Ella detiene su caminar para girar sobre su talón y observar al joven que estaba alejándose de aquel lugar, para volver a caminar en la dirección en la que se dirigía.
Antón y Jair, después de haber controlado que todo estuviera en orden, deciden ir a recorrer el muelle, sonde llegan los barcos que traen a algunos visitantes.
—Y bien... ¿Me dirás que fue todo eso allí adentro?— suelta de manera instantánea, mientras que observaba el barco que estaba llegando en el lugar. Antón estaba recostado por la barra de aquel muelle, dando la espalda a al mar.
Las palabras de Jair lo dejan asombrado, puesto que había pensado que no se ha dado cuenta de aquel comportamiento repentino de su parte.
— ¡No es nada importante!... además tengo cosas en que pensar y resolver— formula Antón. Jair, en cambio, se daba cuenta de lo que realmente intentaba hacer Antón. Lo conocía perfectamente, y podía saber que lo que intentaba hacer no la funcionaria.
—Sabes qué rechazarla será un martirio para ella como para ti... Poco a poco sentirás que nada de lo que hagas bastara para ti. Bueno, eso es lo que mi padre siempre dice— Antón lo estaba escuchando cruzando los brazos, con la mirada fija en los demás que estaban caminando en aquel muelle. Una leve sonrisa aparece en el rostro de Antón.
—Vaya, no pensé que creyeras en eso. Además, jamás has conocido a tu alma gemela. El capricho que tienes por Carri no es el verdadero amor, eso lo sabes, ¿no?— Jair hace una mueca dejando claro que le desagradaba aquel comentario de Antón.
—Sí, quizás sea porque estoy agradecido por salvarme de una muerte segura... Pero siento algo por ella... algo fuerte, no sé si es amor, atracción o tal vez un simple capricho. Lo único que sé es que la quiero a mi lado— Señala Jair para poner su mano en el hombro de Antón... Mientras que lo hacía veía a un grupo de chicas avanzando hacia ellos, una de ella cae en el muelle producto quizás de su torpeza.
— ¡Hay!... — una de ellas cae torciéndose el tobillo, un dolor que la hace gemir de dolor para que las demás que la estaban dejando atrás se percataran de ello.
— ¡Alannis!... Esperen chicas, ella se ha lastimado. Déjame ayudarte— refiere para ayudarla, levantarse, pero el dolor que ella estaba sintiendo era demasiada. Tanto que ella vuelve a sentarse en el suelo tomando con su mano su tobillo.
—No, no puedo pararme. Creo que me he lastimado muy mal— comenta Alannis. Los demás se acercan a ella para dejar su malestar cerca de ellas. Antón como Jair estaban observando de una distancia.
— ¡Perfecto, más humanos!— escupe con desagrado Antón. Jair solo lo mira expectante aquel enojo que deja salir de su interior.
—Disculpen... ¿Necesitan ayuda?— la voz de Jair deja a todas expectantes de quién se trataba, cada una de ellas los miraban como si un tipo de demonios o un monstruo acabasen de aparecerse delante de ellas. El silencio que había en medio de ellos era inquietante y misterioso.
—Disculpe... pero nuestra amiga se ha lastimado, pero no puede pararse. — la voz de una de las chicas se podía escuchar temblorosas.
—Bien la puedo revisar si lo desean, tenemos conocimiento de primeros auxilios... — destaca Jair — ¡Oh, qué bien! Si por favor— declara Sería una de ellas, era la única entre las demás que se ha animado a hablar. Alannis, sentía como si fuera a estar ante el mismo ángel de la muerte en persona, el joven lleno de tatuajes con piercing se le estaba acercando, el temor la invadía por completo, cada centímetro de su cuerpo estaba temblando. Antón se acerca a ella para tomar con delicadeza su tobillo, la despoja de su tacón de talla cinco y siete centímetros.
—Bueno, no es de extrañar que sintieras dolores agudos. ¡Tu tobillo ha salido de lugar!— Alannis lo mira fijo a los ojos, Antón en ese momento la mira fijamente como ella lo estaba haciendo. Él podía oler en ella el miedo como el dolor que estaba sintiendo.
