Era un día inusual para la manada Rair. La lluvia y el viento azotaban de manera infernal los territorios de Sheridan, haciendo imposible que la manada llevara a cabo sus excursiones habituales en el interior del bosque donde habían nacido. Tanto Zander como sus hombres más cercanos se encontraban reunidos en la caverna, pasando horas en discusiones, tomando tragos y jugando, apostando lo que tenían a mano.
—Oye, Carri, tráeme una botella... ¡Vamos, apúrate mujer! — Elevó su voz Zadkiel. Él era el único que se atrevía a alzar la voz, estando al lado de su Alpha, su amigo de toda la vida, Zander. Desde pequeños, habían sido criados por el padre de Zander. Específicamente, habían compartido el mismo techo desde que eran bebés.
—¡Aquí tienes, chico! — Ella depositó la botella en el centro de la mesa, rodeada incluso por ropa interior de sus amantes.
—¡Vamos, bebamos, mis amigos! — Zadkiel agarró una de las botellas que ya estaba abierta; las risas y la celebración seguían palpables, todos ellos eufóricos en ese lugar, perdiendo el tiempo en un juego diseñado solo para los más valientes y audaces en ganarlo.
—¡Hey!... No tan rápido, primero las formalidades. Vamos, ¿qué esperan? No habrá bebidas, al menos que las paguen primero— Carri extendió su mano para que cada uno de los que estaban ansiosos por beber la efervescente bebida se viera forzado a pagar.
—Está bien, así me gusta, amigos, que todos cooperemos... Díganme, ¿Quién está dispuesto a cenar un cervatillo con hierbas? — Carri estaba contenta porque el tiempo les favorecía enormemente. Tenerlos agrupados allí y que siempre estuvieran pagando por las bebidas era una ganancia en la que ella rara vez no podía contar.
—Bien... dado que no tengo pareja, me quedaré a cenar. Reserva un plato para mí— expresó Zander, el Alpha de la manada Rair, al tiempo que se quitaba la capucha de la cabeza. En ese momento, todos guardaron silencio; nadie tenía idea de que su líder alfa estaría en aquel lugar, bebiendo y compartiendo una noche de apuestas y anécdotas con sus hombres.
—Mi Alpha, cielos... Me alegra verlo en mi taberna, mi señor. Saben, les traeré dos botellas más... correrán por cuenta de la casa— Manifestó Carri, apresurándose para buscar las botellas que había prometido para su Alpha.
—Aquí está, mi señor... Que lo disfrute— terminó diciendo ella. Pronto, el resto de los que rodeaban a Zander comenzaron a llamar la atención a Carri por su amabilidad hacia el Alpha, en contraste con su falta de atención hacia ellos.
—Oye, eso no es justo... Vienes, ves a Zander y le ofreces tres botellas. Yo vengo aquí casi siempre y ni siquiera me ofreces nada, mujer— protestó. Carri lo miró por encima de su barbilla, dejando en claro que no encontraba la situación nada graciosa.
—Ya cállate, siempre vienes a vaciar mi cocina... ¿Querías que te reciba con platos y fuegos artificiales? Eres tan... — Los demás solo rieron, dejando claro que Carri no era alguien que se dejara engañar fácilmente.
—Oigan, cállense, no es gracioso... ¡Mujeres! ¿Quién las entiende? — Terminó diciendo, volviendo a sentarse junto a su Alpha. Los demás seguían jugando al truco; aquellos que perdieran tendrían que pagar, y Zadkiel se aseguraría de que cumplieran la apuesta.
Las puertas de la taberna se abrieron precipitadamente, atrayendo la atención de todos los presentes. Un individuo corpulento entró en el establecimiento, captando los murmullos de los demás.
A pesar de la intensa tormenta y los truenos, se podían escuchar los susurros en el aire, llenos de preguntas: ——¿Quién es ese? ¿De dónde viene? — Pero estas preguntas quedaron sin respuesta.
Por otro lado, Zander estaba tomando su bebida sin prestar atención al hombre que ingresaba a la taberna. Él podía sentir que era solo cuestión de tiempo antes de que los hombres comenzaran a atacar.
—¡Maldición!... Y yo que pensaba que disfrutaría de la cena de Carri— exclamó Zander con tono enfadado.
