Mientras el misterioso sanador se inclinaba sobre Zuke, tratando de romper el sello que la mantenía atrapada en un estado de inconsciencia, una visión repentina la envolvió. El aire se tornó pesado y oscuro, y en un parpadeo, se encontró en un bosque sombrío. La bruma espesa se alzaba del suelo, y sombras danzaban entre los árboles. En el centro de ese paisaje nebuloso, una figura emergió, brillando con una luz tenue: era su madre, una poderosa hechicera de tiempos pasados.Zuke sintió una oleada de emoción al ver a la mujer que había admirado en su infancia. Su madre, con su cabello largo y plateado ondeando como si una brisa invisible la acariciara, la miraba con una mezcla de ternura y preocupación. Zuke recordó las historias que había escuchado de niña sobre su madre, las leyendas que hablaban de su gran poder y la magia que fluía por sus venas. Pero esa visión no era solo un recuerdo; era un mensaje. La figura de su madre comenzó a hablar, su voz resonando con la sabiduría de sig
Las imágenes mostraban a Zuke como una líder maligna, su rostro distorsionado por la ambición y el poder. Karios sintió un escalofrío recorrer su espalda; esos vislumbres oscurecían su corazón y encendían temores sobre lo que Zuke podría llegar a convertirse si liberaba todo su potencial.Karios sabía que al romper el sello que había mantenido a Zuke en ese estado, también corría el riesgo de liberar esa parte oscura de ella. Estaba atrapado en un conflicto interno devastador. Por un lado, deseaba que Zuke recuperara su fuerza y se convirtiera en la guerrera que sabía que era; pero, por otro, el temor de lo que esa fuerza podría desencadenar lo llenaba de dudas. La seguridad del reino, y su amor por Zuke, estaban en juego.La batalla continuaba, pero el verdadero conflicto se libraba en su interior. Karios se encontraba al borde de una decisión monumental. ¿Debería dejar a Zuke tal como estaba, manteniendo su esencia intacta, o arriesgarse a liberarla por completo, permitiéndole alcan
Era un día inusual para la manada Rair. La lluvia y el viento azotaban de manera infernal los territorios de Sheridan, haciendo imposible que la manada llevara a cabo sus excursiones habituales en el interior del bosque donde habían nacido. Tanto Zander como sus hombres más cercanos se encontraban reunidos en la caverna, pasando horas en discusiones, tomando tragos y jugando, apostando lo que tenían a mano.—Oye, Carri, tráeme una botella... ¡Vamos, apúrate mujer! — Elevó su voz Zadkiel. Él era el único que se atrevía a alzar la voz, estando al lado de su Alpha, su amigo de toda la vida, Zander. Desde pequeños, habían sido criados por el padre de Zander. Específicamente, habían compartido el mismo techo desde que eran bebés.—¡Aquí tienes, chico! — Ella depositó la botella en el centro de la mesa, rodeada incluso por ropa interior de sus amantes. —¡Vamos, bebamos, mis amigos! — Zadkiel agarró una de las botellas que ya estaba abierta; las risas y la celebración seguían palpables, tod
No aceptaba aquella relación, para él, aquella loba no era digna de ser la pareja de su hijo. Y mucho menos una aventura en que su hijo se aventara de lleno, Jair al escuchar el rechazo de él hacia Carri, lo molestaba, era un fastidio para él que su padre decidiera quién debía ser su pareja. Lo cierto es, que la atracción que siente Jair era solo de querer tenerla en su cama, era una obsesión que traía por ella desde el momento en que ella lo salvo de ahogarse en las aguas del infierno.Aún no se le había presentado aquella mujer que lo llevaría a sentir, aquella sensación que tanto su padre le habla, para él no existía aquel amor, destino que según su padre la diosa luna, madre de todos las criaturas cambiantes, era protectora. —No, no la acepto para que la reclames... Ella no es adecuada para ti — Jair seguía escuchando la voz irritante de su padre, arruga sus enormes manos, para reprimir aquel enfado que estaba sintiendo.Arcelia, en cambio, estaba atenta a las advertencias de su
