mirando el mensaje que acabó de llagar a móvil— Perdóname Adri, pero me llego un mensaje y me quede entretenida leyéndolo.

—¿Qué decía el mensaje?

—Nada importan<span;>Sus ojos se ponen chinitos y se acerca a la orilla de mi cama con pasos rápidos. Es tan curiosa que se que no parará hasta conseguir lo que quiere, pero esta vez no se la pondré fácil.

—¿De quién era el mensaje?— pregunta una vez más.

—Ya te dije que no es nada importante.

—Bueno déjame verlo—nege con la cabeza y su mirada rápidamente paso desde mis mano hasta el móvil que reposaba en la mesita de noche.

—No se te ocu....— intente detenerla pero ya era tarde, antes de que pudiera terminar la frase ya tenía el móvil en sus manos abriendo la aplicación de mensajería.

—¿Quién es el idiota?— pregunta el nombre de el conctato y abre su boca en una gran forma de o al darse cuenta del número que ha enviado el mensaje— N-o m-e lo cre-o— niega con la cabeza varias veces hasta que se queda mirándome con una sonrisa pícara en su rostro—Vas a ir a la cita, ¿verdad?

Me encojo de hombro y deslizó una mano desde mi hombro hasta la punta de mis dedos para quedarme jugando con ellos— Ni siquiera se si es una cita o es una orden.

—Bueno Adele nunca he visto a mi hermano con una novia— pone dos dedos en su barbilla como si estuviera pensando algo muy importante— Aunque sí, una vez sí llevo a casa a una, que por cierto me caí muy mal. Pero no es tu caso.

—Adri, no voy a salir con un idiota como tú hermano y siento mucho llamarle así— digo sinceramente y ella hace un pequeño puchero dejándome ver la desilusión en sus ojos— Lo lamento.

—Bueno se como es, pero talvez podrías darle una oportunidad.

—Adri ni lo pienses.

—Vale, vale es tú decisión— me da la espalda y se tira sobre su cama mirando el techo— Pero podrías pensarlo.

—Que no Adri— replique.

—Solo será una cita, si te sientes incómoda puedes volver y prometo que le partiremos  su cara linda.

—Adri.

—Ok, ok no me repitas lo mismo, esta bien si no quieres ir pues no vas y ya.

—Vale Adri, voy a ir, pero que sepas que esto lo hago por ti.

No mientas, tú también quieres ir.

No recuerdo haber pedido opiniones.

— ¿Deberás, deberitas?— acenti con la cabeza y ella esbozó una hermosa sonrisa rápidamente— ¿Y que te pondrás?

—Dije que iría, no que me cambiaría de ropa.

Ignorando mi comentario se levanta rápidamente y comienza a sacar cuentas con sus dedos mirándose su armario—Bueno el mensaje lo paso hace diez minutos y dijo que te recogía en media hora, quiere decir que estará aquí en veinte minutos.

Se dirige a su armario y saca unos pantalones de mezclilla y una pequeña blusa color piel para luego tirarla sobre mi cama, va a mi armario coge un par de botas bajitas color piel que mamá me regaló en navidad y hacen juego con la blusa.

—¿Crees que me pondré algo de eso?— cuestino con la mirada fija en el conjunto que acaba de formar.

—Sí, que tiene de malo— pone sus ojos en blanco y cruza sus mano delante de su pecho— Y yo que tú me apuró que Gabriel no soporta esperar.

—Gracias por el consejo— tomó la ropa en mano y entra al baño, prefiero ponerme esto antes de tener que discutir con ella porque suele llegar a ser muy insistente y ustedes lo saben.

X'

—Está tardando mucho, talvez se arrepintió— comento algo nerviosa mirando la hora en mi reloj de pulsera por decimoquinta vez.

Desde que termine de vestirme y poner un poco de maquillaje en mi rostro no he parado de mirar la hora en el maldito reloj, por alguna razón la cual desconozco mis pies están temblando y algo muy dentro de mí tiene miedo a que se arrepienta y ya no quiera salir conmigo.

—Pero relájate no dejes que te vea nerviosa— me aconseja Emily que llego hace un rato para vestirse con Adri para la maldita fiesta.

—No estoy nerviosa— miento.

—No es lo que parece— remarca Adriana que está en el baño vistiéndose.

—Bueno un poco sí— confieso con una pequeña sonrisa.

—¿Solo un poco?— cuestiona Emily esta vez.

—Está bien, está bien. Estoy muy nerviosa.

—Oh, pero tranquila que Gabriel después que te folle no te mirara...— antes de que pueda terminar la idea alguien da tres  pequeños golpes en la puerta—Bueno te deseo suerte.

—Que todo vaya bien cuñada— grita Adri desde el baño y Emily se echa a reír al ver mi cara sonrojarse.

—Vamos abre que te están esperando— se acerca Emily y me da un pequeño empujoncito obligándome a sujetar el pomo de la puerta.