—Creo que debo ponerla bien, antes que se enfríe tus tendones... Necesitó que tomes esto, lo metas en tu boca, lo muerdas para reprimir un grito desgarrador— Las demás de sus amigas estaban atentas escuchando, una de ella se da vuelta para no ver lo que ella pensaba que Antón haría.
— ¿Estás lista? — Alannis ya tenía aquel pañuelo en su boca, además, con una expresión totalmente adolorida. Antón decide hablarle para poder calmarla.
—Oye, Creo que te gustara el lugar, han tomado una buena decisión en venir a visitar el lugar— Jair observaba con atención aquella manera en que le estaba hablando con una humana, ocultando su desagrado por ellos.
En ese instante un gemido de dolor se logra escuchar de parte de la mujer que estaba expresando su dolor. El joven lobo logra poner de vuelta los huesos en su lugar.
—Listo, déjame que la envuelva... —Alannis a pesar de haber sentido un dolor tan inmenso, no dejaba de ver atentamente aquel joven.
«Alannis no muestres miedo» esa fue su reacción después de haber sentido como la estaba tocando la pierna, aun así para ella era algo nuevo todo lo que estaba sucediendo.
—Bien... ¿Qué les parece si les acompañamos al hospital más cercano? Pienso que estaría bueno que un especialista la vuelva ver. — Propone Jair. Las demás estaban de acuerdo.
Antón, al ver que sería imposible que ella caminara así, la levanta en sus fuertes brazos, Alannis no podía creer que estaba siendo llevada como las típicas mujeres del cuento.
Ella reprime cualquier fantasía sobre cómo sería ser manoseada por un tipo como el que la estaba cargando «¿Manoseada? ¿En serio? ¿Cuándo he querido ser yo manoseada? Si supiera la hermana Elowen sin duda seré reprendida seriamente» se reprendía ella mentalmente mientras seguía viendo al hombre que la estaba llevando.
«Este hombre parecía más a un matón que a un príncipe» pensaba ella. Antón no la veía directamente, pero, podía sentir su mirada en él.
Tras haber llegado, el joven con apariencia de un verdadero matón la deja sentada en la silla de espera.
—Muchas gracias... Lo decía por haberme cargado — Antón la mira desde donde se encontraba.
—Claro, no hay problema en ello. Pero, no deberías observar y pensar en algo que jamás pasaría con un hombre que apenas conoces— Alannis abre sus ojos producto del asombro, puesto que jamás se había esperado que el hombre supiera de lo que ella realmente estaba imaginando. El rostro de ella iba tornando en un color extraño, sin duda la vergüenza estaba acechándola.
— ¿Eres un maldito adivino acaso?... ¿Cómo es que tú...? — Alannis es interrumpida por una de sus amigas. Antón aprovecha en alejarse de allí para escapar de aquella situación inesperada.
—Sabes... me sorprendes a más día. Tú hablando y cargando a una humana, eso es algo nuevo en ti — declara Jair para seguir sus pasos. Antón solo se mantenía callado, no esperaba que su líder empezara a burlarse de él.
—Vamos déjate de bromas. Además, fuiste tú quien se ofreció en ayudarlas... por cierto, ¿Por qué no has atendido a la joven? — ambos se alejan de aquel lugar. No obstante, las nuevas turistas, después de ser ayudadas por un par de desconocidos, estaban en busca de un hospedaje. Alannis, con una venda en los tobillos, estaba sufriendo por el dolor que estaba sintiendo.
— ¡Oh dios!... Por fin me puedo sentar. — señala Alannis mientras se ponía más cómoda en aquel living. Las demás estaban viéndola con lástima.
— Ven, recuéstate por mí... Nosotras nos encargaremos de cuidarte hasta que te recuperes ¿Está bien? — señala Sai, ella era la mayor entre ellas, todas la respetan como la adoran. Ella no era solo una amiga, sino que era como la madre que ellas jamás habrían tenido.
Pero Alannis, no pretendía recorrer a sus anchas en aquel lugar, pero, aun así, no se sentía cómoda en aquel Sitio. Algo en ella le daba mal espina.
