En aquel lugar de encuentro, saturado de tensión y suspenso, la figura de Zuke se vio envuelta en un tormento tan físico como emocional. El látigo, manejado con maestría cruel por Eihan, se convirtió en un instrumento de dolor insufrible. A pesar de sus esfuerzos por mantener la compostura, cada instante parecía multiplicar el sufrimiento que la consumía. Eihan, frío e imperturbable ante su agonía, no mostró signos de clemencia; al contrario, aumentó la intensidad de la tortura con un simple gesto de su mano, haciendo que el dolor que afligía a Zuke se volviera aún más insoportable.Sin embargo, el tormento no se limitó solo a Zuke. Karios, inmerso en su propia batalla, sintió el sufrimiento de Zuke como si fuera propio, una carga que amenazaba con socavar incluso su fortaleza más sólida. Motivado por una mezcla de rabia y desesperación, su lucha adquirió una ferocidad despiadada, exhibiendo un dominio oscuro sobre sus adversarios. Sus ojos, profundos como el océano en tormenta, deste
Al escuchar las palabras de Hans, Karios liberó todo su poder, dirigido también hacia él. El joven lobo que había proclamado su decisión respecto a Zuke fue lanzado a una distancia, cayendo al suelo bajo la implacable fuerza de ese ataque. Zuke, observando entre el torrente de energía, divisó dagas venenosas dirigidas hacia Hans. Actuó rápidamente, corriendo hacia él para colocarse como una barrera humana y protegerlo.El momento en que Zuke se interpuso para proteger a Hans con su propio cuerpo dejó a todos los presentes atónitos. Mientras las dagas filosas se incrustaban en su carne, ella abrió sus brazos en un gesto desesperado por evitar que el peligro alcanzara a su amigo. La escena fue impactante, y la reacción de Karios no se hizo esperar.—Zuke, ¿qué has hecho? —exclamó Karios, su voz resonando con asombro y una creciente ira. La visión de la mujer que tantas veces había intentado alejar a Hans de su lado ahora lo protegía con una determinación inquebrantable. La ira en el int
En medio del caos de la batalla, Aemin, el majestuoso dragón, descendió de los cielos con un estruendo ensordecedor. Sus enormes alas agitaron el aire, creando una ráfaga de viento que arrastró a todos los enemigos que intentaban dañar a su amo. Los lobos fueron repelidos por la fuerza del viento generado por las poderosas alas del dragón, que parecían moverse con una elegancia salvaje y una ferocidad imponente.En la espalda de Aemin, Karios hizo su aparición, sosteniendo a Zuke en sus brazos. La visión de Karios, el líder temido y respetado, montando sobre su fiel compañero, con Zuke protegida en sus brazos, fue impresionante y cautivadora. Fue como si la mismísima fuerza de la naturaleza se hubiera unido para proteger a su líder y a la mujer que despertó emociones tumultuosas en su interior.Mientras tanto, Kerpes y los demás guerreros permanecieron en el campo de batalla, enfrentando valientemente a los lobos enemigos. A pesar del poder abrumador de los lobos y las dificultades qu
Mientras el misterioso sanador se inclinaba sobre Zuke, tratando de romper el sello que la mantenía atrapada en un estado de inconsciencia, una visión repentina la envolvió. El aire se tornó pesado y oscuro, y en un parpadeo, se encontró en un bosque sombrío. La bruma espesa se alzaba del suelo, y sombras danzaban entre los árboles. En el centro de ese paisaje nebuloso, una figura emergió, brillando con una luz tenue: era su madre, una poderosa hechicera de tiempos pasados.Zuke sintió una oleada de emoción al ver a la mujer que había admirado en su infancia. Su madre, con su cabello largo y plateado ondeando como si una brisa invisible la acariciara, la miraba con una mezcla de ternura y preocupación. Zuke recordó las historias que había escuchado de niña sobre su madre, las leyendas que hablaban de su gran poder y la magia que fluía por sus venas. Pero esa visión no era solo un recuerdo; era un mensaje. La figura de su madre comenzó a hablar, su voz resonando con la sabiduría de sig