—Alpha Zander, creo que es hora de que nos entregue el título de esta taberna— Carri dejó caer una de sus copas de cristal más caras.
—¿Qué has dicho? ¿Mi taberna? — Preguntó Carri incrédula, para luego fijar sus ojos en Zander, quien aún permanecía de espaldas a todos.
Uno de esos hombres caminó hasta situarse frente a Zander, sin mostrarse intimidado por su actitud. Estiró la silla que tenía delante y luego se sentó en ella.
—Vaya, Carri... Y pensar que muy pronto serás mi propiedad, al igual que tu taberna— Dijo Zander, fijando sus ojos en aquel joven arrogante que estaba sentado frente a él.
—Carri no está en el trato, es más... Ella ya tiene un lugar donde ir a vivir— Masculló Zander. Aquel joven mantuvo su mirada en la joven que pretendía reclamar.
—¿Quién dice que no está? Ella será mía— Carri sintió una profunda impotencia al escuchar las palabras de aquel joven.
Zadkiel, al ver el rostro preocupado y apenado de Carri, intentó acercarse para enfrentar a Jair y darle una lección que jamás olvidaría. Sin embargo, Zander detuvo su avance con un gesto.
—Yo me encargaré... Todos los demás, salgan. También tú, Carri— Los presentes se apresuraron a salir como si estuvieran en el Viejo Oeste; nadie quería ser testigo cuando dos hombres resolvieran un asunto de hombría a su manera.
—Yo me quedaré, mi señor— Mencionó Jacob.
—También me quedaré, mi Alpha— habló Jarik.
—Señor, también me quedaré— Dijo Zadkiel. Zander no tenía dudas de que ellos se quedarían.
El hombre corpulento que entró a la taberna se acercó a Zadkiel y lo agarró de la camisa, arrojándolo hacia un costado donde estaban sentados los demás. Zadkiel cayó sobre una de las mesas, que a su vez se rompió debido a la fuerza del impacto.
Al ver que habían atacado a uno de sus compañeros, Jarik avanzó hacia el hombre para asegurarse de que no tuviera problemas en lanzarlo, al igual que había hecho con Zadkiel.
La noche se tornaba extraña; el aire estaba pesado y denso, como si una fuerza invisible estuviera presagiando... algo.
La noche se tornaba extraño, el aire está pesado y espeso, una fuerza invisible que vaticinaba... Algo.
Carri no estaba muy segura de qué. Pero ella podía hacerse una idea.
Zander se para de dónde está para llevar sus ojos en dos de sus amigos, que estaban levantándose del suelo, los ojos de él se tornan de un color particular.
Uno de aquellos lobos la conocía perfectamente, tanto que alguna vez fueron buenos amigos. Pero el destino se había encargado de ambos, ya no fueran siquiera conocidos. La enemistad, al pasarse a la otra banda, era imperdonable para ella, que lo ignoro y lo desecho como alguien que no es digno de su amistad
— ¡Jerry tómala!... Déjate de tonterías— Regaño, Antón, Carri como Jacob estaban viendo a su alrededor. Literalmente estaban rodeados por aquellos lobos, era claro que su intención era de llevarla ante Jair.
—No me culpes Carri... Pero mi líder te ha reclamado— alega Jerry mientras sujeta de su mano para apartarla de Jacob, el joven omega intenta desesperadamente mantener a Carri a su lado. La fuerza de Antón lo impide para sentir nuevamente sus golpes.
— ¡Suficiente!... Suélala Jerry... Sé que no quieres hacer eso y lastimarla— La voz potente de Zander estaba haciendo que todos los miraran.
Antón, quien no tenía intención de dejar escapar a la chica, vuelve a darle una patada fulminante a Jacob, aquel golpe le había dejado malherido.
— ¡Jacob!... Suéltame, m*****a sea— Grita Carri tratando de zafarse del agarre de Jerry, quien aún la tenía sujeta a él.
—Todos ustedes se buscaron que les dé una lección, en especial tú Antón, eres solo un maldito perro faldero de Jair... No sabes diferenciar entre el bien o mal— Amenaza Zander. El sonido que logra hacer con sus labios, llama a sus manadas a que acudan a él de inmediato. Pronto, las manadas de Rair ya lo estaban rodeando, Antón, Claus y Jerry se veían en grandes problemas.