—Oigan... ¿No creen que ese sujeto que nos ayudó en el muelle es extraño? — Todas estaban calladas, pensativas en las palabras de Alannis, nadie se atrevía en decir lo que en realidad pensaban.
— ¡Hay, por favor!... ¿No me digan que no les pareció raro? — Alannis observa a cada una de ellas, aunque, todas fingieran en no escuchar. Alannis seguía con la misma actitud.
—Alannis… Debes admitir que fue muy amable en ver tu tobillo. Eso sin dejar de mencionar que estaba guapo el muy condenado — Suelta Sereia. El silencio aún persistía en aquel lugar.
— ¡Ya cállate! ¿Quién estaba mencionando eso?... Pero en serio, chicas, este lugar no me inspira confianza — todas al escucharla se lamentan para luego lanzarle almohadas
— ¡Ya lo sabemos!... Bueno, me bañaré para luego ir de compras, debemos comprar algo para cenar — declara Sai. Ella estaba agotada, pero el hambre ya estaba torturando.
Mientras que las nuevas turistas estaban poniéndose cómodas en su hospedaje, en la manda Rair estaban festejando que tenían una nueva compañera y hermana. Todos estaban reunidos alrededor de una fogata, eran comunes aquellas reuniones, eso solo los animaba.
Zander desde el galpón de su casa estaba observando que toda su manada estaba animada, eso solo saca una leve sonrisa en su rostro. Unas pandillas de motocicletas se acercan haciendo un escándalo con los ruidos de su caño, escape.
—Señor, ¿Hay algún problema? — pregunta uno de sus guardias que estaba allí para reportarle algún movimiento extraño que hubiera.
—Ah… No. Por supuesto que no lo habrá —bufo Zander para salir de allí, como líder de aquella manada, no pretendía estar quieto, no sin saber qué estaba ocurriendo.
— ¿Qué hace lobos de la manda Hunters aquí? — pregunta con total arrogancia uno de los hombres de Zander. Los lobos sin apagar sus motocicletas bajan de ella, para caminar hacia Luke, dos de ellos empujan a Luke para que saliera expulsado a hacia atrás.
«Oh, mierda» pensaba Carri para ver que estaban intimidando a uno de los jóvenes que se había comportado de manera agradable con ella. Corre hacia adelante para saltar en el aire y patear al lobo que se atrevió a agredir a uno de sus amigos.
Los demás que estaban en las motocicletas bajan de ella para empezar a rodearlos, lo cierto es, apenas iba a empezar los problemas en aquella manada.
—Te enseñaré a respetar a un verdadero lobo pequeño— el mismo hombre que había recibido la patada de Carri, ya se encontraba delante de ella, levantando la mano para darle una lección.
Carri, cierra sus ojos para poner su mano delante de ella, no pensaba en otra cosa, solo en aquel golpe que sin duda le haría arrepentirse de su decisión de inmiscuirse en una nueva revuelta. Mientras Carri esperaba aquel golpe, sentía que aún estaba allí sin recibirla, lentamente retira su mano delante de rostro para ver que Zander ya se encontraba delante de ella, sujetando con firmeza el puño de aquel lobo. Dos lobos con rango superior estaban cara a cara, un silencio habita en el lugar. Solo el estallido de la leña consumiéndose por el fuego se podía oír con total claridad.
— ¿Estás loco?... ¿Cómo te atreves a venir en mis territorios a atacar a mi manada? — exclama con enojo, pero con la voz calmada Zander.
—Tu pequeña loba es la única loca que no sabe a quién debe respetar — Carri solo los observaba con el temor que por culpa de sus acciones, Zander saliera perjudicado. Ella no conocía aquel lobo arrogante que se atrevió a desafiarla, como también que intentase enseñarle buenos modales « ¡Es un idiota!» Pensaba ella mientras que fijaba sus ojos en aquel sujeto. Los demás que eran sus amigos también la estaban observando detenidamente, era como ellos la estuvieran marcando para luego acecharla y acabar con ella en manada.