Ella detiene su caminar para girar sobre su talón y observar al joven que estaba alejándose de aquel lugar, para volver a caminar en la dirección en la que se dirigía. Antón y Jair, después de haber controlado que todo estuviera en orden, deciden ir a recorrer el muelle, sonde llegan los barcos que traen a algunos visitantes. —Y bien... ¿Me dirás que fue todo eso allí adentro?— suelta de manera instantánea, mientras que observaba el barco que estaba llegando en el lugar. Antón estaba recostado por la barra de aquel muelle, dando la espalda a al mar. Las palabras de Jair lo dejan asombrado, puesto que había pensado que no se ha dado cuenta de aquel comportamiento repentino de su parte. — ¡No es nada importante!... además tengo cosas en que pensar y resolver— formula Antón. Jair, en cambio, se daba cuenta de lo que realmente intentaba hacer Antón. Lo conocía perfectamente, y podía saber que lo que intentaba hacer no la funcionaria. —Sabes qué rechazarla será un martirio para ella c
Los demás, que eran sus amigos, también la observaban detenidamente. Era como si la estuvieran marcando para luego acecharla y acabar con ella en manada.Esto no le sorprendía, ya que ellos también lo hacían con frecuencia. Cuando sentían que eran agraviados, Zander dirigía a sus hombres para atacar. En una ocasión, Zander empujó al lobo intruso que acababa de llegar a la manada, provocando un alboroto. Lo curioso era que ella, la única ajena a la realidad, no sabía que aquel lobo no era un vecino común; nunca se había preguntado quiénes eran o de dónde venían. Desconocía por completo la vida y el círculo íntimo de Zander.Para ella, su familia era su manada, y su lealtad estaba con ellos, así como la lealtad de Carri estaba con la manada Rair. Cualquier amenaza contra esa manada era considerada un ataque a ella misma y a su familia.Lo más crucial para aquella loba, sin familia ni manada, era la lealtad. Había desarrollado esta mentalidad desde la trágica muerte de toda su familia; d
Su poder le había impedido crecer como un niño lobo normal, con limitaciones extremas, entrenamientos agotadores y encierros que habían moldeado su carácter, volviéndolo incapaz de sentir afecto por nada ni nadie. Ni siquiera consideraba a sus compañeros del grupo como amigos; para él, eran simplemente lobos que le servían. Sin embargo, nadie debía pensar en arrebatarlos. Quizás por eso, a pesar de los intentos de su hermana por acercarse, Casius era incapaz de mostrar aprecio hacia ella.Arabella medía un par de centímetros más que Casius y también era más blanca que él. Siempre vestía como un hombre, usando trajes y jeans ajustados con camisas. Si la vieran de espaldas, podrían pensar que realmente se trataba de un hombre. Incluso en lugares más informales, mantenía un aura de seriedad y formalidad.Su cabello negro era lo único que difería de ese aspecto, llevándolo tan largo que llegaba a la mitad de su espalda, siempre recogido por un lazo más oscuro que el color de la camisa que
Ambos eran fuertes. Zuke intentaba levantarse cuando se percató de que el monstruo se dirigía hacia ella. Aterrada, intentaba huir en busca de refugio, pero su cuerpo no respondía como ella pensaba. Al ver el temor en los ojos de Zuke, Darién se incorporó rápidamente y corrió hacia ella. Antes de que el monstruo pudiera tomarla con sus garras, Darién tomó la mano de Zuke para atraerla hacia él. Zuke sintió como unos brazos gigantes la estiraban de un lado a otro, mareándola aún más. La fiebre que ella tenía le hacía pensar que tal vez todo era producto de su imaginación, pero no era así. Estaba siendo rescatada y protegida por un lobo, uno al cual odiaba tener algo que ver. Darién se preparó para abalanzarse sobre el monstruo y lo empujó con una patada certera. El monstruo salió expulsado hacia atrás y quedó estampado contra un árbol que atravesó su cuerpo. Aunque el impacto fue contundente, el monstruo aún seguía con vida. Darién tomó un tronco lo suficientemente grande para golpea