—Oye, Antón... Creo que deberíamos dejarlos en paz. — Pidió Claus. Antón aún se mantenía invasivo, lo cierto es, que no pretendía dejar de cumplir las órdenes de su Alpha
—Oye, tu imbécil... Has caso a la sugerencia de tu amigo. — Replica Carri de manera desafiante, Jerry, para evitar que Antón venga a ella y la hiriese, aprieta con más intensidad los brazos de ella.
—Oye, me lastimas... — Suplica ella para que Zander fulmine con la mirada a Jerry.
—Cállate... si quieres seguir con vida... Si yo fuera tú, no desafiaría a Antón, él no es como yo que intento proteger tu vida Carri— menciona Jerry cerca de su oído en voz baja, ella solo se mantiene callada, no por miedo, sino por estar desconcertada a las palabras de aquel quien alguna vez fue su amigo.
Lentamente, Jerry suelta la mano de Carri para que ella observe a su costado, sin perder tiempo, ambos Jacob y Carri se ven a los ojos para hacer una señal y así saber que debían tener una sola oportunidad de salir de allí. Carri, arruga su puño con fuerza para mantenerse callada, Jerry sabía qué intenciones tenían ambos, puesto que su verdadera intención es que ella pudiera escapar.
Ella le da un golpe con el codo a Jerry y una patada, esto asegura su huida junto a Jacob.
— ¡Se escapan, deténganla! — Exige Antón para ver que sus amigos no intentaban detenerlos — Son unos imbéciles... Buenos para nada— Termina de decir para que los tres empiecen a retroceder. Los hombres de Zander estaban avanzando para que él extienda su mano para detenerlos
—Déjalos ir... Por esta vez perdonaremos sus vidas, Carri y Jacob ya se encuentran a salvo después de todo— demanda Zander para que sus lobos lo mirasen extrañados
—Oh, por dios, pensé que no escaparíamos de ellos esta vez— Carri estaba abrazando a Zander de manera intensa.
— Bien, ya que hemos pasado por este peligro, que les parece si volvemos a nuestro hogar... Carri tú vivirás conmigo desde ahora en adelante— Jacob, como los demás le pareció una buena idea, debían protegerla de los arrebatos de aquel líder que solo se había encaprichado de ella.
— ¡Está bien!... Creo que otra opción no la tengo, también he perdido mi taberna... Este Alpha estúpido solo sabe buscar la manera que lo odie— Escupe con molestia. Zander, por otra parte, sentía pena por ella. Él sabía que aquella taberna era una manera que ella tenía de sobrevivir en la aldea.
— No te preocupes, te haremos una taberna mucho mejor de la que has perdido... Eso sí, tendrás que convencerme con aquella cena de cervatillo que había prometido— Carri entreabre sus labios en tono de asombro, no podía creer que tendría una taberna cerca de la casa de su Alpha, y con sus amigos.
— Claro que sí, es más, te chuparas los dedos... Ya los verás, ustedes los verán— Los demás que estaban allí, solo sonreían palmándola el hombro y algunos jugueteaban con sus cabellos rebeldes.
En la manada de los Moon Rime se encontraba delante del Alpha de aquella manada, Jair Rime, ya se encontraba ante su padre, un hombre serio, corpulento, con unos cabellos largos bien recogidos, todos allí en la manada le temían, pues castigaba a quien buscaba pelea sin razón, y quien le quitara la paz con que él estaba contando. Esta vez, Garren Rime estaba realmente enfadado, enterarse de la revuelta de su hijo con el líder de la manada Rair era realmente tedioso de lidiar.
— ¿Te has vuelto loco? Dime... Príncipe Rime que te llego a planear una revuelta en contra de Zander— Jair estaba parado delante de su padre con la cabeza en el suelo, Jair parecía un cachorro confundido y totalmente aterrado delante de su padre
«Maldita sea, parezco un cachorro omega con temor a morir en las fauces de mi padre» pensaba Jair mientras es observado por su hermana desde donde se encontraba sentada. Doblando las piernas, bebiendo de una bebida.