Al abrir del otro lado me encuentro con un par de ojos azules brillante que se deslizan por todo mi cuerpo. Él lleva una camisa doblada por encima de sus codos dejándome ver varios tatuajes en su mano derecha y otros que salen sobre su cuello, su cabello va peinado hacia atrás dándole un toque elegante, su pantalón es de color negro y sus zapatillas hacen perfecta combinación con su ropa que se ajusta a su cuerpo dejando ver sus músculos marcados y bien trabajado.

—Hola, Emily— saluda y esta solo mueve su mano en el aire— Estás muy linda Adele, como siempre— me elogia sacando una mano de su pantalón para extendérmela—¿Ya, nos vamos?

—Sí vamos— me despido de la chica antes de comenzar a bajar las escaleras sujetando su mano.

Al pasar por el lado de un grupo de chicas todas se nos quedan mirando y susurrando algo muy bajito para luego echarse a reír, hasta la muchacha de la recepción se nos queda viendo. Pero gracias a Dios el coche está estacionado frente a la residencia y no tendré que aguantar esas miradas incómodas por más tiempo.

—Sube— abre la puerta del coche y me invita a subir caballerosamente.

—Gracias— me siento y paso el cinturón para luego acomodarme bien en el asiento.

—¿Qué escuchas?— pregunta.

—Nada— me encojo de hombro y lo miro confundida.

Él suelta una pequeña risa y pone una mano sobre el reproductor— ¿Qué música escuchas Adele?, es a lo que me refiero.

—Ah— me sonrojo y comienzo a jugar con mis manos avergonzada— Escuchó de todo tranquilo, pon lo que deses.

—Vale— enciende la música y comienza a sonar una canción de Sabrina Carpenter.

X'

Todo el camino ha trascurrido en silencio, él solo maneja y yo miró por la ventana del coche observando las calles de la ciudad llena de personas que viene y van.

—¿Queda mucho?— pregunto rompiendo el silencio después de veinte minutos.

—No ya casi llegamos— responde sin dejar de mirar la carretera y doblando en un pequeño callejón que sale a un restaurante no muy grande, pero adornado con luces de diferentes colores que le dan un aire muy elegante a pesar de no estar en uno de los mejores varios de la ciudad.

—Antes de que entremos, ¿puedo preguntarte algo?— pregunto algo incómoda y nerviosa por la respuesta que pueda darme.

Desde cuando te importa lo que pueda decir.

Desde ahora chismosa.

—Si claro dime— responde amablemente volteando su cara para dejarla justo delante de mí provocando que mi respiración se acelere.

¿Por qué tiene ese poder sobre nosotras?

No tengo ni idea amiga, ni idea.

—¿Por qué me invitaste a una cita?— cuestionó no segura de querer escuchar su respuesta, dejando de lado a mi estúpida conciencia que solo me distrae.

—¿No es lógico Adele?— replica con una de sus manos sujetando aún el volante.

—No, no veo nada lógico en esto— me encojo de hombro y sujeto su mirada como mismo él está haciendo con la mía.

—Me gustas Adele— dice sin más, como si fuera algo normal, algo que yo podría esperar de él siendo todo lo contrario.

—¿Es una broma no?— pregunto ofendida.

Él niega con la cabeza y pasa una mano por su cabello que se regó un poco por el aire que entraba por la ventanilla del coche—No Adele no es una broma, me gustas— asegura.

Mi cabeza en estos momentos no razona, mis manos están sudando y mi corazón está igual de acelerado que aquel día cuando cure sus heridas. Yo sé que es imposible que pueda gustarle, no es verdad y no pienso caer en su juego. Aunque tengo que aceptar que me sorprende este Gabriel que tengo frente a mí.

—Tranquila…

No dejo que termine sus palabras y le digo:— Pero tú a mí no y si vine a esta cita fue porque tu hermana me lo pidió muchas veces.

—Ok Adele, no pido que te enamores de mí ni nada— abre la puerta del coche y se dispone a bajar, pero antes se voltea y se queda mirándome fijamente— Yo me encargaré de que cambies de idea solo dame una oportunidad para que veas que no soy ese idiota que crees.

—No estoy segura...

Esta vez es él quien me corta— Bueno vamos a saludar a unas personas muy importantes para mí y luego hablamos del tema.

—Ok vamos— abro mi puerta y le sigo subiendo unas escaleras, lo mejor es dejar esa conversación aquí por ahora.

Al abrir las dos puertas que cierran el pequeño lugar entramos a un gran espacio con olor a vainilla lleno de mesas pequeñas adornadas con flores y unos cojines delante de ellas, solo había visto en películas restaurantes chinos y ahora sé que son hermosos, de las paredes cuelgan unas bombillas redondas que alumbra medio naranja dando un toque muy intimo al lugar, especial para parejas enamoradas. Que pena que el lugar esté tan vacío.

—Gabo— se acerca un anciano muy delgado que envuelve a Gabriel en un gran abrazo que parece disfrutar— ¿Qué haces por aquí? Cuando Mari te vea se pondrá muy feliz.

—Lalo puedes soltarme, me falta el aire— se queja después de un rato escuchando al anciano decir miles de cosas en su oído.