Los demás, que eran sus amigos, también la observaban detenidamente. Era como si la estuvieran marcando para luego acecharla y acabar con ella en manada.Esto no le sorprendía, ya que ellos también lo hacían con frecuencia. Cuando sentían que eran agraviados, Zander dirigía a sus hombres para atacar. En una ocasión, Zander empujó al lobo intruso que acababa de llegar a la manada, provocando un alboroto. Lo curioso era que ella, la única ajena a la realidad, no sabía que aquel lobo no era un vecino común; nunca se había preguntado quiénes eran o de dónde venían. Desconocía por completo la vida y el círculo íntimo de Zander.Para ella, su familia era su manada, y su lealtad estaba con ellos, así como la lealtad de Carri estaba con la manada Rair. Cualquier amenaza contra esa manada era considerada un ataque a ella misma y a su familia.Lo más crucial para aquella loba, sin familia ni manada, era la lealtad. Había desarrollado esta mentalidad desde la trágica muerte de toda su familia; d
Su poder le había impedido crecer como un niño lobo normal, con limitaciones extremas, entrenamientos agotadores y encierros que habían moldeado su carácter, volviéndolo incapaz de sentir afecto por nada ni nadie. Ni siquiera consideraba a sus compañeros del grupo como amigos; para él, eran simplemente lobos que le servían. Sin embargo, nadie debía pensar en arrebatarlos. Quizás por eso, a pesar de los intentos de su hermana por acercarse, Casius era incapaz de mostrar aprecio hacia ella.Arabella medía un par de centímetros más que Casius y también era más blanca que él. Siempre vestía como un hombre, usando trajes y jeans ajustados con camisas. Si la vieran de espaldas, podrían pensar que realmente se trataba de un hombre. Incluso en lugares más informales, mantenía un aura de seriedad y formalidad.Su cabello negro era lo único que difería de ese aspecto, llevándolo tan largo que llegaba a la mitad de su espalda, siempre recogido por un lazo más oscuro que el color de la camisa que
Ambos eran fuertes. Zuke intentaba levantarse cuando se percató de que el monstruo se dirigía hacia ella. Aterrada, intentaba huir en busca de refugio, pero su cuerpo no respondía como ella pensaba. Al ver el temor en los ojos de Zuke, Darién se incorporó rápidamente y corrió hacia ella. Antes de que el monstruo pudiera tomarla con sus garras, Darién tomó la mano de Zuke para atraerla hacia él. Zuke sintió como unos brazos gigantes la estiraban de un lado a otro, mareándola aún más. La fiebre que ella tenía le hacía pensar que tal vez todo era producto de su imaginación, pero no era así. Estaba siendo rescatada y protegida por un lobo, uno al cual odiaba tener algo que ver. Darién se preparó para abalanzarse sobre el monstruo y lo empujó con una patada certera. El monstruo salió expulsado hacia atrás y quedó estampado contra un árbol que atravesó su cuerpo. Aunque el impacto fue contundente, el monstruo aún seguía con vida. Darién tomó un tronco lo suficientemente grande para golpea
—¡Alan, cúbreme! — gritó Damon, y el joven guerrero cumplió con la orden. Mientras avanzaba hacia la mujer, Casius también se encargaba de eliminar a los monstruos que se cruzaban en su camino. Darién se levantó después de recibir el golpe de Zuke, decidido a detenerla a toda costa. Al salir de la habitación, vio que ella se dirigía hacia la puerta principal y que su líder corría hacia ella. La preocupación de Darién creció aún más al ver que su Alpha no era consciente del peligro que corría al intentar detener a la mujer.Darién percibió ráfagas de luces rojas dirigidas hacia su líder y corrió en su dirección para evitar que fueran heridos. Zuke estaba frente a la enorme puerta, extendiendo las manos con la intención de abrirla, pero Darién y Casius llegaron justo a tiempo.Cuando el líder de la manada, Damon, giró a Zuke para mirarla, vio sus ojos rojos. Su lobo interior se retorció, tratando de salir. Los ojos de Casius brillaban de ira al verla. Por alguna razón, el lobo de Casius