— ¡Fui a reclamar a la mujer que deseo!— bufo Jair para que el silencio habitase por un momento aquella habitación.
— ¡Espera un momento!... O sea, ¿Toda esta estupidez es por una omega insignificante?— Pregunta Sorien.
No aceptaba aquella relación, para él, aquella loba no era digna de ser la pareja de su hijo. Y mucho menos una aventura en que su hijo se aventara de lleno, Jair al escuchar el rechazo de él hacia Carri, lo molestaba, era un fastidio para él que su padre decidiera quién debía ser su pareja. Lo cierto es, que la atracción que siente Jair era solo de querer tenerla en su cama, era una obsesión que traía por ella desde el momento en que ella lo salvo de ahogarse en las aguas del infierno.Aún no se le había presentado aquella mujer que lo llevaría a sentir, aquella sensación que tanto su padre le habla, para él no existía aquel amor, destino que según su padre la diosa luna, madre de todos las criaturas cambiantes, era protectora. —No, no la acepto para que la reclames... Ella no es adecuada para ti — Jair seguía escuchando la voz irritante de su padre, arruga sus enormes manos, para reprimir aquel enfado que estaba sintiendo.Arcelia, en cambio, estaba atenta a las advertencias de su
Ella detiene su caminar para girar sobre su talón y observar al joven que estaba alejándose de aquel lugar, para volver a caminar en la dirección en la que se dirigía. Antón y Jair, después de haber controlado que todo estuviera en orden, deciden ir a recorrer el muelle, sonde llegan los barcos que traen a algunos visitantes. —Y bien... ¿Me dirás que fue todo eso allí adentro?— suelta de manera instantánea, mientras que observaba el barco que estaba llegando en el lugar. Antón estaba recostado por la barra de aquel muelle, dando la espalda a al mar. Las palabras de Jair lo dejan asombrado, puesto que había pensado que no se ha dado cuenta de aquel comportamiento repentino de su parte. — ¡No es nada importante!... además tengo cosas en que pensar y resolver— formula Antón. Jair, en cambio, se daba cuenta de lo que realmente intentaba hacer Antón. Lo conocía perfectamente, y podía saber que lo que intentaba hacer no la funcionaria. —Sabes qué rechazarla será un martirio para ella c
Los demás, que eran sus amigos, también la observaban detenidamente. Era como si la estuvieran marcando para luego acecharla y acabar con ella en manada.Esto no le sorprendía, ya que ellos también lo hacían con frecuencia. Cuando sentían que eran agraviados, Zander dirigía a sus hombres para atacar. En una ocasión, Zander empujó al lobo intruso que acababa de llegar a la manada, provocando un alboroto. Lo curioso era que ella, la única ajena a la realidad, no sabía que aquel lobo no era un vecino común; nunca se había preguntado quiénes eran o de dónde venían. Desconocía por completo la vida y el círculo íntimo de Zander.Para ella, su familia era su manada, y su lealtad estaba con ellos, así como la lealtad de Carri estaba con la manada Rair. Cualquier amenaza contra esa manada era considerada un ataque a ella misma y a su familia.Lo más crucial para aquella loba, sin familia ni manada, era la lealtad. Había desarrollado esta mentalidad desde la trágica muerte de toda su familia; d
Su poder le había impedido crecer como un niño lobo normal, con limitaciones extremas, entrenamientos agotadores y encierros que habían moldeado su carácter, volviéndolo incapaz de sentir afecto por nada ni nadie. Ni siquiera consideraba a sus compañeros del grupo como amigos; para él, eran simplemente lobos que le servían. Sin embargo, nadie debía pensar en arrebatarlos. Quizás por eso, a pesar de los intentos de su hermana por acercarse, Casius era incapaz de mostrar aprecio hacia ella.Arabella medía un par de centímetros más que Casius y también era más blanca que él. Siempre vestía como un hombre, usando trajes y jeans ajustados con camisas. Si la vieran de espaldas, podrían pensar que realmente se trataba de un hombre. Incluso en lugares más informales, mantenía un aura de seriedad y formalidad.Su cabello negro era lo único que difería de ese aspecto, llevándolo tan largo que llegaba a la mitad de su espalda, siempre recogido por un lazo más oscuro que el color de la camisa que