—Perdón, perdón Gabo— se disculpa el anciano y Gabriel le regala una gran sonrisa muy grande— ¿Y esta chica tan linda?— pregunta sosteniendo mi mano entre las suyas y dejando un beso sobre ellas.

—Mucho gusto soy Adele— me presento amablemente.

—Y yo soy Che, pero puedes llamarme Lalo como mi ahijado.

—Un gusto Lalo.

—Bueno, pero siéntese que vinieron a cenar ¿no?

—Sí Lalo, vinimos a comer esos ricos rollitos de primavera que solo saben preparar ustedes— pide Gabriel y el señor da una pequeña palmada en su hombro.

—Acomódense que Mari lo trae dentro de un rato, espero que disfruten del lugar— se despide el anciano desapareciendo por unas pequeñas puertas que deben dar a la cocina.

Al dejarnos solo la tensión entre nosotros crece y diría que podría cortarse con un cuchillo. La mirada de Gabriel se desliza por todo el lugar y yo solo juego con mis manos(hago eso siempre que estoy nerviosa) ahora mismo somos dos completos extraños en una misma habitación. Yo decido sentarme en una de las mesas que tenemos a nuestro lado y Gabriel me sigue sin decir una palabra aún mirando todo el lugar.

—Podemos hablar de algo— rompo el silencio por segunda vez en el día y me gano la atención de Gabriel.

—Perdón Adele, me quedé recordando los buenos momentos que pasé aquí— dice con un tono melancólico que nunca antes había escuchado en su voz. Imaginaba que no lo tenía.

Es la primera vez que su mirada tiene brillo,  es la primera vez que se porta caballeroso, es la primera vez que es amable y es la primera vez que me sorprende de una manera buena. No es que lo conozcas hace mucha, pero las pocas veces que hemos hablado no han sido para nada buenas.

—Me imagino que los quieres mucho a ellos, porque veo que no los tratas como un idiota.

—Así es, los quiero mucho— sonríe ante de de decir lo siguiente— Por eso no los trato como un idiota, porque ellos me cuidaron siempre que mi padre estaba de viaje, Adri también los quiere mucho.

—Se ve que son buenas personas, se merecen todo tu cariño.

—No tengo duda de eso— asegura sonriendo.

—Gabo, precioso— se para frente a nosotros una mujer muy delgada igual que el señor, de cabello blanco por las canas y una alegría desmedida en su rostro. Trae en su mano una bandeja llena de platos que huelen delicioso y se ven igual de hermoso.

—Mami Mari— este se levanta rápidamente del cojín donde está sentado y la envuelve en un gran abrazo que hace temblar la bandeja de su mano.

—Camina para allá que tiras la comida— esta lo regaña dando un golpe en su pecho.

—Diría que no estás feliz de ver a tu hijo— protesta Gabriel haciendo un puchero que lo hace ver como un niño y me hace reír.

—Y esta joven tan linda— me saluda la señora con un pequeño beso y se sienta frente a nosotras para acomodar los platos e ignora a Gabriel que aun la mira con cara de perrito mojado— ¿Es tu novia Gabo?

—No, no. Es solo una amiga— niega él rápidamente y diría que algo nervioso.

—Que linda amiga— agradezco sujetando su mano y dándole una sonrisa— Espero que la cuides y bueno los dejó para que coman— se marcha por donde mismo vino y nos deja solos nuevamente.

—¿Te gusta la comida china?— pregunta él llevando un pedazo de rollito lleno de carne a su boca.

—Nunca lo he probado, pero por la primera vez se empieza— tomo un pedazo del mismo platillo y me lo llevo a la boca. Es como sentir el cielo en mi paladar, tiene un sabor muy exquisito y variado, sabe a carne, queso, pasta y algún vegetal.

X'

Después de terminar la comida y despedirnos de sus padrinos tomamos el coche y regresamos a la residencia, en el camino a casa hablamos sobre la comida y que tal me fue con sus padrinos que son un amor de persona. Se nos fue muy rápido el viaje de regreso que el de ida.

—Gracias por todo— dije ante de bajarme del coche y comenzar a caminar en dirección a la residencia.

—Adele— me llama Gabriel.

—¿Sí?— lo miro por encima de mi hombro deteniendo el paso.

Y lo veo acercarse poco a poco hasta quedar delante de mí a unos centímetros de mi cuerpo, puedo sentir su respiración alterada, sus ojos azules tiene un brillo muy parecido al que vi antes cuando saludó a sus padrinos y su mirada está fija en mis labios.

—Perdón por lo que haré, pero no aguanto más— mi mirada se dirige a sus labios por donde está pasando su lengua e inconsciente abro mis labios poco a poco y cierro mis ojos esperando que sus labios lleguen a juntarse junto a los míos.

Pero nunca llegan y cuando abro mis ojos ya no está, se fue. Y una vez más me recuerda que es un idiota, que debo odiarlo y que no sé por qué estúpida razón le iba a responder ese asqueroso beso. Y aun así quiere que crea que le gusto, por dios que idiota.

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