Su plan era reemplazar la luz con oscuridad, la vida con muerte y la paz con sufrimiento en cada rincón de la tierra. Un lobo viejo, leal a su líder, se encargaba de llevar el mensaje al lugar indicado por el prisionero, escalando la montaña rocosa cubierta de escarcha por el crudo invierno. Con firmeza, sostenía un bolso que contenía la cabeza del demonio, un mensaje apropiado para un Alpha como Casius.Después de un tiempo prolongado, el lobo gris se acercaba a la cueva. Dejó caer la bolsa cerca de la entrada y aulló con fuerza, anunciando su presencia a la Carpa Roja. Luego, recogió el bolso y avanzó audazmente, cumpliendo la exigencia de su líder.—Vaya... ¿qué tenemos aquí? ¿Eres valiente o simplemente lo suficientemente estúpido para venir solo ante el rey de las carpas rojas? —preguntó en voz alta Karios, sentado en su trono de roca adornado con detalles de gemas preciosas, dando la bienvenida al lobo. El lobo gris lanzó el bolso que sostenía en su hocico, haciendo que rodara h
Zuke ya se encontraba en medio del bosque mientras corría, intentando abandonar los territorios de la manada Damon. Sentía cómo su corazón latía rápidamente, la falta de aliento y el cansancio la estaban afectando. Apoyó las manos contra un árbol que estaba a su costado para sostenerse. La herida que tenía le advertía que ya no podría seguir adelante. La pequeña sutura que Carlee le había hecho se había abierto por el esfuerzo de escaparse.“¡Oh, diablos! Creo que me he abierto nuevamente la herida," pensaba Zuke al verificar su lesión.La pequeña Zuke estaba decidida a seguir adelante, aunque el intento le hiciera caer inconsciente. No sabía si se había alejado lo suficiente de aquella manada, pero ya no escuchaba el sonar de las campanas. Sin embargo, lo que ella ignoraba era que estaba siendo rastreada por unos lobos. A medida que avanzaba, podía visualizar miles de cadáveres tendidos en el bosque. Aunque el olor era nauseabundo, Zuke seguía avanzando con determinación.Llegó a un
Absolutamente nadie esperaba las palabras de Sorien. Claris levantó la vista para mirarlo directamente a la cara, negándose a aceptar la decisión de Sorien. Acto seguido, salió prácticamente huyendo de allí, incapaz de soportar un segundo más en ese lugar. Parada en el patio trasero de la residencia de los Rime, intentaba reprimir un escalofrío. Aunque respetaba y apreciaba mucho a Sorien como a un tío, no podía aceptar tal proposición. No era por miedo, sino simplemente porque veía a Jair y su familia como la familia que había perdido muchos años atrás.— ¿Estás bien? — Antón ya estaba a su lado, ofreciéndole un pañuelo para secar sus lágrimas.— ¡Gracias! No deberías preocuparte tanto — dijo ella mientras secaba sus mejillas. Verla en ese estado angustiado entristecía a Antón.— ¿Aceptarás ser su compañera? — soltó Antón, tomando por sorpresa a Claris.—No, no lo haré. Lo veo como a un hermano. No podría estar con él, aunque quisiera. Supongo que ustedes, los lobos, sienten lo mismo
—Oh, vaya… Ruego que la disculpes, pero ella es un poco obstinada cuando se trata del mar — Dijo Sai mientras alejaba a Sereia del joven.—Oh, vamos. Solo una vuelta, no nos tardaremos, y te pagaré el doble del precio actual. — Daniel giró hacia el mar para observar con atención. Las olas golpeaban con fuerza las rocas en las costas de Sheridan. Era evidente que no era apropiado ni seguro navegar en esas condiciones.—Disculpen señoritas, pero no es recomendable navegar en este momento — dijo señalando la furia del mar en ese momento.—Me habría gustado pasear por el mar… — Sereia se acercó más a la orilla del puerto para admirar la belleza que les regalaba el creador. Daniel sintió en su voz una tristeza, para aliviar el sentimiento de la joven, accedió a darle un paseo, pero por tierra.—Si desean un paseo, puedo cumplir con ello. Conozco un lugar en las afueras de la ciudad. ¿Les puedo guiar si quieren? — Las tres jóvenes humanas intercambiaron miradas antes de asentir.—Bien, ahor