Ambos eran fuertes. Zuke intentaba levantarse cuando se percató de que el monstruo se dirigía hacia ella. Aterrada, intentaba huir en busca de refugio, pero su cuerpo no respondía como ella pensaba. Al ver el temor en los ojos de Zuke, Darién se incorporó rápidamente y corrió hacia ella. Antes de que el monstruo pudiera tomarla con sus garras, Darién tomó la mano de Zuke para atraerla hacia él. Zuke sintió como unos brazos gigantes la estiraban de un lado a otro, mareándola aún más. La fiebre que ella tenía le hacía pensar que tal vez todo era producto de su imaginación, pero no era así. Estaba siendo rescatada y protegida por un lobo, uno al cual odiaba tener algo que ver. Darién se preparó para abalanzarse sobre el monstruo y lo empujó con una patada certera. El monstruo salió expulsado hacia atrás y quedó estampado contra un árbol que atravesó su cuerpo. Aunque el impacto fue contundente, el monstruo aún seguía con vida. Darién tomó un tronco lo suficientemente grande para golpea
—¡Alan, cúbreme! — gritó Damon, y el joven guerrero cumplió con la orden. Mientras avanzaba hacia la mujer, Casius también se encargaba de eliminar a los monstruos que se cruzaban en su camino. Darién se levantó después de recibir el golpe de Zuke, decidido a detenerla a toda costa. Al salir de la habitación, vio que ella se dirigía hacia la puerta principal y que su líder corría hacia ella. La preocupación de Darién creció aún más al ver que su Alpha no era consciente del peligro que corría al intentar detener a la mujer.Darién percibió ráfagas de luces rojas dirigidas hacia su líder y corrió en su dirección para evitar que fueran heridos. Zuke estaba frente a la enorme puerta, extendiendo las manos con la intención de abrirla, pero Darién y Casius llegaron justo a tiempo.Cuando el líder de la manada, Damon, giró a Zuke para mirarla, vio sus ojos rojos. Su lobo interior se retorció, tratando de salir. Los ojos de Casius brillaban de ira al verla. Por alguna razón, el lobo de Casius
Su plan era reemplazar la luz con oscuridad, la vida con muerte y la paz con sufrimiento en cada rincón de la tierra. Un lobo viejo, leal a su líder, se encargaba de llevar el mensaje al lugar indicado por el prisionero, escalando la montaña rocosa cubierta de escarcha por el crudo invierno. Con firmeza, sostenía un bolso que contenía la cabeza del demonio, un mensaje apropiado para un Alpha como Casius.Después de un tiempo prolongado, el lobo gris se acercaba a la cueva. Dejó caer la bolsa cerca de la entrada y aulló con fuerza, anunciando su presencia a la Carpa Roja. Luego, recogió el bolso y avanzó audazmente, cumpliendo la exigencia de su líder.—Vaya... ¿qué tenemos aquí? ¿Eres valiente o simplemente lo suficientemente estúpido para venir solo ante el rey de las carpas rojas? —preguntó en voz alta Karios, sentado en su trono de roca adornado con detalles de gemas preciosas, dando la bienvenida al lobo. El lobo gris lanzó el bolso que sostenía en su hocico, haciendo que rodara h
Zuke ya se encontraba en medio del bosque mientras corría, intentando abandonar los territorios de la manada Damon. Sentía cómo su corazón latía rápidamente, la falta de aliento y el cansancio la estaban afectando. Apoyó las manos contra un árbol que estaba a su costado para sostenerse. La herida que tenía le advertía que ya no podría seguir adelante. La pequeña sutura que Carlee le había hecho se había abierto por el esfuerzo de escaparse.“¡Oh, diablos! Creo que me he abierto nuevamente la herida," pensaba Zuke al verificar su lesión.La pequeña Zuke estaba decidida a seguir adelante, aunque el intento le hiciera caer inconsciente. No sabía si se había alejado lo suficiente de aquella manada, pero ya no escuchaba el sonar de las campanas. Sin embargo, lo que ella ignoraba era que estaba siendo rastreada por unos lobos. A medida que avanzaba, podía visualizar miles de cadáveres tendidos en el bosque. Aunque el olor era nauseabundo, Zuke seguía avanzando con determinación.Llegó a un