Las imágenes mostraban a Zuke como una líder maligna, su rostro distorsionado por la ambición y el poder. Karios sintió un escalofrío recorrer su espalda; esos vislumbres oscurecían su corazón y encendían temores sobre lo que Zuke podría llegar a convertirse si liberaba todo su potencial.Karios sabía que al romper el sello que había mantenido a Zuke en ese estado, también corría el riesgo de liberar esa parte oscura de ella. Estaba atrapado en un conflicto interno devastador. Por un lado, deseaba que Zuke recuperara su fuerza y se convirtiera en la guerrera que sabía que era; pero, por otro, el temor de lo que esa fuerza podría desencadenar lo llenaba de dudas. La seguridad del reino, y su amor por Zuke, estaban en juego.La batalla continuaba, pero el verdadero conflicto se libraba en su interior. Karios se encontraba al borde de una decisión monumental. ¿Debería dejar a Zuke tal como estaba, manteniendo su esencia intacta, o arriesgarse a liberarla por completo, permitiéndole alcan
Era un día inusual para la manada Rair. La lluvia y el viento azotaban de manera infernal los territorios de Sheridan, haciendo imposible que la manada llevara a cabo sus excursiones habituales en el interior del bosque donde habían nacido. Tanto Zander como sus hombres más cercanos se encontraban reunidos en la caverna, pasando horas en discusiones, tomando tragos y jugando, apostando lo que tenían a mano.—Oye, Carri, tráeme una botella... ¡Vamos, apúrate mujer! — Elevó su voz Zadkiel. Él era el único que se atrevía a alzar la voz, estando al lado de su Alpha, su amigo de toda la vida, Zander. Desde pequeños, habían sido criados por el padre de Zander. Específicamente, habían compartido el mismo techo desde que eran bebés.—¡Aquí tienes, chico! — Ella depositó la botella en el centro de la mesa, rodeada incluso por ropa interior de sus amantes. —¡Vamos, bebamos, mis amigos! — Zadkiel agarró una de las botellas que ya estaba abierta; las risas y la celebración seguían palpables, tod
No aceptaba aquella relación, para él, aquella loba no era digna de ser la pareja de su hijo. Y mucho menos una aventura en que su hijo se aventara de lleno, Jair al escuchar el rechazo de él hacia Carri, lo molestaba, era un fastidio para él que su padre decidiera quién debía ser su pareja. Lo cierto es, que la atracción que siente Jair era solo de querer tenerla en su cama, era una obsesión que traía por ella desde el momento en que ella lo salvo de ahogarse en las aguas del infierno.Aún no se le había presentado aquella mujer que lo llevaría a sentir, aquella sensación que tanto su padre le habla, para él no existía aquel amor, destino que según su padre la diosa luna, madre de todos las criaturas cambiantes, era protectora. —No, no la acepto para que la reclames... Ella no es adecuada para ti — Jair seguía escuchando la voz irritante de su padre, arruga sus enormes manos, para reprimir aquel enfado que estaba sintiendo.Arcelia, en cambio, estaba atenta a las advertencias de su
Ella detiene su caminar para girar sobre su talón y observar al joven que estaba alejándose de aquel lugar, para volver a caminar en la dirección en la que se dirigía. Antón y Jair, después de haber controlado que todo estuviera en orden, deciden ir a recorrer el muelle, sonde llegan los barcos que traen a algunos visitantes. —Y bien... ¿Me dirás que fue todo eso allí adentro?— suelta de manera instantánea, mientras que observaba el barco que estaba llegando en el lugar. Antón estaba recostado por la barra de aquel muelle, dando la espalda a al mar. Las palabras de Jair lo dejan asombrado, puesto que había pensado que no se ha dado cuenta de aquel comportamiento repentino de su parte. — ¡No es nada importante!... además tengo cosas en que pensar y resolver— formula Antón. Jair, en cambio, se daba cuenta de lo que realmente intentaba hacer Antón. Lo conocía perfectamente, y podía saber que lo que intentaba hacer no la funcionaria. —Sabes qué rechazarla será un martirio para ella c